El licenciado Juan Villanueva Merchante era hacia mediados de siglo XVII comisario del Santo Oficio de la villa de San Clemente. Por el mismo oficio que desempeñaba era muy dado a los árboles genealógicos de los vecinos de la villa y, en concreto, parecía tener especial obsesión por la ramificación del apellido Origüela entre los diferentes linajes de San Clemente. La difusión de estas genealogías entre los contemporáneos era auténtica munición contra aquellos que pretendían llegar al poder local en manos de sus enemigos. Los conocimientos que el licenciado Villanueva tenía del pasado de Francisco de Astudillo Villamediana convirtió su camino para lograr el hábito de Santiago en calvario. Algo parecido le sucedió a don Rodrigo de Ortega y Monteagudo, III señor de Villar de Cantos. Pero don Rodrigo, que participaba del apellido Avilés, contó con el apoyo de los Pacheco, no de todos, en la defensa de su limpieza de sangre e hidalguía; Francisco de Astudillo Villamediana solo contó con su dinero.
En una sociedad con unas familias ricas tan mezcladas, donde primaba más el dinero que la limpieza de sangre, no tardaría en encontrar nuestro licenciado Villanueva sangre judía en la bisabuela paterna de don Rodrigo, Jimena de Llanos Tébar, y en el abuelo materno, Baustista García de Monteagudo. Otros apellidos que daban gloria al linaje, como el de Avilés que los entroncaba con los siglos de la reconquista también fueron objeto de debate. Ocasión tendremos para hablar de ello Reproducimos el testimonio de Juan de Villanueva por su interés para el conocimiento de la participación Origüela en la familia Ortega y, por ende, en sus sucesores, los marqueses de Valdeguerrero. La declaración del licenciado Villanueva nos acerca también a la sucesión familiar de los Rosillo:
En la dicha villa dicho mes i año para la dicha información recibimos juramento en forma de derecho al comisario Joan de Villanueba vecino i natural de esta villa i lo hiço de decir verdad i guardar secreto i dixo lo siguiente
Preguntado si en años pasados a tenido algún pleito con don Rodrigo de Ortega, padre del pretendiente vecino de esta villa i sobre qué materia i de que se originó: dixo que abrá cinco o seis años poco más o menos que don Fernando Rosillo natural i vecino de la villa de Leçuça diócesis de Toledo capituló a este testigo en el Consejo Supremo de la Inquisición imputándole abía echo áboles de genealogías de todos los linages de esta villa de San Clemente i veinte leguas en su contorno quiándoles la onrras y este pleito debió de fomentar don Rodrigo de Ortega padre del pretendiente por ser primo segundo del dicho don Fernando u el origen fue según piensa este testigo por auer ellos entendido que este que declara auía dispuesto contra la limpieza de don Alonso de Rosillo pretendiente residente en Indias hermano entero del dicho don Fernando Rosillo que pretendía ser comisario del Santo Oficio
Preguntado si sabe obtuviese el dicho Alonso Rosillo el título de comisario i que se despachasen las pruebas en su fabor dixo que Alonso Rosillo natural de esta villa i abuelo del dicho Alonso Rosillo pretendiente de la dicha comisiatura casó en Alcaraz con Veatriz Cano abuela ansimesmo del dicho Alonso Rosillo pretendiente de comisiatura i a entendido que este testigo que se probó por dicha Veatriz Cano tenía ascendientes penitenciados con sanbenitos en la dicha ciudad de Alcaraz i que no saldría con su intento el dicho Alonso Rosillo demás que por auer de hacerse el despacho en Murcia i residir como dicho tiene en Indias puede auer salido sin que este testigo lo sepa i que dicho don Rodrigo Ortega pretendiente no es descendiente de dicha Veatriz Cano y preguntando por donde tienen el parentesco de primos segundos que lleba de esto dixo que Joan Rosillo que llaman el reductor del Marquesado de Villena tuvo entre otros hijos a Fernando Rosillo que casó con Elvira González en San Clemente i estos entre otros tubieron a Alonso Rosillo i Fernando Rosillo y este Fernando Rosillo casó en Bara de Rei con María de Gabaldón= y estos tubieron entre otros a doña Ana Rosillo abuela paterna del pretendiente i dicho Alonso Rosillo abuelo i dicho Alonso Rosillo abuelo del dicho Alonso Rosillo que pretendiente de la comisiatura que como dicho es casó con Beatriz Cano era hermano de Fernando Rosillo padre de la dicha doña Ana Rosillo i así por lo Rosillo son primos segundos como lleba dicho sin tocarle nada de la dicha Veatriz Cano=
Preguntado si al dicho don Rodrigo de Ortega le toca el apellido de Origüela i si tal apellido es limpio sin raça ni mezcla de moro judío ni converso en ningún lado por remoto i apartado que sea= dixo que el dicho pretendiente don Rodrigo de Ortega es hijo de don Rodrigo de Ortega i doña Ines de Ortega i nieto de don Rodrigo de Ortega i de doña Ana Rosillo: y dicho abuelo fue hijo de Francisco de Ortega i Joana Ximénez de Llanos i esta Joana Ximénez fue hija de Cristóbal de Tébar i de Ginesa de Llanos: i dicho Cristóbal fue hijo de Pedro Sánchez de Origüela i de Ana de Tébar natural de la villa del Castillo i dicho Pedro Sánchez de Origüela fue hijo de Pedro Sánchez de Origüela el primero de este apellido que vino a esta villa de la del Castillo i allí que es su origen se sabrán las calidades a que por aora se remite=
Preguntado si por otra parte toca al pretendiente dicho apellido de Origüela dixo= que Bautista García abuelo materno del pretendiente fue hijo de Antón García i de María de Tébar i esta fue hija de Cristóbal de Tébar i de Ginesa de Llanos de manera que el abuelo paterno y materno del pretendiente eran primos hermanos por lo Origüela: y la decendencia del dicho Cristóbal de Tébar ya la tiene dicha= y preguntado si los apellidos de Tébar, Llanos Origüela i Rosillo es limpio dixo que los Rosillos y Llanos son de esta villa i los tiene por limpios de toda raça: i que para los Origüela y Tébar se remite al Castillo donde son originarios donde se podrá probar la verdad= i preguntado si del dicho Pedro Sánchez de Origüela de quien deciende el pretendiente ay algunos decendientes con actos positivos de limpieza dixo= que Pedro González Galindo vecino de Madrid i natural de esta villa fue familiar del Santo Oficio i este tiene un nieto hijo de Francisco María Piquinoti del háuito de Alcántara: i fray Pedro de Tébar religioso franciscano i fray Bartolomé de Tébar de la orden de San Agustín consultores del Santo Oficio i lo fue don Gaspar de Garnica prior de Santiago i don Francisco de Montoya vecino de esta villa es familiar: i un hijo suyo don Diego de Montoya fue del háuito de San Joan i don Alonso de Montoya sobrino del dicho don Francisco es Inquisidor de Murcia todos los cuales son descendientes de Pedro González de Origüela el primero que vino a esta villa i Aldonça Sánchez su muger cada uno en grado diferente pero todos dentro del sesto y el pretendiente es quinto nieto del dicho Pedro Sánchez de Origüela que para que conste de los grados y actos positiuos le pedimos hiciese un árbol y lo dixo lo daría firmado de su nombre i juro sería cierto i verdadero leyósele lo ducho ratificóse en él i lo firmó
Don Antonio Pimentel i Sarmiento (rúbrica)
Licenciado Juan de Villanueva Merchante (rúbrica)
Don Andrés de Nieba Salazar (rúbrica)
Árbol genealógico
1.-Pedro Sánchez de Origüela natural de la villa de Castillo de Garcimuñoz vino a San Clemente y casó con Aldonça Sánchez
2.- Gonzalo de Origüela casó en Albacete con Leonor González
3.- Gonzalo de Origüela casó en el Castillo casó con Francisca Fernández de Valenzuela
4.- Hernando de Avilés casó en San Clemente con doña Juana de Valderrama
5.- Don Gaspar de Garnica, prior de Santiago y calificador Sto. Oficio
2.- Pedro Sánchez de Origüela casó iº en San Clemente con Elvira López Tendero i 2º en el Castillo con Ana de Tébar
3.- Gonzalo González de Tébar casó en el Castillo con María de Araque Valenzuela
4.- Diego de Tébar casó con doña María Aldana
5.- Fray Pedro de Tébar religioso franciscano calificador Sto. Oficio
3.- Christóbal González de Tébar casó en San Clemente con Xinesa de LLanos
4.- Bartolomé Llanos de Tébar casó en S. Clemente con Dª Gerónima de Garcilópez
5.- Fray Bartolomé Llanos de Tébar religioso agustino calificador Sto. Oficio
4.- Joana Ximénez de Llanos casó en S. Clemente con Francisco de Ortega
5.- Don Rodrigo de Ortega casó con doña Ana Rosillo
6.- Don Rodrigo de Ortega casó en San Clemente con doña Inés de Ortega
7.- Don Rodrigo de Ortega que pretende un hábito de Santiago
3.- Pedro Sánchez de Origüela casó en Santa María de Campo con María Galindo
4.- El licenciado Pedro González Galindo casó en San Clemente con Isabel García de Monteagudo
5.- Pedro Galindo familiar del Sto. Oficio casó con doña María de Tébar
6.- Doña Antonia González de Tébar casó en Madrid con Francisco María Piquinoti
7.- Don Benito Piquinoti del hábito de Alcántara
2.- María Sánchez del Origüela casó en el Castillo con Gabriel Caballón
3.- María Sánchez de Origüela casó con el Castillo con Gabriel de Caballón
4.- Juan de Caballón casó en el Castillo con Inés Sánchez
5.- Isabel de Caballón casó con Juan de Montoya
6.- Don Pedro de Montoya casó en el Castillo con doña Ana Fernández Cobos
7.- Don Francisco de Montoya familiar del Santo Oficio casó en Cuenca con doña Isabel de Salazar
8.- Don Diego de Montoya del hábito de San Juan
7.- Don Pedro de Montoya casó en Cuenca con doña María Ana de Salazar
8.- Don Alonso de Montoya inquisidor de Murcia
2.- Alonso de Origüela
.... Rama de los Astudillo.
AHN. ÓRDENES MILITARES. CABALLEROS DE SANTIAGO. Exp. 6008. Don Rodrigo de Ortega y Monteagudo. 1641, fols. 62-64 vº. (Árbol geneálogico del licenciado Villanueva en folio 258 rº)
viernes, 3 de junio de 2016
sábado, 28 de mayo de 2016
Incredulidad religiosa a fines del siglo XVIII en El Cañavate
Ermita de Trascastillo |
Pero por qué no podemos imaginarnos a unos simples labradores, enzarzados en discusiones teológicas en el discurrir diario de sus labores de siembra y labranza. Tal ocurrió en El Cañavate un día seis de noviembre de 1790. Domingo Casas, natural de Alarcón y residente en El Cañavate, de oficio mayoral de mulas, tuvo la osadía de discutir todos y cada uno de los dogmas que pasaron por su cabeza y lo hizo delante de los labradores que le acompañaban. Su incredulidad no pasaría desapercibida al Santo Oficio.
