Archivo General de Simancas, GYM,LEG,189, 210. Año 1586
Archivo General de Simancas, GYM,LEG,103, 13, año 1580
El tres de febrero de 1543, Alonso de Parra, vecino de Iniesta, alférez e hijo del capitán Alonso de Parra, pide le sea reconocida su condición hidalga en virtud del nombramiento de caballero de su abuelo Pascual Parra.
PASCUAL PARRA, el mozo, vecino de Iniesta es armado caballero por Fernando el Católico en el Alhambra de Granada (7 de enero de 1492)
(cruz)
señor
como honbre que toda la vida a servido a v.md. en Ytalia y Flandes con más de quinze años de alférez y capitán hasta con licencia del príncipe de Parma por aver muerto mis padres y haber heredado vine a España, donde por mandado de v. md. e serbido de comisario y agora aunque estoy casado y tengo con que vivir entendida la ocasión deste tienpo me parece estoy obligado acudir al servicio de v.md.con mi persona y hazienda como lo haré sy v. md. se sirve mandarmelo y Dios guarde a v. md.
De San Clemente y de mayo a 28 de 89
Alfaro de Oropesa (rúbrica)
El seis de agosto, el capitán Alfaro Oropesa ya ha levantado compañía de soldados de nuevo. En septiembre 1589, debe encaminar una compañía hacia el puerto de Cartagena, aunque a dos de octubre están esperando las galeras para embarcar camino de Italia.
Otro importante ingreso de las monjas eran los pagos o réditos anuales de aquellos que tenían las tierras cargadas con censos o censualistas. No siempre estas cargas respondían a préstamos, sino que los censos llegaban al convento a través de las dotes conventuales. Así, en 1599, varios vecinos de La Alberca avalan con sus propiedades la dote conventual de una vecina que ingresa en el convento de trinitarias de San Clemente: María de Tébar que deberá pagar una dote de 385 reales, en pagos anuales de 11 reales y 17 maravedíes, unos intereses del 3%. La carga no estaban en los intereses muy bajos sino en las propiedades comprometidas como garantía: Luis Carreño empeñó sus casas, mil vides y 83 almudes; Antón López de Ágreda, dos pares de casas y cuarenta almudes. Los continuos traspasos de tierras entre vecinos llevaban consigo las cargas que soportaban. La operación era más enrevesada, tanto Luis Carreño y Antón López habían contraído una deuda anterior con la madre de la novicia, la viuda María de Chaves, mujer de Diego de Peñaranda, que le había prestado en un censo de por vida 770 reales a un interés superior del siete por ciento. Con el ingreso en el convento de su hija se transferían al convento la mitad del censo: las monjas pedían un interés menor, pero eran más estrictas en los bienes que avalaban la dote, que eran todos los del primer censo. Dicho de otro modo, la viuda se quedaba con una renta de 43,5 reales de los 55 iniciales y los bienes en caso de impago pasarían al convento. El censo se traspasará de manos con los bienes, hasta que los impagos de su último poseedor llevan los bienes a manos del convento de trinitarias en 1648
AHPCU, DESAMORTIZACIÓN, 10520-3
Las tablas aquí presentadas fueron detalladas en el "Catálogo Monumental de la Diócesis de Cuenca" el año 1987. Dichas pinturas se encontraban en el convento de Clarisas de San Clemente (Cuenca); por las descripciones existentes en los fondos de Desamortización del AHPCu sabemos que formaban parte del coro alto del convento franciscano masculino de Nuestra Señora de Gracia de la misma villa el año 1835.
NO hay estudios para su datación, pero bien pudieron ser pintadas en el periodo que va de finales del sigo XVII al siglo XVIII.
Las fotografías de Jesús Pinedo, realizadas en el momento del abandono del convento por las clarisas, año 2000?
El doctor Fonte había servido en la villa de San Clemente durante dos años y tres meses. Junto a otros médicos le había tocado la peste del año 1600. Dos años y medio después exigía sus salarios, aunque no era él único, pues otros médicos, alguno de los cuales ya nos citó Diego Torrente con motivo de la peste que azotó la villa, exigían también sus salarios. Eran el doctor Pedro Alonso y el licenciado Villanueva. El cinco de marzo de 1602, el corregidor Antonio López de Calatayud ordenó pagar a los médicos con la ejecución de ciertas rentas del concejo. Al doctor Antonio Fonte se le debían 1597 reales.
