El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

lunes, 28 de diciembre de 2015

Disputas en la elección de oficios concejiles en San Clemente (1552)

 El 22 de septiembre de 1552, siete días antes de San Miguel, fecha señalada cada año para la elección de los oficios del concejo de la villa de San Clemente, varios oficiales públicos de la villa de San Clemente, a saber, Juan de Robles y Juan del Castillo Abengoça, alcaldes ordinarios, Alonso de Valenzuela y Pedro de Tébar, regidores, y Francisco de Herreros, alguacil mayor, dieron su poder a Gonzalo de Iniesta para trasladar una petición al gobernador (en su ausencia la recogería el alcalde mayor Ramírez Montoya), que no era sino respuesta el intento de Diego de Ávalos y tres consortes (creemos que alguno de los Rosillo) de imponer sus condiciones a la elección de alcaldes y alguaciles de ese año. La redacción, preparada por un jurista, pariente de uno de los regidores, correspondió a Alonso de los Herreros. Como testigo en el momento de la presentación de dicha petición estaba presente Diego Sánchez de Orihuela.

La petición correspondía a tres familias aliadas en este momento en la vida municipal: Herreros, Valenzuela y Tébar (es decir, Origüela), pero faltaban otras, que sin duda con su silencio tomaron partido por los Jiménez-Dávalos y Rosillos. Estos eran los Pacheco y los Castillo. Hemos de pensar que las alianzas eran circunstanciales y que los dos bloques por el dominio de la vida local los constituían los Herrero, por un lado, y los Castillo y Pacheco por otro. Desde la elección de 1549, la elección de oficios públicos se había decantado a favor de los Herrero, mientras los Castillo, con Hernando como mano derecha del gobernador del marquesado en 1548, eran apartados de la vida municipal y bloqueada en la Chancillería de Granada su aspiración de reconocimiento de hidalguía.

La alianza de los Tébar-Origüela con los Herreros hemos de tenerla por circunstancial e interesada, pues ambas familias había estado enfrentadas en la elección de alcaldes ordinarios de dos años antes. No obstante, los Origüela conseguirán poner un próximo suyo, Hernando de Montoya, como alcalde ordinario.
Don Diego Torrente solía fijarse, en sus estudios de las actas municipales, en las diferencias habidas en la elección de oficios de 1549 y 1550, considerando tranquilas las elecciones de 1551 y 1552. Nosotros creemos que las tensiones no habían desaparecido; es más se habían acrecentado y pronto estallarían por la marginación  de una parte de la sociedad sanclementina.

Ya sabemos lo que pasó en julio de 1553. El enfrentamiento entre Origüelas y Jiménez-Dávalos-Rosillos por un trivial asunto de carnicerías fue de inusitada violencia, mientras las familias principales se mantuvieron al margen.

Pero la naturaleza del conflicto, que se manifestará en algún momento como disputa entre cristianos viejos y cristianos nuevos, respondía a la oligarquización del poder municipal y la exclusión de una amplia mayoría de la sociedad sanclementina. El ayuntamiento abierto había devenido en regimiento cerrado desde 1543. Los nuevos regidores perpetuos lucharan entre sí por el control del poder municipal. La frialdad de su enfrentamiento, limitado al respeto de las normas, tendrá su cara amarga en la creación de bandos y redes clientelares y en la reducción de los oficios públicos de alcaldes ordinarios y alguacil a meros comparsas de sus intereses. Los despreciados cargos añales al servicio de los ricos que denunciará el administrador de rentas Rodrigo Méndez veinticinco años después. Ahora bien la justificación jurídica del doctor Alonso de los Herreros es otra: se trata de crear un  gobierno de los escogidos por su capacidad y suficiencia frente al  gobierno de los inhábiles e idiotas del sistema rotatorio de las suertes. Alonso de los Herreros iba más allá, denunciaba la supuesta parcialidad de los agentes de la monarquía, como alcaldes mayores, negando su papel defensor del bien común de la República, para acabar defendiendo la transmisión hereditaria de  los cargos públicos.

                                                              magnífico señor

gonçalo de yniesta en nombre del conçejo y de los alcaldes alguaçiles y rregidores desta villa contenidos en el poder que hago presentaçión rrespondiendo a lo pedido por diego de ávalos y sus tres consortesy por rrodrigo docaña que dize ser su procurador vsando de una rreal provisión ante v. m. presentada sobre la dicha eleçión de los ofiçios del conçejo desta villa que por el día de san miguel de setienbre se suele hazer, digo que de justiçia v. m. no deve hazer cosa alguna de lo pedido por los susodichos que no son parte ni tienen derecho a lo que piden y la dicha rreal provisión fue ganada con sinyestra  y no verdadera rrelaçión el dicho diego de ávalos en pedirla en nombre de los veçinos no tiniendo tal poder cometió delito digno de castigo y en la rrelaçión el dicho diego de ávalos alló la executoria rreal que esta villa tiene vsada y guardada para elegir los dichos ofiçios y hizo mención del previlegio que no es vsado ni guardado en lo que los susodichos partes contrarias quieren fundar su yntençión que los rreçagados posteros por rrueda entren en las suertes de los dichos ofiçios, cosa çierta que nunca en esta villa se vido platicar ni ser costumbre ni se oyó deçir los que an de entrar en las suertes conforme a el tenor de la executoria que da la forma por estas palabras formales los que an de entrar en las suertes de los ofiçios sean onbres elegidos por los oficiales  postreros oviesen de ser metidos en suertes no sería eleçión y sería venir contra la dicha executoria y contra el vso y costunbre de que en ella se haze mençión y ansy se a fecho de tienpo inmemorial a esta parte elegir de los posteros los más ydóneos ábiles y suficientes capaçes del ofiçio porque son elegidos y libres de todo interés e de las negociaciones que en los pueblos suele aver que es grave el daño que la rrespública sentiría de lo contrario y por esta razón el iuris consulto paulo dize las siguientes palabras açerca de los que an de ser elegidos para ofiçios de la rrespública honores et munera non ordinatis quibus per sed poçioribus quibus per ynjunjenda sunt cosa no deçente sería que cupiese la vara de alcalde hordinario o de alguaçil mayor desta villa a persona menos sufiçiente ydiota que más la consequençia es: es postero reçagado luego meresçe ser alcalde o alguacil  y también a el avtoridad de vn ayuntamiento tan honrrado como es el desta villa conviene elegir por alcaldes y alguazil personas que no vilipenden el ofiçio pues tienen boto en el ayuntamiento sean personas que sepan botar por eleçión entre lo bueno y malo y siendo esta villa como es la más prinçipal deste marquesado donde más hordinariamente los governadores y alcaldes mayores rresiden, neçesidad an que las personas que an de ser helegidos por alcaldes y alguazil sean personas avisadas y que se provea el ofiçio con ellos y no ellos del ofiçio y ansy después que los rregimientos son de por vida se a fecho que sean personas sufiçientes por alcaldes y alguaçiles y an fecho muy bien e fielmente sus ofiçios cada vno en su tienpo
teniendo buena governaçión en las cosas de la rrepública  y admityendo  justicia ygualmente a las partes y en quietud e paz y sy algún pleyto e divisyón a avydo en esta villa no a seydo por causarlo los dichos ofiçiales elegidos ni tanpoco los heletores contra quien piensa que an ganado la dicha rreal provisyón la causa a seydo por culpa de algún alcalde mayor que a avido syn buena consyderaçión haziendo parçialidad con algunos ofíçiales por sostener cosas no devidas contra el bien público y en los ayuntamientos mostrándose parçial en las cosas que avían de proveer como es notorio y desçir que no se deven de admitir a las suertes de los ofiçios el que fuere hijo o padre o pariente de alguno de los heletores es contra derecho bueno estaría el ábil y sufiçiente para ser elegido para ofiçio de justiçia  sy lo oviese de fazer ynábil el debdo que tiene con alguno de los heletores no solamente el padre puede elegir al hijo por decurión más avnque el padre no quiera los demás eletores lo puedan elegir según Ulpiano jurisconsulto que dize asy quod pater non consensit honoribus sive muneribus filii, ne illius patrimonium oneri subiiciatur, praestat defensionem, non civem patriae utilitalibus, quatenus potest, aufert, por las quales rrazones no a de hazer el yntento la parte contraria porque es syn fundamento de derecho y a la executoria y costunbre y a v. m. pido guarde y cunpla dicha executoria syn eçeder de la so protestaçión de la nulidad y ansy lo pido y justiçia y las costas para lo que ... y contenido y ofrézcome a dar ynformación que convenga
                            el dotor alonso de herreros (rúbrica)

