El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

sábado, 2 de abril de 2022

BARCHÍN DEL HOYO, SU PÓSITO Y SUS MONTES

 Cabrios y rollizos eran maderas necesarias para la construcción de las casas. Maderas escasas en el territorio de la Mancha conquense, pero existentes en los montes del pequeño municipio de Barchín. En la dehesa Vieja de Navodres los barchineros se arriesgaban a talar los árboles y sufrir fuertes multas, cargando sus carretas con los troncos que luego vendían en las poblaciones del sur.

El año 1625 los que se internaron en Navodres con ese fin fueron los labradores Miguel Gascón y Pedro Lucas. Podríamos pensar que se trataba de dos hombres llevados por la necesidad, pero ser sorprendido con una carreta de setenta troncos era relevancia delatora. Miguel Gascón trató de defenderse alegando que los troncos procedían de la vecina Almodóvar, aportando sin saberlo nuevos agravantes, pues todo el mundo sabía que los carreteros de Almodóvar no eran ajenos a este trasiego de tráfico de madera.

Barchín había tratado de defender la madera de sus montes con unas ordenanzas aprobadas por su ayuntamiento el 26 de abril de 1562, que fueron pregonadas en la plaza del pueblo ante la presencia de todos los vecinos presentes. La nueva ordenanza se hacía eco de una real provisión anterior, pero recogía en su lenguaje rimbombante la importancia que para la villa tenían sus montes

Para rremediar las cosas tocantes al seruicio de Dios nuestro señor y al uien de la rrepública, especialmente para poner horden y rremedio en la conservación de los montes por la mucha deshorden que ay en el cortar los montes y pinares de las dehesas y vedados desta villa

El concejo de Barchín del Hoyo tenía varias dehesas propias: la Quemada, Navodres y Alcohol; dispuesto a preservar su riqueza maderera, impuso fuertes penas de 2400 maravedíes por cada pie de pino doncel, rodenos y carrascas cortados. Las cuantías iban descendiendo si lo que se cortaba eran gajos de madera, tomando como medida el viejo marco de hierro, una medida de la pierna de un hombre, que marcaba el tamaño de lo que se podía cortar y no. Esta vieja medida conservada en el ayuntamiento de la villa, tenía su réplica en el ayuntamiento de Alarcón; la medida se había interpretado hacía medio siglo torticeramente para cortar los pinos nuevos y árboles jóvenes, creándose nuevos corredores para los ganados, que no eran sino excusas para abrir claros en el monte y prepararlo para la roturación de tierras por labradores.

El ayuntamiento de 1562 estaba formado por las viejas familias barchineras: como alcaldes, Miguel de Piqueras y Juan de la Orden, como regidores, Pedro de Villalba y Pedro de la Osa, que se repartían el poder con los oficios salientes del año anterior, representados en el concejo como diputados (Pedro Gascón, Francisco Redondo, Alonso Gascón y Pedro Gascón el mozo). Un concejo formado de hombres analfabetos, donde solo sabían escribir Juan de la Orden y Pedro Villalba, Pero la sensibilidad de los regidores había cambiado desde inicios de siglo, comprendiendo que la heterogénea economía barchinera y una población en expansión debía buscar un equilibrio entre las aventuras agrarias, las viejas tradiciones pastoriles y la complementariedad de recursos facilitados por el monte. Esa es la razón que les llevó a extender la jurisdicción del concejo en materia de montes sobre esos otros, en principio de realengo, con multas máximas de mil doscientos maravedíes. La preocupación de la Corona por la conservación de los montes se había manifestado en el final del reinado de Carlos V, su hijo Felipe II había promulgado una real provisión en 1557 para la conservación y replantación de montes, recordando como la Corona y la reina Juana ya habían manifestado sus inquietudes en 1518. Zarco Cuevas nos recogió esas inquietudes, sin llegar a entender que el proceso de destrucción de los montes anterior a esa fecha de 1518 fue quizás tan salvaje como el posterior a ese año.


