El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

domingo, 22 de diciembre de 2024

Los Villalba de Barchín

 Lo que no consiguieron Benito y su hermano Bernardino en 1583, sí lo hicieron años después, cuando en 1592, veían reconocido su condición de hidalgos. Un Juan Villalba había visto denegada su hidalguía en 1580, pero la familia había luchado por esta condición desde 1548. La familia era conocida de antaño en Barchín del Hoyo, ya desde el bisabuelo Juan, el abuelo Bernardino, casado con Catalina Martínez de Cuenca, y el padre Benito y su hermano Hernando.

Los testimonios favorables venían de pocos vecinos del pueblo, algunos como un tal Aragonés sin tradición familiar en el pueblo, pero otros como Juan Piqueras el viejo eran labradores de antaño en la villa. No faltaban el apoyo en ya fallecidos como el hidalgo Sáez Parrilla, que ahora se rescataban. La realidad era que, aparte de su hacienda, a los Villalba no se les conocían hechos notorios.

Una primera sentencia de la Chancillería de Granada declararía pecheros a Benito y Bernardino de Villalba el uno de junio de 1583. Los dos hermanos apelarían la sentencia, obteniendo declaración favorable para ser reconocidos como hidalgos el 22 de julio de 1586. La ejecutoria de hidalguía es de cinco de noviembre de 1592.


ACHGR, HIDALGUÍAS, 301-83-29, EJECUTORIA DE HIDALGUÍA DE BENITO VILLALBA. 5 SEP 1592

miércoles, 11 de diciembre de 2024

"Poner los cuernos" en El Pedernoso del sigloXVI

 La mayor ofensa que podía recibir una persona en el Antiguo Régimen era ver en la puerta de su casa colocados unos cuernos de carnero. Mancillar el honor y ser motivo de escarnio público no era caldo de buen gusto. A tirar cuernos, el año 1589, en las puertas de sus vecinos de El Pedernoso se dedicaba Miguel Muñoz, alguacil mayor de la villa, junto a su suegro Francisco Gómez y su cuñado Miguel Gómez. El cabecilla del grupo era Francisco Gómez, un labrador de 62 años, que complementaba las tierras con el oficio de carpintero.

Los que habían sufrido tales afrentas eran Mateo Flores, Ginés Funes, Juan de Villalgordo y Pedro López de la Amiga, que veían arrojar a sus puertas los cuernos, al tiempo que les decían: “eh, toro”, mientras simulaban lances de toreo. Entre los casos motivo de las disputas estaban los rumores que decían que Catalina de Llanos, mujer del tendero de mercería Ginés de Zafra y de la que se decía que "era mala de cuerpo", había tenido trato carnal con Francisco Gómez. Los rumores habían sido extendidos por Lucía López mujer de Miguel Muñoz, que había dado con sus huesos en la cárcel por divulgar estos hechos. La realidad era que ese año 1589, El Pedernoso era un pueblo en manos de unas pocas familias que dominaban su gobierno; por esa razón, los afrentados poco podían esperar de la justicia de su pueblo. Es más, alguno, además de ofendido, acabó con sus huesos en la cárcel. Al menos, eran personas cabales, no dejándose llevar por aquellos que aconsejaban responder las burlas a perdigonazos. Creyendo que la justicia existía en aquella Castilla manchega, imploraron la justicia del rey, ante cuya persona querían que se litigara su caso.

Eran entonces alcaldes de El Pedernoso Bartolomé de los Llanos y Andrés Fresneda, acusados de connivencia con los burladores, aunque dictaron orden de prisión contra estos: Francisco Gómez, Miguel Muñoz, alguacil, y Miguel López Cestero, si bien alguno de los burlados también acabó en prisión, tal era el caso de Mateo Flores. EL caso es que la intervención del corregidor de San Clemente Melchor Pérez de Torres como juez pesquisidor se hacía a instancias de las autoridades de El Pedernoso, pues era tal el clima de crispación en el pueblo, que se temían enfrentamientos con heridos y muertos. El propio Miguel Muñoz se había escapado en el momento de su detención y andaba en paradero desconocido.

