Las provisiones reales se leían en voz alta de pregonero en
la plaza pública de Iniesta por el pregonero Juan de la Heras. Así se dio a
saber por el pregonero Juan de las Heras un 16 de agosto de 1516. El tema
pregonado era viejo; acabada la guerra de Granada, se dejaron de criar potros y
se prefirió echar las yeguas a asnos garañones para la crianza de mulas para la
labranza. Ya el veinte de julio de 1492 se amenazó a los dueños de garañones con
la pérdida del asno y multa de mil maravedíes cuando fueran sorprendidos
echándolos a las yeguas; una `provisión que volvería a ser confirmada el 4 de
octubre de 1499 y que se recordó específicamente para el marquesado de Villena
el 10 de junio de 1516, donde se señalaba la rápida disminución del número de
caballos por la crianza de mulas para la agricultura. Se cometía al gobernador
Antonio de Córdoba y su alcalde mayor, licenciado Ternero, hacer las pesquisas
sobre los caballos existentes. Era alguacil mayor del marquesado, Pedro de
Albelda.
El mismo día de la lectura de la provisión real en la plaza
de Iniesta fue respondida por su gobernador Pedro de Mondéjar, que alegaba que
las antiguas leyes se aplicaban en el Reino de Murcia, pero no en el obispado
de Cuenca, a cuya tierra pertenecía Iniesta. Se denunciaba la innovación de
hacer extensiva la pragmática sobre ganado caballar al sur del Tajo, cuando las
tierras de Cuenca eran estériles para la crianza de caballos.
Hemos hablado en otros lugares del floreciente negocio del
ganado yeguar de los iniestenses, de sus bajadas hasta la ribera del Júcar y
del origen de algún pueblo como Madrigueras en el contexto de esta trashumancia
local. Prueba del potencial económico de este ganado yeguar es que fueron varios
vecinos principales de Iniesta quienes sostuvieron el pleito. Unos vecinos que
se llamaban a sí mismos señores de yeguas; eran Juan Correa el viejo, Alonso
Martínez de Correa, Pedro García de Castillejo, Pedro Jiménez de Buenache,
Pedro de Iniesta de Alcalá, Juan de las Heras, Juan de Correa el mozo, Juan de
Iniesta, Pedro Pérez Marquina, Juan Navarro del Campillo, Juan de Utiel, Pedro
Garrido, Felipe Navarro, Pérez de Carrascosa, Alonso de Jábega, Andrés Bravo,
Antón García de Mingo Juan el mozo, Juan García de Mingo Juan el mozo, Juan
Garrido de Alcalá, Pedro de Buenache, Alonso de las Heras, Pedro López, Alonso
de Tórtola, Alonso Herrero del Peral. Una muestra del negocio de la crianza de
mulas y del rápido desarrollo de la labranza en estas tierras, que habían
reducido a la nada la crianza de caballos para la guerra y jinetes
encabalgados. La expresión de los quintanareños cincuenta años después para
definir su pueblo como una sociedad de labradores desencabalgados valía para la
Iniesta previa a las Comunidades. Y era algo más, el dominio del concejo de
Iniesta y la vida política por un conjunto de labradores ricos, que aún no
había cedido el poder a las poderosas familias de los Zapata o los Espinosa. Y
es que el conflicto por los garañones, iniciado en 1516, derivó en un largo
pleito en la Chancillería de Granada que se mantenía abierto cuando estallaron
las Comunidades. Los gobernadores del marquesado de Villena, Antonio de Córdoba
o Gutierre de Quejada se sucedían, pero el conflicto seguía abierto, mientras
el procurador de “los señores de yeguas” iniestenses, Pedro Mondéjar, se
quejaba que el abogado en la Chancillería malversaba el dinero de los vecinos.
Es más, entre las élites de labradores dominantes de Iniesta se comenzó a
extender un discurso político que reivindicaba a Iniesta como una villa ajena
al marquesado de Villena e integrante de la antigua tierra de Cuenca, estéril
al igual que la antigua ciudad madre y sus tierras para la crianza de caballos.
En el fondo del debate, estaba el interés de grandes familias de Alarcón por
dominar el ganado caballar, aprovechando una nueva ruta que en sentido
transversal iba desde Gascas a las tierras de Alarcón en la Ensancha. El
territorio de la Ensancha era objeto de deseo para la agricultura de los
iniestenses y también los jareños. Las tierras de labor se estaban comiendo a
los pastos, las tierras lindantes con el Júcar, en torno a Madrigueras, presentaban
ya un aspecto labrado. La edad dorada de los señores de yeguas iniestenses
estaba tocando a su fin: enriquecidos con la crianza de mulas en el periodo de
1480 a 1520, veían como las tierras labradas por esas mismas mulas hacían
desaparecer los pastos que las yeguas pastaban antaño. Una élite de labradores
desencabalgados, dominadores del gobierno concejil, dejarán lugar a una nueva
élite hidalga que harán de la ejecutoria y el caballo listo para la guerra el
símbolo de su distinción social.
