El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

martes, 12 de octubre de 2021

HERNANDO DEL CASTILLO E INESTROSA CONTRA JUAN ROSILLO, ESCRIBANO

 

Hernando del Castillo e Inestrosa vivía en 1549 el cénit de su poder y poco hacía presagiar las desgracias familiares que llegarían a él y sus hermanos en la década siguiente. Hernando era señor de Valera de Yuso y La Losa y regidor perpetuo de San Clemente, pero sus enemigos ya andaban al acecho. La Losa no dejaba de ser un paraje junto al río Júcar en torno a los molinos familiares. Los Castillo habían fracasado en su intento, ya desde el abuelo el alcaide de Alarcón, de apropiarse un territorio adehesado y perdido en 1528 el pleito con la villa de Alarcón. Ahora, los enfrentamientos eran con Vara de Rey, que había conseguido el villazgo en 1537. Martín de Buedo, alcalde de Vara de Rey, como acompañado del juez de mestas, Antonio Carrascal, habían sentenciado que un terreno que intentaba apropiarse Hernando del Castillo, junto a las vertientes del río Júcar, era vereda de paso y abrevadero de los ganados mesteños. El pleito de Hernando del Castillo se remontaba a 1547 e iba referido al que mantenía con los alcabaleros de Vara de Rey por el pago de alcabala por las moliendas del molino de la Losa y la pretensión del concejo de Vara de Rey para cobrar esa alcabala. Hernando del Castillo había buscado el amparo del concejo de San Clemente, asentando con dicho concejo el pago de alcabala y no con el de Vara de Rey. A pesar de este asiento, Hernando del Castillo sería condenado a pagar cuarenta mil mrs. por el concejo de Vara de Rey, mientras el concejo de San Clemente olvidaba sus compromisos. Confluían en este pleito tanto las necesidades financieras de Vara de Rey, tras la compra de su villazgo y de la aldea de Sisante, como el recelo que inspiraba Hernando del Castillo y su control de la política concejil sanclementina.

En San Clemente, el recelo contra Hernando iba en aumento, se veía con desconfianza su proximidad a los gobernadores del marquesado. Los Rosillo no habían olvidado sus odios a esta familia de conversos, en especial Juan Rosillo, escribano del ayuntamiento, al que Hernando acusaba de perder, en su oficio, los papeles de los pleitos en los que Hernando estaba implicado con el concejo de San Clemente, que le debía en concepto de alcabala 40000 maravedíes. Hernando del Castillo ganó sentencia favorable que obligaba a Juan Rosillo a pagarle los 40000 maravedíes que le debía el concejo. La razón era que el pleito entendido por el alcalde mayor hacía dos años obraba en los papeles de la escribanía de Rosillo, que ahora se negaba a entregarlos ante el nuevo alcalde mayor para hacer cumplir la sentencia. Sin papeles no había pleito, sin pleito no había sentencia definitiva y sin sentencia no había reparación en su derecho para Hernando del Castillo. El problema no era menor, pues los gobernadores y alcaldes mayores entendían en primera instancia, violando aquella que por privilegio tenían los alcaldes ordinarios, pero los pleitos llevados ante los escribanos de las villas por donde pasaban quedaban en su poder, quedando los pleitos inconclusos.

El pleito se había desarrollado en junio de 1547, ante Juan Rosillo, pero había desaparecido de su poder. La pérdida de pleitos por escribanos no era algo nuevo. Los escribanos lo eran del número, es decir, para dar fe en asuntos entre particulares, pero, cuando eran nombrados, también lo eran del concejo, pasando ante ellos los pleitos en los que entendían los alcaldes ordinarios y justicia del marquesado. Era normal que los escribanos confundieran entre los papeles de su oficio y esos otros generados en la acción judicial, saliendo los pleitos de los ayuntamientos de las villas, aunque, al menos en este caso, lo que ocurrió es que se sacó del ayuntamiento y su archivo el pleito original para que diera su parecer el bachiller Rodríguez, letrado de prestigio en San Clemente, aunque el pleito volvió al ayuntamiento y a poder de su escribano, Juan Rosillo, posteriormente sería entregado por este al licenciado Perona, letrado de Hernando del Castillo. A partir de aquí, nadie sabía dónde paraban los papeles.

El pleito, apelado por Juan Rosillo, acabaría el año 1550 en la Chancillería de Granada, donde quedaría inconcluso

 

Testigos:

Francisco Huerta, 35 años, lleva los negocios de Hernando del Castillo

Francisco Jiménez, 49 años, regidor

Licenciado Perona, 49 años

Bachiller Avilés, 36 años, abogado por la villa de San Clemente en el pleito

Cristóbal de Tébar, 53 años, regidor

Alonso García, 42 años

Ruy González de Ocaña

Alonso de Belmonte y Francisco de Ocaña, 30 años, procuradores de la villa de San Clemente


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA, PLEITOS, 13986-7

No hay comentarios:

Publicar un comentario