EL grupo formado por el alguacil mayor Miguel Muñoz y los Gómez era bando odiado en el pueblo y al que se acusaba de varios altercados, además de echar cuernos en casas de varios vecinos: causar heridas a Roque de Arriba, injuriar a Julián Gómez diciéndole que vengaba sus cuernos en un perro, dar unas cuchilladas a Jerónimo Hernández. Aunque alguna de sus tropelías habían acabado en el Consejo Real, la realidad era que gozaban de la amistad y favor de los oficiales del concejo del El Pedernoso, que, amparándose en los privilegios de primera instancia de la villa, negaba cualquier intervención del corregidor Melchor Pérez de Torres en los asuntos del pueblo. El grupo dominante en El Pedernoso estaba formado a la altura de 1589 por un grupo de labradores ricos, destacando la familia Llanos con los hermanos Ginés, Bartolomé y Cristóbal, Andrés Zarco, el regidor Miguel Cuenca. Era tal la complicidad que tenían en el pueblo estos grupos, que el alcalde Bartolomé Llanos avisaba a los injuriantes para evitar ser detenidos, que, a su vez, se paseaban por el pueblo como matones, amenazando con matar a las justicias que vinieran de San Clemente para apresarlos.

A enconar los ánimos del pueblo favoreció la prisión de Francisco Gómez, llevado a la cárcel de San Clemente para el día de San Ildefonso; esa misma noche del 23 de enero, la ventana de Ginés Zafra en su tienda de mercería aparecía con seis cuernos, en manifiesta injuria contra su mujer, la cual, según los rumores, copulaba y tenía trato carnal con el arrestado. Algunas casas de los afrentados veían las puertas de sus casas llenas de inmundicias y embadurnadas de mierda. El pueblo harto de los Muñoz y los Gómez estaba a punto de la revuelta. Ginés Zafra se enfrentaba a espadazos con Juan Gómez, hijo del detenido Francisco, un vecino de Monreal salía herido en una pelea con Miguel Gómez al igual que Miguel García de la Morena, que se había enfrentado con este último en las calles de El Pedernoso. Hasta don Juan Laso de Haro, regidor y alférez de la villa se veía envuelto en un pleito por querellas con el alguacil mayor Miguel Muñoz, pues este le había depositado un cuerno en su ventana por las buenas obras que le había hecho la mujer de aquel. Sería el agraviado alférez el que escribiría al corregidor de San Clemente, rogando su intervención en el pueblo para evitar males mayores ante la pasividad y complicidad de la justicia del pueblo, en manos de la familia Llanos, con los delincuentes.

La tensión aumentó en El Pedernoso, cuando la justicia de San Clemente, cuyo corregidor había recibido comisión para entender en el caso del Consejo Real, decidió llevarse a la cárcel de esta villa a varios acusados: Francisco Gómez, y sus criados Alonso Nieva, de 22 años, y Ginés Muñoz, de 14 años. El apresamiento de de Alonso Nieva era digno de contarse; huido junto a Miguel Gómez en las eras del pueblo, había sido detenido por la justicia, esta vez si colaborativa, de El Pedernoso, tras un enfrentamiento con las espadas desenvainadas. Su compañero de fuga, Miguel Gómez, se le había visto perderse por las viñas del Hardal para no vérsele más hasta el día siguiente, que, desafiante, se había paseado por el pueblo. Miguel, de nuevo ante el acoso de la justicia había huido hasta la ermita de Santa Ana (donde hemos de suponer que había recibido la ayuda del ermitaño Juan de Laguna), de la que había salido en dirección al pozo Duz, a media legua de El Pedernoso. Presionados por la justicia sanclementina, la justicia de El Pedernoso puso todo el empeño en la detención del huido, ordenando a Benito García y a Juan Laso de Haro que salieran a caballo y provistos de lanzas y acompañados de cuatro hombres más. El nuevo intento de apresar al huido fracasó, pero las amenazas de Miguel Muñoz para matar a varios de sus vecinos llegaban a El Pedernoso.

