El bachiller Rodríguez era el
último de una saga de conversos en 1540. Del palacio que Lope Rodríguez
construyo hacia 1470, ahora quedaba media casa en propiedad de sus
descendientes; la otra mitad había quedado en manos de Sancho López de los
Herreros. Sancho era hijo de Miguel Sánchez de los Herreros, uno de tantos
enemigos de Lope Rodríguez. Si Lope Rodríguez era un seboso, partidario
declarado del marqués de Villena, Miguel Sánchez de los Herreros había luchado
en el partido isabelino. Es más, cuando los primeros comisarios de la
Inquisición llegan a San Clemente, Miguel les ofrecerá su casa como sede para
las indagaciones. Es de creer que supo aprovechar la ocasión, pues su hijo
Sancho López de los Herreros se haría con la mitad de la casa embargada a Lope
Rodríguez.
La familia de los Herreros decía
proceder de Segovia, descendientes de los conquistadores de Madrid, aunque los
orígenes constatados nos dicen únicamente que el padre de Miguel Sánchez de los
Herreros se había afincado en Santiago de la Torre y el hijo se había
desplazado a San Clemente. El nieto Sancho se había afincado en El Provencio,
aunque no debió acabar muy bien con el señor de la villa, pues sabemos que
participó en 1510 en la aventura fallida de fundar Villanueva de la Reina. No se
lo debieron perdonar los provencianos que obligaron a Sancho a abandonar EL
Provencio, aunque Sancho tenía ya lazos muy fuertes con San Clemente, derivados
del asentamiento de su familia en esta villa.
En las luchas intestinas que
vivió San Clemente en el último cuarto del siglo XV, la familia de los Herreros
tomaron un perfil bajo; incluso el patriarca Miguel Sánchez de los Herreros se
retiró a Villar de Cantos, pero actuaron sagazmente para encumbrarse en el
poder concejil de la villa y eliminar a sus enemigos. Convertir su casa en
posada de los inquisidores sería aprovechado por los Herreros para eliminar a
sus enemigos. Estos eran los Rodríguez; Lope Rodríguez, macero real, antiguo
partidario del marqués de Villena y sus descendientes. Los Rodríguez de San
Clemente estaban emparentados con los Origüela, concretamente con la mujer de
Pedro Sánchez de Origüela. Si la familia Origüela-Rodríguez había mantenido una
solidaridad familiar durante la guerra del marquesado, esta se rompió con el
establecimiento del Santo Oficio. De hecho, en las primeras persecuciones
inquisitoriales, los Origüela consiguieron una inmunidad a costa de acusar a la
familia de su madre, constatado en el caso de las acusaciones de Pedro Sánchez
Origüela contra su tío Lope Rodríguez. Mientras los Herreros intentaban
aniquilar a los Rodríguez, compartían el poder concejil sanclementino con los
Origüela.
Que las ambiciones eran
descarnadas es muestra que de la acusación se pasó a la eliminación física y a
la usurpación de bienes, aprovechando la confiscación de bienes de la
Inquisición. Los Herreros se harían con la mitad de la casa palacio que había
construido Lope Rodríguez, situada en la plaza que da a la iglesia por la
puerta de Santiago. Las acusaciones no eran nuevas, pero repetidas una y mil
veces eran creídas por el pueblo: se decía que Lope Rodríguez azotaba un
crucifijo y que predicaba la fe mosaica en el interior de una cueva en el
interior de su casa. Es más, años después, Sancho López Rodríguez, aprovechando
el proceso contra Teresa Rodríguez mostrará el supuesto lugar de la cueva, una
vez se ha hecho con la mitad de la casa de los Rodríguez. La rivalidad de los
Herreros contra los Rodríguez continuará años después, esta vez entre el
mencionado Sancho López de los Herreros y el bachiller Rodríguez. Su odio le
impedía hablar cara a cara, se comunicaban por terceras personas y reconocían
su mala vecindad. En el límite colindante de sus casas, el bachiller Rodríguez
había construido una larga tapia, mientras que juntamente a la misma tapia,
Sancho acumulaba estiércol e improvisaba una balsa de agua para socavar los
cimientos de la casa de su vecino
Que yo tengo e poseo en esta
villa unas casas de morada que alyndan con casas de Sancho López de los
Herreros y la plaça e calles públicos y en ansí que en las dichas mis casas yo
tengo edificado de mucho tiempo un cuerpo de seys tapias en largo y más armado
a hilera en el qual tengo en lo baxo un establo y pesebreras para mis azemilas
e bestias, ençima una cámara e pajar, es ansí que toda la pared a la larga del
dicho cuerpo de establo y casa devide mis casas y las parte con casas del dicho
Sancho López y es ansí que de pocos días a esta parte el dicho Sancho López
dentro de sus casas e corral junto a la dicha mi pared a hecho de nuevo un
barranco en que rrecoge las aguas de las dichas sus casas y puesto que los çimientos
del dicho cuerpo de casas y establo los tengo hecho de piedra y tal por tener
el dicho barranco junto a la dicha mi parte me la tiene toda humeçida y se
trasmana por debaxo de los çimientos e el agua e se entra en el dicho cuerpo de
casa y establo syn lo poder yo rremediar y está para hundirme el dicho cuerpo
de casa y el establo está sin poder en él tener mis bestias y las tengo por
esta cabsa fuera y allende que tiene en el dicho corral espaçio e suelo do
puede desviar e hazer el dicho barranco porque es su tras corral do lo tiene y
echa el estiércol y syn perjuyçio lo puede hazer
Dos albañiles, Diego de
Santamaría y Francisco Gómez, declararon a favor del bachiller Rodríguez,
denunciando la mala fe de Sancho López a la hora de cavar un barranco frente a
las tapias y llenarlo con paja y estiércol para evitar que las aguas tuvieran
salida y fueran directas a socavar las propiedades del bachiller. El alcalde mayor
Graciano Sánchez sentenciaría a favor de Francisco Rodríguez entre las
protestas de Sancho López de los Herreros que se negó a cumplir sus
mandamientos y recurrió su decisión a la Chancillería de Granada. Apelado el
asunto en Granada, Francisco Rodríguez debió dar el pleito por perdido, a
sabiendas que ante el gasto económico en la Chancillería no valía la pena
defender un establo y cámara
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