Domingo Casas se encontraba a mediados de noviembre de 1790, como mayoral de mulas que era, en casa de Pedro de la Torre, un rico hacendado de El Cañavate. Antes de salir a sembrar y rodeado de otros labradores del lugar llamados Juan Francisco Rubio, Pedro Domingo de la Fuente, Gregorio Reillo, Juan de Dios López y Antonio Moreno, Domingo Casas comenzó una discusión en la que sin tapujos puso en duda los dogmas de la Iglesia:
Domingo Casas: Pues vuestras mercedes creen que hay infierno, pues yo no lo creo, si lo hubiera no obraran mal y que según obraban los sacerdores se infería que no había infierno y en lo que dicen del infierno que es un fuego todo es mentira y si lo hay nos condenamos todos clérigos, frailes y obispos, pues ninguno cumple con su obligación
Labrador: Pues hombre no hemos de creer que hay infierno, porque aunque no lo hemos visto lo enseña la fee y nos lo dicen los libros
Domingo Casas: ¿Pues que todo que dicen los libros se puede creer? pues yo no he visto que ninguno buelba (del infierno)a decir lo que para allá
Labrador: Pues hombre Jesuchristo y María Santísima estubieron en el mundo en cuerpo y alma como nosotros y no lo vimos pero lo creemos, y que fue virgen antes del parto, en el parto y después del parto
Domingo Casas: Esa es la errónea en que están algunos, ¿quién sabe si estubieron? ¿y cómo puede ser parir y quedar virgen?
Labrador: Pues hombre a quién a oído vuestra merced todos esos disparates, ha sido a su amo (hablando por un sacerdote que tiene el señor don Pedro para administrar su hacienda)
Domingo Casas: que no, que lo oyó a un predicador muy hábil, que lo que predicaban era para contenernos, pero que no eran tanto como decían, y que también oyó decir a un hombre muy ábil, que no hay Dios y que no podemos hablar, que nos delatarán a la Inquisiciòn, y nos tienen con esto metidos en un puño, y que lo hacen por aterrar y pasmar a las gentes
Las invectivas de Domingo Casas iban, desde unas convicciones muy esquemáticas, contra las creencias religiosas, pero lanzaban sus dardos contra la Iglesia y sus ministros como controladores de la conciencia y del librepensamiento, a los que acusaba de no creerse sus propios principios de fe, y difusores de invenciones para dominar las conciencias y la gentes. El asunto, por supuesto, acabó en manos de la Inqusición; que los autos salieran del tribunal de Cuenca y estén presentes en grado de apelación en la Suprema indica que, a pesar de nuestro desconocimiento, debieron estar implicados o bien el señor Pedro de la Torre o bien algún sacerdote del pueblo, pues aparecen en la declaración de los delatores inmersos en la sombra de la duda de ser posibles propagadores de tan irreverentes pensamientos.
Archivo Histórico Nacional,INQUISICIÓN, 3722, Exp. 252. Proceso contra Domingo Casas, residente en El Cañavate, por palabras heréticas, 1790
Oficios concejiles de Villanueva de la Jara en 1521
Reproducimos la composición de los oficios del concejo de la villa de Villanueva de la Jara con motivo del poder concedido a Juan Romo, vecino de la villa, para encabezar sus rentas reales el 16 de enero de 1521. La estructura de los oficios de la villa estaba compuesta por dos alcaldes ordianarios, tres regidores, dos alguaciles, un procurador del común y siete diputados del concejo y de la comunidad, que debían representar a los diferentes vecinos y aldeas de la extensa tierra de Villanueva de la Jara, que incluía aldeas como Tarazona, Quintanar del Marquesado, Gil García, Casasimarro o Madrigueras.
Sepan cuantos esta carta de poder vieren como nos el conçejo justiçia rregidores comunidad e oficiales e omes buenos de la villa de villanueva de la xara estando ayuntados en conçejo en la sala del ayuntamiento a campana rrepycada según que lo hemos de uso e de costumbre de nos ayuntar e estando en el dicho ayuntamiento los honrrados señores alonso de olmeda e pedro garçia alcaldes hordinarios en la dicha villa ... pedro del atalaya e pedro de beamud e lope garçia rregidores de la dicha villa e pedro peynado e alonso sais alguasiles de la dicha villa e pedro montagudo procurador de la comunidad de la dicha villa e juan sánchez del atalaya e clemeinte pardo e alonso garçia del cañavate e sebastián de cavallón e miguel garçía e alonso descobar e juan de la osa diputados del conçejo e de la comunidad de la dicha villa e otros vecinos de la dicha villa...
Archivo General de Simancas, PTR, LEG, 5, DOC.95 . Poder otorgado por la Villa de Villanueva de la Jara a Juan Romo para encabezar las rentas de la villa. 1521
La escritura de obligación para encabezar a la villa por sus alcabalas de los años 1520 y 1521, se puede encontrar en
Archivo General de Simancas, PTR, LEG, 5, DOC.92
Sepan cuantos esta carta de poder vieren como nos el conçejo justiçia rregidores comunidad e oficiales e omes buenos de la villa de villanueva de la xara estando ayuntados en conçejo en la sala del ayuntamiento a campana rrepycada según que lo hemos de uso e de costumbre de nos ayuntar e estando en el dicho ayuntamiento los honrrados señores alonso de olmeda e pedro garçia alcaldes hordinarios en la dicha villa ... pedro del atalaya e pedro de beamud e lope garçia rregidores de la dicha villa e pedro peynado e alonso sais alguasiles de la dicha villa e pedro montagudo procurador de la comunidad de la dicha villa e juan sánchez del atalaya e clemeinte pardo e alonso garçia del cañavate e sebastián de cavallón e miguel garçía e alonso descobar e juan de la osa diputados del conçejo e de la comunidad de la dicha villa e otros vecinos de la dicha villa...
Archivo General de Simancas, PTR, LEG, 5, DOC.95 . Poder otorgado por la Villa de Villanueva de la Jara a Juan Romo para encabezar las rentas de la villa. 1521
La escritura de obligación para encabezar a la villa por sus alcabalas de los años 1520 y 1521, se puede encontrar en
Archivo General de Simancas, PTR, LEG, 5, DOC.92
La Tercera Guerra Carlista: el combate de Minglanilla (1874)
Aunque la Tercera Guerra Carlista en la ciudad de Cuenca, y en la misma provincia, ha sido estudiada ampliamente*, aportamos aquí la descripción del combate de Minglanilla por el general carlista Manuel Salvador y Palacios, Jefe del Ejército del Centro, en una carta mandada el 17 de marzo de 1874 al Infante Carlos Alfonso de Borbón y narrando los hechos militares acaecidos unos días antes. La misiva tiene no poco de justificación de la actuación militar de Manuel Salvador y Palacios, responsabilizando a su subordinado Cid.
(Imagen: sentado, el pretendiente Carlos VII)
Serenísimo Señor
(Imagen: sentado, el pretendiente Carlos VII)
Serenísimo Señor
Con motivo de la toma de la importante villa de Vinaroz y de la inexpugnable Amposta, el enemigo fuerte de ocho a nueve mil hombres, con diez y seis piezas de artillería y trescientos caballos divididos en dos columnas principió su movimiento de avance, la una en dirección de Vinaroz y la otra de San Mateo para introducirse en el corazón del Maestrazgo, la una apoyada por el mar, marchando paralelos tres vapores y la otra por el único llano que tiene el Maestrazgo, viéndome en la imposibilidad de atacarlas por la situación topográfica que ocupaban, dispuse que los batallones 3º y 4º del Maestrazgo a marchas forzadas se dirigieron a la rivera de Valencia con el objeto de llamar la atención del enemigo y proporcionarse recursos de armas, caballos y dinero y con la brigada de Cucala seguir el mismo movimiento, tan luego como el enemigo tuvo conocimiento de mi marcha, retrocedió rápidamente para proteger a Valencia y ver si podía evitar que los batallones 3º y 4º recorriesen la rivera.
Sabedor de que se encontraban los referidos batallones en terreno donde no podían ser alcanzados, me dirigí con la brigada Cucala a Chelva, donde supe que la columna del rebelde Calleja, fuerte de cuatro mil hombres y cuatro piezas de artillería y doscientos caballos se encontraba en el pueblo de Landete provincia de Cuenca y puesto en combinación con el 2º Comandante General de Valencia, coronel Santes, dispuse marchase a Utiel, donde recibiría mis órdenes, yo me dirigí con la brigada Cucala hacia la parte en que se encontraba el enemigo que ya había salido de Landete por Mira, Camporrobles y Villalgordo se dirigían a Minglanilla, siguiéndola en su marcha hasta colocarme en el expresado pueblo de Villalgordo, junto el más avanzado de su dirección en la noche del ocho y hora de las ocho mandé uno de mis ayudantes con ocho caballos al pueblo de Utiel donde se hallaba el 2º Comandante General de Valencia con su división para que al amanecer se me incorporase y reunidas las fuerzas mande la Brigada de Cucala con mi Jefe de Estado Mayor Coronel Belda, que pasare el Cabriel por el puente de Pajazo para que pudiera atacarla por la retaguardia, al primer Batallón de Cazadores del Cid que lo verificase por la izquierda por el puente de Vadocañas y ya por la carretera a pasarla por el de Contreras con cuatro batallones y la caballería llevando de vanguardia una sección de tiradores escolta del 2º Comandante General.
Serían las nueve de la mañana, cuando ya había pasado el puente de Contreras cuya subida por las zis-zas que forma la carretera es una verdadera fortaleza; tuve aviso por la descubierta de caballería que el enemigo avanzaba a la carrera y no pudiendo tomar la altura retrocedí a colocarme en las posiciones de los dos lados del puente para no dejarme el Cabriel a la espalda, en esta situación se rompió el fuego, que duró cinco horas, sin que el enemigo pudiera avanzar un solo paso de sus posiciones.
En este estado la Brigada Cucala, con mi Jefe de Estado Mayor que había emprendido su marcha a las cinco de la mañana, pasando el puente de Pajazo y el puerto de Salinas, consiguió colocarse a retaguardia del enemigo después de unas seis horas de marcha forzada. En el alto del puerto se detuvo esta brigada, esperando a que yo con la división Santes apareciese en lo alto de la carretera que donde el puente de Contreras conduce a la Minglanilla, pero no habiendo oído el fuego que yo había roto hacía algún tiempo emprendió la marcha a la carrera, pasando por la Pesquera y cayendo de improviso sobre Minglanilla lograron después de un ligero tiroteo apoderarse de la población y de cuarenta y siete soldados de la Lealtad y Cazadores de Mérida, que con un teniente se había dejado el enemigo, sin duda para custodiar los efectos que allá había dejado, con los prisioneros logró apoderarse de nueve caballos, cincuenta fusiles Remington con sus correspondientes municiones, dos sables, varias lanzas y más de doscientos morrales que allí había, y a seguida salió por la carretera al expresado puente de Contreras, en donde suponía había roto yo el fuego; más al poco tiempo de su salida divisaron al enemigo que tomaba posiciones a derecha y a izquierda de la carretera en la alturas de las Cabrillas. La Brigada Cucala en vistas de esto, formó sus batallones en masa desplegando algunas compañías en guerrilla, emprendiendo desde luego el ataque, quedando de esta manera el enemigo cortado, pero a consecuencia de haber sido ocupadas por él formidables posiciones, le fue imposible arrollarlo, debiendo su salvación no al número y artillería que tenía, sino a haber agotado las municiones después de tres horas de fuego, comprendiendo entonces aquella Brigada, que algo había que impedía la llegada de las fuerzas de la División Santes y herido Cucala en un brazo, emprendió la retirada en el mayor orden, recogiendo todos sus heridos.