El corregidor se limitó a hacer la información encomendada y apresar a Francisco Gómez el viejo y dos de sus criados, pero los afrentados consideraron insuficientes las medidas y suplicaron la intervención de un alcalde de corte para castigar los delitos. Un juez de corte acudiría a El Pedernoso, pero no nos ha quedado el testimonio escrito de sus actuaciones.

Bienes embargados a Francisco Gómez el viejo
  • Un arca nueva sin cerradura
  • una cama de cordeles con una delantera de red y dos mantas, una negra y otra blanca listada
  • Una mesa de cuatro pies
  • Un banco
  • Una capa negra de paño de la tierra
  • Unos greguescos pardos
  • Una mesa redonda y una sartén de hierro
Bienes embargados a Miguel Muñoz
  • Una cama de madera sin ropa
  • Un arca vacía
  • Una azuela
  • Dos barrenas y un martillo
  • Dos sartenillas y tres asadores
  • Tres cucharas de hierro
  • Tres madejas de cáñamo y estopa de lino
  • Una silla de costillas
  • cuatro platos blancos y cuatro escudillas
  • Cinco camones doblados
  • doce camas de arados
  • dos ruedas nuevas de carrasca, la una acabada y la otra echados los rayos
  • Una casa de morada alinde del horno del concejo
AGS, CRC, 704-10

domingo, 24 de noviembre de 2024

Las armas de los Inestrosa

 La iglesia de Nuestra Señora







de Gracia de San Clemente es rica en heráldica a pesar de las continuas reformas y destrozos que le han hecho perder su aspecto primigenio.


Como iglesia franciscana era iglesia con innumerables frescos pictóricos. Restos nos han quedado en una Pasión y en algún hecho relacionado con fray Junípero, el compañero guasón de San Francisco. No obstante, destacan los restos pictóricos de altares mayores y los escudos heráldicos. Completas están las armas de los Herreros y los Buedo y probablemente la parte del borde inferior del escudo de los Villamediana. Aunque lo que destacan son los escudos esculpidos. Hoy, destacamos dos, que son los sitos en las ménsulas de las que arrancan los nervios de la bóveda del altar mayor.


El primero de ellos, es una flor de lis y bajo ella dos lobos superpuestos. El segundo es un motivo vegetal, que, creemos, puede hacer referencia a la hiniesta o retama en flor. Estaríamos ante dos referentes del apellido Inestrosa, que aportará a la familia María de Inestrosa, mujer del fundador del convento, Alonso del Castillo, e hija del comendador Alonso Sánchez de Inestrosa.


Las fotografías 5 y 6 recogen las armas más tardías de la familia Inestrosa (en el cuartel superior derecho y bordeado con una rama de Hiniesta), que ya incorporan las armas de los Pacheco de San Clemente. Los escudos están ubicados en la calle Boteros 24 y detrás de las Cruz del retablo

domingo, 27 de octubre de 2024

El Pedernoso contra Santa María de los Llanos

 Los derechos que el año 1687 vindicaba la villa de El Pedernoso sobre el campo del Aljibe, el Dehesón y el Monte Viejo se remontaban a trescientos años más atrás, cuando el pueblo había comprado estos lugares a Martín Ramírez y sus herederos. Ahora, en el siglo XVII estos sitios se tenían por propios de El Pedernoso y como tales los arrendaba para uso de dehesa carnicera. Estos sitios, tradicionalmente eta arrendados al mejor postor, entre vecinos de Santa María de los Llanos (así, Diego Ramírez), El Provencio o El Pedernoso. Los arrendadores solían parcelar las dehesas y revender su aprovechamiento a diversos vecinos de El Pedernoso y Santa María de los Llanos para pasto de los ganados. En los últimos treinta años el beneficiario de ese arrendamiento había sido el cura licenciado Juan Becerra, principal poseedor de ganados de El Pedernoso, junto a otros ganaderos como Inés de la Plaza, Francisco García de la Moraleja, Andrés de Fresneda, don Ginés de los Llanos o Juan de Oropesa. Otros ganaderos de la zona eran el belmonteño Diego Muñoz, los Gabaldones de Las Pedroñeras, Juan Falero de Pedro Muñoz, Juan Romero y Sebastián Simón, vecinos de Villarrobledo, y Juan Martínez Redondo de Santa María de los Llanos. Desde Mota del Cuervo varios zagales se desplazaban como pastores para el cuidado de los ganados de estos dueños.

