Hernando del Castillo e Inestrosa
vivía en 1549 el cénit de su poder y poco hacía presagiar las desgracias
familiares que llegarían a él y sus hermanos en la década siguiente. Hernando
era señor de Valera de Yuso y La Losa y regidor perpetuo de San Clemente, pero
sus enemigos ya andaban al acecho. La Losa no dejaba de ser un paraje junto al
río Júcar en torno a los molinos familiares. Los Castillo habían fracasado en
su intento, ya desde el abuelo el alcaide de Alarcón, de apropiarse un
territorio adehesado y perdido en 1528 el pleito con la villa de Alarcón.
Ahora, los enfrentamientos eran con Vara de Rey, que había conseguido el
villazgo en 1537. Martín de Buedo, alcalde de Vara de Rey, como acompañado del
juez de mestas, Antonio Carrascal, habían sentenciado que un terreno que
intentaba apropiarse Hernando del Castillo, junto a las vertientes del río
Júcar, era vereda de paso y abrevadero de los ganados mesteños. El pleito de
Hernando del Castillo se remontaba a 1547 e iba referido al que mantenía con
los alcabaleros de Vara de Rey por el pago de alcabala por las moliendas del
molino de la Losa y la pretensión del concejo de Vara de Rey para cobrar esa
alcabala. Hernando del Castillo había buscado el amparo del concejo de San
Clemente, asentando con dicho concejo el pago de alcabala y no con el de Vara
de Rey. A pesar de este asiento, Hernando del Castillo sería condenado a pagar
cuarenta mil mrs. por el concejo de Vara de Rey, mientras el concejo de San
Clemente olvidaba sus compromisos. Confluían en este pleito tanto las
necesidades financieras de Vara de Rey, tras la compra de su villazgo y de la aldea
de Sisante, como el recelo que inspiraba Hernando del Castillo y su control de
la política concejil sanclementina.
En San Clemente, el recelo contra
Hernando iba en aumento, se veía con desconfianza su proximidad a los
gobernadores del marquesado. Los Rosillo no habían olvidado sus odios a esta
familia de conversos, en especial Juan Rosillo, escribano del ayuntamiento, al
que Hernando acusaba de perder, en su oficio, los papeles de los pleitos en los
que Hernando estaba implicado con el concejo de San Clemente, que le debía en
concepto de alcabala 40000 maravedíes. Hernando del Castillo ganó sentencia favorable
que obligaba a Juan Rosillo a pagarle los 40000 maravedíes que le debía el
concejo. La razón era que el pleito entendido por el alcalde mayor hacía dos
años obraba en los papeles de la escribanía de Rosillo, que ahora se negaba a
entregarlos ante el nuevo alcalde mayor para hacer cumplir la sentencia. Sin
papeles no había pleito, sin pleito no había sentencia definitiva y sin
sentencia no había reparación en su derecho para Hernando del Castillo. El
problema no era menor, pues los gobernadores y alcaldes mayores entendían en
primera instancia, violando aquella que por privilegio tenían los alcaldes
ordinarios, pero los pleitos llevados ante los escribanos de las villas por
donde pasaban quedaban en su poder, quedando los pleitos inconclusos.
El pleito se había desarrollado
en junio de 1547, ante Juan Rosillo, pero había desaparecido de su poder. La
pérdida de pleitos por escribanos no era algo nuevo. Los escribanos lo eran del
número, es decir, para dar fe en asuntos entre particulares, pero, cuando eran
nombrados, también lo eran del concejo, pasando ante ellos los pleitos en los
que entendían los alcaldes ordinarios y justicia del marquesado. Era normal que
los escribanos confundieran entre los papeles de su oficio y esos otros
generados en la acción judicial, saliendo los pleitos de los ayuntamientos de
las villas, aunque, al menos en este caso, lo que ocurrió es que se sacó del
ayuntamiento y su archivo el pleito original para que diera su parecer el
bachiller Rodríguez, letrado de prestigio en San Clemente, aunque el pleito
volvió al ayuntamiento y a poder de su escribano, Juan Rosillo, posteriormente
sería entregado por este al licenciado Perona, letrado de Hernando del
Castillo. A partir de aquí, nadie sabía dónde paraban los papeles.
El pleito, apelado por Juan
Rosillo, acabaría el año 1550 en la Chancillería de Granada, donde quedaría
inconcluso
Testigos:
Francisco Huerta, 35 años, lleva
los negocios de Hernando del Castillo
Francisco Jiménez, 49 años,
regidor
Licenciado Perona, 49 años
Bachiller Avilés, 36 años,
abogado por la villa de San Clemente en el pleito
Cristóbal de Tébar, 53 años, regidor
Alonso García, 42 años
Ruy González de Ocaña
Alonso de Belmonte y Francisco de
Ocaña, 30 años, procuradores de la villa de San Clemente
ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA, PLEITOS, 13986-7
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