El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

domingo, 14 de abril de 2024

Perona y las luchas jurisdiccionales

 San Clemente vivió durante trescientos años de los sucesos de 1624. Aquel año se decidió quién mandaba en San Clemente y ese no podía ser otro que Rodrigo de Ortega, dos años después I señor de Villar de Cantos. Don Rodrigo ya había afianzado su posición económica en 1609, lanzándose como carroñero a por los bienes de Martín de Buedo, un vararreyense arruinado en la administración de la Tesorería de rentas reales y la quiebra de las finanzas unos años antes que se llevó por delante a algunos banqueros genoveses. Tierras, casas y esclavos fueron a manos de Rodrigo de Ortega. Pero el poder político en San Clemente lo tenía don Juan Pacheco Guzmán, alférez mayor de la villa, que lo había ejercido con manos férreas durante decenas de años. Ahora era un anciano al que únicamente le quedaban dos años de vida. Su hijo Rodrigo Pacheco andaba más preocupado de su nueva posición por casamiento con una Mendoza de Guadalajara que por sus posesiones en Perona. Era la oportunidad de Rodrigo de Ortega y no la desaprovecharía. Con trúhanes y escopeta en mano iba don Rodrigo imponiendo su voluntad en el pueblo, con amenazas e imposiciones. Ya solo le faltaba usurpar tierras en su solar de Villar de Cantos; apeos y deslindes andaban en el archivo de la villa, pero don Rodrigo no dudaría en asaltar el archivo de la villa una noche sobre la una y robar los papeles que eran los obstáculos legales a sus ambiciones.

Don Juan Pacheco Guzmán se intitulaba señor de Valera, La Losa y los heredamientos de Perona y Sotuélamos. El valor de Perona se estimaba en cien mil ducados en 1624. Perona había sido concedida por don Diego López Pacheco al bisabuelo de Elvira Cimbrón (mujer de Juan Pacheco Guzmán), el alcaide de Alarcón Hernando del Castillo un cuatro de enero de 1475. Por entonces, en un concejo abierto de San Clemente, la villa renunció a la jurisdicción de Perona, daba fe de tal hecho el escribano Juan González de Origüela, próximo a la familia Castillo. La escritura de donación de Perona a Hernando del Castillo se conservaba en el archivo de San Clemente, acompañada de la escritura de consentimiento de la villa en el referido concejo abierto. Esa cédula de donación sería robada por Rodrigo de Ortega el mayor, Fernando de Vera y Miguel Sevillano (y probablemente el regidor Melchor de Tébar), accediendo a horas nocturnas al archivo de la villa y rompiendo a continuación la mencionada cédula de donación. El robo debió acaecer por el año 1611 o 1612, siendo corregidor Alonso de Carbajal. El propio Fernando de Vera sacó varios papeles en las faltriqueras de los calzones. Los dos primeros serían encarcelados en el ayuntamiento y Miguel Sevillano en la cárcel pública. Los apresados, tras enviar procuradores a Madrid, serían soltados por orden del presidente del Consejo de Castilla, tras, al parecer, alegar que lo que estaban buscando era los privilegios de primera instancia de la villa para justificar la permanencia de los oficios de alcaldes ordinarios suprimidos. El corregidor protestaría la soltura de prisión y recurriría de nuevo al Consejo de Castilla, que en decisión salomónica ordenó soltar a los encausados bajo fianza.

Bautista García Monteagudo nos narraba así los hechos: que tratando esta dicha villa de San Clemente de ysimirse de los corregidores y comprar la primera ynstancia privativa para que con alcaldes ordinarios se gobernase y que los dichos corregidores solo conociesen en grado de apelación, se comunicó este caso por persona de esta villa con García Maço de la Vega y Tomás Angulo secretario de Cámara y de la Reina, los quales comunicaron el caso con el señor presidente don Juan de Acuña que entonces era y le dieron orden a don Fernando de Vera para que viniese a esta villa y sacase del archivo della los papeles que obiese necesarios para la esempción de la primera instancia, el qual vino y lo comunicó con sus amigos y los que trataban el caso por ser tan necesario en el secreto por ser en él como era el corregidor ynteresado, que entonces era don Alonso de Carbajal que si lo entendía lo había de perturbar, tomaron acuerdo y las llaves del dicho archivo y luego don Rodrigo de Ortega como regidor y don Fernando de Vera como hombre que trataba del negocio enviado por los dichos secretarios y Miguel Sevillano como escribano del ayuntamiento, y teniendo noticia dello el dicho Alonso de Carbajal corregidor acudió al dicho archivo donde halló a los dichos don Rodrigo don Ortega y don Fernando de Vera y don Miguel Sevillano a los quales les miró muy apretadamente y les tomó las llaves sin haber halladoles otra cosa y los aprisionó rigurosamente dexánolos muy apretados con guardas sin dexarles entrar la comida ni comer con nadie, mirando a los que entraban con ella si entrban algún papel o lo recibían y vista la prisión tan rigurosa como el dicho corregidor se partió a dar quenta aello al consejo este testigo juntamente con el dotor Tébar cura desta villa asimismo fueorn a tratar de la soltura en el dicho consejo y abiendo dando quenta del caso al dicho don Alonso de Carbajal y dando petición pidiendo soltura por parte de los dichos presos, llamaron al dicho don Alonso y le mandaron conociese el caso, remitiéndoselo a la qual remisión este testigo acudió al señor don Juan de Acuña presidente juntamente con el dicho Garci Maço de la Vega quxándose de que el caso se obiese remitido a el enemigo, respondió váyanse con Dios que no se an de desautoriçar los corregidores que ya el consejo le ordenó lo que abía de hacer con los presos y lo mismo respondió el señor don Diego de Ayala y el señor Álvaro de Benavides y en esta conformidad este testigo fue a hablar con el dicho don Alonso para saber quando abía de ser su venida a San Clemente porque tenía muy grandes esperanças de que abía de soltar los dichos presos, el qual le respindió a este testigo que le era forçozo detenerse allí ocho días más y le pidió este testigo le hiciesen de escribir al doctor Vázquez su alcalde mayor aliviase la prisión a los dichos presos, el qual le dio una carta y con ella se vino este testigo a esta villa y en ella la dio al doctor Vázquez y luego vista les quitó las guardas y prisiones a los dichos presos y les abrió la puerta para que les comunicasen, y pasados los ocho días vino el dicho don Alonso Carbajal y sin quitarse las espuelas mando a Cristóbal Aguado escribano del ayuntamiento fuese luego a soltar a los presos y luego in continente fue y los soltó y vinieron a dar las gracias al dicho corregidor.