Algunos vecinos iban más allá, como el labrador Andrés García, que basándose en la autoridad de otros ancianos ya fallecidos, negaba cualquier derecho de sus vecinos de Santa María de los Llanos sobre estas tierras, es más negaba al pueblo vecino términos, pues decía que los términos y jurisdicción de El Pedernoso llegaba hasta las paredes de las casas de Santa María de los Llanos




Testigos

Pedro Campaio, vecino de los Hinojosos y pastor del cura de El Pedernoso Juan de Becerra. 50 años

Cristóbal Rodríguez, vecino de los Hinojosos y pastor del cura mencionado. 38 años

Antón Fernández Benito, pastor de Las Pedroñeras y pastor del mencionado cura. 50 años

Diego de Ávila, pastor de Las Pedroñeras y pastor del mencionado cura. 40 años

Andrés García, labrador de El Pedernoso, 68 años

Benito Rodado, desde Mota del Cuervo se va a vivir a El Pedernoso el año 1645. 60 años

Francisco López Medrano, 55 años

Ambrosio Fresneda, trabajador del campo en El Pedernoso

Gil Gallego, hortelano, 74 años, vecino de EL Pedernoso

Francisco Sánchez de Algaba, 60 años, vecino de EL Pedernoso

Juan Vaquero, pastor de La Mota, 45 años

Miguel López Villaescusa, pastor de La Mota, 56 años

Cristóbal García, trabajador del campo y pastor de La Mota, 48 años

Alonso de Fresneda, labrador y alcalde de El Pedernoso, 50 años, es hijo de Pascual de Fresneda, que también fue alcalde.

Sebastián Castellano, pastor de La Mota, 48 años

Juan López de Amiga. vecino de El Pedernoso, 60 años

Bartolomé López de Ortega, vecino de los Hinojosos, pastor, 59 años


ACHGR, PLEITOS CIVILES, C 10272-10

sábado, 26 de octubre de 2024

EL APELLIDO DE LA TORRE

 

Uno de los apellidos que comienzan a tener notoriedad en San Clemente en las primeras décadas del siglo XVII es el apellido de la Torre. Sabemos de un Antonio de la Torre que en 1643 es inscrito en el padrón de hidalgos. Este Antonio, hijo de otro de la Torre llamado Juan, será rechazado como hidalgo. Sin embargo el apellido de la Torre va ligado también al de Alarcón y será familia que se mueva entre La Roda y San Clemente.

El apellido de la Torre aparece ligado a la figura del escribano Antonio de la Torre, que probablemente sea el mismo que luego pretende hidalguía.

El reconocimiento de la hidalguía de los de la Torre en La Roda ya viene por la elección de oficios de alcalde de la hermandad por los hidalgos en la década de 1710: Miguel de la Torre y Ortega será elegido como alcalde de la hermandad el 31 de diciembre de 1714. Curiosamente los de la Torre ya nos aparecen como regidores de La Roda en la década de 1620 y con intereses en San Clemente, donde arriendan la dehesa de Villalpardillo, aunque los testimonios que nos han quedado de su hidalguía en La Roda son muy tardíos, inmediatamente posteriores a la guerra de Sucesión y fundados en la elección de alcaldes de la hermandad entre un grupo reducido de notables y su inscripción en los padrones municipales para su exención de impuestos o repartimiento junto a los hidalgos en esa época.


NO creemos que los de la Torre y Alarcón de La Roda tengan relación con esos de la Torre sanclementinos que en 1643, pretenden hidalguía y que por las noticias que nos llegan es familia acomodada y que poseía una posada o mesón en la villa de San Clemente.