Miguel Gascón era un viejo conocido de la justicia y un ejemplo de cómo las élites locales hacían y deshacían en los asuntos de su pueblo, en este caso, Barchín del Hoyo. A las talas indiscriminadas de árboles en 1625 siguieron otras en 1628. Miguel Gascón, además, había aprovechado su cargo como mayordomo del pósito de San Juan de 1626 a San Juan de 1627 para malversar caudales y quedarse con parte del trigo. Sus prácticas poco honestas no eran novedad, pero sí lo eran las nuevas competencias que los corregidores del partido de San Clemente intentaban arrogarse sobre montes y plantíos y sobre los pósitos y cuentas de propios de las villas a su cargo. En este contexto, Barchín del Hoyo, es decir, sus familias principales comienzan a denunciar la intromisión de la justicia del corregimiento en su primera instancia y la defensa de los privilegios de sus alcaldes, procedentes del final de la guerra del Marquesado, como poseedores de la plena jurisdicción civil y criminal, mero y mixto imperio. Es ahora, cuando Barchín y otras villas consiguen de la Corona confirmaciones de sus privilegios de primera instancia. Para entender la situación, hemos de pensar que Miguel Gascón sería uno de tantos principales de los pueblos que fueron detenidos y dieron con sus huesos en la cárcel de San Clemente. El problema era de confrontación de poder entre las oligarquías locales y una Corona, que trataba de mutar la justicia comisarial, con plazos limitados, de sus jueces en derechos perennes de sus funcionarios intermedios, en este caso los corregidores, pero andado el tiempo con el nacimiento de una nueva figura de los superintendentes. Las oligarquías locales no lo aceptaron, denunciaron la intromisión del Consejo de Castilla y los corregidores en la primera instancia de su jurisdicción y acudieron a defender sus privilegios a la Chancillería de Granada, en largos pleitos, que acabaron por arruinar las haciendas municipales. La derrota de la jurisdicción de las villas solo vendría en un contexto de guerra y depauperación económica; entonces la Corona mandó superintendentes con plenos poderes para el reclutamiento militar, que darían paso a partir de 1645 a superintendentes de rentas para una brutal exacción de rentas que fueran sustento del esfuerzo militar. Los pueblos quedaron arruinados; Barchín perdió más de la mitad de su población: sus jóvenes muertos en el frente catalán y sus familias huyendo al Reino de Valencia. Un precio demasiado alto, pero en cuyo contexto nació una nueva administración regional, que se quiere ver importada con la Nueva Planta borbónica, pero tuvo sus raíces en tierras hispanas, si bien sus orígenes remotos se hallan en Flandes en la década de 1580 y la ocupación militar española... pero ese es ya otro tema.

Pasado el verano de 1626, Barchín del Hoyo había acudido hasta Villarrobledo para comprar doscientas fanegas de trigo para los almacenes de su pósito. Juan de Piqueras, que había ido hasta Villarrobledo, reconocía los fraudes. El trigo llegaba a Barchín de noche, pero no era depositado en su totalidad en las cámaras del pósito, sino en casas de Juan de Piqueras, desde donde era vendido en operaciones especulativas, sin ser entregado directamente a los panaderos para abasto de la villa. Además, en las libranzas expedidas a panaderos y vecinos por la entrega de trigo se falseaban las cantidades, Hasta once libranzas se reconocían enmendadas. Las acusaciones iban asimismo contra aquellos que habían tomado las cuentas a Miguel Gascón, sus convecinos García de Peralta, Garci Martínez, Andrés García, muerto por esas fechas, Pedro de la Orden y el escribano Mateo Gabaldón. Curiosamente, Pedro de la Orden no sabía leer y mal que escribía su apellido. Para el mes de setiembre de 1629, el alcalde mayor de San Clemente, Pedro Baez de Fonseca, ordenaba el ingreso de todos ellos en la prisión de San Clemente, cabeza del corregimiento. Orden que se haría efectiva contra Pedro de la Orden y Mateo Gabaldón, mientras el resto quedaban retenidos en sus casas como prisión, incluido Garci Martínez al que le valió poco su alegación de padecer gota. Miguel Gascón sería condenado a privación perpetua del oficio de mayordomo del pósito, a cuatro años de destierro y 10000 maravedíes de multa.

Miguel Gascón se desterró en Buenache de Alarcón; desde allí pleiteó junto a  Garci Martínez. Ambos se presentaban como pobres. En 1631, Garcí Martínez era un hombre enfermo desde hacía tres años y Miguel Gascón, con los pleitos, había caído en la pobreza. De aquel labrador rico quedaba poco, apenas podía mantener a sus hijos menores; había perdido sus mulas y un pollino y no podía labrar sus tierras

 


*Las ordenanzas no eran tales, sino simple decisión de penas decididas por el concejo, amparándose en una provisión real anterior:

que en las dehesas voalaxes desta villa que son la dehesa de la Quemada, y la dehesa de Nauodres y la dehesa de Alcool tengan de pena los pinos donceles, rrodenos y carrascas de cada pie dos mill y quatrocientos mrs. y si fuere de pino o carrasca de dos gaxos que se pague la mitad que son mill y docientos y de cada gaxo de marco seiscientos marauedíes y de cada gaxo de los pinos diez marauedíes y derrama de carrasca que sea de rrayo abaxo veinte mrs., de cada pino doncel fuera de las dehesas en todo el término mil y docientos mrs. y si tuuiere dos gaxos y cortan el uno seiscientos mrs. y de una rrama de marco quinientos mrs. de cada pino rrodeno en lo uedado de la dehesa nueua, cien mrs. y de un gaxo cient mrs.  y que tengan pesquisa las dehesas de año y día como en las ordenanzas antes echas y los pinos del oyo tengan tres mill mrs. y los de san seuastián tengan seis mill mrs. con la pesquisa de año y día en todo lo doncel y dehesas y esto ordenaron y mandaron por virtud de la provisión rreal


