A la muerte de Francisco de Mendoza y Castillo, en 1598, dejará en su testamento toda su hacienda para la fundación de un convento femenino del Carmelo Descalzo en sus casas principales de vivienda. Francisco de Mendoza había recibido gran parte de la fortuna de los Castillo sanclementinos, era hijo de Alonso de Mendoza e Inestrosa y María Mendoza y estaba casado con Juana Guedeja. Añadía una serie de condiciones:
- Que en dicho convento hubiere dos capellanes. Uno de ellos debía decir una misa diaria por su alma, el resto de la fortuna iba a la fabrica de dicho convento, gastos de sacristía y ornamentos
- Que dos monjas del dicho convento fueran del linaje Castillo
- Dejaba como patrón de dicho convento a quien fuera señor de Perona, tal condición recaerá en su prima Elvira Cimbrón y Castillo, que ya era poseedora de la mitad de Perona y se hará con la otra mitad. Elvira estará casada con Juan Pacheco Guzmán, alférez mayor de la villa.
- Si las carmelitas descalzas no aceptaban esta fundación, la herencia de Francisco de Mendoza iría a las monjas del convento franciscano de la Asunción, con las condiciones anteriores
Estas condiciones fueron consideradas como impuestas por las monjas franciscanas, que dieron su poder al padre guardián del convento franciscano de Nuestra Señora de Gracia, fray Francisco de Quirós, para que hiciera valer sus derechos. La situación fue muy tensa entre doña Elvira Cimbrón y las monjas franciscanas; al parecer, el conflicto llegó a las amenazas directas contra las monjas en el invierno del año 1627 al 1628, teniendo que ceder a las pretensiones de Elvira Cimbrón. Las monjas estaban defendiendo la no intromisión de la familia Pacheco-Cimbrón (o Castillo) con el nombramiento de capellanes, pues de religiosos y confesores ya les proveía la orden masculina, pero también defendían intereses patrimoniales, pues dudaban que fueran a recibir nada de los cuatrocientos ducados de las rentas anuales de la hacienda dejada por Francisco Mendoza y disfrutada por Elvira Cimbrón y su marido durante veinte años y las mismas monjas consideraban que la pretensión de la capilla del Evangelio y su condiciones costarían mantenerla alrededor de tres mil ducados; rentas que, lógicamente, querían administrar las monjas y no dejar en manos de la familia Castillo; es decir, las monjas estaban dispuestas a conceder el privilegio de enterramiento junto al Evangelio al mejor postor y postulantes parecía que había varios.
El pleito se reavivó el año 1647, siendo abadesa del convento Ana de Hermosa y ya difunta Elvira Cimbrón
Testigos
Don Sebastián Moreno de Palacios vive de su hacienda en la calle de don Francisco de Araque. 70 años, primo hermano de la abadesa Ana de Hermosa.
Don Francisco de Alarcón Fajardo, hijodalgo, regidor perpetuo, 52 años
Martín Alfonso de Buedo, hijodalgo, viven en la placeta de Astudillo, 48 años
Pascual López de Lerín, labrador y familiar del Santo Oficio, vive en la calle Ancha de San Cristóbal, 75 años
Baltasar de la Fuente, familiar y notario del Santo Oficio de la ciudad de Cuenca, 54 años. Tiene una hija profesando en ese convento.
Esteban de Vara de Rey, labrador, vive en la calle Ancha de San Cristóbal, 75 años
Cristóbal Ángel de Olivares, labrador, vive en la calle del cura Tébar. 75 años
Felipe Ruiz de Arce, labrador y regidor perpetuo, 80 años
Cristóbal García de Perona, vive de su hacienda en la calle del Olmo de Pallarés. 98 años
Juan Ramón Barbero, herrero antes y ahora labrador, vive en la calle de la Rambla. 60 años
Juan del Castillo Villaseñor, labrador e hijodalgo, vive en la calle de los Carrascosas, 60 años
Diego Esteban Patiño, clérigo de epístola, vive en el Arrabal, 46 años
ACHGR, PLEITOS CIVILES, SIG. ANT. C-10382-14
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