Mi parte sirvió dos años y tres meses curando a los pobres de la dicha villa y ansimismo el tiempo que duró la peste que por solo la asistencia de aquel tiempo merecería mi parte un gran salario pues padeció riesgo su persona con asistir a curar la dicha enfermedad
Se aferraba la villa a que solamente tenía licencia para gastar cien ducados y 45000 maravedíes. No obstante, por carta de pago de nueve de mayo de 1602, el doctor Fonte recibirá de Pedro Xuárez Heredia, fiel de carnicerías, 58332 maravedíes. Dicho pago se hacía en concepto de paga de salario de dos años y tres meses que sirvió a la dicha villa y un camino que hiço a la villa de Yniesta a visitalla de la peste para que se guardase esta de San Clemente y las demás de su partido. Y se fundaba en un auto de remate del corregidor de tres días antes, que había juzgado el caso con es asesoramiento de un licenciado Briz Lozano, y una sentencia de su alcalde mayor Aguiar.
Los 58332 maravedíes serían solicitados que fueran devueltos por el concejo de San Clemente un año después. Una razón: el corregidor Antonio López de Calatayud, acabado su mandato, se había ido. El doctor Antonio Fonte era un criado suyo y por tanto no pertenecía a los médicos que habitualmente servían en le pueblo.
Los médicos de la villa de San Clemente eran pagados del dinero procedente de las rentas de los bienes propios del concejo, pero hay que hacer una salvedad: se pagaba para que permanecieran en la villa y no se fueran a otra, dada la escasez de médicos preparados, pero las curas a los enfermos eran pagados por éstos. Los médicos al servicio de la villa de forma regular se consideraban médicos asentados o médicos aprobados para poder curar conforme lo disponen vuestras leies reales con títulos bastantes, luego que a la dicha villa se trajo licencia para dar salario a dos médicos por escrituras públicas lo dio y asentó al doctor Pedro Alonso de Arze y al licenciado Villanueva, médicos antiguos de muncha espiriencia y grande opinión y fama; lo otro porque el salario que la villa da a los dichos médicos no es porque curen los enfermos sino porque asistan en la dicha villa y no salgan della sin licencia y las curas que hacen se las pagan las personas a quien curan. Así, el doctor Fonte, un mallorquín, era un criado del corregidor que vivía en sus casas con su familia y al servicio de la misma. Si había prestado otros servicios había sido por interés particular y cobrando de los enfermos. Claro, que la realidad era otra, una villa apestada y sobrepasada por sus consecuencias había necesitado de sus servicios. A pesar de ello la justicia de Granada daría la razón a la villa de San Clemente el 21 de mayo de 1605, confirmada en revista el 21 de junio.
¿Afectó la peste de 1600 solamente a San Clemente en el sur de Cuenca?
Son pocos los datos que tenemos, entre ellos, el difícil andar del convento de carmelitas recién fundado en Valera de Abajo, pero sabemos por la mención a las tablillas existentes en la corte, que otros pueblos fueron afectados. Uno de ellos, y de los que ahora tenemos noticias, fue Iniesta, con la especificidad de que la villa de Iniesta fue alcanzada por la peste antes que la de San Clemente y esta villa, sabedora del contagio, intentó guardarse. Es más, envío un médico a la villa de Iniesta para informar del avance del mal, que nos narraba así su experiencia: " estando probado con el cuidado y diligencia que mi parte acudió a la cura de enfermos de la dicha villa de todas enfermedades y en tiempo de peste, puniendo su vida en tanto riesgo y aventura y que por orden y mandado de la parte contraria (de la villa de Iniesta) fue a la villa de Yniesta a saber si avía peste para que San Clemente se guardara della y mi parte se hirió de la dicha enfermedad y estuvo a punto de muerte en que gasto muchos maravedíes y le quemaron toda su ropa". De la afirmación tampoco podemos asegurar, es verdad, si el médico contrajo la peste en su viaje a Iniesta o luego en San Clemente, aunque el hecho de que fuera hasta allí es que había ya sospechas.
En este momento, el concejo de San Clemente andaba en pleitos con el licenciado Montoya y el bachiller Villamediana, que habían acudido a la Chancillería de Granada a defender el derecho de los nobles a la mitad de los oficios, en este caso, los alcaldes ordinarios, que poco después serían suprimidos.
Ayuntamiento de 17 de noviembre de 1601
Corregidor: Antonio López de Calatayud
Alcaldes ordinarios: Diego de Alfaro y Alonso de Guevara
Regidores: Alonso Martínez de Perona, don Miguel de los Herreros, el licenciado Montoya, Martín de Buedo Alarcón, Jerónimo Martínez, Francisco de Astudillo, Pedro de Tébar Ramírez, Antonio García Monteagudo, Hernando de Araque Montoya, Bernardino Oropesa, Miguel de Perona Rosillo, Bautista García Monteagudo
Alguacil mayor: Juan López de Garcilópez.
