Villarrobledo se encontraba por entonces renovando sus edificios civiles. Estaban en construcción las carnicerías públicas y en proyecto una nueva casa del ayuntamiento que de presente se quiere edificar, pero faltaba el dinero. El año de 1604 se había echado mano de las tercias para las obras; ahora, a comienzos de 1605 se acuerda contar para dicho fin con el producto de la renta de la almotacenía, calculado en doscientos ducados anuales.
En estos comienzos de 1605, asiste a las reuniones del ayuntamiento el corregidor del partido de San Clemente, Diego Mudarra de Mendoza. De la lectura de las actas, parecen haber desaparecido del orden del día la realidad de una villa dominada por la escasez. La imagen que se intenta ofrecer al corregidor es la de una villa opulenta, que continúa con sus programas de embellecimiento público. El ayuntamiento del seis de enero acordará seguir adelante con su proyecto de ensanchamiento de las casas del ayuntamiento, construcción de la cárcel y apertura de una gran plaza pública para lo que se embargarán y derribarán varias casas particulares. Asimismo se proyecta la construcción de una lonja delante las puertas de la carmizerías (cuya construcción se encomendara al maestro de cantería Domingo de Aguirre, al que se le adelantarán 400 ducados). Pero una vez que se ha ido el corregidor, el tono de las actas cambia. En la reunión del dieciséis de enero la solidaridad de los regidores en defensa de sus intereses les lleva a mancomunarse para defender sus intereses frente a la Mesta y el alcalde entregador Trillo. Ese día acuden todos, pero cuando al día siguiente se vuelve a tratar el estado de necesidad de la villa faltan muchos. Se reconoce que las existencias del pósito se están agotando. Cuatro días antes, un canónigo de Toledo se ha presentado para cobrar el montante de noventa y seis fanegas del trigo embargado unos meses antes. Se da por imposible encontrar trigo en toda la comarca, pues la esterilidad de las cosechas ha alcanzado a todos los pueblos. Por último, se invita a los labradores que dispongan de grano excedentario a que lo vendan al pósito para sobrevenir las necesidades de los vecinos.
A pesar de ello, el desorden en el abasto de pan se ha instalado en el pueblo. La mayoría del pan cocido queda fuera de la red municipal y su fabricación y venta se hace al margen del control municipal. ¿Son los regidores villarrobletanos ajenos a estos procesos especulativos? Se ha señalado a estos regidores como los principales causantes de la crisis y decadencia de la villa al subordinar el bien público a su propio interés privado. Muestra de ello es que un análisis de las actas municipales nos demuestra la gran cantidad de pleitos que tiene que afrontar la villa; las reuniones municipales es una constante pérdida de tiempo en apoderamiento a procuradores ante las audiencias. La advocación de la primera instancia frente al corregidor de San Clemente acabaría, a partir de 1610, en un largo pleito de ocho años, que costaría entre apelaciones, vistas y revistas 20.000 ducados. Y es que la defensa de la primera instancia era la mejor salvaguarda que tenían los regidores y principales villarrobletanos para defender sus intereses, a cuyo servicio ponían una acción de gobierno donde la malversación de los propios y rentas públicas era la norma. Muestra de ello era la residencia del licenciado Santoren en el año 1600, la nueva residencia del corregidor Mudarra y el alcalde mayor Cid tres años después y la última auditoría de cuentas este mismo año de 1605 a cargo del juez real, el doctor Zarandona. En todas estas residencias quedó demostrada la nefasta e interesada administración de lo público por los regidores, obligados a restituir los alcances resultantes de las cuentas.
La declaración de los regidores de treinta y uno de enero es la prueba de cuánto había de infortunio y cuánto de malversación en el estado de necesidad de la villa. El pósito, que a pesar de la mala cosecha, contaba con 10.000 fanegas en septiembre de 1604, no tenía provisiones para aguantar hasta la cosecha de agosto. Sabemos que la presencia del corregidor en Villarrobledo, entre finales de diciembre y comienzos de enero, había tenido como finalidad descubrir el acaparamiento de trigo por los vecinos ricos, pero se había ido con las manos vacías. Los sembrados ya anunciaban una cosecha nefasta y el caudal y trigo del pósito se dilapidaba demasiado rápido:
dixeron que por el mes de septiembre próximo pasado de seyscientos quatro ubo en el pósito desta villa diez myll fanegas pocas mas o menos con las quales se entendió abía sufyciente abasto por la esperiencia que se tenía de otros años en el gasto del dicho pan y andando el tiempo se a visto que dicha cantidad no es sufyciente para fasta agosto que viene porque en los vecinos se ve en cada día mayores necesidades y están tan apretados con la mucha esterilidad que a sobrevenido, que no solo la nezesidad es presente pero yrá creciendo por la poca agua (tachado= con la mucha agua) que a sobrevenido y por estar los sembrados mal nacidos por cuya causa aún los más rricos compran el pan de que se sigue mayor carga en el dicho pósito y que con las dichas diez myll fanegas no ay sufyciente cantidad para el abasto y esto es más sin duda supuesto que aunque el señor don Diego de Mendoça corregidor deste partido a hecho grandes diligencias y cala y cata para entender quien tenya trigo no a hallado quien pueda rremediar aun asimismo y aunque los dichos señores alcaldes an fecho por su parte las dichas diligencias an hallado la misma dificultad y carestía y que si se aguardase a comprar trigo no se hallaría por ningún precio ni sería posible rremediar la necesidad que ya se be e a de apretar a esta villa y aviendo echo esperiencia del trigo que cada un día se gasta más y el día que menos se gastan sesenta fanegas y para oviar mal tan grande y nezesidad tan forzosa que se espera= dixeron que mandauan y madaron que del caudal del pósito se compren tres myll fanegas lo qual fuere más nezesario y porque en la compra a de aver dificultades y no se a de hallar a la tasa de su magestad...