FUENTE

AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 44/47. Regidores y oficios públicos de la villa de San Clemente contra Diego Dávalos y consortes sobre elección de oficios. 1552

La primera instancia al servicio de la oligarquía sanclementina (1598)

La villa de San Clemente, al igual que otras villas del corregimiento,  consiguió sucesivas confirmaciones del privilegio de primera instancia de sus alcaldes ordinarios, aunque en la mayoría de los casos el privilegio se limitaba a advocar que los pleitos iniciados por el corregidor en la villa de San Clemente se terminasen en la dicha villa. Se trataba de garantizar que los autos y diligencias de los pleitos, a falta de un escribano de provincia o corregimiento, fueran tramitados ante el mismo escribano, y, mantener el ejercicio del control de la justicia del corregidor por los regidores de la villa de San Clemente; pues el corregidor, de naturaleza itinerante y con un mandato limitado a tres años, se veía obligado a ausentarse de la villa cabeza de partido y continuar y dar término a los pleitos ante escribanos de otras villas. La defensa de esta primera instancia era advocada por los regidores aparentemente para defender los privilegios de la villa; en realidad, defendían intereses particulares: tal es el caso que nos ocupa, el abasto de trigo y el control que  sobre el mismo ejercían los regidores.

En 1598 era corregidor de las 17 villas don Fernando del Prado. La creación del corregimiento del partido de San Clemente, doce años antes, había supuesto un mayor control del ejercicio del poder local por la Corona, al dividirse la amplia gobernación del Marquesado en dos distritos más reducidos. Uno de los temas más espinosos era el de abasto de granos. La intromisión del corregidor Fernando del Prado en el control que los regidores del concejo de San Clemente ejercían sobre la provisión de trigo y las prácticas especulativas de su comercialización, fue respondida por los regidores del concejo de San Clemente con una apelación ante la Chancillería de Granada, poco dispuestos a dejar este asunto en manos de la autoridad real, defendiendo la primera instancia de sus alcaldes ordinarios, simples cargos añales al servicio de las oligarquías locales.

El conflicto de 1598, había surgido porque Pedro Juárez, vecino de San Clemente había comprado trigo de algunos regidores de San Clemente a un precio superior a la tasa de granos. La apelación de los regidores de San Clemente, no obstante, sólo se presentó cuando el corregidor Fernando del Prado se llevó los autos a Villarrobledo para finiquitarlos allí:

 abiendo proçedido en ella contra Pedro Juárez de la dicha villa de San Clemente diçiendo aber conprado de algunos rregidores trigo a más de la tassa  e vos el dicho corregidor le abiades sacado de la dicha villa y le abiades llebado a la villa de Villarrobledo y os abiades llebado el proçesso

La osadía del corregidor debió ser vista por los regidores sanclementinos más que como agravio como intromisión intolerable en el control ejercido por éstos en el abasto de granos, y más cuando el pleito se había trasladado a Villarrobledo, villa proveedora del grano y, sin duda, origen de los procesos especulativos. No era la primera vez que los regidores de San Clemente acudían a la Chancillería y no sería la última. El 6 de noviembre de 1598 obtendrían sobrecarta confirmando los privilegios de primera instancia de la villa, en la misma se recordaba que era la tercera del mismo tenor y se citaba confirmación anterior de 15 de octubre de 1566.

FUENTE

AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 39/36


miércoles, 23 de diciembre de 2015

Don Diego de Ortega Guerrero y la ganadería en San Clemente a mediados del seiscientos

Dos Ortega se imponen en la villa de San Clemente durante la mitad de la centuria del seiscientos. Don Rodrigo Ortega y don Diego Ortega y Guerrero. Es nuestra intención volver sobre esta familia, cuyas ramificaciones familiares e intereses económicos van más allá de la villa de San Clemente. Pero hoy pretendemos presentar un esbozo del declinar de la actividad ganadera en San Clemente a través de los conflictos de la villa con el segundo de los Ortega, Don Diego.

El catastro de Ensenada, a mediados del siglo XVIII,  nos presenta una actividad ganadera en la villa de San Clemente muy disminuida, limitada a los agostaderos y excluida del aprovechamiento de los pastos comunales de la tierra de Alarcón. La actividad ganadera sanclementina tuvo un devenir histórico problemático: los conflictos con los ganados trashumantes de la Mesta durante el siglo XVI tuvieron su contrapartida en la salida de los ganados locales de los pastos del suelo común, intentando complementarlos con nuevos pastos en Alcaraz, Chinchilla o Murcia mediante la integración en los circuitos trashumantes hacia esos destinos. Familias como los García Monteagudo, Alfaro, Oropesa o Perona deberán gran parte de su fortuna a la propiedad de hatos de ganados de dos mil a cuatro mil cabezas, destinados al abasto de la carne de la villa de San Clemente, pero también de otras localidades de la zona y de la misma ciudad de Cuenca, o en menor medida a la venta de otros productos derivados como los añinos o lanas. Otras familias probarían el éxito en el negocio ganadero desde finales del siglo XVI; algunos como Miguel Sevillano o Francisco Astudillo, debiendo su ascenso social al desempeño de oficios públicos a la sombra del corregidor, consolidarán su patrimonio con la incorporación al pastoreo; otros, como la familia Ruiz Ángel, se convertirá en asiduo abastecedor de la carnicería pública de la villa.