Ayuntamiento de Barchín del Hoyo de 4 de junio de 1626

En la villa de Barchín en veintiquatro días del mes de junio de mil y seiscientos y veintiseis años se xuntaron en lo alto de la sala del ayuntamiento como lo an de uso y costunbre de se xuntar a canpana repicada a tratar y conferir las cosas tocantes a el servicio de Dios nuestro señor y bien y procomún desta villa especial y señaladamente Alonso de Piqueras alcalde hordinario de esta villa Andrés García Romero y Pedro de la Orden rexidores y Pedro Ximénez alguacil mayor oficiales de este dicho concejo y así juntos trataron y confirmaron las cosas siguientes

Otrosi Alonso de Piqueras alcalde dixo que atento que esta villa tiene uso y costunbre de en este día del señor San Juan en cada un año de nonbrar depositario y atento que Juan López  Cabronero que lo a siso este año pasado lo a sido este año y para cunplir con la dicha costunbre y que se le tomen quentas al dicho Juan López mandóse nonbre nuevo de depositario del dicho pósito dando cada uno su voto para que el que más tenga tuviere conforme a la costunbre quede por eleto y dando el su voto y parecer ser mayordomo del pósito desta villa para el año que viene que se començó desde hoy día hasta el dicho día de ventisiete a Miguel Gascón

Bienes embargados a Miguel Gascón

Un carro herrado

Un destral grande

Unos manteles de cáñamo

Tres tinajas vacías de 20 arrobas

Un almirez

Una sartén mediana 

Una mesa de cuatro pies

Una tinaja de ocho arrobas

Dos arcas de pino sin cerradura

Una cama de tablas

Un lenzuelo blanco

Pedro de la Orden, labrador, alcalde con 33 años en 1626 y regidor con 36 en 1629

Cien ovejas

Dos borricas, pelopardas

Una cama de madera de pino con un colchón y dos sábanas y un cobertor

Dos arcas de pino vacía

Un bufete de pino

Cuatro sillas de costillas

Bienes embargados a Garci Martínez

Una cama de pino con un colchón, dos sábanas y un paño azul

Cuatro sillas de cadera viejas

Tres arcas de pino con sus cerraduras

Dos mantas blancas medio raídas

Una mesa de pino de gonces

Dos carpetas

Una tinaja de cocer vino vacía

Embargo de bienes de Mateo Gabaldón

Una cama dorada con un colchón, dos sábanas, un cobertor y una colcha blanca

Seis sillas de respaldo de nogal viejas

Un bufete de nogal

Seis cuadros de pintura

4 sábanas, dos de lino y dos de cáñamo

Dos arcas de pino con sus cerraduras

Media docena de cojines de badana


ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA, PLEITOS, 653-8

viernes, 18 de marzo de 2022

Pedro de Villanueva, vecino de Motilla


El abuelo era Pedro de Villanueva, de Vara de Rey, casado con Leonor Peralta; el padre, Antonio de Villanueva, del lugar de Tébar, donde casó.

El abuelo era deudo de Pedro, Diego y Hernando de Montoya (primo hermano) y de Sepúlveda el viejo, hidalgos, Tuvo varios hijos: Antonio de Villanueva, Hernando de Palomares, Luis de Villanueva, Pedro de Villanueva, Andrés de Villanueva, Alonso de Peralta, Leonor de Peralta, Catalina de Hervías, Inés Álvarez.

Antonio Villanueva había casado con María García Alférez. Había que tenido que compartir la herencia paterna con sus hermanos, a los que había compensado con dineros y trigo, Antonio tiene dos hijos: Pedro de Villanueva y Juan de Villanueva,

la familia tenía una heredad en el lugar de Tébar, que labraba con tres pares de mulas, que heredó Antonio. Se conocían bienes a la familia en Vara de Rey y también hacienda y rentas en Tarancón.


Juan de Tébar, labrador pechero de Alarcón y Motilla 

Diego de Angulo, labrador e hijodalgo de Vara de Rey, 

Alonso de Monreal, labrador y sastre de Vara de Rey

Hernando de Yuso, pechero de Vara de Rey

Gabriel de Gabaldón el viejo, vecino de Vara de Rey, hijo de Hernando de Gabaldón.

Rodrigo de Angulo, vecino de Vara de Rey, hijo de Rodrigo de Angulo el viejo

Ejecutoria de 14 de junio de1581

ACHGR. HIDALGUÍAS, 301/67/14

lunes, 14 de marzo de 2022

Los Jara de Iniesta

 Este es un estudio de la familia Jara de Iniesta; el expediente ya fue estudiado por Julia Toledo y Sebastián Hernández. Ahora retomamos su estudio para comprender un poco más la importancia de esta familia en la política de Iniesta y revisamos sus conclusiones.