ACHGR, HIDALGUÍAS, sign. ant. 281-15

ACHGR, HIDALGUÍAS, sign. ant. 313-18

domingo, 20 de octubre de 2024

Los carreteros de San Clemente y el tráfico de armas

 Se nos conservan de abril de 1598 sendas cartas de obligación por las que dos carreteros de San Clemente se comprometen a llevar desde Cartagena a la ciudad de Sevilla varias cajas de armas

  • La primera obligación es de 14 de abril de 1598. Diego de Garnica, carretero,  recibe de Nicolás Gari de Cáceres, regidor de Cartagena, 37 cajas de madera numeradas, conteniendo corseletes y arcabuces
  • La segunda obligación es de 16 de abril de 1598. Miguel López de Ávalos, carretero, recibe del mismo regidor 19 cajas de armas con el mismo destino
AHPMU, NOT. 5167, fols. 148-149 y 155-156

Villanueva de la Jara contra el alcalde mayor Quintano

 La llegada del alcalde mayor del partido de San Clemente, junto al escribano Bartolomé Celada, no fue bien recibida en Villanueva de la Jara el nueve de agosto de 1619. El cabildo jareño se reunió en su ayuntamiento para denunciar la intromisión de la justicia del corregimiento en un tema de denunciaciones, pues iba contra los privilegios de primera instancia de la villa. Por entonces, el cabildo se reunía en el escritorio de las casas del cabido, por hallarse el ayuntamiento en ruina. No se amilanó el alcalde que ordenó la prisión de los oficiales jareños en el edificio de su ayuntamiento. El licenciado Quintano debía ser un hombre de armas tomar, pues, enfrentado a los regidores, defendió su derecho a presidir el ayuntamiento y, enojado y en cólera, había dicho ciertas palabras injuriosas al doctor Bravo Hervías y el bachiller Ortega, abogados de la villa. El motivo de disputa era el intento de Tomás Quintano de entender en las denunciaciones contra vecinos de la Jara por daños en el campo, el intento de los regidores por hacer valer sus privilegios (defensa de la jurisdicción civil y criminal y que cualquier auto del alcalde mayor debía pasar ante el escribano del ayuntamiento jareño) fue respondido por el alcalde mayor poniendo cuatro guardas y multando a cada regidor con quinientos maravedíes y prohibiendo que se reuniese el concejo sin su licencia bajo multa de 50000 maravedíes. El concejo jareño protestaría ante la Chancillería de Granada, pero la respuesta del alcalde mayor Quintano declararía en contumacia y rebeldía a los regidores, tras comparar el valor de los privilegios y ejecutoira de la villa con el precio de cuatro caracoles. El once de mayo de 1620 la situación se agravó: el concejo intento reunirse esa tarde, lo hacía en un escritorio de la plaza, pues la sala del ayuntamiento está tan arruinada respecto de ser el edificio tan antiguo y estar con tres vigas grandes apuntalada. Los escritorios se encontraban en la parte baja del actual edificio, mientras que la sala de reuniones lo era en el primer piso, que es la que presentaba un aspecto de ruina.

Exagerado o no, los regidores jareños vieron su prisión en el ayuntamiento con temor ante el temor de que el edificio se hundiera, pues su estado era completamente ruinoso. Por esa razón fueron alojados en casa de Giraldo Borgoño, habilitada como prisión improvisada. Desde allí, los regidores fueron llamados uno por uno a la posada del alcalde mayor, que residía en la calle del licenciado Jiménez, un presbítero que no debió salir muy bien en su convivencia con el alcalde mayor. El trato que debió ser muy vejatorio, provocó la reacción del alcalde ordinario e hidalgo Juan Ferrer y del regidor Bernardo Alcocer, un anciano del que se decía que el licenciado Quintano no había respetado sus canas. La defensa de los privilegios de la villa fueron planteadas por el abogado Juan de Ortega y el doctor Bravo Hervía, pagando el primero sus haceres con la prisión junto al resto del los regidores. Las actuaciones del alcalde mayor fueron sentidas como humillación por los jareños, a su decir, una villa de más de mil vecinos, con cuatro aldeas dependientes y mucha gente principal e hidalgos, esos que faltaban el siglo de antes. Y es que Villanueva de la Jara se iba aristocratizando y cada día aceptaba menos la intervención del corregidor de San Clemente o el alcalde mayor en sus asuntos. Tan criticados como el alcalde mayor eran los escribanos Bartolomé Celada y Cristóbal Aguado, acusados de entender en todos los negocios con los derechos y aranceles correspondientes a costa de los escribanos locales.