Pero la ganadería sanclementina dio síntomas de agotamiento desde el mismo momento de su despegue. Ya desde finales del siglo XVI conocemos de pleitos con la villa de Albacete, que intentaba imponer un derecho aduanero adicional al servicio y montazgo de Chinchilla a los ganados de la villa de San Clemente. Véase al respecto el conflicto del ganadero Pedro Castañeda y Haro con los recaudadores albaceteños. Los conflictos se extendieron al aprovechamiento de los pastos comunes de los propios de la villa. Es más, creemos que el conflicto de comienzos del siglo XVII del alférez de la villa, Don Juan Pacheco y Guzmán con el concejo por la supresión de los alcaldes ordinarios esconde profundas diferencias con familias ganaderas como los Montoya, Oropesa o Perona, y tal vez los Ortega. El conflicto local se debió agudizar por el rompimiento de tierras a causa del establecimiento del servicio de millones desde 1590. San Clemente ya arrendaría sus propios para el pago del nuevo impuesto. Pero las consecuencias de servicio de millones irán más allá de San Clemente. La Alberca y Santa María del Campo, cerrarán sus dehesas para el uso exclusivo de sus vecinos y la misma determinación tomará Barchín del Hoyo. Curiosamente es ahora cuando los pueblos intentan conseguir confirmaciones de la primera instancia de sus alcaldes ordinarios frente a la justicia del corregidor. El hecho no era accidental, pues la privacidad de la primera instancia era fundamental para sustanciar en los pueblos de origen los conflictos por los aprovechamientos comunales a favor de los lugareños.

El servicio de millones fue el inicio de la dislocación de los aprovechamientos  comunales de los pastos del suelo común de Alarcón. Las necesidades militares de la Monarquía desde finales de los años veinte y, especialmente, en las dos décadas siguientes dislocaría las propias economías locales con el arrendamiento de los propios, el rompimiento de las tierras comunes y su apropiación de hecho por los ricos locales. En San Clemente, la dehesa de Alcadozo ya se arrendó a finales de los años veinte en favor del presbítero Cristóbal Olivares y sus ganados. En 1635, y en el contexto de asignar arbitrios para financiar el reclutamiento de soldados para presidios, los dos pinares del pueblo serán rematados a favor de Martín Alfonso de Buedo para apacentar ganados lanares. Los Buedo compartían sus intereses en San Clemente con los propios de su villa natal Vara del Rey, donde estaban entrando en colisión con los Ortega.
La lógica que se establece por el aprovechamiento de los bienes propios de la villa desde 1635 es infernal, prueba de ellos son las innumerables denuncias por la intromisión de ganados en los propios de la villa, ahora arrendados en manos de particulares, y, en menor medida, por la corta de leña. Las denuncias se extenderán a las dos décadas siguientes. Es en este contexto, en el que se desarrolla el pleito que tratamos a continuación.

Don Diego de Ortega Guerrero había obtenido, al igual que su primo Rodrigo, el hábito de la orden de Santiago en 1640, y al igual que su primo disfrutaba una de una regiduría perpetua en el concejo de San Clemente, que, sin duda, sabía aprovechar en beneficio propio... y de sus intereses ganaderos. De hecho, podemos considerarlo como el último gran ganadero de los malogrados rebaños sanclementinos. Parece que la obtención del hábito de Santiago dio un nuevo impulso a las ambiciones de este caballero, que utilizaría su posición política para iniciar una escalada en la usurpación del aprovechamiento de los bienes públicos:

        nuestro fiscal, en el pleito con don diego ortega guerrero cauallero de la orden de señor Santiago regidor de la villa de san clemente de que se le mandó dar traslado para que pidiese lo que conviniese  por una petizión nos hizo relazión diziendo que como parezía del pleito el susodicho con muchos ganados que tenía y avía tenido era dañador público comiéndose las dehesas públicas e montes de la dicha villa e las viñas heredades y sembrados de los vezinos y respecto de ser como era poderoso

El pleito era de 1659, y se había iniciado a instancias de un vecino del pueblo, Pedro Carrasco Rada, (parte interesada como abastecedor de carnicerías y a quien habitualmente se reservaba la dehesa carnicera) que había acudido a la Chancillería de Granada en busca de justicia y cuyo segundo apellido ya anuncia las nuevas familias que se harán hueco en la vida municipal a lo largo del setecientos. La raíz de la denuncia era doble: el uso privativo de los bienes comunales y la colisión con los intereses ganaderos, en una difícil convivencia entre propietarios de ganados y agricultores:   

     en que por parte de pedro carrasco rada denunciador se auía alegado que auía contra el dicho veinte y quatro denunziaziones de daños echos en viñas y otros en la dehesa carnizera... tres denunziaziones que se le hizieron un cinco de maio  de zinquenta y siete por el dicho pedro carrasco rada por aprehensión de los ganados en la dehesa carnizera

La Chancillería de Granada ordenará remitir traslado de las denuncias de la justicia de San Clemente contra Don Diego los diez años anteriores, así como de las ordenanzas municipales. Desconocemos el resultado del pleito, pero no parece que hiciera mella en el poder ganadero de esta familia, que tampoco habían olvidado la alternativa de la trashumancia por los puertos de Chinchilla. En 1708, el sucesor de Don Diego, Don Diego Joseph Ortega Guerrero, registrará a finales de noviembre en el puerto real de Chinchilla 3.190 cabezas de ganado y medio mes después otras 750 cabezas; su familiar Rodrigo Ortega, 3.166 y 656 cabezas respectivamente. Un familiar de Santa María del Campo, Agustín de Ortega, registrará 3.906 reses. Otros vecinos de San Clemente participarán también de esta ruta, pero en menor medida: Juana de Cañizares registrará 2.017 y José de Haro 1.110. Otros ganados como los de Francisco Pacheco dividirán sus pastos entre los puertos de Chinchilla y los de Villanueva de la Fuente (1). Así se puede hablar de un renacer de la ganadería sanclementina en la época borbónica, pero la contrapartida fue la concentración de los ganados en unas pocas familias; en 1777, Bernardo Tausí contará con más de 8000 cabezas, al igual que la familia Melgarejo. El resto de ganaderos no pasaran de las 3000 cabezas.