La familia Jara tenían sus antecedentes nobiliarios; el padre abuelo Pedro Fernández de la Jara había acudido a la guerra de Granada en 1482, siendo armado caballero de gineta por el marqués de Villena en la torre de Luchán, ante la presencia del rey Católico y Gonzalo Fernández de Córdoba, ese año el 26 de agosto (con carta de privilegio de diez de septiembre, en la que se reconocía sus servicios en Alhama y Loja). Un hijo de Pedro Fernández de la Jara, llamado Juan Fernández de la Jara, había sido armado caballero también en la conquista de Granada, pero había muerto al poco de volver a Iniesta.  Otro hijo de Pedro, Ginés de la Jara el viejo, había hecho valer su condición de hidalgo, y la de sus hijos, al llamamiento del gobernador del marquesado de Villena, Francisco Zapara Osorio, en la guerra contra los moriscos de 1570. Ya en 1540 o 1544, según los testigos, pensamos que es en realidad con motivo del llamamiento de las gentes del marquesado para la guerra de Perpignan por el marqués de los Vélez, Ginés de la Jara había sido nombrado alférez de la compañía de la villa de Iniesta. Ese año la familia había comprado una regiduría perpetua en nombre de Ginés que pasaría al bachiller Pedro Fernández de la Jara, su hijo, el cual vendería a Martín Mateo, un deudo suyo. El bachiller Pedro Fernández de la Jara sería teniente de corregidor de Utiel y Requena, alcalde mayor del marquesado de Villena y comisionado por el consejo de Guerra. Dos hijos de Ginés de la Jara, Alonso y Francisco Fernández de la Jara habían muerto en San Quintín en 1557. El nieto doctor Jara fue alcalde mayor en Gibraltar y auditor de las galeras de España.

Pedro Fernández de la Jara casó con la Carretera de Madrigueras y tuvo cuatro hijos: Ginés, Juan, Francisco y Alonso. Los tres últimos mueren en 1508, cuando la peste alcanza Iniesta.

Ginés Fernández de la Jara casa con Juana Díaz y tienen por hijos Alonso y Francisco (muertos en San Quintín, 1557), doctor Jara, Ginés de la Jara y Benito, que litiga por la hidalguía en 1586.

Sobre Pedro Fernández de la Jara: estuvo por escudero del marqués de Villena e por su capitán de la gente de ynfantería de que hera general el dicho marqués de Villena

Concejo de Iniesta de 20 de marzo de 1586

Antón Palmero, alcalde ordinario

Regidores: Gregorio de Espinosa, el bachiller Jorge Lorca, Gonzalo de Segovia, Antón Granero, Gregorio de Valdolivas, Gil Fernández, Alonso de Cubas,

Procurador General Síndico: Martín de Cubas

Concejo de Iniesta de 23 de octubre de 1586

Francisco García  alcalde ordinario

Regidores y oficiales: doctor Zapata, Pedro Clemente, Gregorio de Espinosa, Francisco de Espinosa, bachiller Jorge Lorca, Diego de Torralba y Benito Pajarón

Concejo de Iniesta de 28 de abril de 1570, con presencia del gobernador Fco Zapata Osorio

Alcaldes ordinarios: Agustín de Valera y Miguel Rubio

Regidores: bachiller Agustín Montes, García Zapata, Francisco de las Casas, Gerónimo de Espinosa, Antón Granero, Gil Ruiz de la Coba

Martín de Cubas, síndico


Probanza de 1576

Pedro del Villar el viejo, vecino de Iniesta, 80 años

Lucas Rubio, el viejo, vecino de Iniesta, 73 años

Martín del Campo el viejo, vecino de Iniesta, 75 años

Juan de la Plaza, el viejo, vecino de Iniesta, 70 años de arriba

Pedro de Córdoba, vecino de Iniesta, 73 años

Onofre Núñez el viejo, vecino de Iniesta, 74 años

Diego de Mondéjar, el viejo, vecino de Iniesta, 80 años

Antonio Pardo Campomanes, vecino de Iniesta


Probanza de 1586

Gonzalo Martínez Sebastián, vecino de Iniesta, 76 años. Su padre Hernando Sebastián participa en la guerra de Granada en 1482

Benito Bravo, morador en Ledaña, 72 años

Francisco el Pozo de Moya, juez de su majestad contra todos los soldados de galeras sin sueldo, natural de la villa de Moya, 24 años

Juan Bustamante, clérigo, 76 años. ha estudiado en Salamanca

Pedro de las Casas. 75 años

Miguel Martínez el viejo, 80 años

Alonso López de Utiel, 80 años

María González, viuda de Alonso López de Utiel, 100 años

Blas García el viejo, 76 años

Martín de la Torre, clérigo, 76 años

María Granera, mujer de Miguel Martínez, 73 años, nieta de Alonso Herrero

Inés Parra, viuda de Juan de la Jara, vecina de Iniesta, 83 años, hija de Pedro Parra y sobrina de Alonso Parra