El cambio del paisaje iniestense nos los recordaba en su
ancianidad Alonso Sánchez de Valverde
Que en los tiempos pasados vido que por estar los dichos
términos desocupados de labores de yvierno eran rrazonables para mantener
yeguas pero que de verano no avía prados ni aquellos aparejos que heran
neçesarios para criar cavallos pero que agora al presente están los dichos
términos muy rrompidos de labores
Sobre el paisaje de Iniesta en esta época, ya perfilado
desde el horizonte del año mil quinientos, nos han quedado algunos testimonios
de personas ancianas; en su indudable parcialidad, testigos del proceso
roturador de tierras
Que sabe que los términos e tyerra de la dicha villa de
Yniesta son muy estériles e mal dispuestos para criar en ellos yeguas e
caballos porque son muy estrechos e tyenen pocos pastos e prados que no tyene
ninguno e tyene pocas aguas porque las que ay son de pozos e lavajos fechos de
mano e los dichos términos están todos labrados e sy ay algo por labrar es
atochas e matorrales e rriscales…, que las yeguas que se crían en los dichos
términos son muy pequeñas e mal talladas e que ha visto que los cavallos que de
ellas naçen son muy pequeños e mal tallados, que son de poco valor e no para
ávito de cavallería salvo para arar e para alvarda e que ha oydo desir a
algunos que de cabsa de no poder criar la yegua al potro de cabsa de los pocos
pastos e esterelidad de los términos que matan al potro porque no mate a la
madre
Iniesta se llegaba a equiparar con las tierras de Cuenca:
tierras de sierra, estrechas, rasas y frías, de malas hierbas y pocas aguas,
poco apta para pasto de caballos, aunque más apta para el pasto en invierno,
hasta llegar el verano y corrido el otoño, que era tierra estéril. Aunque no
era esa la opinión de todos los testigos, algunos de ellos que habían andado
más las tierras e Cuenca, afirmaban que tiene más anchuras e algunas aguas
corrientes e algunas praderasAun así, no se llegaba a la situación de
Motilla, donde los potros recién paridos eran matados para garantizar que la
yegua no pereciera alimentándolos. Se decía que don Luis Pacheco había obtenido
licencia de la reina Isabel para echar las yeguas al garañón, obviando las
pragmáticas al efecto. Es creíble que la crianza de mulas, para las que se
reservaba una parte de los campos plantados de cebada o centeno, continuara
siendo un negocio lucrativo, mientras que la cría de potros en espacios
abiertos y con yerba era motivo de ruina. Se consideraba un mal negocio la
venta de tres potros nacidos en Iniesta a un vecino de El Peral por siete
ducados, aunque no faltaban casos en que los potros eran regalados o como hemos
dicho matados. No hemos de dudar del poco valor de los potros, pero del
testimonio de los testigos se desprende que si hubo un comercio de potros que
se criaban en los límites con Motilla (ahora estrangulado por la falta de pasto
y que llegaban con dificultad a los 500 maravedíes e incluso un ducado), como
lo hubo con la corona de Aragón, donde los precios se habían reducido a los 35
sueldos para ese año de 1517.
Concejo
de Iniesta de 14 de diciembre de 1518
Licenciado Joanes, alcalde mayor del marquesado
Juan García, alcalde ordinario
Pedro Clemente, alguacil
Lope García de Mingo Juan, Benito de la Jara, regidores
Pedro Rodríguez, síndico procurador.
Alonso López de Talayuelas, Juan García de Castillejo, Juan
de Olmeda el mozo, diputados
Concejo
de Iniesta de 12 de diciembre de 1510
Alonso Herrero y Juan Garrido de Almodóvar, alcaldes
ordinarios
Alonso Garrido, alguacil
Fernán Martínez del Peral, regidor
Pedro Jiménez de Buenache, fiel
Bartolomé de Soria, síndico procurador
Alonso López de Talayuelas, Pedro de Buenache y Lope García
de Mingo Juan, diputados
Concejo
de 26 de agosto de 1515
Pedro García de Castillejo, alcalde ordinario
Juan García de Castillejo, alguacil
Alonso Fernández de Almodóvar, Andrés de Monteagudo,
regidores
Pedro Mínguez, síndico procurador
Juan de la Parra, Martín Merino, Pedro Blasco, Miguel
Cabronero, Andrés Lozano, diputados
Probanza
de 1517
Juan Sánchez de Barchín, más de 70 años
Antón de la Jara, 43 años
Pedro de Cardenete, 50 años
Pedro Navarro, 58 años
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