(1) VICENTE LEGAZPI, M. LUZ N., La ganadería en la provincia de Cuenca en el siglo XVIII, Tomo II, Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Madrid. pp. 1179-1180

FUENTES

AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 96/51. Traslado del pleito entre don Diego de Ortega y los abastecedores de carnicerías. 1659
AMSC. CORREGIMIENTO. Legs. 77 al 80, Denuncias contra vecinos de San Clemente por infringir las ordenanzas. Siglo XVII




Vecindario de Chinchilla y aldeas según el padrón de alcabalas de 1586 (II)

...continúa

arrabal
  • alonso gallardo
  • diego gonzález christiano nuevo
  • miguel de lençina ollero
  • jusepe asensio
  • juana pérez christiana nueva
  • bernaldino christiano nuevo
  • alonso martínez el uiejo christiano nuevo
  • luis lorqui
  • garçía teruel christiano nuevo
  • hernán martínez mesonero

martes, 22 de diciembre de 2015

Vecindario de Chinchilla según el padrón de alcabalas de 1586 (I)

padrón de los vezinos de la ciudad de chinchilla y sus aldeas

ay dcci vºs (701 vecinos)

En la çibdad de chinchilla a quatro días del mes de julio de mill y quinientos y ochenta y seis años el muy magnifico señor clemente de barnuebo alcalde hordinario cumpliendo lo que su magestad manda por su rreal prouisión mandó empadronar calle hita todos los vezinos desta dicha çibdad ansí los que biben y moran en ella como los que ay en sus aldeas, el qual dicho empadronamiento se hizo en la forma siguiente para contar los vezinos que ay en la dicha çibdad y sus aldeas

clemente barnuebo                                                ante mi alonso de alarcón


  • pasqual pérez mercader
  • alonso maeso çapatero
  • andrés lópez çapatero
  • el dotor castillo
  • pedro de la cruz
  • la uiuda de gil de aragón
  • martín de touarra mercader
  • miguel de monserrate mercader
  • asensio giménez mesonero
  • diego lópez mercader
  • la viuda del bachiller rrequena

sábado, 19 de diciembre de 2015

Genealogía de los señores de Minaya

Introducirse en la villa de Minaya es fundamental para conocer un poco más de la historia de la villa de San Clemente y una de las familias dominantes del poder local, los Pacheco, que vía matrimonial con los Castillo se introducirían en la vida de esta última villa, con un claro afán dominador desde el último tercio del siglo XVI y primera mitad del siglo XVII. La alianza de los Castillo y los Pachecos se forjaría en la alianza de Alonso Pacheco, hermano del señor de Minaya con Juana de Toledo. Una alianza de segundones de ambas familias que, por azares sucesorios, tendría un segunda alianza entre ambas familias por el casamiento de Juan Pacheco y Guzmán con doña Elvira Cimbrón, o del Castillo; matrimonio que marcaría el apogeo de los Pacheco en la vida local sanclementina de fines del quinientos y comienzos del seiscientos.

Ese afán de dominación se tradujo en un fracasado proceso de señorialización sobre la villa de San Clemente, cuyo episodio más conocido es el pleito por Perona, y de patrimonialización con la fundación del mayorazgo de esta rama autónoma de los Pacheco.
Aquí reproducimos la genealogía de los señores de Minaya desde su comienzos en la época de la Reconquista. El apellido Pacheco tardará en aparecer, siendo los primeros en aparecer los Ortega.

Descendencia y Genealogía de la Casa y Mayorazgo  de la villa de Minaya que es en la Mancha que diçen de Aragón. El solar de los Abileses es en las Asturias de Obiedo a la ribera de la mar cerca de la villa de Gijón y Villabiçiosa y no lejos de nuestra señora de Cobadonga, así que lo que se alla de linaje de los caualleros hijosdalgo de Abilés es que aunque ay muchos en muchas partes como en Murçia, Málaga, Velmonte y Alcaraz en fin, la caueza de todos es oy la casa de Minaya, que es en la Mancha que diçen de Aragón= Juan de Ortega de Abilés fue el primero que entró con los Reyes de Castilla conquistando el obispado de Cuenca, el qual pobló el Rey Don Alfonso el nono dejó allí los caualleros Jarabas, diçiendo poblada el lugar de los mejores caualleros que pudo hauer hijosdalgo, este cauallero vino viudo diçen casó con doña Theresa de Castro, Rodrigo Rodríguez de Abilés hijo mayor fue adelantado del Reyno de Murçia hasta que su Magestad probeyó el ofiçio en fulano de Ribera, en este término vinieron los moros de Granada a zerrar un castillo y fortaleza que está abajo de Lorca junto a un aldea y su Magestad mandó a Rodrigo Rodríguez de Abilés socorriese al dicho Adelantado Ribera y hauiéndolo hecho y socorrido el Castillo y sustentádolo sesenta días por falta de vastimentos se dieron al capitán moro que lo tenía cercado con tres mill hombres y entre los demás cautibos lo llebaron  a él cauallero con grande veneración como a hombre tan principal auiendo estado muchos días preso por no poder el rey rescatallo vendió para ello a Santiago el Quebrado y a Martín de Veco y otros lugares que heran suyos, se casó con Doña María de Peralta hermana del señor de la Puebla de Almenara que entonces hera, tubieron por hijo a Don Rodrigo Rodríguez de Abilés que llaman el mozo, casó con doña Beatriz Fernández Pacheco primero señor de Velmonte tubieron por hijos a Juan de Ortega de Abilés que fue el maior murió sin hijos, Rodrigo Rodríguez de Abilés hijo segundo mas como los maestres sus primos le tomaron y criaron en la corte e hiçieron mayordomo del Prinçipe de Asturias que se llamó después Enrique quarto Rey de Castilla lo llamaron Pacheco que fue en la casa de Minaya el primer señor y Pacheco el susodicho Rodrigo Rodríguez Pacheco que con este apellido continuaremos la descendencia de esta casa, casó con doña Cathalina Ruiz de Alarcón, hija del señor de Valberde, tubieron por hijos a Juan Pacheco que casó con doña Leonor de Guzmán de los buenos de Toledo cuyo Mayorazgo tiene oy en su casa el conde de Alba de Liste tubieron por hijo a don Rodrigo Pacheco, señor de Minaya de Mendoza nietta del Marqués de Mondéjar tubieron por hijos a Juan Pacheco que casó con doña Juana de Alarcón murió sin hijos, hereda la casa don Françisco Pacheco hijo segundo casó con doña Juana de Alarcón y murió sin hijos hereda la casa don Françisco Pacheco hijo segundo casó con doña María de Alarcón, siruió este cauallero a la Magestad Cathólica del emperador Carlos Quinto en todas las guerras de Alemania e Italia y se halló en su coronación en Volonia, siruiendo de capitán de los entretenidos cerca de la persona real y después fue siruindo en la jornada de Argel a su costa en que consumió y gastó la mayor parte de su hazienda y en otras muchas partes y ocasiones tubo un hermano en la Osa de Velmonte del háuito de Calatraua tubieron por hijo a don Rodrigo Pacheco que casó con Doña María Ramírez hermana de Don Seuastián Ramírez del háuito de Calatraba en Villaescusa de Haro, sobrina de don Diego Ramírez obispo que fue de Cuenca, tubieron por hijoa don Juan Pacheco del áuito de Santiago señor de Minaya, Jentil hombre de la casa y corte del rey Phelipe Segundo embiólo con otros seis caualleros a sentarlos caualleros de quantía del Andalucía fue corregidor de Segobia y de Granada y Mayordomo de la Reyna casó con doña Theresa Jaraba, hija única del lizençiado don Gaspar de Jaraba que fue del Consejo y Cámara de su Magestad e vistó los Consejos y la Universidad de Salamanca fue albaçea de la Magestad del Emperador Carlos quinto y últimamente presidente y virrey de Méjico en comisión particular contra los hijos de Cortés y su mujer tuvieron por sus hijos a don Rodrigo Antonio Pacheco del háuito de Santiago fue a la jornada de Yngalterra y siruió en otras ocasiones fue capitán de Ynfantería española y conserbador del Patrimonio real en Sicilia casó con doña Marina de Córdoba y Carrillo hija de don Gerónimo de Valenzuela y Córdoua alcayde que fue de la real fortaleza de Baeza tuvieron por hija única y heredera en la casa y mayorazgo de Minaya que oy posee a doña Josepha Pacheco y Córdoua señora de Minaya como pareçe y consta todo lo referido del dicho árbol que volví a entregar a dicho don Françisco Antonio de Lityo (?) a que me refiero y para que conste doy el presente en la villa de Minaya a treinta y un días del mes de diciembre de mill seisçientos y nouenta y siete años