Ayuntamiento de 3 de junio de 1620

Juan Prieto y don Juan Ferrer, alcaldes ordinarios

Martín López de Valera, alférez mayor

Pedro de Ruipérez, Ginés González, Gilardo Borgoño, Francisco de Garay, doctor Bravo, Miguel de Oñate, Martín Zomeño, Juan de la Motilla y Lucio Pardo, regidores

Testigos, 3 de junio de 1620

Miguel García Olmeda, labrador, 73 años

Juan Sánchez de Ruipérez, labrador, 52 años

Licenciado Andrés Jiménez Muñoz, presbítero, 28 años.

Domingo Jiménez, vive de su hacienda, 52 años

Pedro Montoya, hidalgo que vive de su hacienda, 62 años

Licenciado Bartolomé García, presbítero y teniente de cura de la iglesia mayor, 35 años

Juan de la Roda, hortelano y teniente de alguacil mayor, 52 años

Pedro Ramírez, escribano del número, 34 años

Juan Martínez, residente en Villanueva, clérigo. 29 años

Elvira Cana, soltera, 50 años

Andrés García Valera, maestro de sastre, 64 años

Gaspar Prieto, notario y familiar del Santo Oficio, 40 años

Martín Ferrer, hidalgo que vive de su hacienda. 58 años

Andrés Hernández, alguacil. 60 años


García de Buedo, escribano del ayuntamiento e hidalgo

Licenciado Juan de Ortega, abogado de la villa


ACHGR, PLEITOS, C 9583-37


sábado, 19 de octubre de 2024

La peste de 1600 en Valera

 La peste de 1600, que conocemos bien por su incidencia en poblaciones como San Clemente, afectó a otros pueblos. Un caso particular es el de Valera de Abajo, del que sabemos por la narración de la epidemia por Antonia de Jesús, biógrafa de la Venerable Ana de San Agustín. La forma de narrar de Antonia de Jesús es haciendo hablar en primera persona a la Venerable, que acaba refrendando con su firma el escrito.

Destacar la narración de la peste en Valera de Abajo el año 1600: "fue nuestro señor servido de que en este lugar diese peste harto grande". La peste azotó al pueblo y a unas monjas carmelitas recién instaladas, sin sustento propio ni posibilidad de buscar ese sustento fuera, se nos dirá. La propia Ana de San Agustín se vería afectada por el mal: "y sintiéndome yo mala, vi que tenía debajo del brazo una seca y por tener calentura vi que era como los demás que les daba la peste y luego morían". La Venerable atemorizada, según sus palabras, se vio sola y sin tener a quien acudir, `pues los señores del pueblo (y patrones del pueblo) habían huido del mal, se encomendó a una imagen de Santa Ana que había traído desde Villanueva de la Jara. Cuenta Ana de San Agustín, que la imagen pondría su mano sobre la seca de la Venerable curándole el mal y protegiendo al resto de las monjas. Las religiosas permanecieron en el pueblo, con dos sacerdotes que les administraban la comunión, a ellas y a otros vecinos, hasta que vieron cómo los dos sacerdotes morían del mal
(Firma autógrafa de Ana de San Agustín)
(firmas de varias monjas carmelitas del convento de San José y Santa Ana, el 6 de septiembre de 1629, la priora María de la Paz, Antonia de Jesús -biógrafa de la Venerable-, Ana de San Elías, Inés de San José, y Catalina de San Agustín)