En el archivo de San Clemente se guardaban otros documentos importantes hoy desaparecidos, entre ellos destaca el poder que dieron los Reyes Católicos a don Jorge Manrique para hacer la guerra al marqués de Villena, nombrándole capitán y fechado el 31 de diciembre de 1478. El documento nos ratifica en lo que ya pensábamos, don Jorge Manrique presentaría en San Clemente la carta real, suscrita por el secretario de los Reyes Católicos, Fernando Álvarez de Toledo, y establecería su residencia en esta villa, alejado del campamento de Santa María del Campo.

Perona, desde 1480 había estado en jurisdicción de San Clemente. Hernando del Castillo que ya había perdido la escribanía de Chinchilla, también perderá la jurisdicción de Perona, pues su cesión había tenido lugar después de la muerte del rey Enrique IV (el 4 de enero de 1475), a pesar de intentar poner nuevamente horca, que sería derribada en represalia por los sanclementinos. Perona quedará bajo la jurisdicción de San Clemente que pondrá en alguna ocasión (no parece que la cosa tuviera continuidad), un alcalde pedáneo y dos regidores. El alcalde pedáneo intervendrá en asuntos de menos de sesenta maravedíes y en aquellos relacionados con las ordenanzas agropecuarias. Por aquella época, San Clemente ya empezaba a ser una pieza importante en el tablero; de hecho con motivo de su reducción a la corona real y capitulación, estuvo presente Pedro Fajardo, adelantado mayor del Reino de Murcia, siendo San Clemente y sus aldeas de las primeras que se redujeron a la corona real.



EL VALOR DEL AGUA EN PERONA


Perona, una pequeña aldea de San Clemente, situada al norte de su término era motivo de disputas entre la propia villa, que la sentía como parte de su término, y los Castillo, que la querían par sí. Sobre el valor de esta aldea hoy desaparecida, presentamos este testimonio:

"San Clemente tiene el lugar de Perona y las tierras de su término y abrevaderos que hay en él para los ganados, que si la dicha villa de San Clemente o concejo de ella diera consentimiento para enajenar el dicho lugar de Perona con la dicha jurisdicción para que fuera del dicho Hernando del Castillo el viejo (alcaide de Alarcón, que poseyó la aldea y la perdió al acabar la guerra en 1480) y sus sucesores la dicha villa quedaba lesa y damnificada en la cantidad de cien mil ducados, porque en la dicha cantidad se puede estimar el dicho lugar de Perona y la dicha jurisdicción y heredamiento, por haber en el dicho término muchas tierras de labor que son de mucho aprovechamiento a los vecinos de la dicha villa para el pasto de su ganado y también por haber en el dicho término muchos abrevaderos y no haber otros y que aunque es verdad que de hacia la villa del Cañavate viene un río pequeño hacia la dicha villa de San Clemente se seca de verano, cuando es menester mucha agua para los ganados y así solo quedan los abrevaderos del término de Perona, que son unos manantiales que llaman "Los ojos de Rus"

¿CÓMO ROMPER DOCUMENTOS DE ARCHIVO COMPROMETIDOS?
Los documentos de los archivos tienen valor legal, amén de otros administrativos e históricos. En el archivo de San Clemente, existía un documento bastante comprometedor para la villa. Era una cédula del ayuntamiento de enero de 1475, signada por el escribano Juan González de Origüela por la que los cerca de doscientos vecinos de San Clemente, reunidos en concejo abierto y a campana repicada, decidieron renunciar a la jurisdicción de Perona y entregarla a Hernando del Castillo, alcaide de Alarcón y nuevo dueño.
Como el documento era bastante comprometedor, tres regidores decidieron asaltar el archivo de noche, hacerse con la cédula y romperla. Eran los regidores Fernando de Vera y Alarcón (tío de Lope, el que se convirtió al judaísmo y sería quemado en Valladolid, veinte años después), Rodrigo de Ortega, luego señor de Villar de Cantos, y el escribano Miguel Sevillano. Denunciados, serían encarcelados, los dos primeros en el ayuntamiento, y el tercero en la cárcel, aunque debían conocer alguien en el Consejo Real, que intercedió por ellos para su soltura... lo que no se llevaron fue un poder que los Reyes Católicos habían dado a don Jorge Manrique cuatro años después, cuyo contenido desconocemos, pero que creemos que era la devolución del lugar de Perona a San Clemente; documento hoy desaparecido. Ya saben además de residir en San Clemente, el poeta Jorge Manrique andaba resolviendo negocios de la villa.

ACHGR, PLEITOS CIVILES, C-9636-20

sábado, 13 de abril de 2024

LA VIRGEN DE RUS Y LOS ORTEGA

 El "éxito" de la virgen de Rus fue parejo al éxito de los Ortega. En 1524, don Juan Pacheco Guzmán y su mujer Elvira Cimbrón andaban en pleitos con Rodrigo de Ortega y su hijo por deslindar los términos de sus "fincas", Perona y Villar de Cantos y hacerse con la jurisdicción de estas dos pequeñas aldeas, desgajándolas de San Clemente. No era extraño ver a criados de uno y otro desenvainando las espadas en la posada existente a la entrada del pueblo en la calle Feria o soltándose insultos como ese que debía ser el más común el de "perro", acompañados de los calificativos de moda, bien "moro" (aplicado a los Ortega) bien "judío" (aplicado a los Pacheco). Pero entre Perona y Villar de Cantos estaba la ermita de Rus. Es curioso pero las primeras noticias que tenemos de la Virgen de Rus van ligadas a las disputas entre don Juan Pacheco Guzmán, alférez mayor de la villa de San Clemente, y don Rodrigo Ortega, futuro señor de Villar de Cantos desde 1626.