De la misma forma se conserva en el documento, que al presente tratamos como referencia, una descripción de los señores propietarios de Minaya. Se trata de las conclusiones de la  probanza hecha en el pleito mantenido a mediados del siglo XVIII entre el dueño de Minaya, don Diego Mesía y Pacheco, y ochenta y cinco vecinos de Minaya. En favor de las alegaciones del señor de Minaya acudieron treinta vecinos, siete de ellos de la villa de San Clemente.

... pues lo que aparezía de todos los instrumentos presentados era que la villa de Alarcón y San Clemente hizieron una donazión de un pedazo de tierra y en otra ocasión la misma villa de Alarcón por sí sola hizo otra, ambas en lo antiguo que presentadas a los señores Reyes confirmaron estas donaziones a dos hijos del primer adquiriente yncluiendo en la confirmación la merced que el Infante don Juan hauía hecho a dicho primer adquiriente de que pudiese poblar en la puebla de Minaia zien probladores y así mismo le conzedió la jurisdición ziuil y criminal para dichos dos hixos y los que de ellos viniesen por juro de heredad su fecha en veinte y seis de abril, era de mil quatrozientos y ocho(año 1370) y prosiguiendo otras confirmaziones de diferentes señores reyes a instancia de Francisca Alonso hija que se dize y heredera de Diego Fernández de Cuenca primer adquiriente y a instancia así mismo de Aldonza Suárez de Figueroa y Juan de Ludeña su marido que era en el año de mil quatrocientos y veinte hauían comprado según referían a Minaya de los antezedentes y posteriormente los dichos Ludeña y Aldonza su mujer la vendieron a Rodrigo Pacheco según también se refería en la confirmazión del año de mil quatrozientos y zinquenta y nueve que aunque no se menziona la fecha de la venta se quería aplicar la que se hauía presentado y se llamaba orijinal del año de mil quatrozientos y quarenta y quatro en que por nobenta mil mrs. de la moneda entonces corriente se vendía la jurisdicción y demás derechos que pertenecían a los posehedores de Minaia y finalmente la última confirmazión fue del año de mil quinientos sesenta y tres y que aun quando fuese zierto que el único título fuese el de la venta presentada se descubría de ella y del tetimonio de las confirmaziones referidas que ni la villa su parte pudo tener notizia para usar de su derecho el tiempo de la venta ni hauía podido nunca estar en otro conzepto el derecho de los posehedores en el común sentir del vezindario que el de poseer la jurisdicción señorío y vasallaje en virtud de la merced que de esta hizo el señor rey don Enrique a los dos hijos de Diego Fernández de Cuenca que fueron los primeros adquirientes y por deszendiencia de ellos, aunque su parte lo fuese en virtud de las donaziones de Alarcón y San Clemente de la tierra que le donaron con que se ebidenziaba la ygnoranzia justa de las referidas compras expezialmente en quanto a la jurisdiccióny también de reconozimiento que esta se conzedió a dichos dos primeros adquirientes  y a los que de ellos prozediesen por juro de heredad todo lo qual se auía narrado en las confirmaziones con tanta limitazión que hauía sido imposible que se descubriese el derecho asta que a fuerza de diligenzias se hauía reconozido por venta y no por nuestra estaba poseiendo la contraria


(de las conclusiones de la probanza solicitada por don Diego Manuel Mesía y Pacheco, vecino y alférez mayor perpetuo de la ciudad de Ubeda y dueño de la villa de Minaya, en el pleito con ochenta y cinco vecinos de esta villa)

FUENTE

AHN. CONSEJOS, Legs. 37776, 37621, 37678, 37783. Pleito entre el Marqués de Bedmar y la Marquesa de Villena y Aguilar, Duquesa de Escalona sobre la sucesión en propiedad de los estados y mayorazgo de Belmonte, Villena, Escalona y otros. 1771

Vecindario de Albacete según el padrón de alcabalas de 1586 (III)

Padrón de alcabalas de Albacete de 1586 (cont.). Incluye los vecinos de El Salobral, lugar de Albacete

calle de las cortesas con la villa vieja
  • doña ysabel de cantos
  • viuda de lope hurtado
  • juan díaz carpio
  • garçía morales christiano nuevo
  • la viuda del liçençiado martínez
  • garçía pérez christiano nuevo
  • el bachiller pedro de la plaça clérigo
  • el doctor marzilla abogado
  • el doctor fernández médico
  • la viuda de juan fernández marco

domingo, 13 de diciembre de 2015

Vecindario de Albacete según el padrón de alcabalas de 1586 (II)