De haber cumplido con mis instrucciones su deber el primer Batallón Cazadores del Cid, es indudable que la columna hubiera sido completamente derrotada, pero éste en vez de atacar la izquierda, volvió a repasar el Cabriel dejando abandonado su puesto sin disparar un tiro.
Nuestras pérdidas han consistido en diez y ocho muertos y cincuenta y un heridos, muchos de ellos leves; las del enemigo, han sido más considerables, pues a más de haber dejado en el campo gran número de efectos y nueve caballos según relación de la Cruz Roja ha tenido igual número de muertos y setenta y seis heridos conducidos a Albacete, más los cuarenta y siete prisioneros que antes se mencionan.
Lo que tengo el honor de poner en su conocimiento de V. A. en cumplimiento de mi deber.
Dios guarde la preciosa vida de S. A. R. Tales, 17 de marzo de 1874
Serenísimo Señor
Manuel S. Palacios
Serenísimo Señor Ynfante Don Alfonso de Borbón y Austria de Este, General en Jefe del Ejercito Real de Cataluña, Valencia y Murcia
Archivo Histórico Nacional,DIVERSOS-ARCHIVO_CARLISTA,115,Exp.3 - 516. Correspondencia de la Tercera Guerra Carlista. 1774
*ROMERO SAIZ, Miguel: El saco de Cuenca. Boinas rojas bajo Mangana. Diputación Provincial de Cuenca. 2011
Serían las nueve de la mañana, cuando ya había pasado el puente de Contreras cuya subida por las zis-zas que forma la carretera es una verdadera fortaleza; tuve aviso por la descubierta de caballería que el enemigo avanzaba a la carrera y no pudiendo tomar la altura retrocedí a colocarme en las posiciones de los dos lados del puente para no dejarme el Cabriel a la espalda, en esta situación se rompió el fuego, que duró cinco horas, sin que el enemigo pudiera avanzar un solo paso de sus posiciones.
En este estado la Brigada Cucala, con mi Jefe de Estado Mayor que había emprendido su marcha a las cinco de la mañana, pasando el puente de Pajazo y el puerto de Salinas, consiguió colocarse a retaguardia del enemigo después de unas seis horas de marcha forzada. En el alto del puerto se detuvo esta brigada, esperando a que yo con la división Santes apareciese en lo alto de la carretera que donde el puente de Contreras conduce a la Minglanilla, pero no habiendo oído el fuego que yo había roto hacía algún tiempo emprendió la marcha a la carrera, pasando por la Pesquera y cayendo de improviso sobre Minglanilla lograron después de un ligero tiroteo apoderarse de la población y de cuarenta y siete soldados de la Lealtad y Cazadores de Mérida, que con un teniente se había dejado el enemigo, sin duda para custodiar los efectos que allá había dejado, con los prisioneros logró apoderarse de nueve caballos, cincuenta fusiles Remington con sus correspondientes municiones, dos sables, varias lanzas y más de doscientos morrales que allí había, y a seguida salió por la carretera al expresado puente de Contreras, en donde suponía había roto yo el fuego; más al poco tiempo de su salida divisaron al enemigo que tomaba posiciones a derecha y a izquierda de la carretera en la alturas de las Cabrillas. La Brigada Cucala en vistas de esto, formó sus batallones en masa desplegando algunas compañías en guerrilla, emprendiendo desde luego el ataque, quedando de esta manera el enemigo cortado, pero a consecuencia de haber sido ocupadas por él formidables posiciones, le fue imposible arrollarlo, debiendo su salvación no al número y artillería que tenía, sino a haber agotado las municiones después de tres horas de fuego, comprendiendo entonces aquella Brigada, que algo había que impedía la llegada de las fuerzas de la División Santes y herido Cucala en un brazo, emprendió la retirada en el mayor orden, recogiendo todos sus heridos.
De haber cumplido con mis instrucciones su deber el primer Batallón Cazadores del Cid, es indudable que la columna hubiera sido completamente derrotada, pero éste en vez de atacar la izquierda, volvió a repasar el Cabriel dejando abandonado su puesto sin disparar un tiro.
Nuestras pérdidas han consistido en diez y ocho muertos y cincuenta y un heridos, muchos de ellos leves; las del enemigo, han sido más considerables, pues a más de haber dejado en el campo gran número de efectos y nueve caballos según relación de la Cruz Roja ha tenido igual número de muertos y setenta y seis heridos conducidos a Albacete, más los cuarenta y siete prisioneros que antes se mencionan.
Lo que tengo el honor de poner en su conocimiento de V. A. en cumplimiento de mi deber.
Dios guarde la preciosa vida de S. A. R. Tales, 17 de marzo de 1874
Serenísimo Señor
Manuel S. Palacios
Serenísimo Señor Ynfante Don Alfonso de Borbón y Austria de Este, General en Jefe del Ejercito Real de Cataluña, Valencia y Murcia
Archivo Histórico Nacional,DIVERSOS-ARCHIVO_CARLISTA,115,Exp.3 - 516. Correspondencia de la Tercera Guerra Carlista. 1774
*ROMERO SAIZ, Miguel: El saco de Cuenca. Boinas rojas bajo Mangana. Diputación Provincial de Cuenca. 2011
domingo, 22 de mayo de 2016
Divisiones administrativas del partido de San Clemente en el siglo XVIII
Las divisiones administrativas que a continuación se detallan corresponden a elaboraciones propias, fundadas en la consulta de diversos documentos del Archivo Municipal de San Clemente, hace ya veinte años. Las organizaciones administrativas de las que San Clemente era cabeza nuclear eran dos desde el siglo XVI: el corregimiento de las diecisiete villas, establecido en 1586, y, otra más amplia, el distrito de rentas reales del Marquesado de Villena, con un origen medieval, pero que tuvo a San Clemente por su cabeza desde que hacia 1580 la tesorería de rentas reales recayera en vecinos de San Clemente de forma permanente. Habría que añadir otra división, que empezó a pergeñarse hacia la década de 1630, que convertía a San Clemente en centro de reclutamiento militar para la dotación de presidios o cabeza fiscal para la recaudación de los servicios de millones, con tesorería propia desde 1634. Estas divisiones que se ajustaban más a la provincia de Cuenca y comprendían las villas del sur de esta provincia, tanto de realengo como de señorío, no llegaron a cuajar.
La división política del corregimiento de las diecisiete villas comenzó a romperse muy pronto desde el siglo XVII por el paso a jurisdicción señorial de algunas villas como Santa María del Campo y, sobre todo, desde el siglo XVIII con la creación de corregimientos propios en Iniesta, Villanueva de la Jara (después con cabeza en Tarazona), Sisante o, como alcaldía mayor, Motilla del Palancar y después Villarrobledo.
Pero la verdadera dislocación del partido de San Clemente fue cuando se quebró en dos el distrito de rentas reales del Marquesado de Villena. Tal hecho ocurrió en 1718, con la llamada Nueva Planta. Recuerdo la lectura de este hecho en algún expediente del Archivo Histórico Nacional, por ser especialmente sentida por los contemporáneos como una desgracia, en sus propias palabras como la pérdida de la parte baja del Marquesado. El distrito de rentas reales del Marquesado de Villena que abarcaba un espacio que comprendía el Sur de Cuenca, Albacete y algunos pueblos de Alicante y Murcia desaparecía definitivamente y, con él, el recuerdo de aquella creación medieval que estuvo a punto de constituir un Estado propio. Sólo la creación de una Junta de Armamento y Defensa durante la Guerra de la Independencia fue capar de vertebrar de nuevo un espacio que fue más allá de los límites provinciales (hablando en propiedad episcopales).
Excluimos las divisiones militares del siglo XVIII, San Clemente, que se apartará de la vieja organización militar del adelantamiento de Murcia (con la que convivirá hasta la Guerra de Sucesión), dependerá de Cuenca, salvo en algún espacio de tiempo, como en 1762, que, dependiente de la Caja de Reclutamiento de Ciudad Real, llegó a ser distrito propio
SUBDELEGACIÓN DE RENTAS REALES DEL PARTIDO DE SAN CLEMENTE (DESDE 1718)
Este distrito fiscal de rentas reales se corresponde con la Superintendencia de rentas reales desde 1718, que desgajó la parte baja del Marquesado y sus partidos de Chinchilla y Villena, y la posterior creación en 1760 de una Subdelegación de Rentas Reales. Incluye la relación tanto villas como lugares.
San Clemente, Alarcón, Alconchel, Almonacid, Barchín, Casasimarro, Casas de Guijarro, Casas de Benítez, Casas de Haro, Casas de los Pinos, Casas de Fernando Alonso, El Peral, El Quintanar del Rey, El Pedernoso, El Cañavate y su barrio de Cañadajuncosa, El Picazo, El Cerro, Gabaldón, Iniesta, La Alberca, La Minglanilla, Las Pedroñeras, La Losa, La Puebla de San Salvador, La Motilla del Palancar, La Atalaya, La Fuensanta, La Roda, Ledaña, Las Mesas, Madrigueras, Mira, Minaya, Montalbos, Pozoseco, Pozo Amargo, Perona, Rubielos Altos, Rubielos Bajos, Sisante, Tarazona, Villanueva de la Jara, Villalgordo del Júcar, Villagarcía, Vara del Rey, Villar de Cantos, Utiel, Villalgordo del Marquesado, Villarejo de Fuentes, despoblado de Santiago de la Torre, despoblado de Villanueva de la Torre
ADMINISTRACIÓN PRINCIPAL DE LA RENTA DEL TABACO DEL PARTIDO DE SAN CLEMENTE (SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVIII)
Distrito de Villanueva de la Jara
Villanueva de la Jara, Casasimarro, Motilla, Alarcón, Olmedilla de Alarcón, Gabaldón, Gascas, El Peral, Barchín, Rubielos Bajos, Pozoseco, Rubielos Altos, Valhermoso, Valverdejo
Distrito de Villarrobledo
Villarrobledo, Pedro Muñoz, Munera, Las Mesas, Socuéllamos, El Provencio
Distrito de Sisante
Sisante, Vara del Rey, Perona, Villar de Cantos, Cañavate, Cañadajuncosa, Atalaya, Tébar, El Picazo, Pozo Amargo,
Distrito de Belmonte
Belmonte, Mota del Cuervo, Villaescusa de Haro, Villarejo de Fuentes, Osa de la Vega, Puebla de Almenara, El Pedernoso, Las Pedroñeras, La Alberca, Hinojosos del Marquesado, Santa María de los Llanos, Tresjuncos, Hontanaya, Almonacid del Marquesado, Fuentelespino de Haro
Distrito de Honrubia
Honrubia, Castillo de Garcimuñoz, Almarcha, Torrubia del Castillo, Hinojosa, Olivares del Júcar, Cervera del Llano, Montalbanejo, Villar de Cañas, Alconchel, Villalgordo del Marquesado, Villar de la Encina, Pinarejo, Santa María del Campo
Distrito de La Roda
La Roda, Barrax, Minaya, Fuensanta, Lezuza, Villagordo del Júcar, Casas de Benítez, Montalbos, Casas de Guijarro, Casas de Fernando Alonso, Casas de Haro
Distrito de Iniesta
Iniesta, Tarazona, Quintanar del Rey, Villa García, Madrigueras, Ledaña, El Herrumblar, Alcadozo, Villarta, Villalpardo, Graja de Iniesta, Puebla de San Salvador, Castillejo de Iniesta
PARTIDO DEL CORREGIMIENTO DE SAN CLEMENTE EN EL AÑO 1760
Aunque bajo la autoridad nominal del corregidor de San Clemente, y en algún caso sometidos también a sus visitas y comisiones,se trataba de distritos administrativos judiciales con absoluta autonomía en cuanto disponían de la primera instancia, o en su caso, del derecho de apelación. Pero sí que podemos hablar de un distrito gubernativo en el que el corregidor de San Clemente debía comunicar a través de veredas las diversas cartas, órdenes e instrucciones reales. Distinguimos corregimientos, alcaldías mayores y ordinarias. Estas divisiones fueron variables a lo largo del tiempo, tal es el caso de Villanueva de la Jara, que este año aparece fundida con el corregimiento de Iniesta, o que Utiel se encuentre integrado en la órbita del partido de San Clemente
Corregimiento de San Clemente
San Clemente y sus aldeas de Casas de Fernando Alonso, Casas de Haro, Casas de los Pinos y Perona.