Tanto los Pacheco como los Ortega luchaban por hacer de sus aldeas los centros espirituales de la villa de San Clemente. Doña Elvira Cimbrón, mujer de Juan Pacheco y señora, por herencia, de Perona, se había llevado hasta la pequeña iglesia de este lugar el cuerpo incorrupto de la madre Remón, franciscana vararreyense de la Tercera Orden y beata con fama de santidad. Se equivocó, soplaban en estos tiempos otros aires, que no eran modelos pasados de ascetismos y espiritualidad interior. Anduvieron más vivos los Ortega que supieron ver en la Virgen de Rus y su culto la esperanza para asentar su dominio social. Don Rodrigo de Ortega supo unir el culto a esta imagen con del deseo del pueblo sanclementino de mantener bajo su jurisdicción la aldea de Perona, conseguida ya desde 1480 y símbolo del orgullo de una villa de realengo que se negaba a cualquier intromisión señorial. Una villa que no supo ver ese dominio señorial de los Ortega y sus sucesores los Valdeguerrero.

El culto a la Virgen de Rus llevaba poco tiempo. Fontes quiere ver su origen en la "traída" por los sanclementinos de su imagen desde la ermita de Rus hasta San Clemente para librarlos de la peste el año 1600, pero, en ese momento, la Virgen de Rus ya tenía fama de milagrera, aunque es cierto que nos es imposible sondear en el tiempo atrás y que, por los datos aportados por don Abel López, el inicio de la procesión tiene por fecha aceptada el año 1619. Sobre el uso de la Virgen de Rus, puesta al servicio de los Ortega, valgan estas palabras, en 1624, de un vecino de San Clemente, un herrero y albéitar, un fulano Jareño, que por entonces el apellido era de labradores ricos en El Cañavate y poco apreciado en San Clemente: "un fulano Jareño dijo que estando en la ermita de Nuestra Señora de Rus, el día que se lleva en procesión la dicha imagen había visto tratar del pleito de la jurisdicción de Perona a ciertas personas que no le dijo quienes eran y que habían dicho que si la villa salía con el pleito habían de hacer grandes fiestas de toros y juego de cañas y si por el contrario sucedía que habían de enviar las mujeres a Sevilla" y ellos habían de andar 

LA APARICIÓN DE SAN CLEMENTE A LA HISTORIA: 1294

 ROIZ, Martín: junto a Ferrán Pérez, ambos vecinos de Alarcón fueron designados cogedores para los maravedíes de los escusados de los caballeros de Alarcón que fueron con don Juan Manuel al Reino de Murcia. Era el año 1294 y la tierra de Alarcón se divide en dos distritos con los pueblos correspondientes: es la primera vez que aparece San Clemente para la Historia, por detrás de Rus, ambos con un repartimiento de 600 maravedíes. El documento aparece en las cuentas del Rey don Sancho, una copia del siglo XVIII del documento original de finales de siglo XIII.

El distrito encargado a Martín Roiz estaba formado por los siguientes pueblos: Honrubia, Santa María del Campo, Belmonte, Las Pedroñeras, Robredillo, Amaroniello (el Amarguillo), Alberca, Rus, San Clemente, Villar de Concas (Villar de Cantos), Pobediella, Pedernoso, Monreal, Osa, Olivares, Hinojoso, Tresjuncos, Fuente Anaya, Fuente de Domingo Pérez, Castello, Santiago, Vala de Rey, Cañavate, Navadres y Las Mesas.
El distrito encargado a Ferrán Pérez estaba formado por los siguientes pueblos: Castillo, Alconchel, Cervera, Montalbanejo, Villalgordo, Hinojosa, Puebla, Almarcha y Barchín. Luego se cita el sexmo de Zafra, integrado por: Torrecilla, Salmª, Zafra, Montalbán, Hito, Villarejo, Fuentes de Albornoz, Fuente Lobo, Alcolea, Azanniela, Almonacid.

Libro de diferentes cuentas de entrada y distribución de las Rentas Reales, y gastos de la Casa Real en el reinado de Don Sancho IV. Años 1293 1294 [Manuscrito]

Fecha
entre 1701 y 1800?
MSS/13090

BREVES RESEÑAS SOBRE DON JORGE MANRIQUE Y LA VILLA DE SAN CLEMENTE

 Reducir la presencia de Jorge Manrique a Uclés, Santa María del Campo Rus y Castillo de Garcimuñoz es simplificar demasiado la Historia.