Padrón de 1586 de Albacete (cont.)

calle de la de benito rruiz a la mancebía
  • el capitán françisco de cañauate
  • juan de cañauate de la cueua menor
  • urraca de saavedra viuda de garçía cortés
  • cosme laude
  • juan cano carpintero
  • gerónimo de arboleda escriuano
  • martín hernández sastre
  • benito de segovia
  • alonso de biçen pérez
  • benito pérez calahorra
  • esteuan pérez
  • martín de cantos de la xara

Vecindario de Albacete según el padrón de alcabalas de 1586 (I)

Continuamos con la serie de padrones de alcabalas de 1586. Fueron confeccionados los padrones de diez villas y ciudades del marquesado de Villena, no encabezadas. En este caso, reproducimos el de Albacete, que presentamos desglosado en tres entradas


Padrón de los vezinos de la villa de Albacete en el marquessado
ay i m cccclxxiii veziºs

En la villa de albaçete a veinte e seis días del mes de mayo de mill e quinientos e ochenta e seis años el ilustre señor antonio benitez felipe alcalde hordinario en la dicha villa por su magestad, por ante mi juan nauarro escriuano de su magestad rreal e público del número de la dicha villa començó a hazer padrón de los vºs desta dicha villa a calle hita como su magestad por su rreal provisión manda en la forma siguiente

calle san sebastián

  • pedro esteuan rroldán
  • (al margen, muerta) ysabel garçía y escolástica rroldana sus hermanas
  • mari fernández, viuda de pedro márquez
  • françisco mançebo yerno de perianes
  • martín sanz hijo de hernán martínez menor del dicho françisco mançebo

San Clemente durante la Guerra de la Indepedencia (1808-1814)

Aunque nos alejamos de la época en que estamos centrados, presentamos un breve bosquejo del San Clemente de la guerra de la Independencia


Cuando las tropas francesas del general Frère entraron en San Clemente el 20 de junio de 1808, encontraron una villa que había perdido gran parte de su esplendor de antaño. Estancada en torno a los ochocientos o novecientos vecinos desde hacía más de ciento cincuenta años, su estructura social reflejaba una mayoría de población campesina, en la que los pequeños propietarios y arrendatarios contaban tanto o más que los jornaleros, y una importante población urbana artesanal, testimonio de lo que en otros tiempos fuera centro de servicios de la comarca.

En la cúspide de la pirámide social dos familias emparentadas, Sandovales y Melgarejos, poseían las mayores propiedades territoriales, acrecentando su riqueza con importantes ganados(1). El dominio económico se traducía en igual dominio político de la vida local. Aquella queja amarga del alcalde mayor de la villa, representante de la justicia real, ante el Consejo de Castilla en 1742, denunciando el dominio absoluto de la vida municipal por don Vicente Sandoval, marqués de Valdeguerrero, seguía siendo una verdad incontestable(2). El dominio social de estas dos familias sólo era equiparable al dominio espiritual que ejercían sus tres parroquias y cinco conventos, poseedores de
ricas haciendas, tierras de regadío y controladores además del préstamo de dinero a censo. Desempeñaban estos institutos religiosos una labor caritativa hacia el centenar y medio de pobres de solemnidad, pero también, a través de las actividades religiosas, un control de la vida social de los sanclementinos.

Este jerarquizado esquema social se vio parcialmente roto en la segunda mitad del siglo XVIII. El desarrollo económico de esta segunda mitad de la centuria y el acceso a las propiedades de los jesuitas expulsos (así, la familia de los Briz, compraría el heredamiento de las Cruces en Casas de Fernando Alonso), provocaron el advenimiento de nuevos ricos que aprovecharon las reformas municipales de Carlos III para hacerse un hueco en la vida municipal. Pero familias como los Girón, Yuste, Torrecilla, Moreno, Galindo, Briz, Cabrera, Rada, Jareño, Lanuga o Risueño nunca supieron o
quisieron escapar de unas redes clientelares que les colocaba municipalmente en segundo plano. Ni siquiera la crisis de comienzos de siglo, con las epidemias de terciana o la terrible crisis de subsistencia de 1804 pusieron en peligro la estabilidad de este esquema social, aunque contribuyeron a agudizar las tensiones sociales, como demuestran aquellos pasquines que aparecieron en la noche del 17 al 18 de marzo de 1804 en las puertas del ayuntamiento y del pósito(3).Así la llegada de los franceses no pareció exaltar mucho los ánimos y el general Frère encontró un pueblo no muy dado a dejarse llevar por entusiasmos patrióticos. Los privilegiados no parecían muy dispuestos a enfrentarse con un enemigo que no ponía en duda su dominio local, de igual parecer eran los funcionarios gubernativos y de la Hacienda; el común no debió ver en los franceses sino sustitutos de los regimientos borbónicos. Tan sólo el elemento eclesiástico parecía temer el nuevo talante del nuevo invasor, imbuido de ideas ilustradas.

Por supuesto que acontecimientos como el dos de mayo de 1808 y la formación de juntas revolucionarias eran conocidos. Y como no hay pueblo que viva de espaldas a la historia, en San Clemente hubo a primeros de junio de 1808, un principio de insurrección, no contra los franceses, que aún no habían llegado, sino contra las propias autoridades locales. Insurrección leve y cortada a tiempo, de la que poco sabemos, pero inquietante, pues, para evitar ulteriores progresos, se juzgó indispensable congregar al ayuntamiento, cura párroco, estado eclesiástico secular, prelados de los conventos de frailes franciscanos y carmelitas descalzos, individuos del estado noble, empleados de
las oficinas de rentas y otros varios hombres buenos del estado llano, acordándose la formación de rondas que vigilaran la quietud del pueblo. En este clima, llegaron las primeras tropas del general Frère, permaneciendo seis días y, aunque no hubo saqueos, sus peticiones excesivas y los enfermos dejados para su curación empezaron a genera un clima antifrancés en el pueblo. La situación se agravó cuando el seis de julio, tras haber pasado el destacamento del capitán Muller, llegó la división del general Moncey con diez mil soldados, dejando aniquilado a un pobre vecindario de tres mil quinientas almas.

Los saqueos y requisiciones de estas tropas no respetaron clase o condición social, y acabarían decidiendo a las autoridades locales, que, libres del ejército francés, se ponen en contacto con el ejército valenciano del general Cervellón, pidiendo consejo sobre el gobierno de la villa. Dicho general responde el dos de agosto de 1808, aconsejando la constitución de una Junta de Gobierno como las ya existentes en el Reino de Valencia.