ARCHIVO DE LA CHANCILLERÍA DE GRANADA, PLEITOS CIVILES, C 723-6
El año 1634 amanece con los campos aovados de langosta, en siete leguas alrededor de Villarrobledo. Los problemas para el pago de deudas y rentas continúan, de tal modo que el ayuntamiento se queja el poco control de las ventas en las tiendas que impide cobrar las sisas. El abasto de trigo seguía siendo un problema y se echaba mano al trigo del iglesia de Toledo, donde la villa había comprado cuatrocientas fanegas, la mitad pagadas al contado y la otra mitad para el agosto venidero, pero el trigo era el trigo añejo que se almacenaba en las tazmías y era excedentario y necesario de sacar ya de los almacenes. La necesidad llevaba a la proliferación de la devoción religiosa, con dos nuevas procesiones, acordadas en el concejo de tres de abril: una a devoción de San Agustín y otra a devoción de San Antón, que tenían como referencias las iglesias de San Blas, de los franciscanos y la ermita extramuros de San Antón.
El control de pósito por esta época ya no se hace por el corregidor de San Clemente, sino por juez enviado por la Corte, Fernando Nieto de Aragón, que recibe las consabidas quejas de los villarrobletanos: y atento la esterilidad de los tiempos, langosta y piedra, los vecinos desta villa están necesitados. Para mayo se deben sacar trescientas fanegas del pósito para hacer pan cocido a razón de 93 libras por fanega y siete maravedíes por libra. Para ese mes, la fanega de trigo se vende a 18 reales. El vino a tres reales y veinte maravedíes la arroba. No obstante, no consideramos esta época como años de necesidad extrema. Lo que faltaba entre los labradores y vecino no era trigo, sino liquidez en dinero, derivada de las nuevas imposiciones fiscales. El pósito de Villarrobledo vendía trigo (setecientas fanegas) para obtener dinero que era prestado a los labradores, obligados de nuevo a devolver ese préstamo en trigo para la cosecha de agosto. A ello se unía, que para el dieciocho de junio se reconocía que la cosecha de 1634 era una cosecha abundante por la misericordia de Dios nuestro señor. Para 24 de julio se reconoce la verdadera enfermedad de la villa es que sus haberes están muy necesitados y alcançados de tal manera que no puede pagar sus réditos y censos que deue porque están muchos executores contra ellos causando escesiuos salarios y costas y consumiendo sus rentas. La imposición fiscal y los préstamos estaban acabando con la villa, a esto se unía un donativo a la Corona el año anterior de 1633. Las intervenciones de Fernando Nieto de Aragón cada vez eran peor vistas, pues había cobrado veinte mil reales en sus ejecuciones, y sobre todo, porque incapaz de cobrar solicitaba la ayuda del corregidor de San Clemente en apelación, en lo que se veía como intromisión intolerable en su jurisdicción.
Muestra de que las cosechas se habían estabilizado estos años es que la villa regulará las siembras de sus labradores, pues había ganado provisión real para destinar un tercio del trigo de los camarajes del pósito a la siembra de los labradores. Estos, en lo que era costumbre, se comprometían a devolver las fanegas prestadas para el agosto siguiente más un real por fanega
Ese año, cuando el marqués de los Velez pide a Villarrobledo que aporte los cien soldados de milicia, el concejo dirá que esa milicia es cosa antigua y que no tiene disponible ninguno de esos soldados. El número será recordados seis años después y esta vez el enrolamiento para la guerra será obligatorio. Ahora, las obligaciones venían del reclutamiento para los presidios, hasta un total de veinticinco hombres con destino Barcelona; el reclutamiento de estos soldados se centralizaba desde Alcaraz. La concesión del nuevo servicio de dos millones y medio de ducados por el Reino en 1632 había hecho olvidar estas viejas obligaciones, pero asimismo otras más recientes como el acopio involuntario de sal en 1631. Ahora, tres años después, se saldaban con Juan García Ferrer, administrador de las salinas de Minglanilla las deudas por el rebaje obtenido con las concesiones al Reino por el dicho servicio
LA INMACULADA CONCEPCIÓN, LA VILLA DE SAN CLEMENTE Y EL CONVENTO DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA: O SU DECLINACIÓN EN FAVOR DE LA VIRGEN DE RUS
El franciscanismo había apostado por el dogma de la Inmaculada Concepción en un Capítulo General celebrado en Toledo en 1633 y en 1645 eligen a la Inmaculada como patrona de la orden franciscana. Ese voto lo hizo suyo el ayuntamiento sanclementino, cuyos oficiales juraban con su cargo defender el misterio de la Purísima Concepción; el diez de agosto de 1643 el concejo establece la festividad de la Inmaculada como preceptiva y fiesta a guardar.