Corregimiento de Iniesta
Iniesta y sus aldeas, Villanueva de la Jara (en otros momentos aparece como corregimiento propio)
Corregimiento de Tarazona
Tarazona, Madrigueras, Quintanar del Rey
Corregimiento de Sisante
Sisante, Vara del Rey y sus aldeas (Casas de Benítez, Pozo Amargo), Casas de Guijarro
Corregimiento de Utiel
Utiel
Corregimiento de Alarcón
Alarcón y sus aldeas Picazo y Rubielos Altos (?)
Alcaldía Mayor de Motilla del Palancar
Motilla del Palancar
Alcaldías Ordinarias (villas dotadas con alcaldes ordinarios y la primera instancia)
Alberca, Pedernoso, Villlarrobledo (poseteriormente sería dotado de alcalde mayor), Ledaña, Cañavate, Gabaldón, Puebla de San Salvador, Rubielos Bajos, Pedroñeras, Las Mesas, Minaya, Villalgordo del Júcar, Villagarcía, Casasimarro, Atalaya, Barchín, Mira, Minglanilla, EL Peral, Pozo Seco,
Acompañamos a continuación algunos enlaces de la organización territorial del partido de San Clemente en el siglo XVII, expuesta en diversos artículos de este blog:
Distrito Militar de la Milicia General del Reino
Distrito de Rentas Reales del Marquesado de Villena
Distrito Militar de Dotación de Presidios
Corregimiento de las diecisiete villas
sábado, 21 de mayo de 2016
Villarrobledo en 1604 y 1605: los años del hambre, el desabastecimiento y la especulación (III)
y por ser como es la nezesidad y poca cosecha de pan tan general si no se acude a el rremedio con tiempo tercia mucha dificultad y esta villa estaría en peligro de perderse y despoblarse
De esta guisa rezaba la queja de los regidores villarrobletanos en el ayuntamiento celebrado el 11 de julio de 1605. La escasez se había apoderado del Reino. Hasta Villarrobledo había llegado petición de los Inquisidores del Tribunal de Murcia, pidiendo 1.500 fanegas de la próxima cosecha, pero la cosecha se esperaba nefasta, Los labradores todavía disponían de algún trigo pero se negaban a venderlo. El corregidor de San Clemente había suspendido la almoneda para panadear el trigo del pósito en el año venidero y había impuesto el control directo por el concejo del trigo panadeado. Los regidores daban cartas de poder para acudir ante el Consejo Real en Valladolid para obtener licencia para tomar a censo de 20.000 a 24.000 ducados. Por fin, el 21 de julio, quizás para emular la decisión del canónigo Yáñez, con más probabilidad para adelantarse a sus intenciones, se acuerda requisar el grano a los labradores que ya empiezan a cosechar:
mandaron que dos oficiales de este ayuntamiento juntamente con el rregidor Antonio Téllez alcalde ordinario al campo por las heredades de esta villa por su jurisdición a ver el pan que cada un labrador coje y los pegulajeros y a cada uno tomen para el dicho pósito la quantidad de trigo y centeno que les paresciere pueden dar y hagan cala y cata en las dichas heredades sin exceptar persona alguna
Se les pagará a catorce reales la fanega, cuatro reales por debajo del precio fijado por la tasa; sólo se les compensará esa diferencia de cuatros reales medio año después. El embargo se hizo extensivo a las rentas del diezmo e incluso al trigo acumulado por uno de los regidores, Francisco Martínez Bonillo. Se enviaron comisarios a Aragón y Valencia para la compra de trigo, pero previamente se intentó en Toledo cambiar por plata la moneda de vellón existente en el caudal del pósito; la plata había desaparecido de la circulación en Villarrobledo. Para obtener el pan se mezcló el escaso trigo con el candeal, pero el precio se mantuvo en diez maravedíes la libra, pues la fanega de trigo ya superaba la tasa del año 1600, fijada en 18 reales, yendo más allá de los treinta reales. Se hicieron ensayos para ver la cantidad resultante de la mezcla del trigo con el candeal, por una fanega del primero se obtenían alrededor de 110 libras de pan, por una fanega del segundo, no llegaba a noventa. Se habilitaron 53 panaderos con licencia para la venta, distribuidos en tres puntos de ventas: uno en la plaza del Pozo y dos en la plaza Mayor. En uno de estos últimos puntos se situaba la venta a forasteros, a los que se vendía la libra a doce maravedíes.
El trigo necesario para el pósito se encontró por fin a comienzos de agosto en manos de un vecino de Villar del Águila, tierra de Huete, y sobre todo, en la comarca de Molina de Aragón, donde se envío a dos frailes para tratar la compra de cerca de 10.000 fanegas. Simultáneamente cuatro regidores, cumpliendo órdenes del corregidor, acompañados de alguacil y regidor, registraban el trigo de los labradores.
Los dos frailes se encontraban en la tierra de Molina a fines de agosto, comprando el trigo para el pósito. Los precios, con la cosecha recién recogida, ascendía ya a 30 y 36 reales la fanega de trigo; el doble del fijado por la tasa. Para evitar pérdidas, el concejo villarrobletano decidió subir el precio del pan a doce maravedíes la libra; el mismo que pagaban los forasteros, que pronto, el 2 de septiembre se subiría en dos maravedíes más. Pero los informes que desde Molina mandaba el padre Serrano, uno de los frailes, avisaban de la escasez de trigo en la zona de Molina obligaría a completar las compras en Aragón y que los costes de acarreo elevarían el precio de la libra de pan cocido a 17 maravedíes. Las noticias del fraile y otras negativas, como las del alférez Sebastián de Losa que se había desplazado a Medinaceli, llevaron a desechar la opción aragonesa e intentar comprar el trigo de Cartagena, ofrecido por el Marqués de la Vélez, gracias a la mediación del corregidor. Pero de nuevo se chocaba con la falta de numerario en plata. De hecho, el único dinero aceptado. la generalidad de las transacciones y pagos se hacía con moneda de vellón. Así se volvió de nuevo a la requisa y embargo del trigo del diezmo, que obraba en poder de los fieles, procedente de la reciente cosecha. Claro que el trigo que se procuraba embargar era el correspondiente a las tercias reales, pues el concejo bien se cuidaba de incluir en este embargo la cuarta parte de las rentas decimales, que se pensaba dedicar a la sementera. Para disponer de esta parte se procuraba utilizar el camino de la mediación con la Iglesia de Toledo. En cualquier caso, la parte de trigo embargado correspondiente a las tercias para comienzos de octubre ya estaba en el pósito. Dicho trigo daría lugar a un pleito con la villa de Almagro, a quien se habían arrendado los frutos decimales. En cuanto al trigo para la sementera sería cedido a finales de octubre por la iglesia de Toledo, pero de fiado y a pagar en la cosecha de agosto de 1606, en unas condiciones tan leoninas en los intereses que se decidió pagar al contado. Aunque el problema era el dinero.
Como un agravio en la villa, se debió ver el requerimiento del corregidor de San Clemente, que, con cargo de la parte del diezmo correspondiente a las tercias, decidió asignarse la dotación que, de los cereales villarrobletanos, hacía uso anualmente para su casa y para la casa del alcalde mayor (doscientas fanegas de trigo y ciento cincuenta fanegas de cebada para el corregidor y cien fanegas de trigo y cincuenta de cebada para el alcalde mayor).
El problema de la escasez afecta a todo el corregimiento. El corregidor decide convocar, en la vieja tradición de las juntas del Marquesado, una junta de las diecisiete villas del corregimiento. Se celebrará el domingo 16 de octubre de 1605 en Iniesta y acudirá un regidor o alcalde por villa. Deben acudir con las necesidades de trigo de cada uno de los pósitos locales. Por primera vez, se intenta dar una solución general a las malas cosechas. Se ha concedido licencia real para sacar 300.000 fanegas de trigo del Reino de Aragón para provisión del Reino de Toledo y otras tierras, entre ellas el corregimiento. La junta acordó que el corregidor escribiese al Consejo Real sobre la necesidad de trigo en el corregimiento. La petición sería defendida por Pedro Durango, estante en la Corte, que recibiría un salario de 50 ducados a repartir entre las villas. Las desavenencias vinieron cuando San Clemente y otras villas pidieron socorro económico al resto de villas por la plaga de langosta que estaba azotando sus frutos; Villarrobledo se negó a dárselo con la justificación de que ellos no padecían de esta plaga.
Villarrobledo disponía de otro pósito, el llamado pósito de los pobres, fundado por el doctor Uceda y Torres, cura de la villa. El caudal del dicho pósito, diecisiete mil reales, que obraban en poder del regidor Pedro de Montoya Vizcarra, sería requisado y agregado al caudal del pósito municipal, a cargo de su mayordomo Juan Rosillo. A marchas forzadas, se intentaba acumular suficiente dinero para la compra de trigo para la siembra a la Iglesia de Toledo. Así se conseguía recuperar más de 2.000 reales de algún deudor atrasado del pósito y la villa debió respirar aliviada cuando se conoció la rebaja en un millón de maravedíes del encabezamiento de las rentas reales del suelo de Alcaraz, tierra a la que fiscalmente pertenecía Villarrobledo. Pero a fecha de 13 de noviembre todavía había labradores sin simiente. De nuevo, se intentó obtener la cuarta parte de las rentas decimales de sus tenedores a precio de la tasa.
Durante el invierno, la escasez que vive la villa apenas si se trata las reuniones del cabildo, hasta que el 13 de febrero de 1606 se recibe mandamiento del corregidor de San Clemente tasando el precio de la venta del pan, a petición del procurador sindico que se queja de que la libra de pan se está vendiendo a un precio superior a doce maravedíes la libra. Pero la situación que se vivía debía ser desoladora. En la vecina San Clemente, sin duda con menos provisiones de trigo que Villarrobledo, el panorama que se nos presenta el 21 de febrero, cuando se decide el reparto de dos mil ducados entre los pobres, es de hambruna:
y este presente año avía sido el más estéril en essa dicha villa y su tierra, que xamás se avía visto, y la gente pobre passava grandísima necesidad y se cayan muertos de anvre: y aunque algunos andavan clamando por las calles, no avía quien tuviesse posibilidad para socorrerlos, ni los que tenían heredades las cultivaban; y se temía que avría de suceder, por la dicha ocasión de aver tanta anvre, alguna enfermedad de peste como la que avía sucedido en essa dicha villa el año de 600 (1)
Las quejas de la villa de Villarrobledo se reavivan el 23 de febrero, cuando llega la noticia de que Villarrobledo debe aportar 30 carros y 90 mulas para la mudanza de la Corte de Valladolid a Madrid.
en esta villa no ay ni se podrán hallar mulas para que puedan servir en la dicha jornada por estar todas hellas muy flacas y decaydas de causa de la gran falta de zebada
Lógicamente el Rey no podía recibir una simple negativa. Así que a la ritual exposición de motivos, bastante cierta, sobre la esterilidad de los tiempos y la pobreza de los vecinos, se añadía la petición de concesión de arbitrios para sufragar los costes de los carros y mulas, en una decisión que para nada beneficiaba a aquéllos en cuyo nombre se solicitaban los mencionados arbitrios. La dehesa carnicera se roturaba para tierras de labor por tiempo de ocho años y se arrendaba por el mismo tiempo para pasto la dehesa de Calaverón. A corto plazo, la decisión tomada fue más tajante, para el uno de abril se decidió el embargo de 25 carros a varios vecinos con una compensación de 400 reales a pagar en agosto o septiembre del dinero obtenido con la próxima cosecha. En las actas del doce de abril aparecen los 25 carros finalmente embargados y el nombre de los vecinos afectados con todo detalle. Finalmente en mayo la aportación quedaría en quince carros.