La Junta de Gobierno se compuso de los siguientes hombres: el corregidor Manuel Echegoyen, como presidente, el cura párroco Francisco de Luján y Beamud, Pedro Mancheño, eclesiástico nombrado por el ayuntamiento, los prelados de las comunidades religiosas masculinas, el padre fray Gabriel Pertusa, guardián del convento de San Francisco, y el padre fray Marcelino de la Concepción, guardián del convento del Carmen Descalzo, el procurador síndico general, Pedro José Risueño, y seis miembros nombrados por el ayuntamiento; dos regidores: marqués de Valdeguerrero y Francisco Antonio Melgarejo; dos nobles: Gaspar Melgarejo y Espinosa y Antonio José Melgarejo, y dos miembros del estado llano: Juan Alfonso Cabrera y Pedro Antonio Rada.

Constituida la Junta el nueve de agosto, fue la primera Junta de la provincia, pues Cuenca ocupada por los franceses no constituirá su propia Junta hasta el veinticuatro de agosto. Ese retraso daría lugar a sus suspicacias, pues la Junta de San Clemente, que se había puesto bajo la protección de la Junta Suprema de Granada, sucesora de la Chancillería, nunca vio con agrado la subordinación que le pidió el veintiséis de agosto la Junta de Cuenca. La rivalidad entre Cuenca y San Clemente continuaría durante toda la guerra, hasta tal punto que el 21 de septiembre de 1810, el comandante de la provincia de Cuenca, general Luis Alejandro Bassecourt, propone la división de la provincia en dos partidos con capitales en ambas localidades. La propuesta sería rechazada por el Consejo de Regencia desde Cádiz el 19 de febrero de 1811, alegándose las circunstancias del momento que impedían cualquier estudio y el incremento del gasto que supondría(4). Las diferencias de nuevo surgirían en mayo, cuando la Junta de San Clemente pide la disolución de la Junta Provincial con ocasión de la reciente creación de la Diputación provincial(5).

Al comienzo, la Junta de Gobierno continuó con las actuaciones políticas propias del corregidor. Sólo en los últimos meses de 1808 toma medidas más patrióticas: registro de los bienes franceses, armamento y leva en masa de la población, ampliación de sus miembros, extensión de su radio de acción al partido y, por fin, el cinco de diciembre, establecimiento de un cuerpo de vecinos llamados milicia honrada. La constitución de este cuerpo en el pueblo, imitación de la milicia nacional de la Revolución Francesa, pareció encaminar a San Clemente hacia su primera revolución burguesa. Así los oficiales designados para dicha milicia, al mando de Francisco Julián Sandoval, eran los estratos medios de la sociedad sanclementina: Joaquín Girón, Antonio Javier Galindo, Pedro José Risueño, Miguel Torrecilla, Ventura Briz,.. Pero dicha institución siempre fue un cuerpo inoperativo, tanto en lo militar como en la definición de la vida ciudadana; sus preocupaciones se redujeron a proveerse de un vestuario suficientemente atractivo, que imitaba aquel de los revolucionarios franceses, pero nada más: La vuelta y la solapa, color amarillo limón, collarín encarnado, botón blanco con la cifra
honrados, sombrero redondo con escarapela(6).

De hecho, la Junta siempre confió la defensa de la villa a las tropas regulares y el ejército procuraba limitar sus actividades en la guerra a aprovisionar a las tropas españolas, tal como hizo con las tropas del duque del Infantado en el invierno de 1808-1809. Cuando el pueblo se encontraba con hechos consumados, como la entrada el veinte de enero de 1809 de la primera Compañía de Dragones de Víctor Latour Maubourg, la actitud de la Junta fue de colaboración con los franceses y pedir comprensión hacia los vecinos huidos. La misma ambigüedad se mantuvo hacia la Junta Central: negativa a jurar lealtad a José Bonaparte, pero reconocimiento de la incapacidad de hacer frente a los franceses que había desarmado a la población en las tres ocupaciones del pueblo(7).

Los años 1809 y primer semestre de 1810, San Clemente vivió al margen de la guerra. La presencia de los franceses en Socuéllamos, contenidos por el comandante militar de La Mancha, José Martínez de San Martín, nunca se tradujo en una amenaza seria, ni siquiera tras la derrota de Ocaña, y las funciones de la Junta se San Clemente, conocida ahora como Junta de Armamento y Defensa, se redujeron a sus labores de intendencia: provisiones a las tropas del marqués de Talayuelas y al Ejército del Centro, a la vez que se perseguía las actividades de contrabando y entendía en los agravios cometidos por el ejército con los vecinos.

El alejamiento de la actividad militar fue acompañado del alejamiento de la actividad política, y prueba de ello fue que San Clemente no envió ninguno de los seis representantes de la provincia de Cuenca a las Cortes de Cádiz, que habrían de dar a España su primera Constitución. La propia Junta redujo sus miembros de treinta a cinco, adoptando la medida a la que se había negado cinco meses antes. El cambio se realizó por sorteo, aunque el marqués de Valdeguerrero no tardó en hacerse un sitio, al provocar la renuncia de uno de sus miembros, Antonio Valero Zorío. Esta situación de calma cambia a finales de mayo de 1810, cuando los franceses embarcados en la campaña de Andalucía, intentan impedir la formación de cuerpos militares que amenacen su retaguardia en la provincia de Cuenca. El veintiocho de mayo de 1810, entran en Cañete por el camino de Aragón; el cinco de julio con dos columnas de 1500 hombres se dirigen a Tarancón, pasando el Tajo por Fuentidueña y, simultáneamente, el comandante francés de Guadalajara, general Hugo, intenta marchar hacia Cuenca. El objetivo lo alcanzará desde Tarancón el general Lucotte, marqués de Sopetrán, el diecisiete de junio, destruyendo durante tres días una ciudad abandonada por sus vecinos. Las tropas se retirarán el veinte de junio a Huete y Tarancón. En esta última villa, para cubrir la línea del Tajo, establecieron una columna volante y movible de mil hombres que, con las tropas de Guadalajara, dominará los pueblos del norte de Cuenca, destruyendo algunos como Sacedón, Trillo y Azañón, y atosigaría a los del sur.

