La mayor ofensa que podía recibir una persona en el Antiguo Régimen era ver en la puerta de su casa colocados unos cuernos de carnero. Mancillar el honor y ser motivo de escarnio público no era caldo de buen gusto. A tirar cuernos, el año 1589, en las puertas de sus vecinos de El Pedernoso se dedicaba Miguel Muñoz, alguacil mayor de la villa, junto a su suegro Francisco Gómez y su cuñado Miguel Gómez. El cabecilla del grupo era Francisco Gómez, un labrador de 62 años, que complementaba las tierras con el oficio de carpintero.
Los que habían sufrido tales afrentas eran Mateo Flores, Ginés Funes, Juan de Villalgordo y Pedro López de la Amiga, que veían arrojar a sus puertas los cuernos, al tiempo que les decían: “eh, toro”, mientras simulaban lances de toreo. Entre los casos motivo de las disputas estaban los rumores que decían que Catalina de Llanos, mujer del tendero de mercería Ginés de Zafra y de la que se decía que "era mala de cuerpo", había tenido trato carnal con Francisco Gómez. Los rumores habían sido extendidos por Lucía López mujer de Miguel Muñoz, que había dado con sus huesos en la cárcel por divulgar estos hechos. La realidad era que ese año 1589, El Pedernoso era un pueblo en manos de unas pocas familias que dominaban su gobierno; por esa razón, los afrentados poco podían esperar de la justicia de su pueblo. Es más, alguno, además de ofendido, acabó con sus huesos en la cárcel. Al menos, eran personas cabales, no dejándose llevar por aquellos que aconsejaban responder las burlas a perdigonazos. Creyendo que la justicia existía en aquella Castilla manchega, imploraron la justicia del rey, ante cuya persona querían que se litigara su caso.
Eran entonces alcaldes de El Pedernoso Bartolomé de los Llanos y Andrés Fresneda, acusados de connivencia con los burladores, aunque dictaron orden de prisión contra estos: Francisco Gómez, Miguel Muñoz, alguacil, y Miguel López Cestero, si bien alguno de los burlados también acabó en prisión, tal era el caso de Mateo Flores. EL caso es que la intervención del corregidor de San Clemente Melchor Pérez de Torres como juez pesquisidor se hacía a instancias de las autoridades de El Pedernoso, pues era tal el clima de crispación en el pueblo, que se temían enfrentamientos con heridos y muertos. El propio Miguel Muñoz se había escapado en el momento de su detención y andaba en paradero desconocido.
EL grupo formado por el alguacil mayor Miguel Muñoz y los Gómez era bando odiado en el pueblo y al que se acusaba de varios altercados, además de echar cuernos en casas de varios vecinos: causar heridas a Roque de Arriba, injuriar a Julián Gómez diciéndole que vengaba sus cuernos en un perro, dar unas cuchilladas a Jerónimo Hernández. Aunque alguna de sus tropelías habían acabado en el Consejo Real, la realidad era que gozaban de la amistad y favor de los oficiales del concejo del El Pedernoso, que, amparándose en los privilegios de primera instancia de la villa, negaba cualquier intervención del corregidor Melchor Pérez de Torres en los asuntos del pueblo. El grupo dominante en El Pedernoso estaba formado a la altura de 1589 por un grupo de labradores ricos, destacando la familia Llanos con los hermanos Ginés, Bartolomé y Cristóbal, Andrés Zarco, el regidor Miguel Cuenca. Era tal la complicidad que tenían en el pueblo estos grupos, que el alcalde Bartolomé Llanos avisaba a los injuriantes para evitar ser detenidos, que, a su vez, se paseaban por el pueblo como matones, amenazando con matar a las justicias que vinieran de San Clemente para apresarlos.