Mientras los problemas de aprovisionamiento de pan se agudizan, viéndose obligada la villa a establecer el 13 de marzo un estricto racionamiento del trigo. Se fija un único punto de entrega del pan a los vecinos, las casas dejadas por el doctor Uceda, antiguo cura de la villa, con asistencia continua de dos regidores para evitar el descontrol en la distribución. A los problemas de distribución se unían los de malversación de fondos. Tal como se reconocía en la sesión de 13 de abril de 1606, varios vecinos encargados de la compra de trigo para el pósito se habían quedado con parte del dinero, tan necesario ahora para la realización de nuevas compras.
Para el 26 de abril la gravedad de la crisis ya nos aparece en toda su crudeza, reconociéndose la labor desinteresada de los médicos por atender el número creciente de los pobres de la villa:
dixeron que de causa de la nezesidad que padezen los vecinos pobres desta villa a avido y ay muchos enfermos y los médicos desta villa an tenido cuydado y lo tienen de presente de visitarlos sin ynterés alguno
Las condiciones de distribución de pan para los forasteros se endurecen, aumentándose el precio a 16 maravedíes la libra. Se intenta restituir la falta de trigo en el pósito con nuevas compras; esta vez en Alcázar de San Juan, que por entonces se llamaba Alcázar de Consuegra. Como el año anterior, aprovechando la procesión de San Nicolás de los Villarejos para el once de mayo, se repartirá pan cocido a los vecino pobres, panadeado del trigo veinte fanegas existentes en el pósito, correspondientes al beneficio curado de la villa, y que cedidas en un contexto de necesidad ahora el párroco pretende cobrar a precio tasado de 18 reales, aunque eso sí, en plata.
Pero ya se sabe que la cosecha del mes de agosto va a ser muy buena. La escasez presente con la abundancia futura desata los procesos especulativos. Desde villas como San Clemente o Belmonte se disparan las ofertas de compra por el grano de la venidera cosecha villlarrobletana. Son los propios vecinos ricos de Villarrobledo, que dando la espalda a la necesidad de sus convecinos, los que se desplazan a las villas comarcanas ofreciendo su futura cosecha al mejor postor. En saco roto caen las peticiones que las ventas se hagan primero entre compradores de la villa. El concejo solo puede ofrecer 22.000 reales para las compras de agosto para proveer el pósito con sus caudales. Se aportarán tres mil ducados más (¿del dinero obtenido a censo?), que se prestarán a vecinos de la villa para que compren trigo a partir del quince de agosto y se comprará más trigo para el pósito para abastecimiento de la villa para el periodo de junio a agosto. Mientras la necesidad y el hambre continúa, el cinco de junio de 1606, Villarrobledo, el granero de España, acuerda que para remediar el hambre se provea a sus vecinos de pan de cebada, se compren cuatro mil fanegas para el pósito, pero esta vez de centeno, y, en una medida sin precedentes en la villa se manda la expulsión de todos los forasteros en un plazo de tres días. La expulsión sería más gesto propagandístico que otra cosa, pues difícilmente podía prescindir Villarrobledo de los peones para la siega. No es de extrañar que pocos días después en otro ayuntamiento se volviera a decisiones anteriores de mantener el precio de pan a los forasteros a 16 maravedíes pero bajando la libra de 16 a 14 onzas.
El desabastecimiento iba acompañado de la especulación, el hambre presente de los vecinos era parejo a unos campos que ese verano mostraban una cosecha abundante como no se recordaba desde hacía tiempo.
Archivo Municipal de Villarrobledo (AMVi), Actas municipales del 1 de julio de 1605 hasta el 29 de junio de 1606
(1) TORRENTE PÉREZ, Diego: Documentos para la Historia de San Clemente. Tomo II. Madrid, 1975. pp. 164
De esta guisa rezaba la queja de los regidores villarrobletanos en el ayuntamiento celebrado el 11 de julio de 1605. La escasez se había apoderado del Reino. Hasta Villarrobledo había llegado petición de los Inquisidores del Tribunal de Murcia, pidiendo 1.500 fanegas de la próxima cosecha, pero la cosecha se esperaba nefasta, Los labradores todavía disponían de algún trigo pero se negaban a venderlo. El corregidor de San Clemente había suspendido la almoneda para panadear el trigo del pósito en el año venidero y había impuesto el control directo por el concejo del trigo panadeado. Los regidores daban cartas de poder para acudir ante el Consejo Real en Valladolid para obtener licencia para tomar a censo de 20.000 a 24.000 ducados. Por fin, el 21 de julio, quizás para emular la decisión del canónigo Yáñez, con más probabilidad para adelantarse a sus intenciones, se acuerda requisar el grano a los labradores que ya empiezan a cosechar:
mandaron que dos oficiales de este ayuntamiento juntamente con el rregidor Antonio Téllez alcalde ordinario al campo por las heredades de esta villa por su jurisdición a ver el pan que cada un labrador coje y los pegulajeros y a cada uno tomen para el dicho pósito la quantidad de trigo y centeno que les paresciere pueden dar y hagan cala y cata en las dichas heredades sin exceptar persona alguna
Se les pagará a catorce reales la fanega, cuatro reales por debajo del precio fijado por la tasa; sólo se les compensará esa diferencia de cuatros reales medio año después. El embargo se hizo extensivo a las rentas del diezmo e incluso al trigo acumulado por uno de los regidores, Francisco Martínez Bonillo. Se enviaron comisarios a Aragón y Valencia para la compra de trigo, pero previamente se intentó en Toledo cambiar por plata la moneda de vellón existente en el caudal del pósito; la plata había desaparecido de la circulación en Villarrobledo. Para obtener el pan se mezcló el escaso trigo con el candeal, pero el precio se mantuvo en diez maravedíes la libra, pues la fanega de trigo ya superaba la tasa del año 1600, fijada en 18 reales, yendo más allá de los treinta reales. Se hicieron ensayos para ver la cantidad resultante de la mezcla del trigo con el candeal, por una fanega del primero se obtenían alrededor de 110 libras de pan, por una fanega del segundo, no llegaba a noventa. Se habilitaron 53 panaderos con licencia para la venta, distribuidos en tres puntos de ventas: uno en la plaza del Pozo y dos en la plaza Mayor. En uno de estos últimos puntos se situaba la venta a forasteros, a los que se vendía la libra a doce maravedíes.
El trigo necesario para el pósito se encontró por fin a comienzos de agosto en manos de un vecino de Villar del Águila, tierra de Huete, y sobre todo, en la comarca de Molina de Aragón, donde se envío a dos frailes para tratar la compra de cerca de 10.000 fanegas. Simultáneamente cuatro regidores, cumpliendo órdenes del corregidor, acompañados de alguacil y regidor, registraban el trigo de los labradores.
Los dos frailes se encontraban en la tierra de Molina a fines de agosto, comprando el trigo para el pósito. Los precios, con la cosecha recién recogida, ascendía ya a 30 y 36 reales la fanega de trigo; el doble del fijado por la tasa. Para evitar pérdidas, el concejo villarrobletano decidió subir el precio del pan a doce maravedíes la libra; el mismo que pagaban los forasteros, que pronto, el 2 de septiembre se subiría en dos maravedíes más. Pero los informes que desde Molina mandaba el padre Serrano, uno de los frailes, avisaban de la escasez de trigo en la zona de Molina obligaría a completar las compras en Aragón y que los costes de acarreo elevarían el precio de la libra de pan cocido a 17 maravedíes. Las noticias del fraile y otras negativas, como las del alférez Sebastián de Losa que se había desplazado a Medinaceli, llevaron a desechar la opción aragonesa e intentar comprar el trigo de Cartagena, ofrecido por el Marqués de la Vélez, gracias a la mediación del corregidor. Pero de nuevo se chocaba con la falta de numerario en plata. De hecho, el único dinero aceptado. la generalidad de las transacciones y pagos se hacía con moneda de vellón. Así se volvió de nuevo a la requisa y embargo del trigo del diezmo, que obraba en poder de los fieles, procedente de la reciente cosecha. Claro que el trigo que se procuraba embargar era el correspondiente a las tercias reales, pues el concejo bien se cuidaba de incluir en este embargo la cuarta parte de las rentas decimales, que se pensaba dedicar a la sementera. Para disponer de esta parte se procuraba utilizar el camino de la mediación con la Iglesia de Toledo. En cualquier caso, la parte de trigo embargado correspondiente a las tercias para comienzos de octubre ya estaba en el pósito. Dicho trigo daría lugar a un pleito con la villa de Almagro, a quien se habían arrendado los frutos decimales. En cuanto al trigo para la sementera sería cedido a finales de octubre por la iglesia de Toledo, pero de fiado y a pagar en la cosecha de agosto de 1606, en unas condiciones tan leoninas en los intereses que se decidió pagar al contado. Aunque el problema era el dinero.
Como un agravio en la villa, se debió ver el requerimiento del corregidor de San Clemente, que, con cargo de la parte del diezmo correspondiente a las tercias, decidió asignarse la dotación que, de los cereales villarrobletanos, hacía uso anualmente para su casa y para la casa del alcalde mayor (doscientas fanegas de trigo y ciento cincuenta fanegas de cebada para el corregidor y cien fanegas de trigo y cincuenta de cebada para el alcalde mayor).
El problema de la escasez afecta a todo el corregimiento. El corregidor decide convocar, en la vieja tradición de las juntas del Marquesado, una junta de las diecisiete villas del corregimiento. Se celebrará el domingo 16 de octubre de 1605 en Iniesta y acudirá un regidor o alcalde por villa. Deben acudir con las necesidades de trigo de cada uno de los pósitos locales. Por primera vez, se intenta dar una solución general a las malas cosechas. Se ha concedido licencia real para sacar 300.000 fanegas de trigo del Reino de Aragón para provisión del Reino de Toledo y otras tierras, entre ellas el corregimiento. La junta acordó que el corregidor escribiese al Consejo Real sobre la necesidad de trigo en el corregimiento. La petición sería defendida por Pedro Durango, estante en la Corte, que recibiría un salario de 50 ducados a repartir entre las villas. Las desavenencias vinieron cuando San Clemente y otras villas pidieron socorro económico al resto de villas por la plaga de langosta que estaba azotando sus frutos; Villarrobledo se negó a dárselo con la justificación de que ellos no padecían de esta plaga.