Muestra de lo último es la ocupación durante un día, el nueve de julio, de San Clemente por una columna de 1200 hombres , que también ocupará El Provencio y Villarrobledo(8). ¿Con qué tropas contaban los españoles para hacerles frente? En primer lugar, con la división de Bassecourt, comandante de la provincia de Cuenca, retirado en Minglanilla, donde intentaba una infructuosa leva en masa de todos los habitantes de la provincia; en segundo lugar, y en el norte, las guerrillas de El Empecinado, cuyo comisionado en La Mancha era Bibiano Hellín. El Empecinado consiguió a comienzos de 1811 evitar un tercer saqueo de Cuenca, que ya había sido saqueada por segunda vez en diciembre de 1810. En tercer lugar, las guerrillas de La Mancha, donde la lealtad de Vicente Richart contrastaba con la partida irregular de Francisco Sánchez, compuesta por zapateros remendones y frailes renegados, que siempre vieron en la guerra un medio de lograr su propio provecho.

La descoordinación de estos elementos patriotas se demostraría el veinte de septiembre de 1810, cuando los franceses al mando de Lorestier entraron en San Clemente. Lejos de actuar la división de Minglanilla, superior en número a los franceses, se esperó una intervención de El Empecinado, demasiado alejado para actuar. Por eso, vista la debilidad, Lorestier se permitió desde Belmonte amenazar con quemar San Clemente, y así hubiera sido si los franceses, que avanzaban con esa intención, no hubieran sido derrotados en el Puente de Santo Domingo, junto a las Casa de los Frailes, en el término de las Pedroñeras, por Vicente Richart. El ayuntamiento de San Clemente prometió entregarle un escudo con el título de liberador de la villa, pero no está claro que lo recibiera, pues el teniente Carrasco también se atribuyó aquella acción. Lo más significativo de estos hechos es la intransigencia a la que habían llegado las posturas:los franceses, cansados de la resistencia española, y los sanclementinos, cada vez más radicalizados por los costes humanos y económicos de la guerra. Las actitudes de connivencia con los franceses eran ahora inviables y, por eso, personajes como el marqués de Valdeguerrero, al comprenderlo, y comprender también el nuevo rumbo liberal que tomaban las Cortes de Cádiz, intentaba renunciar a su puesto de vocal en la Junta de Armamento y defensa. El pueblo sanclementino ahora iba más lejos que sus autoridades, aprovechando la muerte del enfermizo corregidor Manuel Echegoyen, el cinco de mayo de 1810, se elige, hecho revolucionario en sí, como corregidor a don José María de Aguirre, antiguo corregidor de Miranda de Ebro, preso en Vitoria por negarse a prestar juramento a José Bonaparte y, ahora, refugiado en San Clemente.

De la mano del nuevo corregidor y del ánimo más exaltado del prior del convento del Carmen Descalzo, el padre fray Marcelino de la Concepción, los sanclementinos se adentrarán en una segunda fase de la guerra más cruel, que iniciada en las escaramuzas con los franceses durante 1810 y 1811, culminará en agosto de 1811. El cinco de agosto de ese año, la columna francesa de Villanueva de los Infantes saquea los graneros del pueblo y el treinta de agosto, la columna de Tarancón al mando de Darmagnac, incendia las casas, saquea y destroza los templos (el convento del Carmen Descalzo de frailes, aunque no completamente destruido como dice don Diego Torrente, si fue muy dañado por el fuego), obligando a los habitantes de San Clemente, dirigidos por fray Marcelino de la Concepción, a estar huidos del pueblo desde el veintiocho de agosto al doce de septiembre.

El encono de las posturas en la guerra se traduce de las propias palabras de Darmagnac, jefe del gobierno francés en la provincia, en su proclama de treinta de agosto a los sanclementinos:

El fanatismo, la seducción y el fraude os precipitan a tantos males: esclavos de la tiranía y serviles por vuestra condescendencia no conocéis la moral de Jesucristo ni la Religión Cristiana: que seáis homicidas y alevosos es todo cuanto os predican los ministros de un Dios de paz y de misericordia. Abrid los ojos y decid a esos seductores que el verdadero amor a la patria es hacer bien a sus semejantes y desear a todos que gocen tranquilamente de sus talentos, de sus trabajos y fortunas

Si esta proclama de Darmagnac es la exaltación guerrera de un ilustrado, la respuesta del ayuntamiento de trece de septiembre no dejaba lugar para las transacciones:

Inútil es que el bárbaro, el despiadado, el incendiario Darmagnac rabie de coraje y se desespere al ver un pueblo superior a todas sus iras y favores, en vano es que este decantado general y gobernador les amenace con la cuchilla en una mano y la tea en la otra y es demás que trate de aterrarlos con su inhumana proscripción a muerte lenta , No; ni sus conminaciones amedrentarán ánimos resueltos, decididos e imperturbables ni sus artificios ni sus halagos ni sus caricias moverán la constante fidelidad jurada por los sanclementinos a su Patria, Rey y Gobierno

Momento grave fue éste para la Historia de San Clemente, pero superado. La presencia en 1812 del segundo y tercer Ejércitos en La Mancha daría tranquilidad al pueblo, sólo alterada cuando de retirada las tropas francesas del ejército de Mediodía, al mando de Soult, destrozaron de nuevo el pueblo entre el 18 y el 24 de octubre de 1812. Pronto, con las tropas francesas en retirada durante los años 1813 y 1814, las cosas volvieron a la normalidad. Tan a la normalidad que el primer alcalde constitucional fue le marqués de Valdeguerrero, el cual un año antes se había negado a acatar la Constitución de 1812, excusándose con su ya prolongado ataque de crisipela en la pierna derecha.

No obstante, aunque muchos intentasen hacer bueno el viejo dicho de cambiar para que nada cambie, algo había cambiado. Las nuevas élites de poder municipal que aparecen en los años 1820 y 1823 y a partir de 1834 así lo demuestran. Los nombres de los primeros alcaldes constitucionales: Antonio Javier Galindo, Ventura Briz, Bibiano Hellín, Proceso Girón, nos recuerdan los apellidos de aquellas familias atrapadas en las redes clientelares de Melgarejos y Sandovales y que ahora buscarán su protagonismo y emancipación política.

NOTAS

1 No obstante, el mayor hacendado de San Clemente a mediados del siglo XVIII es Diego Manuel Mesía, de la familia de los Pachecos. Las tres familias están emparenadas
2 AHN. CONSEJOS. Leg. 26998-4
3 Uno de estos pasquines decía: “Si se sube el pan, mueran y ardan las casas de los poderosos, que son piratas de los infelices; no hay nada que temer: ardan sus haciendas y sus personas”. Los otros
pasquines no están faltos de insultos a las autoridades locales
4 AHN. CONSEJOS. Leg. 12005-15
5 AHN. CONSEJOS. Leg. 49807-1
6 Junta de 18 e mayo de 1809. AMSC. CORREGIMIENTO. Leg. 161/2
7 AHN. ESTADO. 81.M
8 AHN. DIVERSOS-COLECCIONES, 94, N. 107