Los documentos y referencias conservadas nos dicen que don Jorge Manrique llegaría probablemente a comienzos de 1479 a estas tierras y lo haría con el título de capitán conferido por los Reyes Católicos a finales de 1478. Nuevas evidencias nos llevan a pensar que llegaría a San Clemente, donde haría presentación de la carta de comisión real, firmada por el secretario de los Reyes Álvarez de Toledo. Dicho documento, el original, se conservaría en el archivo de la villa. San Clemente, de la mano de Juan Rosillo, había tomado un papel protagonista en la guerra. El campamento realista de 1476 se había instalado muy cerca de la villa y la reducción de la villa a la Corona ese verano contó con la presencia del Adelantado de Murcia.
Llegado a San Clemente, donde establecerá su residencia, Jorge Manrique es presumible que dedicará el mes de enero a organizar las defensas de Santa María del Campo, se construiría un cortijo, estructura de tierra en torno a la casa de Juan Castillo Portocarrero. Organizado el campamento, entre finales de enero y comienzos de febrero, Jorge Manrique recorrería La Alberca, Las Pedroñeras, El Perdernoso y Las Mesas, reuniendo concejos abiertos para prometerles el villazgo a cambio de la reducción a la Corona real. Nos ha quedado testimonio de la reunión con La Alberca y testimonio posterior en las RRTT para Las Mesas. Sólo La Alberca mantuvo su compromiso con el poeta (sería saqueada), pues el resto de pueblos citados no se atrevieron a levantar horca de tres palos, símbolo de su exención del marqués.
Luego las noticias de Jorge Manrique son muy vagas, amén de la correría que le procuró la muerte, se adivina a un Jorge Manrique que desde San Clemente, como centro nodal, mantiene una comunicación con el resto de pueblos favorables a la causa isabelina. Vislumbramos que las lanzas asentadas en Santa María del Campo tenían como finalidad ser un escudo para defender los pueblos del llano de la fortaleza del Castillo y a pesar de la narración de los hechos por Pedro Baeza creemos que tenia que temer más el cortijo de Santa María del Campo, saqueado, que la fortaleza del Castillo o la de Belmonte y su alcaide Diego Pacheco. La verdadera guerra se dio en los campos por partidas irregulares de labradores, más preocupados por unas acciones de tierra quemada que por grandes combates. Unos y otros aprovechaban la escasa fuerza militar en la mayoría de los pueblos para el saqueo. Incluso Santa María del Campo se quejará de que las lanzas asentadas en el pueblo poco podían hacer para evitar la destrucción de cosechas y robo de ganados.

SOBRE LA PRESENCIA DE DON JUAN MANUEL EN SAN CLEMENTE

SOBRE LA PRESENCIA DE DON JUAN MANUEL EN SAN CLEMENTE
 
Cada día es menos creíble que Clemén Pérez de Rus, fundador de San Clemente, lo hiciera a finales del siglo XI. No hemos de dudar de la existencia de tal personaje, tal como aparecía en aquella piedra conservada todavía en el siglo XVI y antes de la reforma de la iglesia de Santiago. Pero es evidente que tal figura de Clemén Pérez de Rus fue idealizada por la genealogía fabricada por los Castillo Portocarrero de Santa María del Campo Rus y que la existencia de tal personaje es probable que tenga que ver con lo que en su día dijimos de la "casa del caballero" de Castillo de Garcimuñoz. 

San Clemente solo aparece para la historia en los documentos con los amojonamientos entre Alcaraz y Alarcón el año 1318 por Sancho Jiménez de Lanclares, hombre de confianza de don Juan Manuel. No debía ser por entonces San Clemente pueblo con larga historia, pues no aparece mencionado en los amojonamientos de Alcaraz de 1272, pero cuarenta años después, en 1318,  ya es pueblo arraigado. Don Juan Manuel favorecerá a Castillo de Garcimuñoz, que de día en día adquiere más relevancia, hasta la concesión del villazgo de octubre de 1322.  Diez años después, del 18 al 24 de julio, don Juan Manuel dictará varias cartas a su escribano desde Castillo de Garcimuñoz y un mes después, el 22 de agosto de 1332, de regreso a Castillo de Garcimuñoz, don Juan Manuel parará en San Clemente para dictar una carta a su escribano Clemén Sánchez para que su vasallo, el alcaide de Alhama, devuelva el molino y el horno embargado a un tal Andrés García. Es de suponer que don Juan Manuel pasaría el día veintidós en San Clemente, pues hasta el día siguiente no nos aparece en una nueva parada, esta vez en Santa María del Campo, para dictar otra carta a su escribano. 

Será la segunda vez que San Clemente aparece en los documentos para la Historia: la primera, en 1318, con Sancho Jiménez Lanclares; esta segunda vez, en 1332, con la presencia del propio don Juan Manuel.

ARCHIVO MUNICIPAL DE MURCIA, serie 3, nº 43. Cartulario de Alfonso XI. Carta de don Juan Manuel a Alfonso Fernández Saavedra, 22 de agosto de 1332.

jueves, 11 de abril de 2024

SOBRE LA VIRGEN DE RUS

 No seré yo quien aporte novedades sobre el origen del culto mariano de Rus, pues los documentos anteriores al siglo XVII y la institucionalización de la romería en 1619 son las únicas realidades ciertas. Más allá del siglo XVII solo hay una mención de don Diego Torrente, que, al referirse al regidor Miguel Muñoz en 1528, nos dice el interés de este personaje para su estudio sobre Rus. Pero hay una serie de hechos que contribuyen a fijar contextos que hacen posible este culto más tardíamente.


En primer lugar, la existencia del poblado de Rus es muy anterior a San Clemente, antes de la conquista de esta tierra, y la fundación de San Clemente, leyendas aparte, sería la obra de un caballero de Castillo de Garcimuñoz con casa en Rus, que se aventura a nueva población en los disputados y cercanos límites con Alcaraz. En la crisis de mediados del siglo XIV, Rus se despuebla y San Clemente pervive, hasta tal punto que absorbe en 1387 al despoblado de Rus. Probablemente, por las propias exigencias fiscales de definición de los términos para el cobro de las rentas decimales. Rus desapareció pero es probable que, mientras su castillo se arruinaba, tal como ya nos decía hacia 1517 Hernando de Colón en su Cosmografía, su pequeña iglesia, ahora simple ermita se mantuviese en pie. Claro que en esa larga travesía del siglo XV y XVI a quién podía interesar este espacio apartado si no era a media docena de renteros que vivían en Perona y a otros tantos en Villar de Cantos. Rus sufragáneo de Villar de Cantos, abría las puertas de su ermita una vez a la semana en el siglo XVI para que el cura de Villar de Cantos dijera su misa, pero los oficios religiosos se hacían imposibles durante largas temporadas, pues las tierras anegadas impedían la comunicación entre Villar de Cantos y Rus.