Villarrobledo disponía de otro pósito, el llamado pósito de los pobres, fundado por el doctor Uceda y Torres, cura de la villa. El caudal del dicho pósito, diecisiete mil reales, que obraban en poder del regidor Pedro de Montoya Vizcarra, sería requisado y agregado al caudal del pósito municipal, a cargo de su mayordomo Juan Rosillo. A marchas forzadas, se intentaba acumular suficiente dinero para la compra de trigo para la siembra a la Iglesia de Toledo. Así se conseguía recuperar más de 2.000 reales de algún deudor atrasado del pósito y la villa debió respirar aliviada cuando se conoció la rebaja en un millón de maravedíes del encabezamiento de las rentas reales del suelo de Alcaraz, tierra a la que fiscalmente pertenecía Villarrobledo. Pero a fecha de 13 de noviembre todavía había labradores sin simiente. De nuevo, se intentó obtener la cuarta parte de las rentas decimales de sus tenedores a precio de la tasa.
Durante el invierno, la escasez que vive la villa apenas si se trata las reuniones del cabildo, hasta que el 13 de febrero de 1606 se recibe mandamiento del corregidor de San Clemente tasando el precio de la venta del pan, a petición del procurador sindico que se queja de que la libra de pan se está vendiendo a un precio superior a doce maravedíes la libra. Pero la situación que se vivía debía ser desoladora. En la vecina San Clemente, sin duda con menos provisiones de trigo que Villarrobledo, el panorama que se nos presenta el 21 de febrero, cuando se decide el reparto de dos mil ducados entre los pobres, es de hambruna:
y este presente año avía sido el más estéril en essa dicha villa y su tierra, que xamás se avía visto, y la gente pobre passava grandísima necesidad y se cayan muertos de anvre: y aunque algunos andavan clamando por las calles, no avía quien tuviesse posibilidad para socorrerlos, ni los que tenían heredades las cultivaban; y se temía que avría de suceder, por la dicha ocasión de aver tanta anvre, alguna enfermedad de peste como la que avía sucedido en essa dicha villa el año de 600 (1)
Las quejas de la villa de Villarrobledo se reavivan el 23 de febrero, cuando llega la noticia de que Villarrobledo debe aportar 30 carros y 90 mulas para la mudanza de la Corte de Valladolid a Madrid.
en esta villa no ay ni se podrán hallar mulas para que puedan servir en la dicha jornada por estar todas hellas muy flacas y decaydas de causa de la gran falta de zebada
Lógicamente el Rey no podía recibir una simple negativa. Así que a la ritual exposición de motivos, bastante cierta, sobre la esterilidad de los tiempos y la pobreza de los vecinos, se añadía la petición de concesión de arbitrios para sufragar los costes de los carros y mulas, en una decisión que para nada beneficiaba a aquéllos en cuyo nombre se solicitaban los mencionados arbitrios. La dehesa carnicera se roturaba para tierras de labor por tiempo de ocho años y se arrendaba por el mismo tiempo para pasto la dehesa de Calaverón. A corto plazo, la decisión tomada fue más tajante, para el uno de abril se decidió el embargo de 25 carros a varios vecinos con una compensación de 400 reales a pagar en agosto o septiembre del dinero obtenido con la próxima cosecha. En las actas del doce de abril aparecen los 25 carros finalmente embargados y el nombre de los vecinos afectados con todo detalle. Finalmente en mayo la aportación quedaría en quince carros.
Mientras los problemas de aprovisionamiento de pan se agudizan, viéndose obligada la villa a establecer el 13 de marzo un estricto racionamiento del trigo. Se fija un único punto de entrega del pan a los vecinos, las casas dejadas por el doctor Uceda, antiguo cura de la villa, con asistencia continua de dos regidores para evitar el descontrol en la distribución. A los problemas de distribución se unían los de malversación de fondos. Tal como se reconocía en la sesión de 13 de abril de 1606, varios vecinos encargados de la compra de trigo para el pósito se habían quedado con parte del dinero, tan necesario ahora para la realización de nuevas compras.
Para el 26 de abril la gravedad de la crisis ya nos aparece en toda su crudeza, reconociéndose la labor desinteresada de los médicos por atender el número creciente de los pobres de la villa:
dixeron que de causa de la nezesidad que padezen los vecinos pobres desta villa a avido y ay muchos enfermos y los médicos desta villa an tenido cuydado y lo tienen de presente de visitarlos sin ynterés alguno
Las condiciones de distribución de pan para los forasteros se endurecen, aumentándose el precio a 16 maravedíes la libra. Se intenta restituir la falta de trigo en el pósito con nuevas compras; esta vez en Alcázar de San Juan, que por entonces se llamaba Alcázar de Consuegra. Como el año anterior, aprovechando la procesión de San Nicolás de los Villarejos para el once de mayo, se repartirá pan cocido a los vecino pobres, panadeado del trigo veinte fanegas existentes en el pósito, correspondientes al beneficio curado de la villa, y que cedidas en un contexto de necesidad ahora el párroco pretende cobrar a precio tasado de 18 reales, aunque eso sí, en plata.
Pero ya se sabe que la cosecha del mes de agosto va a ser muy buena. La escasez presente con la abundancia futura desata los procesos especulativos. Desde villas como San Clemente o Belmonte se disparan las ofertas de compra por el grano de la venidera cosecha villlarrobletana. Son los propios vecinos ricos de Villarrobledo, que dando la espalda a la necesidad de sus convecinos, los que se desplazan a las villas comarcanas ofreciendo su futura cosecha al mejor postor. En saco roto caen las peticiones que las ventas se hagan primero entre compradores de la villa. El concejo solo puede ofrecer 22.000 reales para las compras de agosto para proveer el pósito con sus caudales. Se aportarán tres mil ducados más (¿del dinero obtenido a censo?), que se prestarán a vecinos de la villa para que compren trigo a partir del quince de agosto y se comprará más trigo para el pósito para abastecimiento de la villa para el periodo de junio a agosto. Mientras la necesidad y el hambre continúa, el cinco de junio de 1606, Villarrobledo, el granero de España, acuerda que para remediar el hambre se provea a sus vecinos de pan de cebada, se compren cuatro mil fanegas para el pósito, pero esta vez de centeno, y, en una medida sin precedentes en la villa se manda la expulsión de todos los forasteros en un plazo de tres días. La expulsión sería más gesto propagandístico que otra cosa, pues difícilmente podía prescindir Villarrobledo de los peones para la siega. No es de extrañar que pocos días después en otro ayuntamiento se volviera a decisiones anteriores de mantener el precio de pan a los forasteros a 16 maravedíes pero bajando la libra de 16 a 14 onzas.
El desabastecimiento iba acompañado de la especulación, el hambre presente de los vecinos era parejo a unos campos que ese verano mostraban una cosecha abundante como no se recordaba desde hacía tiempo.
Archivo Municipal de Villarrobledo (AMVi), Actas municipales del 1 de julio de 1605 hasta el 29 de junio de 1606
(1) TORRENTE PÉREZ, Diego: Documentos para la Historia de San Clemente. Tomo II. Madrid, 1975. pp. 164
sábado, 14 de mayo de 2016
Villarrobledo en 1604 y 1605: Los años del hambre, hacia una crisis de subsistencias comarcal (II)
Villarrobledo se encontraba por entonces renovando sus edificios civiles. Estaban en construcción las carnicerías públicas y en proyecto una nueva casa del ayuntamiento que de presente se quiere edificar, pero faltaba el dinero. El año de 1604 se había echado mano de las tercias para las obras; ahora, a comienzos de 1605 se acuerda contar para dicho fin con el producto de la renta de la almotacenía, calculado en doscientos ducados anuales.
En estos comienzos de 1605, asiste a las reuniones del ayuntamiento el corregidor del partido de San Clemente, Diego Mudarra de Mendoza. De la lectura de las actas, parecen haber desaparecido del orden del día la realidad de una villa dominada por la escasez. La imagen que se intenta ofrecer al corregidor es la de una villa opulenta, que continúa con sus programas de embellecimiento público. El ayuntamiento del seis de enero acordará seguir adelante con su proyecto de ensanchamiento de las casas del ayuntamiento, construcción de la cárcel y apertura de una gran plaza pública para lo que se embargarán y derribarán varias casas particulares. Asimismo se proyecta la construcción de una lonja delante las puertas de la carmizerías (cuya construcción se encomendara al maestro de cantería Domingo de Aguirre, al que se le adelantarán 400 ducados). Pero una vez que se ha ido el corregidor, el tono de las actas cambia. En la reunión del dieciséis de enero la solidaridad de los regidores en defensa de sus intereses les lleva a mancomunarse para defender sus intereses frente a la Mesta y el alcalde entregador Trillo. Ese día acuden todos, pero cuando al día siguiente se vuelve a tratar el estado de necesidad de la villa faltan muchos. Se reconoce que las existencias del pósito se están agotando. Cuatro días antes, un canónigo de Toledo se ha presentado para cobrar el montante de noventa y seis fanegas del trigo embargado unos meses antes. Se da por imposible encontrar trigo en toda la comarca, pues la esterilidad de las cosechas ha alcanzado a todos los pueblos. Por último, se invita a los labradores que dispongan de grano excedentario a que lo vendan al pósito para sobrevenir las necesidades de los vecinos.
A pesar de ello, el desorden en el abasto de pan se ha instalado en el pueblo. La mayoría del pan cocido queda fuera de la red municipal y su fabricación y venta se hace al margen del control municipal. ¿Son los regidores villarrobletanos ajenos a estos procesos especulativos? Se ha señalado a estos regidores como los principales causantes de la crisis y decadencia de la villa al subordinar el bien público a su propio interés privado. Muestra de ello es que un análisis de las actas municipales nos demuestra la gran cantidad de pleitos que tiene que afrontar la villa; las reuniones municipales es una constante pérdida de tiempo en apoderamiento a procuradores ante las audiencias. La advocación de la primera instancia frente al corregidor de San Clemente acabaría, a partir de 1610, en un largo pleito de ocho años, que costaría entre apelaciones, vistas y revistas 20.000 ducados. Y es que la defensa de la primera instancia era la mejor salvaguarda que tenían los regidores y principales villarrobletanos para defender sus intereses, a cuyo servicio ponían una acción de gobierno donde la malversación de los propios y rentas públicas era la norma. Muestra de ello era la residencia del licenciado Santoren en el año 1600, la nueva residencia del corregidor Mudarra y el alcalde mayor Cid tres años después y la última auditoría de cuentas este mismo año de 1605 a cargo del juez real, el doctor Zarandona. En todas estas residencias quedó demostrada la nefasta e interesada administración de lo público por los regidores, obligados a restituir los alcances resultantes de las cuentas.