Vida de la Madre Ana de San Agustín [Manuscrito] / dictada por ésta misma y firmada en 1606. BNE, V.a. Mss/13523






domingo, 4 de agosto de 2024

El Cañavate vs. Alarcón

 A la altura de 1618, el poder expansivo de Honrubia lo padecía la villa de El Cañavate, que mostraba síntomas de agotamiento y decadencia. El objeto de disputa era la dehesa de Torralba, donde  los de Honrubia apresaban a los ganados cañavateros y movían en su favor los mojones desde hacía seis años. Honrubia era aún una aldea de Alarcón y los cabaalleros de sierra de esta villa actuaban con mano armada defendiendo los intereses de sus aldeanos de Honrubia. Entre los cañavateros era especialmente odiado Antonio de Peralta. aapodado el Gato, que embargaba sus bestias de labor, pero la presión de los caballeros de sierra iba más allá. Otras veces era el cura de Honrubia el que entraba en la dehesa de Torralba a embargar el trigo en las eras. Los de El Cañavate se estaban viendo obligados a abandonar sus casas de labor en medio del campo ante los constantes robos y embargos. El Cañavate estaba perdiendo la jurisdicción sobre unas tierras en las que se había afianzado en el siglo XVI (al parecer una ejecutoria de la Chancillería de Granada, quizás del año 1576, le concedía la jurisdicción sobre la dehesa de Torralba, en discusión, esta dehesa tenía su término mitad en El Cañavate, mitad en Alarcón, pero con esta ejecutoria EL Cañavate veía reconocida la jurisdicción sobre toda la dehesa), pero que eran motivo de litigio desde antaño. Baste recordar los amojonamientos de sus aldeas en 1481, que dejó parte de sus términos en manos de Alarcón, o la dehesa de Torralba en disputas con la familia Pacheco.

La lucha por los espacios era fruto del crecimiento de las aldeas de Alarcón. Entre ellas Honrubia, que había acotado nuevos espacios, creando dehesas en los sitios de la Casa de Lomas y La Hardachosa. La creación de nuevas dehesas, vino acompañada de nuevos mojones, que, ahora, se adentraban en el término de El Cañavate. Se señalaban dos mojones removidos: el situado junto a la viña el Furioso, camino de Castillo de Garcimuñoz y otro junto a la casa del Árbol. En la venta de Lomas, los de Honrubia, siete u ocho hombres, para San Juan de 1618, había colocado un mojón que se adentraba noventa pasos en término de El Cañavate. No es que los de Honrubia desconocieran la ubicación de estos mojones, pues conservaban copia de los amojonamientos en su archivo. Es más, cuando intentó acceder al archivo del concejo de Honrubia el receptor de la Chancillería de Granada, ante la oposición del alcalde y el regidor que tenían las llaves, hubo la necesidad de llamar aun cerrajero, para descerrajar tanto puerta de acceso al archivo como el arca que contenía el expediente de amojonamiento.

El pleito, según se deduce del texto, es movido por Diego de Ortega, que veían prendado sus ganados por los caballeros de sierra de Alarcón y también por varios vecinos de la Atalaya, que ahora ven como Alarcón ambiciona estos términos y se prepara la división del pueblo de diecinueve años después.


Concejo de El Cañavate 1618

Diego de las Muelas y Antonio López de Lezuza, alcaldes ordinarios

Francisco López de Lezuza, alférez mayor.

Damián Jareño Pastor, Licenciado Mateo Briz, Miguel de Osma, Juan Ibáñez, Juan López Ugenio


Testigos

Francisco González, 56 años, labrador

Juan Lozano, 60 años, labrador

Alonso Jiménez, labrador, 40 años

Juan López Arnedo, ganadero, 54 años

Juan García de Molina, pastor y labrador, 60 años

Pedro Navarro Valverde, labrador

Benito López Luis, pastor. 56 años

Pedro Luis, 60 años

Benito de la Cámara, pastor de Diego de Ortega. 36 años

Juan González, trabajador y pastor, 48 años

Alonso Martínez Bermejo, pastor de 40 años al servicio de Diego de Ortega.

Cristóbal Carretero, 56 años, labrador

Julián Navarro, morador en la Atalaya, pastor de ganado propio, 50 años. Cita otros moradores de la Atalaya, ya fallecidos como Cosme Jareño, Juan Carretero, Pedro Checa


Mojones removidos

  • Mojón de Peñagrande, en una haza de Miguel Flomesta, cien pasos
  • Mojón en haza de Luisa Martínez , ahora del alcalde Antonio López, 250 pasos (es el mojón próximo a la Venta de Lomas)
  • Mojón de la casa del Árbol, 300 pasos

Los mojones en la dehesa de Torralba estaban en medio de dicha dehesa, dividiendo términos de Alarcón y El Cañavate, si bien la jurisdicción era de El Cañavate. Otro punto de fricción era Cerro Gordo y el haza de las beatas de San Clemente.