Jerónimo de Escalante, morador en Ledaña, atestiguaba el valor de Pedro Fdez de la Jara en la guerra de Granada

Juan de Gamboa, vizcaíno

Cristóbal Ochando, morador en Alcadozo, hijo de Martín de Ochando y nieto de Alonso de Urrea



ACHGR, HIDALGUÍAS, 303-356-2

Pedro Fernández de la Xara, caballero en la vega de Granada. Los Xara de Iniesta (alariberadelvaldemembra.blogspot.com)

domingo, 13 de marzo de 2022

Chumillas y Barchín del Hoyo por términos, 1558

 Era 1558 y Barchín del Hoyo y Chumillas andaba en una de esas interminables disputas por los mojones entre los dos pueblos. Esta vez en torno al mojón de Peña Gollizno, que los barchineros no reconocían e interesadamente querían llevar a un enebro de antaño, que el tiempo había hecho desaparecer. Una ocupación de términos de los de Barchín en una aldea de la ciudad de Cuenca, la de Chumillas, en la que le tocó entender al licenciado Juan González Cisneros, que acabó pronunciando sentencia contra los de Barchín. 

Hacía unos veinte años que los vecinos de Barchín habían mudado, en lo que era práctica habitual, los mojones de piedra apiladas unos pocos metros más allá de su término, apropiándose de las tierras ajenas pertenecientes a sus vecinos. Barchín era un pueblo encajonado entre sus montes, con escasos términos para los 216 vecinos que se le conocen para 1552, unos ochocientos habitantes. Pero era un pueblo en expansión: de los 177 vecinos conocidos en el censo de pecheros de 1528 pasará a finales de siglo a 305 vecinos. El pueblo será atracción de familias nobiliarias en la segunda mitad del siglo XVI, tales los Perea o los Buedo, que monopolizarán su gobierno, aunque a mediados de siglo su ayuntamiento todavía luce cierta "participación democrática" con alcaldes y regidores elegidos y presencia de unos diputados que es de presuponer son los oficios salientes del concejo del año anterior. La presencia de viejas familias como los de la Orden o los de la Osa, contrasta con apellidos de otras advenedizas, procedentes de tierras de Uclés como los Porres o hidalgos advenedizos que nos son conocidos en Vara de Rey, tal los López de Huete... y un apellido que dará bastante que hablar en la zona: el escribano del concejo es Cosme de Ojeda. 

Barchín ha olvidado en estas fechas su pertenencia a la tierra de Alarcón, quizás porque ha llegado a una entente con esta villa por el aprovechamiento de la dehesa de Valverdejo, o al menos prefiere su integración política en la gobernación del marquesado de Villena como única forma de enfrentarse al costoso pleito que ahora le enfrenta con el pequeño lugar de Chumillas, de cuya defensa participa, como parte integrante que es, la ciudad de Cuenca.

El pleito se desarrolló durante el año 1557. En la nochebuena de ese año, el juez receptor enviado para recoger probanzas, conminó al representante de Barchín, el regidor Alonso López de Orozco, a que presentara testigos. Las probanzas se harían en la aldea barchinera de Alcohol, se pidió al alcalde de Barchín de ese año, Hernando de la Orden, que entre los testigos a presentar hubiera vecinos de Motilla del Palancar y Almodóvar del Pinar, entonces propiedad de ... Alarcón, además de los presentados de otros pueblo como Solera, propiedad de García Osorio. Entre los testigos presentados, pastores de estos pueblos, que andaban con sus ganados por Solera, Chumillas o Barchín, ajenos a los mojones de separación, por lo demás, pueblos apenas distantes una o dos leguas.

La zona ocupada por Barchín era la lindante entre la aldea de Alcohol y el término de Chumillas, ocupando los barchineros varios cientos de metros, un tiro de ballesta se nos dirá, para la labranza de tierras de pan. La ocupación de tierras ocurrió mediada la década de 1530. Los barchineros seguían en proceso de roturación de tierras, talando pinos, enebros y carrascas. A pesar de ello, los de Chumillas consiguieron sentencia favorable del juez González Cisneros que obligó a devolverles los términos ocupados por sentencia de cinco de febrero de 1558.