El apego de los franciscanos en los siglos XVII y XVIII a la Inmaculada Concepción los llevó a adoptar un nuevo voto, el voto inmaculatista, y la incorporación de un nuevo nudo a los tres del cordón franciscano.
El día de la fiesta de la "limpia Concepción de la Virgen María" se celebraba en el convento de frailes de San Francisco, para lo que recibía del concejo 50 reales. El año 1641 fue uno de los peores años para la villa de San Clemente; Rodrigo de Santelices es enviado para enrolar soldados para la guerra de Cataluña, había sacado de la villa a los hombres de los campos recorriendo un camino que de San Clemente los llevaba en varias jornadas a Cuenca, el campamento militar de Molina de Aragón y, de allí, por Daroca y Zaragoza, a la guerra catalana. Ese año de extrema necesidad, el concejo de la villa decidió reunirse de nuevo tras celebrar el día de la Inmaculada Concepción. La fiesta había sido poco lucida, sin la decencia que el día requiere por falta de cera; pues bien, el ayuntamiento decidirá en sesión extraordinaria después de la fiesta, celebrar de nuevo el día con la mayor ostentación y una procesión de todos sus capitulares del ayuntamiento portando velas, junto a los frailes franciscanos de Nuestra Señora de Gracia. La fiesta se repitió el domingo día once de diciembre, otorgando cien reales más el ayuntamiento a los frailes para la celebración de la fiesta y la compra de cera, que llevarán encendida los miembros del capítulo del concejo en procesión solemne.
Aunque Diego Torrente trata de unir el dogma de la Concepción a la virgen de Rus en la villa de San Clemente. La realidad es que la festividad de Rus vino a sustituir entre la gente popular a la Inmaculada Concepción. El establecimiento de la Inmaculada el ocho de diciembre como patrona de San Clemente no llegó a cuajar en la mentalidad popular, era para los sanclementinos una fiesta demasiado fría y oficial en procesiones institucionalizadas de franciscanos y concejo. La tradición popular estaba más apegada a las romerías populares en torno a ermitas alejadas del pueblo. Conocemos varias celebraciones en este sentido. En Majara Hollín, los sanclementinos, compartiendo la devoción con los provencianos, acudían hasta la ermita de Santa Catalina. Tal celebración pareció romperse en 1524, cuando en las eternas disputas con los provencianos, y tras destrozar el pueblo, los sanclementinos causaron daños en la ermita. Sabemos de romerías compartidas también con los villarrobletanos, con El Cañavate y con Fuensanta.
La devoción al dogma oficial de la Inmaculada Concepción se apagó en favor de estas fiestas populares. Aunque quizás el apogeo de la virgen de Rus está ligado a un hecho de carácter político social, pues el ascenso de la festividad en el siglo XVII es paralelo al ascenso social de la familia Ortega, algo tan evidente como el lazo que tanto la virgen como la familia Ortega mantienen con Villar de Cantos.
En la imagen, virgen del Carmen, en el convento de Nuestra Señora de Gracia
La langosta seguía siendo un problema a comienzos de 1633, se repartía entre los vecinos mil fanegas del canuto de la langosta aovada en los campos y que se temía aflorara en los campos para la primavera. La villa se quejará de los acopiamientos de sal ante el administrador de salinas Diego Gallo de Avellaneda, pues han cesado por el nuevo servicio de dos millones y medio que el Reino ha concedido.
Para el 23 de octubre se decide dar el trigo de las tercias a los labradores y vecinos necesitados.