Se conminaba a tres vecinos a comprar las 3.000 fanegas de trigo allí donde se pudiere, tanto entre los vecinos de Villarrobledo como forasteros. Se ponía como condición que los precios de compra fueran a precios moderados, cosa difícil de cumplir dada la especulación a que había dado lugar la escasez de grano. Pero las cuentas tomadas por el corregidor denunciaban una deuda con el pósito de 4.900 fanegas de trigo y 6.700 reales. Los deudores tenían nombre y apellidos y lejos de la imagen que se pretendía dar de pobres labradores se correspondían con vecinos principales: así, García Ortiz de Vargas, regidor, debía 300 fanegas.
El caso es que para finales de febrero ningún deudor había satisfecho sus deudas al pósito. Para entonces, el problema había trascendido el ámbito local. El Consejo Real había comisionado al corregidor Mudarra para que examinara el trigo existente en los pueblos de su partido y el estado de la futura cosecha, pues hasta la Corte había llegado la noticia que en muchos pueblos por la falta de simiente los campos estaban sin sembrar:
en el consejo se tiene noticia que a causa de la poca cosecha de pan que ubo el año pasado en esas villas y su tierra y en otras muchas provincias destos rreynos los labradores y personas que an de labrar y sembra no tienen el trigo y simiente que an menester para hazer sementera este año...
La provisión, aunque de 24 de enero, se hacía notoria al ayuntamiento de Villarrobledo el 6 de marzo, del mismo modo que también se había comunicado al resto de las dieciséis villas. El corregidor trataba de saber el trigo real existente en los pósitos, las tierras que se habían dejado de sembrar y, sobre todo, las consecuencias de cara al futuro de una anunciada escasez, a añadir a la ya sabida de la cosecha de 1604. Pero el corregidor Mudarra mostraba una total falta de voluntad y una manifiesta incapacidad para imponerse a los regidores villarrobletanos, que soslayaban hablar de la escasez de trigo en el ayuntamiento, evadiéndose con temas considerados más importantes como la conveniencia de crear un convento de carmelitas descalzas con el legado dejado por Ana Ruiz, viuda de Juan Cano Moragón.
Por más que obviaran la realidad los regidores, ésta se imponía con crudeza, en las actas de cuatro de abril, por primera vez, aunque como una posibilidad, aparece la palabra hambre. Acordándose confeccionar un padrón con las personas necesitadas en el pueblo a las que se ha de repartir pan. Entre los necesitados, el convento de San Francisco, que pide prestadas veinte fanegas de trigo a devolver para Santa María de Agosto, aunque finalmente recibirá doce. Otras dieciséis fanegas de trigo irían para limosnas con motivo de la procesión del Villarejo del primer jueves de mayo. Esta procesión era una romería que se dirigía hasta la ermita de San Nicolás y que se venía haciendo desde que la villa tenía doscientos vecinos; se trataba de una rogativa para pedir al santo por un buen tiempo que facilitara los frutos del verano y se acudía a la necesidad de los pobres con seis mil maravedíes. Ahora, cuando villa contaba con tres mil vecinos se reconocía la impotencia para acudir a las necesidades de tantos pobres como había, las necesidades se traducían en dinero por cuantía de 40.000 maravedíes. Racionamiento y limosna se presentaban como medidas complementarias y solidarias en una sociedad golpeada por intermitentes crisis de subsistencias.