Concejo de Barchín en 1558

Alcalde ordinario: Rodrigo de Porres Mazarrón

Regidores: Juan López

Diputados: Bernal de Villalba, Juan de la Orden el viejo, Pedro de la Osa el viejo, Pedro López de Huete, Bernal de Paniagua

Alguacil: Pedro López

Escribano: Cosme de Ojeda


PLEITO ENTRE EL CONCEJO DE BARCHIN CON EL CONCEJO DE CUENCA, SOBRE TERMINOS ACHGR, PLEITOS, 1447 -003

domingo, 6 de marzo de 2022

El comercio en San Clemente, mediado el siglo XVI

 El gran momento de la villa de San Clemente era el mercado de los jueves. Desde el año 1476 y una posterior ratificación de 1483 se había concedido un mercado franco los jueves de cada semana. Tal franqueza significaba que los mercaderes que acudían a la villas podían vender sus productos sin pagar el llamado impuesto de la alcabala, un gravamen del diez por ciento ad valorem de cada mercancía vendida, aunque los mercaderes se solían igualar con los arrendadores de alcabalas para pagar por debajo de cincuenta maravadíes el millar. La exención del pago se extendía durante las veinticuatro días del jueves, pero se permitía a los comerciantes introducir sus mercancías desde un día antes, el miércoles. Se trataba de preparar unos puesto ambulantes que ocupaban las llamadas calles de las Almenas y de la Feria, confluyendo en este cruce de calles los vendedores que llegaban desde el sur por el puente del Remedio y del este por el camino de Alarcón. Los jueves la villa de San Clemente era un hervidero de gentes: forasteros de los lugares comarcanos, comerciantes que andaban de pueblo en pueblo y los propios vecinos del lugar, que aprovechaban para sus transacciones.

La exención impositiva no iba acompañada por una libertad de precios, que debían ser fijados, tasados, por la justicia sanclementina y sus regidores. Esta intervención de precios solía acompañarse por la correspondencia de los diversos productos a los capítulos de unas estrictas ordenanzas, que fijaban su fabricación y la composición de los materiales o su peso. Obviamente, las reglamentaciones eran incumplidas, si bien es verdad que las infracciones eran castigadas con multas de seiscientos maravedíes que iban a sufragar las obras públicas de la villa.

Junto a un comercio de productos elaborados, el abasto de los productos básicos para la villa era una prioridad: garantizar el abasto de pan era una obligación del concejo, si bien existía un alhorí desde el inicio del siglo XVI para evitar las bruscas fluctuaciones de precios y el almacén de grano necesario, esta política de munificencia social no se consolidaría hasta la creación del pósito de don Alonso de Quiñones en 1572. En épocas de necesidad, los regidores solían encargar a uno de ellos la tarea de buscar trigo en otros lugares aunque no existía el control de la red de distribución o rederos y hornos de pan cocer. El pan y el trigo estaba exento del pago de alcabalas; únicamente se exigía a los forasteros que presentara el trigo que iban a vender en la villa en la plaza y siendo la venta pública se pudiera vender en el resto de las calles en transacciones privadas. Testimonio nos ha quedado del año 1571(1), cuando unos panaderos de Manzanares vendieron su pan en la plaza mayor de la población, tras las gestiones realizadas por el regidor Diego de Alfaro en esa localidad manchega para la compra de trigo ante una villa necesitada después de la guerra de Granada (2). Otro regidor había hecho lo propio un año antes en Sigüenza (3). Este libre comercio de granos, si bien limitado en épocas de carestía, contrastaba con las prácticas restrictivas de otras villas y tiene su razón de ser en los problemas de abasto de pan de una villa con una producción cerealista limitada. Al igual que el trigo, la leña también se vendía libre de todo impuesto, con condición de presentar las ventas en la plaza publica. Estas buenas prácticas contrastaban con los movimientos especulativos de personajes ya conocidos, tales el licenciado Melgarejo o Hernando del Castillo e Inestrosa. 

Mediado el siglo XVI, pescado y aceite eran si no elementos comunes de la dieta, si deseados. Desde el concejo se daba todo tipo de facilidades para la introducción de estos productos en la villa. Eran los propios sanclementinos los que iban en busca de estos productos y rebajaban las exigencias fiscales para su introducción en la villa. La generalización del aceite en lugar de la manteca se intentó conseguir con la plantación de un olivo por cada cuatro viñas, pero el intento se saldó en fracaso y el abasto de aceite fue siempre un problema. Mercaderes forasteros, cuando no eran los sanclementinos, introducían el pescado en la villa, procedente del Mediterráneo y que tenían como punto intermedio de distribución la villa de Hellín.

Los naturales de la villa estaban en principio excluidos del comercio de la lencería. Se trataba de evitar una competencia desleal a los tejedores locales, por la introducción de lienzos extranjeros y las consiguientes reventas, duramente castigadas. El mercadeo de tejidos estaba sometido al alcabala del viento, aunque también gozaba de la franquicia de los jueves.