ACHGR, PLEITOS CIVILES, C 9562-18


lunes, 15 de julio de 2024

Los González Argandoña de Iniesta

 De los González de Argandoña, tenemos noticias desde 1608, ya presentes en Fuentealbilla Mahora y Villamalea, por las dificultades por ver reconocida su hidalguía; problemas que se repetían en Iniesta. Aunque la llegada de este linaje se remonta a la penúltima década del siglo XVI. Los González de Argandoña venían del lugar de Cerio en Álava. El padre Pedro se había instalado en San Juan de Villamalea, su hijo Juan en Fuentealbilla, otro hijo, Pedro en Mahora, otro más de nombre Bartolomé en Iniesta y por último Diego en Villamalea. Estos cuatro hermanos eran hijos del matrimonio del referido Pedro González de Argandoña y María Urquizu y nietos de San Juan González de Argandoña y Mari Díaz de Ipa y Guevara. La genealogía familiar se remontaba a un bisabuelo llamado Juan González de Argandoña y a un tercer abuelo llamado Pedro González de Cerio.

Pedro González de Argandoña había llegado a la Mancha tras salir de su casa por un disgusto familiar. Su venida a la Mancha era narrada así por un vecino: el qual se avía ido de edad de veynte y tres años a Castilla a un lugar de la Mancha que se llamaba Villamalea y allí avía casado con hija de un vizcayno... y que se avía ido con otros vicaynos de aquella provincia

Entre esos otros vizcaínos, una cuadrilla de unos ocho canteros, que habían llegado a la Mancha se citaba a Martín de Iberguen, Asensio Díaz y Pedro de Sornoza (que ambos trabajaban en la iglesia del dicho lugar -de Villamalea- como maestros de cantería). De Asensio Diáz y su hermano Juan Diaz de Gamboa se dirá expresamente que eran canteros e hicieron la torre y capilla de la iglesia parroquial de dicho lugar (de Villamalea). El tal Gamboa había muerto fulminado por un rayo, mientras labraba la torre de la iglesia de un lugar comarcano

Los Argandoña se movían entre las aldeas de Jorquera e Iniesta, ejerciendo el oficio de canteros. Pedro González de Argandoña era conocido en estos pueblos como el vizcaíno por su lenguaje tosco y vascongado cerrado, que a veces no se le entendía y pronunciaba mal la lengua castellana. En la llegada de los González de Argandoña a Iniesta debió ser clave la presencia de un cantero vasco fallecido en la década de 1610 con setenta y seis años llamado Asensio de Arona . Por Alonso Ponce de León, familiar del Santo Oficio de Iniesta, sabemos que la cuadrilla de canteros en la que llegó Pedro González de Argandoña a Villamalea era numerosa y que algunos de ellos fijaron su residencia en Iniesta. Otro testigo, un iniestense nieto de Martín de Iberguen nos dirá: y que todos juntos auían ido a parar a la villa de Hiniesta donde auían alquilado una casa que en aquel tiempo llamaban la del León y que desde entonces la llamaban la de los vizcaynos que era junto a la yglesia de la dicha villa como se va a la plaça della la qual era de diferentes oficios y que allí auían quedado algunos y que otros auían ido a Villamalea.

Otro testigo nos dirá: oyó decir y nombrar a unos vizcaynos, quatro o cinco muy antiguos que vinieron en la dicha villa en la casa que llamauan del Léon junto a la yglesia vieja y que desde entonces auían llamado a la dicha casa de los vizcaynos

La línea de Iniesta con Bartolomé, casado con Quiteria Portillo, seguirá con sus hijos Sebastián González de Argandoña y Portillo, escribano del concejo de Iniesta, y el capitán Pedro González de Argandoña y Guevara. Una tercera generación aparecen como prestamistas del concejo de Iniesta


Ejecutoria de 30 de diciembre de 1662

ACHGR, HIDALGUÍAS, SIGN. ANT. 301-120-24