Por supuesto los regidores villarrobletanos veían el panorama de escasez que se presentaba ante sus ojos, pero eran parte interesada y aprovechada. Cínicamente defendían las libertades e independencia de la villa frente a las intromisiones del corregidor. Tal era el caso del regidor Francisco de Lamo, a quien el corregidor Mudarra había encausado por especular con el trigo y venderlo a un precio superior a la tasa. Todos los regidores cerrarían filas en defensa de la primera instancia, en una causa que, sin duda, les afectaba a todos: los autos se debían sustanciar en Villarrobledo y no en San Clemente. A defender esta postura se mandó al licenciado Mérida de Minaya a la villa de San Clemente. Pendían otras causas ante el corregidor y el alcalde mayor iniciadas en Villarrobledo y llevadas a finalizar a San Clemente y algún vecino villarrobletano, Cristóbal Montoya, estaba preso en la cárcel de esta villa, pero el conflicto giraba en torno al trigo y su especulación por los regidores de Villarrobledo, que elevaron sus protestas a las ejecuciones de los alguaciles mayores del partido en la villa con la excusa de que llevaban un salario superior a los seis reales fijados. Se sumaban asimismo las protestas por apropiarse el corregidor de las penas impuestas por denuncias contra las ordenanzas y que según la costumbre debían ir al concejo. Además, el corregidor de San Clemente tenía presos en la cárcel de la villa al mayordomo del concejo de Villarrobledo, Alonso Valero, y al arrendador de la correduría, Martín Sánchez de Posadas, por deudas de los salarios de Antonio de Quevedo, alguacil del partido, por valor de 500 reales correspondientes sus desplazamientos a Granada en las diligencias sobre un pleito que sobre ordenanzas de las rastrojeras se había llevado en la Chancillería. Cuando el mencionado alguacil pide sus salarios, recibe 24 reales.
Mientras las existencias del pósito estaban agotadas. El dieciocho de mayo los regidores deciden reponer existencias, echando mano del caudal monetario del mismo, a sabiendas del excesivo precio del trigo en estos momentos y su coste para la villa (o quizás del beneficio que pueden alcanzar como vendedores). El treinta de mayo se reconoce que la cosecha de cebada y centeno del presente año va a ser muy escasa. No solo las personas comen, también las bestias de labor. Para pasto de mulas, jumentos y yeguas se cede el pinar de Bernagosa. Para el ocho de junio se dan por agotadas cualesquier existencias de granos o dineros en el pósito, solo queda moneda de vellón se que nadie quiere trocar en moneda de plata, única que parece aceptarse para las compras e trigo. Se vuelve a recalcar la pobreza de la cosecha que se espera y se aboga, en una decisión que marcará el futuro de la villa, por pedir a censo 20.000 ducados. Hasta Toledo se manda al regidor Diego de Bustos para implorar al cardenal que la villa pueda disponer del trigo de las rentas pontificales, el cual se promete pagar al contado. Lleva el mandato también de que los clérigos no puedan sacar trigo de la villa para venderlo fuera. Dos regidores recorrerán los campos para ver in situ la futura cosecha que se espera coger y si es tan pobre como se anuncia.
La villa está exhausta, debiendo hacer frente a los réditos de censos y a los salarios sus oficiales y, en mayor cuantía, de sus procuradores y solicitadores de pleitos. Cuando el 14 de junio, con dos meses de retraso, llega la noticia del nacimiento del futuro rey Felipe IV, Villarrobledo responde que fiestas y alegrías por tal acontecimiento se carguen sobre las rentas reales de las alcabalas y no sobre sus propios. El veinte de junio, en lo que se considera un agravio insoportable, el contador de las rentas decimales del obispado de Toledo, Gaspar Yáñez, se presenta ante el concejo exigiendo que los labradores, antes de entrar el trigo de la próxima cosecha en sus graneros, estarán expuestos a la visita de los recaudadores. Aún así, Villarrobledo protesta el mandamiento diplomáticamente: no es posible realizar tales visitas de inspección en una villa que cuenta con quinientos o seiscientos labradores, esparcidos por un término de varias leguas.
El 27 de junio, en previsión de la mala cosecha que se espera, se acuerda idear un sistema de racionamiento para todos los vecinos:
a de ser necesario dar el pan del pósito por red y de causa de no auer auido este año más de una rred se a visto por esperiencia que se a gastado mucho más pan de lo nezesario demás que se tomauan mucho trauajo el pan en la dicha rred y la gente pobre y travajadores toman el pan tarde y pierden mucho de su trauajo y para rremedio de ello combiene se pongan tres casillas donde se dé el pan del pósito y por ello se haga lista de todos los vecinos desta villa a calle hita haciendo cada parroquia de por sí para que en cada una de ellas se ponga una casilla de pan donde se dé y se haga para cada una de ellas una tabla donde se escriban los nombres de las personas que an de acudir a la dicha rred y casilla
Entretanto, hasta que se recoja la nueva cosecha, el sustento de los vecinos se intenta atajar con la última compra de trigo, decidida por los regidores el 18 de mayo: mil fanegas al precio cada una de treinta reales y medio. La libra de pan, que hasta ahora se ha vendido a los vecinos a seis maravedíes, se venderá ahora a ocho. Se pretende que el pósito tenga que soportar graves pérdidas, pero asimismo disponer de liquidez para las mil fanegas de trigo adicionales que se estiman necesarias para llegar a la próxima cosecha.
Archivo Municipal de Villarrobledo (AMVi), Actas municipales del 1 de enero hasta el 30 de junio de 1605