La declaración de los regidores de treinta y uno de enero es la prueba de cuánto había de infortunio y cuánto de malversación en el estado de necesidad de la villa. El pósito, que a pesar de la mala cosecha, contaba con 10.000 fanegas en septiembre de 1604, no tenía provisiones para aguantar hasta la cosecha de agosto. Sabemos que la presencia del corregidor en Villarrobledo, entre finales de diciembre y comienzos de enero, había tenido como finalidad descubrir el acaparamiento de trigo por los vecinos ricos, pero se había ido con las manos vacías. Los sembrados ya anunciaban una cosecha nefasta y el caudal y trigo del pósito se dilapidaba demasiado rápido:
dixeron que por el mes de septiembre próximo pasado de seyscientos quatro ubo en el pósito desta villa diez myll fanegas pocas mas o menos con las quales se entendió abía sufyciente abasto por la esperiencia que se tenía de otros años en el gasto del dicho pan y andando el tiempo se a visto que dicha cantidad no es sufyciente para fasta agosto que viene porque en los vecinos se ve en cada día mayores necesidades y están tan apretados con la mucha esterilidad que a sobrevenido, que no solo la nezesidad es presente pero yrá creciendo por la poca agua (tachado= con la mucha agua) que a sobrevenido y por estar los sembrados mal nacidos por cuya causa aún los más rricos compran el pan de que se sigue mayor carga en el dicho pósito y que con las dichas diez myll fanegas no ay sufyciente cantidad para el abasto y esto es más sin duda supuesto que aunque el señor don Diego de Mendoça corregidor deste partido a hecho grandes diligencias y cala y cata para entender quien tenya trigo no a hallado quien pueda rremediar aun asimismo y aunque los dichos señores alcaldes an fecho por su parte las dichas diligencias an hallado la misma dificultad y carestía y que si se aguardase a comprar trigo no se hallaría por ningún precio ni sería posible rremediar la necesidad que ya se be e a de apretar a esta villa y aviendo echo esperiencia del trigo que cada un día se gasta más y el día que menos se gastan sesenta fanegas y para oviar mal tan grande y nezesidad tan forzosa que se espera= dixeron que mandauan y madaron que del caudal del pósito se compren tres myll fanegas lo qual fuere más nezesario y porque en la compra a de aver dificultades y no se a de hallar a la tasa de su magestad...
Se conminaba a tres vecinos a comprar las 3.000 fanegas de trigo allí donde se pudiere, tanto entre los vecinos de Villarrobledo como forasteros. Se ponía como condición que los precios de compra fueran a precios moderados, cosa difícil de cumplir dada la especulación a que había dado lugar la escasez de grano. Pero las cuentas tomadas por el corregidor denunciaban una deuda con el pósito de 4.900 fanegas de trigo y 6.700 reales. Los deudores tenían nombre y apellidos y lejos de la imagen que se pretendía dar de pobres labradores se correspondían con vecinos principales: así, García Ortiz de Vargas, regidor, debía 300 fanegas.
El caso es que para finales de febrero ningún deudor había satisfecho sus deudas al pósito. Para entonces, el problema había trascendido el ámbito local. El Consejo Real había comisionado al corregidor Mudarra para que examinara el trigo existente en los pueblos de su partido y el estado de la futura cosecha, pues hasta la Corte había llegado la noticia que en muchos pueblos por la falta de simiente los campos estaban sin sembrar:
en el consejo se tiene noticia que a causa de la poca cosecha de pan que ubo el año pasado en esas villas y su tierra y en otras muchas provincias destos rreynos los labradores y personas que an de labrar y sembra no tienen el trigo y simiente que an menester para hazer sementera este año...
La provisión, aunque de 24 de enero, se hacía notoria al ayuntamiento de Villarrobledo el 6 de marzo, del mismo modo que también se había comunicado al resto de las dieciséis villas. El corregidor trataba de saber el trigo real existente en los pósitos, las tierras que se habían dejado de sembrar y, sobre todo, las consecuencias de cara al futuro de una anunciada escasez, a añadir a la ya sabida de la cosecha de 1604. Pero el corregidor Mudarra mostraba una total falta de voluntad y una manifiesta incapacidad para imponerse a los regidores villarrobletanos, que soslayaban hablar de la escasez de trigo en el ayuntamiento, evadiéndose con temas considerados más importantes como la conveniencia de crear un convento de carmelitas descalzas con el legado dejado por Ana Ruiz, viuda de Juan Cano Moragón.
Por más que obviaran la realidad los regidores, ésta se imponía con crudeza, en las actas de cuatro de abril, por primera vez, aunque como una posibilidad, aparece la palabra hambre. Acordándose confeccionar un padrón con las personas necesitadas en el pueblo a las que se ha de repartir pan. Entre los necesitados, el convento de San Francisco, que pide prestadas veinte fanegas de trigo a devolver para Santa María de Agosto, aunque finalmente recibirá doce. Otras dieciséis fanegas de trigo irían para limosnas con motivo de la procesión del Villarejo del primer jueves de mayo. Esta procesión era una romería que se dirigía hasta la ermita de San Nicolás y que se venía haciendo desde que la villa tenía doscientos vecinos; se trataba de una rogativa para pedir al santo por un buen tiempo que facilitara los frutos del verano y se acudía a la necesidad de los pobres con seis mil maravedíes. Ahora, cuando villa contaba con tres mil vecinos se reconocía la impotencia para acudir a las necesidades de tantos pobres como había, las necesidades se traducían en dinero por cuantía de 40.000 maravedíes. Racionamiento y limosna se presentaban como medidas complementarias y solidarias en una sociedad golpeada por intermitentes crisis de subsistencias.
Por supuesto los regidores villarrobletanos veían el panorama de escasez que se presentaba ante sus ojos, pero eran parte interesada y aprovechada. Cínicamente defendían las libertades e independencia de la villa frente a las intromisiones del corregidor. Tal era el caso del regidor Francisco de Lamo, a quien el corregidor Mudarra había encausado por especular con el trigo y venderlo a un precio superior a la tasa. Todos los regidores cerrarían filas en defensa de la primera instancia, en una causa que, sin duda, les afectaba a todos: los autos se debían sustanciar en Villarrobledo y no en San Clemente. A defender esta postura se mandó al licenciado Mérida de Minaya a la villa de San Clemente. Pendían otras causas ante el corregidor y el alcalde mayor iniciadas en Villarrobledo y llevadas a finalizar a San Clemente y algún vecino villarrobletano, Cristóbal Montoya, estaba preso en la cárcel de esta villa, pero el conflicto giraba en torno al trigo y su especulación por los regidores de Villarrobledo, que elevaron sus protestas a las ejecuciones de los alguaciles mayores del partido en la villa con la excusa de que llevaban un salario superior a los seis reales fijados. Se sumaban asimismo las protestas por apropiarse el corregidor de las penas impuestas por denuncias contra las ordenanzas y que según la costumbre debían ir al concejo. Además, el corregidor de San Clemente tenía presos en la cárcel de la villa al mayordomo del concejo de Villarrobledo, Alonso Valero, y al arrendador de la correduría, Martín Sánchez de Posadas, por deudas de los salarios de Antonio de Quevedo, alguacil del partido, por valor de 500 reales correspondientes sus desplazamientos a Granada en las diligencias sobre un pleito que sobre ordenanzas de las rastrojeras se había llevado en la Chancillería. Cuando el mencionado alguacil pide sus salarios, recibe 24 reales.
Mientras las existencias del pósito estaban agotadas. El dieciocho de mayo los regidores deciden reponer existencias, echando mano del caudal monetario del mismo, a sabiendas del excesivo precio del trigo en estos momentos y su coste para la villa (o quizás del beneficio que pueden alcanzar como vendedores). El treinta de mayo se reconoce que la cosecha de cebada y centeno del presente año va a ser muy escasa. No solo las personas comen, también las bestias de labor. Para pasto de mulas, jumentos y yeguas se cede el pinar de Bernagosa. Para el ocho de junio se dan por agotadas cualesquier existencias de granos o dineros en el pósito, solo queda moneda de vellón se que nadie quiere trocar en moneda de plata, única que parece aceptarse para las compras e trigo. Se vuelve a recalcar la pobreza de la cosecha que se espera y se aboga, en una decisión que marcará el futuro de la villa, por pedir a censo 20.000 ducados. Hasta Toledo se manda al regidor Diego de Bustos para implorar al cardenal que la villa pueda disponer del trigo de las rentas pontificales, el cual se promete pagar al contado. Lleva el mandato también de que los clérigos no puedan sacar trigo de la villa para venderlo fuera. Dos regidores recorrerán los campos para ver in situ la futura cosecha que se espera coger y si es tan pobre como se anuncia.
La villa está exhausta, debiendo hacer frente a los réditos de censos y a los salarios sus oficiales y, en mayor cuantía, de sus procuradores y solicitadores de pleitos. Cuando el 14 de junio, con dos meses de retraso, llega la noticia del nacimiento del futuro rey Felipe IV, Villarrobledo responde que fiestas y alegrías por tal acontecimiento se carguen sobre las rentas reales de las alcabalas y no sobre sus propios. El veinte de junio, en lo que se considera un agravio insoportable, el contador de las rentas decimales del obispado de Toledo, Gaspar Yáñez, se presenta ante el concejo exigiendo que los labradores, antes de entrar el trigo de la próxima cosecha en sus graneros, estarán expuestos a la visita de los recaudadores. Aún así, Villarrobledo protesta el mandamiento diplomáticamente: no es posible realizar tales visitas de inspección en una villa que cuenta con quinientos o seiscientos labradores, esparcidos por un término de varias leguas.
El 27 de junio, en previsión de la mala cosecha que se espera, se acuerda idear un sistema de racionamiento para todos los vecinos:
a de ser necesario dar el pan del pósito por red y de causa de no auer auido este año más de una rred se a visto por esperiencia que se a gastado mucho más pan de lo nezesario demás que se tomauan mucho trauajo el pan en la dicha rred y la gente pobre y travajadores toman el pan tarde y pierden mucho de su trauajo y para rremedio de ello combiene se pongan tres casillas donde se dé el pan del pósito y por ello se haga lista de todos los vecinos desta villa a calle hita haciendo cada parroquia de por sí para que en cada una de ellas se ponga una casilla de pan donde se dé y se haga para cada una de ellas una tabla donde se escriban los nombres de las personas que an de acudir a la dicha rred y casilla
Entretanto, hasta que se recoja la nueva cosecha, el sustento de los vecinos se intenta atajar con la última compra de trigo, decidida por los regidores el 18 de mayo: mil fanegas al precio cada una de treinta reales y medio. La libra de pan, que hasta ahora se ha vendido a los vecinos a seis maravedíes, se venderá ahora a ocho. Se pretende que el pósito tenga que soportar graves pérdidas, pero asimismo disponer de liquidez para las mil fanegas de trigo adicionales que se estiman necesarias para llegar a la próxima cosecha.
Archivo Municipal de Villarrobledo (AMVi), Actas municipales del 1 de enero hasta el 30 de junio de 1605
En estos comienzos de 1605, asiste a las reuniones del ayuntamiento el corregidor del partido de San Clemente, Diego Mudarra de Mendoza. De la lectura de las actas, parecen haber desaparecido del orden del día la realidad de una villa dominada por la escasez. La imagen que se intenta ofrecer al corregidor es la de una villa opulenta, que continúa con sus programas de embellecimiento público. El ayuntamiento del seis de enero acordará seguir adelante con su proyecto de ensanchamiento de las casas del ayuntamiento, construcción de la cárcel y apertura de una gran plaza pública para lo que se embargarán y derribarán varias casas particulares. Asimismo se proyecta la construcción de una lonja delante las puertas de la carmizerías (cuya construcción se encomendara al maestro de cantería Domingo de Aguirre, al que se le adelantarán 400 ducados). Pero una vez que se ha ido el corregidor, el tono de las actas cambia. En la reunión del dieciséis de enero la solidaridad de los regidores en defensa de sus intereses les lleva a mancomunarse para defender sus intereses frente a la Mesta y el alcalde entregador Trillo. Ese día acuden todos, pero cuando al día siguiente se vuelve a tratar el estado de necesidad de la villa faltan muchos. Se reconoce que las existencias del pósito se están agotando. Cuatro días antes, un canónigo de Toledo se ha presentado para cobrar el montante de noventa y seis fanegas del trigo embargado unos meses antes. Se da por imposible encontrar trigo en toda la comarca, pues la esterilidad de las cosechas ha alcanzado a todos los pueblos. Por último, se invita a los labradores que dispongan de grano excedentario a que lo vendan al pósito para sobrevenir las necesidades de los vecinos.