Además, en el siglo XVI, y ya desde el siglo XV, Villar de Cantos, y Rus, comienzan a vivir de espaldas a San Clemente. La zona se convierte en sendas fincas particulares de dos familias: los Castillo, dueños de Perona, y los Ortega, dueños de Villar de Cantos. Los vecinos de San Clemente por entonces andaban como pollos sin cabeza y sin lugares de referencia en los que expresar su devoción mariana. Si las vecinos poblaciones de El Cañavate y La Roda tenían ya desde mediados del siglo XV sus centros marianos y sus Vírgenes aparecidas a pastores, San Clemente andaba en disputas con El Provencio por el santuario de Santa Catalina en Majara Hollín y el del mismo nombre en Sisante, donde junto a Villarrobledo celebraban sus particulares romerías.

El vacío al culto mariano comienza a llenarse en el cambio del siglo XV al siglo XVI. Mientras el converso Lope Rodríguez, un auténtico tahúr, cuya repentina muerte en las cárceles inquisitoriales le valió evitar ser quemado vivo, pues, decimos, mientras que andaba en 1490, en compañía de doña Juana de Toledo, por tierras de Perona, Rus y Villar de Cantos engañando a los campesinos con una imagen de la Virgen que paseaba por los campos a cambio de presentes, en San Clemente aparecen los primeros franciscanos y con ellos viene la devoción al culto mariano como centro de la espiritualidad. En aquellos años, en los que San Clemente y la religión estaba en ciernes, cualquiera se creía santo o santa y capaz de imitar en virtudes a María, unas más honestas con su vida de beaterio, otras como Inés de Moratalla, cayendo en alucinaciones y desenfrenos creyéndose sus propias fantasías. Pero si San Clemente veía en el convento de Nuestra Señora de Gracia su propio refugio espiritual y los Castillo, olvidándose de su iglesia de Perona colmaban sus aspiraciones de esconder su ascendencia conversa en magna construcción franciscana, en Villar de Cantos y Rus, los Ortega seguían a lo suyo, es decir, a enriquecerse. Don Rodrigo Ortega, el rico, que casó cuatro veces, todas ellas movido por lo mismo: la búsqueda de "rica hembra", que se decía entonces, para completar su hacienda, pues don Rodrigo, decimos, estaba más aislado en sus tierras de Villar de Cantos que la imagen por entonces existente en la abandonada ermita de Rus, que poco tendría que ver con esa imagen que vemos hoy. De hecho, cuando muere en 1535, don Rodrigo pide, como hombre de su tiempo, ser enterrado en la iglesia en alza en ese tiempo, que no es otra sino la de Nuestra Señora de Gracia. Su hermoso sepulcro renacentista (y el de alguna de sus mujeres enfrente) lo que nos demuestra es que don Rodrigo no tenía capilla donde ser enterrado (todas ellas estaban en manos de otras familias, que don Rodrigo tantas veces dispuesto a casarse no supo ver que la capilla la daba por entonces el apellido Monteagudo).

Así pasó el largo siglo XVI, San Clemente en pleno desarrollo y sin virgen. Bueno, virgen tenía y esa era la de los Remedios, convertida en motivo de disputa entre hortelanos, sastres y la población marginal del Arrabal por hacer de ella su referente y patrona, pero la realidad es que la sociedad sanclementina del Quinientos era sociedad muy secularizad. Hasta que llega el año 1600. San Clemente padece terrible peste ese año, la desgracia sería vista como auténtica calamidad y castigo divino, pues el resto de pueblos, en su mayoría (más avezados en aislarse), habían evitado el mal. Desesperados, los sanclementinos, incrédulos de los médicos que se mandan desde la corte y de los hermanos de Antón Martín, que ayudan desprendidamente, ponen sus ojos en las tierras de Villar de Cantos, Perona y Rus. Allí, ni don Juan Pacheco y su mujer Elvira Cimbrón, en Perona, ni los Ortega, en Villar de Cantos, padecen el mal, y entre unos y otros, la virgen de Rus entre ambas poblaciones salvaguardándolas. Es entonces, cuando el pueblo de San Clemente toma sus propias decisiones, los vecinos, que han pedido que la virgen de Rus venga al pueblo para salvarlos del mal, se aventuran, saltándose a autoridades civiles y religiosas, a ir a Rus, coger la imagen y traerla al pueblo. El escándalo debió ser mayúsculo por aquel entonces, pero los sanclementinos, en esto de asaltar ermitas, ya tenían tradición, pues ya lo habían hecho en Majara Hollín en 1524. Mientras que los sanclementinos portaban la imagen de la virgen de Rus hacia su pueblo a la carrera, las autoridades intentaban poner remedio a tal osadía; así que curas, presbíteros, regidores y alcaldes se plantaron a la entrada del pueblo para intentar poner orden y frenar a los desbocados vecinos. No creemos que el encuentro se desarrollara en la cordialidad, probablemente esa "carrera" actual por "esconder" la virgen tenga su tradición y razón de ser en el pasado, aunque, según parece, por el año 1600, la virgen fue llevada hasta la ermita de Santa Ana, centro de acumulación de apestados y cadáveres en aquel momento, en la vana esperanza de que la virgen volviera a la vida a aquellas víctimas del mal. Es en este contexto en el que la devoción a la virgen de Rus surge: un pueblo desangelado por un mal pestífero y un pueblo huérfano de tradiciones marianas y necesitado de ellas. Otra historia es la de los Castillo (ahora convertidos en Pachecos) y los Ortegas: los primeros con el cuerpo incorrupto de la madre Remona de aquí para allá y los segundos, más listos, viendo el filón de oro que suponía la virgen de Rus para sus ambiciones personales y es que don Rodrigo de Ortega el mayor, primer señor de Villar de Cantos (y ya su padre Francisco) debieron pensar: si no se nos acepta en San Clemente que nadie se olvide que la sartén por el mango, perdón, la Virgen la tenemos nosotros en nuestras tierras. O sea, si queréis la Virgen, nos dejáis como rehén esa otra del Remedio a la que ya teníais una devoción anterior y de la que ahora parecéis renegar por haber hecho suya durante unas decenas de años los moriscos que habéis expulsado en 1609, pero a la que el pueblo y el barrio del Arrabal sigue teniendo especial devoción. Y hablando de moros, no debemos olvidar que la principal acusación en el siglo XVII contra los Ortega es que habían trocado una abuela mora por otra cristiana, que no solo se intercambian vírgenes, también abuelas. 

domingo, 24 de marzo de 2024

LA CASA DE COMEDIAS DE SAN CLEMENTE

 ¿DÓNDE ESTABA EL CORRAL DE COMEDIAS DE LA VILLA DE SAN CLEMENTE?