Aunque se considera que fue Felipe V quien concedió el privilegio de una feria de seis días en el mes de septiembre, la realidad es que la celebración de esa feria, coincidiendo con la festividad de la Vera Cruz, era una tradición desde el siglo XVI. Esta feria duraba seis días; los impuestos de alcabala, junto a otros gravámenes locales como la correduría y el portazgo, recaudados esos días iban íntegramente al concejo sanclementino


Sancho López de los Herreros y Martín de Oma, alcaldes ordinarios

Regidores de 1561: Alonso Pacheco, Francisco García, Antonio de Alarcón, Antón de Ávalos, Francisco de Albelda, Julián de Sedeño 

Diego de Caballón, alguacil mayor

(1) AMSC. AYUNTAMIENTO, Leg. 73/18

(2) AMSC, AYUNTAMIENTO, Leg. 92/57

(3) AMSC. AYUNTAMIENTO, Leg. 92/56

AMSC, AYUNTAMIENTO. Leg. 102/36. Cuaderno de condiciones para el arrendamiento del alcabala. Año 1561

domingo, 27 de febrero de 2022

Minaya vs. San Clemente (1533)

 El señorío de la emperatriz Isabel de Portugal, mujer de Carlos V, sobre San Clemente se quiere ver como la época de esplendor de la villa. Pero el pueblo tuvo que hacer frente a un intento de expolio de sus términos por los poderes señoriales de la zona. Bien es verdad, que la década de 1530 es un periodo en que los pueblos cierran sus términos, pero al sur de San Clemente, en sus fronteras con Minaya, el señor de esta villa, Francisco de Pacheco, intentaba usurpar los términos sanclementinos.

Por ese tiempo, los que luego serán aldeas de San Clemente, con las diferentes denominaciones de Casas, no existían. Tierra inhóspita, era lugar para pastos de ganado y para la caza. Los ganados sanclementinos seguían con sus prácticas tradicionales de desplazamientos hacia Minaya, donde existía un pozo junto al pueblo, lugar descanso y abrevadero para las reses. Ahora, en 1533, Francisco Pacheco "el cojo", señor de Minaya, hacía valer su jurisdicción sobre el lugar de Minaya, para prohibir abrevar a las reses de los ganaderos sanclementinos. Las ambiciones de Francisco Pacheco iban más allá; ambicionaba participar en la vida concejil sanclementina como mejor forma de defender sus intereses, fijados en la usurpación en beneficio propio de las tierras fronterizas con San Clemente, en los parajes del Marañal y la Guindalera.

Para entender en estas usurpaciones fue enviado como juez de comisión, con término de setenta días, para dictar sentencia el licenciado Loaysa, que, en ese momento, andaba entendiendo en el pleito que los vecinos de las Pedroñeras mantenían con Bernardino del Castillo Portocarrero por el cerramiento de términos en Santiago de la Torre. Se trataba de hacer valer la ley de Toledo, es decir, hacer respetar los capítulos y amojonamientos dados en 1480 tras la derrota del marqués de Villena en la guerra de Sucesión castellana. Andando el tiempo, los Pachecos de Minaya legalizarían estas usurpaciones, desde las regidurías perpetuas compradas en el concejo de San Clemente y el apoyo de una de las familias sanclementinas: los Ortega, que tenían sus pretensiones señoriales en Villar de Cantos. La comunión de intereses de las dos familias llegarán a tal extremos, que ambas participarán de una genealogía familiar inventada que les hacía proceder de los Avilés de Asturias en los primeros tiempos de la Reconquista... pero es que hasta los Origüela sanclementinos adoptaron el apellido Avilés, visto por el común del pueblo, sin embargo, como gente rahez y de baja condición y, caso de Castillo de Garcimuñoz, donde quedaba alguno, como apellido de conversos.

AMSC. AYUNTAMIENTO, LEG. 3/7. Comisión a juez para el pleito de términos entre San Clemente y Minaya. 1533

El fin de una economía fundada en el bien común (1547)

La crisis económica de la década de 1540 acabó siendo un factor disgregador de las sociedades tradicionales. La venta de las regidurías perpetuas en 1543 fue acompañada de la desaparición de otros oficios que velaban por el bien común. Rodrigo de Ocaña denunciará ante el Consejo Real en 1547 el control del gobierno municipal por los ocho regidores perpetuos que compran sus oficios cinco años antes. Nos pueden parecer prácticas insignificantes, pero los vecinos pobres de San Clemente elegían dos personas encargadas de otorgar albalaes para cortar leña en los montes, garantizando el acceso a un bien tan necesario en aquellos tiempos. Aunque, con cierto visión idílica de la realidad, Rodrigo de Ocaña, en nombre de los vecinos de San Clemente, recordaba que los oficios de procurador de la república (síndico personero en otras villas), mayordomos de propios u del alhorí y el mismo nombramiento de escribanos estaba en manos del pueblo y la justicia. En realidad, el nombramiento de tales cargos correspondía a los oficiales del concejo, monopolizados desde comienzos de siglo por unas sesenta familias posteras, es decir, con un determinado nivel de renta, medida por las centenas de maravedíes que pagaban en los repartimientos hechos entre los vecinos. Ahora, el nombramiento de tales oficios garantizadores del bien común estaban quedando en manos de los ocho regidores perpetuos, que ponían las rentas y propios del concejo al servicio de sus intereses particulares. Es más, los regidores perpetuos o algunos de ellos, pues las diferencias entre los Tébar o Pacheco y otros como los Herreros era conocida, habían hecho una tienda para monopolizar la venta de los bienes básicos para el abastecimiento de las clases populares de la villa, imponiendo precios únicos y elevados para el pan, el vino, el aceite o el pescado.