A enconar los ánimos del pueblo favoreció la prisión de Francisco Gómez, llevado a la cárcel de San Clemente para el día de San Ildefonso; esa misma noche del 23 de enero, la ventana de Ginés Zafra en su tienda de mercería aparecía con seis cuernos, en manifiesta injuria contra su mujer, la cual, según los rumores, copulaba y tenía trato carnal con el arrestado. Algunas casas de los afrentados veían las puertas de sus casas llenas de inmundicias y embadurnadas de mierda. El pueblo harto de los Muñoz y los Gómez estaba a punto de la revuelta. Ginés Zafra se enfrentaba a espadazos con Juan Gómez, hijo del detenido Francisco, un vecino de Monreal salía herido en una pelea con Miguel Gómez al igual que Miguel García de la Morena, que se había enfrentado con este último en las calles de El Pedernoso. Hasta don Juan Laso de Haro, regidor y alférez de la villa se veía envuelto en un pleito por querellas con el alguacil mayor Miguel Muñoz, pues este le había depositado un cuerno en su ventana por las buenas obras que le había hecho la mujer de aquel. Sería el agraviado alférez el que escribiría al corregidor de San Clemente, rogando su intervención en el pueblo para evitar males mayores ante la pasividad y complicidad de la justicia del pueblo, en manos de la familia Llanos, con los delincuentes.
La tensión aumentó en El Pedernoso, cuando la justicia de San Clemente, cuyo corregidor había recibido comisión para entender en el caso del Consejo Real, decidió llevarse a la cárcel de esta villa a varios acusados: Francisco Gómez, y sus criados Alonso Nieva, de 22 años, y Ginés Muñoz, de 14 años. El apresamiento de de Alonso Nieva era digno de contarse; huido junto a Miguel Gómez en las eras del pueblo, había sido detenido por la justicia, esta vez si colaborativa, de El Pedernoso, tras un enfrentamiento con las espadas desenvainadas. Su compañero de fuga, Miguel Gómez, se le había visto perderse por las viñas del Hardal para no vérsele más hasta el día siguiente, que, desafiante, se había paseado por el pueblo. Miguel, de nuevo ante el acoso de la justicia había huido hasta la ermita de Santa Ana (donde hemos de suponer que había recibido la ayuda del ermitaño Juan de Laguna), de la que había salido en dirección al pozo Duz, a media legua de El Pedernoso. Presionados por la justicia sanclementina, la justicia de El Pedernoso puso todo el empeño en la detención del huido, ordenando a Benito García y a Juan Laso de Haro que salieran a caballo y provistos de lanzas y acompañados de cuatro hombres más. El nuevo intento de apresar al huido fracasó, pero las amenazas de Miguel Muñoz para matar a varios de sus vecinos llegaban a El Pedernoso.
El corregidor se limitó a hacer la información encomendada y apresar a Francisco Gómez el viejo y dos de sus criados, pero los afrentados consideraron insuficientes las medidas y suplicaron la intervención de un alcalde de corte para castigar los delitos. Un juez de corte acudiría a El Pedernoso, pero no nos ha quedado el testimonio escrito de sus actuaciones.
Bienes embargados a Francisco Gómez el viejo
- Un arca nueva sin cerradura
- una cama de cordeles con una delantera de red y dos mantas, una negra y otra blanca listada
- Una mesa de cuatro pies
- Un banco
- Una capa negra de paño de la tierra
- Unos greguescos pardos
- Una mesa redonda y una sartén de hierro
Bienes embargados a Miguel Muñoz
- Una cama de madera sin ropa
- Un arca vacía
- Una azuela
- Dos barrenas y un martillo
- Dos sartenillas y tres asadores
- Tres cucharas de hierro
- Tres madejas de cáñamo y estopa de lino
- Una silla de costillas
- cuatro platos blancos y cuatro escudillas
- Cinco camones doblados
- doce camas de arados
- dos ruedas nuevas de carrasca, la una acabada y la otra echados los rayos
- Una casa de morada alinde del horno del concejo
AGS, CRC, 704-10