Es una pregunta que se hizo don Diego Torrente y que fue incapaz de contestar, dándose por contento con fijar algunas representaciones teatrales en casa de vecinos principales. Pero ese corral de comedias existía o casa de la comedia como era conocida en el siglo XVII. Hasta allí se desplazaba compañía de actores murcianos en carretas provistas por quintanareños.
La casa de la comedia de San Clemente era también casa de posada, donde se alojaban los propios actores y otros viajeros en tiempos de inactividad teatral. Sabemos que en 1624 llegado a San Clemente el escribano receptor de Granada Esquivel, se alojó en esa casa de comedia: "posada que es casa de comedia", se nos dirá y la ubicará en los cantones de la calle Feria y Arrabal. Es decir, a nuestro entender, en el barrio de los Dulces, de donde se sacó la puerta mal llamada de la Inquisición para llevarla a la plaza de la Iglesia.






viernes, 15 de marzo de 2024

EL LEGENDARIO ORIGEN DE LOS ORIGÜELA EN PERONA (FRANCIA)

 Los Castillo de Burgos, descendientes de los Origüela de Castillo de Garcimuñoz se fabricaron una genealogía que llevaba sus antecesores a Francia y la ciudad de Perona en la Alta Edad Media. Según la genealogía el señor de Perona fue un señor y príncipe del estado de la provincia de Permanduez, Amianz (Amiens), San Quintín, Arsz (Arrás), y Jatalete: Era señor tan poderoso que el conde Alberto de Permanduez, que sucedió en este señorío, apresó al rey de Francia Carlos el simple el año 926 hasta la  muerte de este rey en Perona, tal como nos cuenta Francisco de Villaflorez. Los sucesores de Carlos el simple persiguieron al conde Alberto, señor de Perona, hasta conseguir, mediante engaños, matarlo. Con su muerte se deshizo su casa, de modo que sus hijos se repartieron: unos, a Italia, otros a España y otros se quedaron en Francia. Estos últimos llegaron a ser condestables de Francia y tuvieron por armas una onza en campo de plata.

Dos caballeros de la casa de Perona llegarían a España, hasta la corte de Oviedo y León; uno de ellos quedaría en esta tierra y de ahí vendrán los Avileses; el otro pasó a la corte de Castilla, que estaba en Burgos, sirviendo en ella a los reyes y habiéndole hecho capitán pasó contra los moros de la Mancha y Reino de Murcia, donde hizo hechos notables y siendo la ciudad de Murcia de los reyes, hizo su asiento y mayorazgo en la ciudad de Murcia, llamándose Avilés de Origüela.

Estos Avileses haciéndose poderosos en esta ciudad y Reino vinieron a tener bandos contra otros caballeros, de suerte que algunos tuvieron que salir de Murcia por muertes que dieron a sus contrarios y el primer caballero que salió fue Alonso González del Castillo Avilés y Origüela. EL Castillo lo había adoptado por haber tomado sus antepasados a los moros la fortaleza de Castillo de Garcimuñoz, que es en la Mancha frontera de Aragón. Este caballero fue alcaide del Castillo de Garcimuñoz y sucedió en la alcaidía a un caballero aragonés de la casa del conde de Ribagorza, con cuya hija casó, que se llamaba María Alfonso de Aragón, tuvieron mucha hacienda y lugares junto al dicho Castillo y fueron señores de Perona, que le pusieron este nombre en honor del conde Alberto, señor de Perona en Francia.

El dicho Alfonso González del Castillo Avilés de Origüela y su mujer María Alfonso de Aragón tuvieron por hijos a Pedro González del Castillo, Alfonso González del Castillo y Juan González del Castillo, que fue caballero de la banda y otra hijo que llamaron Diego, que fue obispo de Monreal en Nápoles, y luego de Tarazona, interviniendo en las diferencias entre los reinos de Castilla y Aragón.

Los dichos Pedro González del Castillo y Alonso González del Castillo, hermanos e hijos del dicho Alonso González del Castillo y María de Aragón, que están enterrados en la capilla de San Bartolomé de la iglesia San Juan Bautista de Castillo de Garcimuñoz, vinieron algunos donde estaba la Corte y casaron y casaron con dos hermanas  e hijas del doctor García de Camargo del Consejo del Rey don Enrique y de doña Constanza Bonifaz, nieta de Ramón Bonifaz, el primer almirante, que está enterrado en San Francisco de Burgos y fue en ganar Sevilla con el rey don Fernando el santo. El dicho Pero González del Castillo. El dicho Pedro González del Castillo, hermano del Alonso González del Castillo tuvo un hijo que llamo Pedro González del Castillo que casó con doña María Prestínez, vecinos de Burgos que están enterrados en la iglesia de San Román, en las gradas del altar mayor. Del otro hermano Alonso González del Castillo descienden don Pedro Velasco, capitán de la guarda y sus hijos y los señores de Villavaquería, alcaide de Fuenterrubia.

El matrimonio de Alfonso González del Castillo y María Alfonso de Aragón tuvieron, además de los cuatro hijos, otras dos hijas: Una de ellas, casó en Cuenca con Pedro López de Madrid, hijo de Lope López y tuvieron un hijo que fue el primer marqués de Moya y otro que fue comendador de la orden de Santiago, que murió en Sevilla, y una hija, que casó con el marqués de Cañete, de quien descienden el marqués de Chinchón y el marqués de Villena. La otra hermana con los antecesores de doña Eufrasia de Guzmán, princesa de Asculi.