Tema de conflicto era el aprovechamiento de los montes. Los ganaderos villarrobletanos pedían el monopolio del aprovechamiento de las yerbas de las dehesas concedidas con motivo del donativo de 22200 ducados para las guerras de Italia. Por otro lado, los pueblos vecinos de San Clemente, El Provencio y Socuéllamos seguían talando los montes del Calaverón y la Bernagosa. Los sanclementinos formando cuadrillas de quince o veinte personas, fuertemente armados esquilmaban el monte del Calaverón:
se juntan en quadrillas de quince, veynte y treynta hombres, viniendo de mano armada con sus escopetas y otras armas proybidas haciendo grandes resistencias y las dichas justicias (de Villarrobledo) a quien les prenda, quitándoles las prendas que les han tomado con lo qual a llegado a tanto su livertad que al presente sin temor de la justicia hacen los dichos escesos
Hubo un intento de una familia de crearse su pequeño señorío en las tierras al norte de San Clemente, en el pequeño lugar de El Cañavate. Eran los Pacheco, rama bastarda de los marqueses de Villena y alcaides de Belmonte. En 1499, el mayor de la saga, Rodrigo Pacheco, lo tenía todo: unas propiedades que se extendían por El Cañavate, sus aldeas, Tébar, Honrubia y La Alberca. Su padre Diego le preparó un gran patrimonio con su casamiento con María Vallo (la hija del arcediano Gómez Vallo, con bello sepulcro en la catedral de Cuenca), pero su mujer murió repentinamente. Se preparó un segundo matrimonio, esta vez con Isabel Pedrola, hija del comendador Tristán Muñoz (o Ruiz) Molina y Catalina Suárez, pero la mujer, aparte de aportar doce mil ducados al matrimonio, fue incapaz de aportar lo que se le pedía al matrimonio: los hijos. Rodrigo despreció a su mujer estéril, cayendo en los brazos de la cuñada de su mayordomo, Ana Muñoz o la muñoza; mientras la despreciada Isabel de Pedrola, mantenía las formas, que, en aquellos tiempos, era mantener el patrimonio heredado. La fortuna de Rodrigo, y la de su mujer, era envidiada por Diego Ruiz de Alarcón, su sobrino y señor de Buenache, y por su hermano Hernando Pacheco, alcaide de Belmonte. Mientras la muñoza urdía, no en vano tenía fama de sagaz, astuta y lisonjera, Isabel de Pedrola aguantaba los insultos de la advenediza y de su marido, para el que el matrimonio estaba consumido; pero Isabel mantenía y preservaba cada uno de los ducados de su dote matrimonial.
El tiempo pasó, el ardor de los amoríos de Rodrigo Pacheco fueron apagados por la vejez, la enfermedad y la irremediable ceguera. Poco antes de morir, cuando solo era un títere en manos de la muñoza y del señor de Buenache, tuvo un momento de lucidez, dejando parte de su fortuna para la edificación de una nueva iglesia en El Cañavate, y garantizando, vía testamentaria los bienes de su repudiada mujer. Isabel de Pedrola siguió los pasos de su difunto marido, dejando los doce mil ducados de su fortuna para la fundación del convento de clarisas de San Clemente, donde ingresaría.
Era el año 1539; la verdad es que el convento ya existía, pero no como lo conocemos hoy, pues las beatas se congregaban en torno a la casa que les había dejado Martín Ruiz de Villamediana, uno de esos hombres que forjó el San Clemente de 1500: mercader de Zamora, hidalgo sin guerras en las que luchar, noble por diferenciarse en algo de los demás y, sin saber cómo, líder de la rebelión comunera en San Clemente. Figura tan heterodoxa solo tiene su parangón en otra mujer llamada la melchora, que junto a otras dos beatas, las llamadas toledanas, fueron sin edificio que las cobijara las verdaderas fundadoras de las clarisas. Eran tiempos en los que dominaba la herejía, que es tanto como decir la libertad de pensamiento, entre el erasmismo y esos radicales llamados los alumbrados; hombres y mujeres que hicieron suyo el espíritu de pobreza que intentó infundir en la orden franciscana el gran Cisneros.
Pero una cosa era la pobreza y otra la irreverencia. La melchora era indomable; hasta San Clemente mandó la orden franciscana una sor Ana Sánchez, de Villanueva de los Infantes, para poner orden en aquel grupo en torno a la melchora que vivía la fe tan rudamente como los tiempos que les tocó vivir; el enfretamiento fue tan violento, que el Padre Provincial tuvo que intervenir para que la melchora no acabara con sor Ana. Triunfante, sor Ana, vivió veinte años de santidad, o eso nos dice el cronista de la orden padre Ortega, porque la vida de esta santa mujer ha sido barrida de la historia. La melchora, de hecho, despojada de sus hábitos conservaba aún el poder. La pobre sor Ana tuvo que emprender el camino de Villanueva de los Infantes.
Es entonces cuando Isabel de Pedrola queda viuda e inicia su ministerio religioso. Es entonces cuando, con los doce mil ducados donados por Isabel, comienzan las obras de uno de los edificios más bellos de San Clemente: el convento de la Asunción.
Alguno de los lectores puede pensar que este clima de intrigas es similar al clima que se vive hoy en San Clemente, pero hay una diferencia: en aquellos tiempos pasados había mujeres, ... y hombres