El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

martes, 6 de septiembre de 2022

Visitas de los Inquisidores a San Clemente

 En 1593, todavía se recordaba la visita del Inquisidor General de la Inquisición de Cuenca  Fernando Cortés a la villa de San Clemente once años antes; entonces, y en la iglesia de Santiago Apóstol, se sentó en una silla y una almohada de terciopelo a los pies en el altar mayor, en la parte del Evangelio y bajo un dosel. El familiar del Santo Oficio de San Clemente Gonzálo Ángel decía que esa era la costumbre en San Clemente y en otras villas como Castillo de Garcimuñoz, así lo había visto en esta última villa durante la visita del Inquisidor Jiménez Reinoso. Aunque los problemas venían porque en la visita del Inquisidor Pedro Cifontes de ese año 1593, algunos oficiales del concejo y personas honradas habían metido sus sillas, aparentemente cuando el Inquisidor asistía a los oficios y no a la visita oficial, de anatema y edicto, momento en el que únicamente había un escaño en el centro de la iglesia y estaba prohibido que los vecinos metieran silla alguna en la iglesia. Las palabras exculpatorias de los familiares no parecieron convencer, a pesar, o quizás por ello, de citar la visitas a San Clemente y Castillo de Garcimuñoz, villas con bastante fama de judaizantes.

No es que se prodigaran los Inquisidores para San Clemente, afortunadamente, pues al edicto de fe y carta de anatema que leían iba seguido de un periodo de gracia para que los pecadores se autoinculparan o lo que era más frecuente fueran denunciados por sus vecinos. Se recordaba la visita del Inquisidor licenciado Diego del Camino hacía 25 años, la citada Fernando Cortés hacia 1581 o 1582 y esta que tratamos de Cifontes Loarte. Los Inquisidores visitaban los pueblos cuando podían, así el doctor Jiménez Reinoso visitó Castillo de Garcimuñoz en 1586 y Villanueva de la Jara e Iniesta en 1589. Sabemos que el inquisidor Camino visitó San Clemente, Castillo de Garcimuñoz y Belmonte en 1561.

Aunque el que más sabía del asunto era el doctor Tébar, cura propietario de la parroquia y descendiente directo de judíos, que habiendo preguntado cuál era la costumbre a los familiares del Santo Oficio le señalaron el uso. Mandó el doctor Tébar al sacristán Juan Agudo que pusiera silla al Inquisidor Cifontes y se puso una silla de terciopelo carmesí y una almohada, que no debió ser del gusto del Inquisidor, pues hubo de cambiarse la silla por una de cuero negro. Si ya la cosa principió con roces, estos fueron a más, cuando a instancia del cura Tébar, el alcalde mayor, los alcaldes ordinarios y los regidores, llevaron hasta la iglesia sus asientos del ayuntamiento para ocupar en la iglesia una posición principal. Si la justicia y regidores ocuparon el lugar central de la Iglesia, debió molestar más al inquisidor Cifontes que el doctor Tébar colocará su silla en el centro del altar mayor y junto a él la del alcalde mayor. Par más inri parece que el doctor Tébar, que demostrando quien mandaba procuró rodearse en el altar mayor de todos sus clérigos, colocó una silla más, pues mientras el Inquisidor pronunciaba sus edictos, el cura quería hablar de unos negocios particulares con el alcalde mayor,el licenciado Juan de la Fuente Hurtado, y tener una buena posición ante el predicador de la homilía, que resultó ser el cura de Villarrobledo.

Si el encontronazo del día de los edictos no sentó muy bien al Inquisidor, peor sentó que el día de la virgen de Marzo, fiesta popular en el pueblo, autoridades y pueblo de San Clemente acudieran cada uno con su silla al oficio divino, mientras que el Inquisidor era reducido a simple banco común

El doctor Tebár no debía estar muy contento con el Santo Oficio, pues seis años antes la Suprema había ordenado poner la palabra judaizante en el sambenito de su tío abuelo Luis Sánchez de Origüela, que colgaba con otra docena a la entrada de la Iglesia. 

Gonzalo Ángel, familiar del Santo Oficio de San Clemente, 50 años

Juan de Montoya, familiar del Santo Oficio de San Clemente, 56 años

Cristóbal Simón Ángel, secretario del Santo Oficio de Cuenca, 46 años

Cristóbal de Tébar y Valenzuela, 42 años (su declaración es de 3 de junio de 1593)

Juan del Campo, clérigo, 45 años

Francisco Martínez, clérigo, 50 años

Juan Agudo, sacristán de la Iglesia, 40 años

Licenciado Diego de Montoya, abogado, 51 años

Bachiller Alonso Ruiz de Villamediana, abogado, 62 años

Francisco Ángel, 36 años, labrador

Antonio García de Villamediana, familiar del Santo Oficio, 60 años

Pedro de Garnica Zapata, regidor, 34 años

Martín Ochoa, nuncio del Santo Oficio de Cuenca, 55 años


Archivo Histórico Nacional, INQUISICIÓN,1924,Exp.25

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