Se advierte que hay otros Castillos conversos en Burgos, venidos de Medina del Campo.


"Yo el Rey: por hacer bien y merced a vos Juan González del Castillo y de Origüela damos licencia que podades traher e trayades la mi divissa de la banda en todas las ropas y armas y guaniciones que vos troxiéredes e en todas las otras cosas que las acostumbran traher los otros que de mí tienen. Fecho en veinte días de henero año del nascimiento de nuestro Salvador Ihesucristo de mill quatrocientos y treinta y un años. Yo el Rey, yo Diego Romero la fize escrebir por mandado de nuestro señor el Rey don Juan segundo, nieto de don Juan el primero e hijo de don Enrique tercero y padre de Enrique Quarto y de la reina doña Isabel".

"Un castillo de oro en campo colorado, una encina y al pie de ella una onza en campo blanco"


BNE, MSS/9645

Genealogía de D. Antonio de Quintela, deán de Astorga, y de sus hermanos. Año de 1590 (h. 1 24); Genealogía de los Sáenz o Sánchez, de la villa de Pesquera en el Valle de Iguña, abuelos maternos de D. Antonio de Quintela Sáenz de Pesquera, deán de Astorga (h. 25 32); Genealogía de los Castillo, de Burgos (h. 33 42); Memoria de los caballeros que han tenido hábitos de las cuatro Órdenes Militares, tíos, primos y parientes de D. Antonio de Quintela (h. 43 61v); Memoria del principio de los blasones y armas (h. 62 69v); Qué cosa es nobleza e hidalguía (h. 70 76); Noticias sobre las Órdenes Militares (h. 76v 86v); Solares y armas de los Quintela, Sarriá, Solís, Mesa, Salazar, Sáenz o Sánchez de Pesquera, Castilla, Alfonso, Vázquez, Peralta, Pérez das Mariñas, Rodríguez y Ron (h. 88 113); Advertencia para las hidalguías de solar conocido (h. 114 115v); Memoria de las probanzas que se han hecho de la limpieza y nobleza de D. Antonio Quintela de Salazar, en los años de 1589 1591 (h. 117 133) / Antonio de Quintela Salazar 1592

martes, 5 de marzo de 2024

La madre Remón

 

VIDA DE MARÍA DE SAN FRANCISCO O MARÍA REMÓN, NATURAL DE VARA DE REY (I)
Uno de los personajes más célebres de Vara de Rey es fray Alonso de Remón, fraile mercedario y cronista de esa Orden, dramaturgo y, para algunos, persona que se esconde tras el autor de "Avisos para forasteros". No queremos en esta biografía escribir una hagiografía, sino aportar luz sobre la familia Remón en Vara de Rey.
La familia Remón es descrita por fray Alonso Remón como una familia de labradores medianos que procuraron dar una buena educación a sus hijos. No obstante, fray Alonso Remón buscó unos orígenes nobiliarios a la familia. Quiso ver en unos parientes de Consuegra esa hidalguía que faltaba a los Remón de Vara de Rey. En 1547, ganan ejecutoria de hidalguía los hermanos Francisco, Juan, Diego, Julián y Alonso Remón, vecinos de la localidad toledana de Consuegra, hijos de Francisco Remón, nietos de Juan Remón y biznietos de Guillén Remón, que, en tiempos pasados había sido alcaide de la fortaleza de Consuegra.
Nuestro frailes había ido hasta Consuegra a adquirir la sangre nobiliaria, pero incapaz de rehacer genealogías, tuvo que ir a su pueblo de Vara de Rey para buscar sus antecedentes propios y los de su familiar María Remón. Fray Alonso Remón sabía bien la vida de la religiosa María Remón, pues era su tía (hermana de su padre). María Remón era hija de Fernando Remón y Catalina Sánchez de Honrubia, "gente de mediano estado, pero con nobleza y limpieza"; labradores acomodados de Vara de Rey, por lo que sabemos nosotros, y con ascendientes conocidos en el pueblo, al menos desde el último tercio del siglo XV. Creemos que nuestro cronista no tiene por qué mentir y es probable que los Remón de Consuegra fueran sus familiares, dadas las relaciones conocidas entre esta zona y esa otra de Toledo.
María Remón o María de San Francisco, nacería en año de 1541. Como familia de labradores, y en aquella época, sus padres ya la prepararían para lo que era la mejor de las progresiones sociales a la sazón; pues "lo que ha de tener duración, empiece temprano". Nos dirá su sobrino fray Alonso que ya de pequeña jugaba a hacer altares, vestir santos, formar procesiones y cantar aquello que escuchaba en los oficios religiosos. Es lo que se podía esperar para una mujer o un segundón que huyeran del campo. Pues siendo mujer quedaba vetada la ansiada vida de soldado o como nos dirá fray Remón: "el que desde niño se ensayó en el juego de la espada negra, para que en la varonía no le espante la sangre, que derramase la blanca".
ARMAS DE LA FAMILIA REMÓN: "un escudo dividido en cuatro cuarteles, en el uno un castillo almenado en campo colorado y en el correspondiente una banda de oro con cinco estrellas a cada lado, y en los de abajo cinco grajas, en campo de oro, y en el siniestro, un brazo armado con un árbol en la mano en campo colorado, orlado, y cenefado el escudo con armas con vistosa plumajería, pendiente de la cima y celada timbre a la tarjeta y festón en la forma que aquí se ve"