La población sanclementina padecía los efectos de la crisis económica y de carestía de comienzos de 1540, agravada por los nubarrones de langostas que oscurecieron sus cielos y destrozaron los campos. Fue tal la carestía, que la Corona se vio obligada a condonar los impuestos de esos años, a préstamos especiales de dinero, aprobados en Cortes, para los pueblos. El estado de necesidad de los pueblos fue ruina de una Corona, que vendía los oficios de regidores de los pueblos por precio de cuatrocientos ducados a las oligarquías, instaurando gobiernos concejiles que rompían los frágiles equilibrios y solidaridades de las comunidades. Es en ese contexto, en el que los vecinos de San Clemente elevan una serie de capítulos a la Corona, protestando por el acaparamiento del gobierno municipal en manos de unos pocos y la destrucción de una economía tradicional que garantizaba "los bastimentos" a los más necesitados. Las necesidades de los pobres y sus quejas se perdían en la burocracia de la administración castellana de los austrias, siempre dispuesta a escuchar a todos, pero que, en la ejecución de los remedios se perdía en las buenas intenciones de jueces de comisión, que nunca llegaban a finalizar los cometidos encomendados. El diez de diciembre de 1547 sería enviado a San Clemente uno de esos jueces de comisión, que no era otro sino el gobernador del marquesado de Villena, atrapado en las redes clientelares de los pueblos e incapaz de ejecutar los capítulos pedidos por la villa y recogidos por un fiel escribano real del alto Consejo, llamado Blas de Saavedra.



AMSC. CORREGIMIENTO, LEG. 3/4

miércoles, 23 de febrero de 2022

Los caminos militares en 1580

 



La compañía de San Clemente llega a San Clemente en dos alojamientos y de allí entra en la Roda que es en el camino real y ba por el asta Lorqui y de allí sale a Molina y prosigue su camino asta Cartajena y ansí no se encuentra con la compañía de Murcia

La compañía de Alcaçar y de Carabaca ban guiadas por partes y lugares que no tocan en el camino real y la de Murcia solo toma dél dos alojamientos asta Cartajena


AGS, GYM, 102.265

Villarrobledo, año de 1552, según el Manuscrito del Escorial

 La villa de Villarrobledo tiene 1062 veçinos

Está encabeçada por sus alcavalas y terçias en 543000 mrs


                                   Rentas año de 552

Arrendose el alcavala del viento y pescado y azeite con condiçión que del alcavala del viento se llevase uno del millar y del pescado y azeite nueve del millar a los veçinos y a uno a los forasteros en 75000 mrs.

Arrendose el alcavala de las carniçerías en 106000 mrs.

Arrendose la taverna de vino en 1125 mrs.

Valieron las terçias de vino y menudo y corderos 143715 mrs.

Ovo de pan en las dichas terçias 1260 fanegas de trigo y çevada por mitad de las quales se vendieron 222 fanegas de trigo y 630 fanegas de çevada a diversos preçios montaron... 114912 mrs.

Montaron las dichas rentas 440852


El año de 553 valieron las dichas rentas 460601 mrs y más 312 fanegas de trigo


El año de 554 valieron las dichas rentas 490275 mrs.y más 382 fanegas de trigo y 432 fanegas de çevada


Repartiose por los veçinos el año de 552, 119420 mrs. y el año de 553, 80722 mrs. y el año de 554, 71037



RBME, L-I-19, fol. 446

martes, 22 de febrero de 2022

La Alberca del Záncara, año 1552, según el Manuscrito del Escorial

 La villa del Alverca tiene 243 veçinos

Está encabeçada por sus alcavalas y terçias en 100000 mrs.


                                Rentas año de 552

Arrendose el alcavala de la carniçería en 20499 mrs.

Arrendose el alcavala de la tienda en 2625 mrs.

Arrendose la taverna en 3187 mrs.

Arrendose el alcavala del viento en 15000 mrs.

Valieron las terçias en dinero 11788 mrs. y de trigo 308 almudes y de candeal 172 y de çevada 132 almudes y de çenteno 78 y de avena 34... 11888 mrs.

Montaron las dichas rentas 53199 mrs.


El año de 553 valieron las dichas rentas 57426 y de trigo 411 almudes y de çevada y çenteno 209 almudes, 32 almudes descaña... 57426 mrs.


El año de 554 valieron las dichas rentas 56497 y de trigo 310 almudes y de çevada y çenteno 208 almudes y de avena 28.... 56497 mrs.

No ovo reparto entre veçinos ni se hizieron graçias ni quitas en las rentas


RBME, L-I-19, fol. 346 rº