La niña que jugaba en su pueblo de Vara de Rey se hizo moza. En un pueblo, donde sobraban los hidalgos y empezaban a despuntar los labradores ricos, los primeros veían a las hijas de los segundos como carne de cañón para un buen casamiento. María Remón era una moza hermosa, lúcida de entendimiento como de compostura exterior. En los cánones de belleza de aquella época se nos dirá que era esbelta de talle, airosa y más blanca que morena, con unas pecas que realzaban su hermosura. Varios de los nobles se ofrecieron a casar con la moza, pero, aunque fray Remón, nos diga que era obsesión en la joven quedarse soltera para cuidar de ancianos a sus padres, más parece que la simple mención a la dote fuera la causa de no llevar a buen puerto cualquier promesa matrimonial. Dicho de otro modo, los hidalgos por vender su sangre querían una buena dote y, por el contrario, el padre de María se negaba a entregar su hacienda a unos hidalgos tan arribistas como arruinados. La moza y su familia tuvieron que escoger entre los dos esposos que se ofrecían ante sus ojos: un esposo terrenal y arruinado al que mantener o un esposo celestial, en cuya unión alcanzar una perfección que se negaba en vida. Esta disyuntiva la expresará mejor que nadie Fray Alonso Remón: "la doncella que perseveró en aquel estado no le ocupan otros pensamientos sino el cómo ha de agradar a Dios para merecer el ir a gozarle, pero la que se casa llévanle los cuidados de la casa, hijos, hacienda y familia y todo es agradar a su marido, de modo que corazón a tan dividido no puede estar tan libre, como era necesario para llenar los caminos de la perfección, porque está repartido en dos amores y sirviendo a dos dueños". Dicho de otro modo, una mujer en aquel tiempo era más libre sirviendo a Dios en un convento que a su marido en su casa.

Si bien la decisión de María Remón a profesar como monja se apresuró cuando vio morir a sus padres. Fue entonces cuando se dijo aquello de "ea, Señor, ya se llegó la ocasión, ya es tiempo de que vos me deis la luz y yo guiada de su resplandor no me contento con andar sino con correr al paso de vuestras inspiraciones de modo que el sentido del olfato pierda la fragancia de vuestro divino ejemplar, es a saber que no me entibie ni permitáis que me acobarde el que dirán de que una doncella honesta y recogida vaya a consolar los afligidos, se halle a enterrar los muertos, visite a menudo las iglesias".

María vistió el hábito franciscano de la Tercera Orden, pero no en el monasterio de la Asunción de San Clemente, sino que llevó vida de beaterio acompañada de una sobrina en Vara de Rey. Quizás porque el convento de la Asunción estaba a medias de hacer y el de San Francisco, devenido en convento dúplice no daba más de sí para nuevas huéspedes. Quien era conocida por la hija de Fernando Remón nacerá a nueva vida, siendo apodada la Madre Remona, muy a pesar suyo que preferirá y tardará en llamarse María de San Francisco. No sería fácil a María olvidar el viejo mundo terrenal. Su pelea con el demonio por alcanzar el nuevo estado de perfección es definido por su sobrino como guerra contra el envidioso Lucifer, solo ganada a costa de mortificaciones constantes de la carne. Era tal su tesón en la lucha que se dice que salió de la misma "aporreada y descalabrada". Cuentan que en cierta ocasión el demonio, que solo ella veía, no le dejaba pasar a misa. arrebatándola y llevándola por los aires algunos pasos, mientras la religiosa afirmaba: "no te canses en vano bestia, que he de decir misa a tu pesar". Vencido el demonio, fue ella quien quiso vivir en la simpleza de las bestias, apenas vestida y buscando el sustento frugal de la naturaleza: "el vestido un poco de sayal , digo de paño, o cordellate frailesco era. La comida tan tenue que raras veces comía carne y cuando la obligaban a comer fuera de su ordinario, porque era molestada de señores y amigas principales. luego echaba mano de la fruta o legumbres y riñéndola respondía con gran alegría, yo soy una bestia, en habiendo verde, no hay sino dejarme, que con ello he de sustentarme". Nunca comía todo, pues con ayuda de su sobrina repartía comida a los pobres. No se daba alegrías, siendo la primera a asistir a pobres y enfermos y enterrar a los muertos. 

La frugalidad y mortificación llevaron a María a la experiencia mística, de tal modo que como si fuera ida, se arrobaba y en éxtasis pronunciaba sus profecías. María sabía que estos misticismos, y menos el ejercer de pitonisa, provocaba recelos que bien le podían causar perjuicios con el Santo Oficio. Por esa razón, vuelta en sí, se apresuraba a decir: "¿Qué he dicho, he hablado algo? no crean nada, que todo son disparates y cosas poco considerables". Pronto la Madre Remona adquirió fama milagrera.

Un tercer domingo de mes, estando descubierto el Santísimo Sacramento, la Madre Remona quedó arrobada una vez más, pero para volver enseguida en sí y salir corriendo de la iglesia de Vara de Rey; los fieles salieron tras ella, caminando hacia el mediodía, pasado el paraje de la Vega y el camino que de San Clemente va hasta los molinos en un olivar que había a la otra parte de la venta y camino. Allí la Madre Remona quitó la soga a un hombre que se estaba ahorcando en un olivo, salvándole la vida. En otra caso, adelantándose a los malos pensamientos de un vecino principal de Vara de Rey que quería matar a otro. Presentóse la sierva de Dios a eso de las doce de la noche en la casa del potencial criminal y le hizo desistir de sus aviesas intenciones. Otra veces, era el propio tío quien quería ver milagros. Así, en una ocasión que le visitó en Toledo y el colgar unas uvas devino en lucha interior que acabó con nuestra mujer santa malherida. Entretanto, los vecinos de Vara de Rey veían a María de San Francisco levitar una y otra vez delante de un demonio no visible que le impedía entrar en la iglesia. 


(El expediente está incompleto)


BNE, VE/139/47Relacion de la vida, y muerte de la sierua de Dios Maria de San Francisco, de la Orden Tercera del Serasico Padre de San Francisco, por otro nombre Maria Remon, natural de la villa de Vara de Rey en la Mancha :Va dividida esta relacion en doze puntos, y parrafos : / Por el padre maestro fray Alonso Remõ, predicador, y coronista general de todo el orden de n. señora de la Merced, redencion de cautivos

Fray Alonso Remón, 1561-1632