A pesar de ello, el desorden en el abasto de pan se ha instalado en el pueblo. La mayoría del pan cocido queda fuera de la red municipal y su fabricación y venta se hace al margen del control municipal. ¿Son los regidores villarrobletanos ajenos a estos procesos especulativos? Se ha señalado a estos regidores como los principales causantes de la crisis y decadencia de la villa al subordinar el bien público a su propio interés privado. Muestra de ello es que un análisis de las actas municipales nos demuestra la gran cantidad de pleitos que tiene que afrontar la villa; las reuniones municipales es una constante pérdida de tiempo en apoderamiento a procuradores ante las audiencias. La advocación de la primera instancia frente al corregidor de San Clemente acabaría, a partir de 1610, en un largo pleito de ocho años, que costaría entre apelaciones, vistas y revistas 20.000 ducados. Y es que la defensa de la primera instancia era la mejor salvaguarda que tenían los regidores y principales villarrobletanos para defender sus intereses, a cuyo servicio ponían una acción de gobierno donde la malversación de los propios y rentas públicas era la norma. Muestra de ello era la residencia del licenciado Santoren en el año 1600, la nueva residencia del corregidor Mudarra y el alcalde mayor Cid tres años después y la última auditoría de cuentas este mismo año de 1605 a cargo del juez real, el doctor Zarandona. En todas estas residencias quedó demostrada la nefasta e interesada administración de lo público por los regidores, obligados a restituir los alcances resultantes de las cuentas.
La declaración de los regidores de treinta y uno de enero es la prueba de cuánto había de infortunio y cuánto de malversación en el estado de necesidad de la villa. El pósito, que a pesar de la mala cosecha, contaba con 10.000 fanegas en septiembre de 1604, no tenía provisiones para aguantar hasta la cosecha de agosto. Sabemos que la presencia del corregidor en Villarrobledo, entre finales de diciembre y comienzos de enero, había tenido como finalidad descubrir el acaparamiento de trigo por los vecinos ricos, pero se había ido con las manos vacías. Los sembrados ya anunciaban una cosecha nefasta y el caudal y trigo del pósito se dilapidaba demasiado rápido:
dixeron que por el mes de septiembre próximo pasado de seyscientos quatro ubo en el pósito desta villa diez myll fanegas pocas mas o menos con las quales se entendió abía sufyciente abasto por la esperiencia que se tenía de otros años en el gasto del dicho pan y andando el tiempo se a visto que dicha cantidad no es sufyciente para fasta agosto que viene porque en los vecinos se ve en cada día mayores necesidades y están tan apretados con la mucha esterilidad que a sobrevenido, que no solo la nezesidad es presente pero yrá creciendo por la poca agua (tachado= con la mucha agua) que a sobrevenido y por estar los sembrados mal nacidos por cuya causa aún los más rricos compran el pan de que se sigue mayor carga en el dicho pósito y que con las dichas diez myll fanegas no ay sufyciente cantidad para el abasto y esto es más sin duda supuesto que aunque el señor don Diego de Mendoça corregidor deste partido a hecho grandes diligencias y cala y cata para entender quien tenya trigo no a hallado quien pueda rremediar aun asimismo y aunque los dichos señores alcaldes an fecho por su parte las dichas diligencias an hallado la misma dificultad y carestía y que si se aguardase a comprar trigo no se hallaría por ningún precio ni sería posible rremediar la necesidad que ya se be e a de apretar a esta villa y aviendo echo esperiencia del trigo que cada un día se gasta más y el día que menos se gastan sesenta fanegas y para oviar mal tan grande y nezesidad tan forzosa que se espera= dixeron que mandauan y madaron que del caudal del pósito se compren tres myll fanegas lo qual fuere más nezesario y porque en la compra a de aver dificultades y no se a de hallar a la tasa de su magestad...
Se conminaba a tres vecinos a comprar las 3.000 fanegas de trigo allí donde se pudiere, tanto entre los vecinos de Villarrobledo como forasteros. Se ponía como condición que los precios de compra fueran a precios moderados, cosa difícil de cumplir dada la especulación a que había dado lugar la escasez de grano. Pero las cuentas tomadas por el corregidor denunciaban una deuda con el pósito de 4.900 fanegas de trigo y 6.700 reales. Los deudores tenían nombre y apellidos y lejos de la imagen que se pretendía dar de pobres labradores se correspondían con vecinos principales: así, García Ortiz de Vargas, regidor, debía 300 fanegas.
El caso es que para finales de febrero ningún deudor había satisfecho sus deudas al pósito. Para entonces, el problema había trascendido el ámbito local. El Consejo Real había comisionado al corregidor Mudarra para que examinara el trigo existente en los pueblos de su partido y el estado de la futura cosecha, pues hasta la Corte había llegado la noticia que en muchos pueblos por la falta de simiente los campos estaban sin sembrar:
en el consejo se tiene noticia que a causa de la poca cosecha de pan que ubo el año pasado en esas villas y su tierra y en otras muchas provincias destos rreynos los labradores y personas que an de labrar y sembra no tienen el trigo y simiente que an menester para hazer sementera este año...
La provisión, aunque de 24 de enero, se hacía notoria al ayuntamiento de Villarrobledo el 6 de marzo, del mismo modo que también se había comunicado al resto de las dieciséis villas. El corregidor trataba de saber el trigo real existente en los pósitos, las tierras que se habían dejado de sembrar y, sobre todo, las consecuencias de cara al futuro de una anunciada escasez, a añadir a la ya sabida de la cosecha de 1604. Pero el corregidor Mudarra mostraba una total falta de voluntad y una manifiesta incapacidad para imponerse a los regidores villarrobletanos, que soslayaban hablar de la escasez de trigo en el ayuntamiento, evadiéndose con temas considerados más importantes como la conveniencia de crear un convento de carmelitas descalzas con el legado dejado por Ana Ruiz, viuda de Juan Cano Moragón.
Por más que obviaran la realidad los regidores, ésta se imponía con crudeza, en las actas de cuatro de abril, por primera vez, aunque como una posibilidad, aparece la palabra hambre. Acordándose confeccionar un padrón con las personas necesitadas en el pueblo a las que se ha de repartir pan. Entre los necesitados, el convento de San Francisco, que pide prestadas veinte fanegas de trigo a devolver para Santa María de Agosto, aunque finalmente recibirá doce. Otras dieciséis fanegas de trigo irían para limosnas con motivo de la procesión del Villarejo del primer jueves de mayo. Esta procesión era una romería que se dirigía hasta la ermita de San Nicolás y que se venía haciendo desde que la villa tenía doscientos vecinos; se trataba de una rogativa para pedir al santo por un buen tiempo que facilitara los frutos del verano y se acudía a la necesidad de los pobres con seis mil maravedíes. Ahora, cuando villa contaba con tres mil vecinos se reconocía la impotencia para acudir a las necesidades de tantos pobres como había, las necesidades se traducían en dinero por cuantía de 40.000 maravedíes. Racionamiento y limosna se presentaban como medidas complementarias y solidarias en una sociedad golpeada por intermitentes crisis de subsistencias.
Por supuesto los regidores villarrobletanos veían el panorama de escasez que se presentaba ante sus ojos, pero eran parte interesada y aprovechada. Cínicamente defendían las libertades e independencia de la villa frente a las intromisiones del corregidor. Tal era el caso del regidor Francisco de Lamo, a quien el corregidor Mudarra había encausado por especular con el trigo y venderlo a un precio superior a la tasa. Todos los regidores cerrarían filas en defensa de la primera instancia, en una causa que, sin duda, les afectaba a todos: los autos se debían sustanciar en Villarrobledo y no en San Clemente. A defender esta postura se mandó al licenciado Mérida de Minaya a la villa de San Clemente. Pendían otras causas ante el corregidor y el alcalde mayor iniciadas en Villarrobledo y llevadas a finalizar a San Clemente y algún vecino villarrobletano, Cristóbal Montoya, estaba preso en la cárcel de esta villa, pero el conflicto giraba en torno al trigo y su especulación por los regidores de Villarrobledo, que elevaron sus protestas a las ejecuciones de los alguaciles mayores del partido en la villa con la excusa de que llevaban un salario superior a los seis reales fijados. Se sumaban asimismo las protestas por apropiarse el corregidor de las penas impuestas por denuncias contra las ordenanzas y que según la costumbre debían ir al concejo. Además, el corregidor de San Clemente tenía presos en la cárcel de la villa al mayordomo del concejo de Villarrobledo, Alonso Valero, y al arrendador de la correduría, Martín Sánchez de Posadas, por deudas de los salarios de Antonio de Quevedo, alguacil del partido, por valor de 500 reales correspondientes sus desplazamientos a Granada en las diligencias sobre un pleito que sobre ordenanzas de las rastrojeras se había llevado en la Chancillería. Cuando el mencionado alguacil pide sus salarios, recibe 24 reales.
Mientras las existencias del pósito estaban agotadas. El dieciocho de mayo los regidores deciden reponer existencias, echando mano del caudal monetario del mismo, a sabiendas del excesivo precio del trigo en estos momentos y su coste para la villa (o quizás del beneficio que pueden alcanzar como vendedores). El treinta de mayo se reconoce que la cosecha de cebada y centeno del presente año va a ser muy escasa. No solo las personas comen, también las bestias de labor. Para pasto de mulas, jumentos y yeguas se cede el pinar de Bernagosa. Para el ocho de junio se dan por agotadas cualesquier existencias de granos o dineros en el pósito, solo queda moneda de vellón se que nadie quiere trocar en moneda de plata, única que parece aceptarse para las compras e trigo. Se vuelve a recalcar la pobreza de la cosecha que se espera y se aboga, en una decisión que marcará el futuro de la villa, por pedir a censo 20.000 ducados. Hasta Toledo se manda al regidor Diego de Bustos para implorar al cardenal que la villa pueda disponer del trigo de las rentas pontificales, el cual se promete pagar al contado. Lleva el mandato también de que los clérigos no puedan sacar trigo de la villa para venderlo fuera. Dos regidores recorrerán los campos para ver in situ la futura cosecha que se espera coger y si es tan pobre como se anuncia.
La villa está exhausta, debiendo hacer frente a los réditos de censos y a los salarios sus oficiales y, en mayor cuantía, de sus procuradores y solicitadores de pleitos. Cuando el 14 de junio, con dos meses de retraso, llega la noticia del nacimiento del futuro rey Felipe IV, Villarrobledo responde que fiestas y alegrías por tal acontecimiento se carguen sobre las rentas reales de las alcabalas y no sobre sus propios. El veinte de junio, en lo que se considera un agravio insoportable, el contador de las rentas decimales del obispado de Toledo, Gaspar Yáñez, se presenta ante el concejo exigiendo que los labradores, antes de entrar el trigo de la próxima cosecha en sus graneros, estarán expuestos a la visita de los recaudadores. Aún así, Villarrobledo protesta el mandamiento diplomáticamente: no es posible realizar tales visitas de inspección en una villa que cuenta con quinientos o seiscientos labradores, esparcidos por un término de varias leguas.
El 27 de junio, en previsión de la mala cosecha que se espera, se acuerda idear un sistema de racionamiento para todos los vecinos:
a de ser necesario dar el pan del pósito por red y de causa de no auer auido este año más de una rred se a visto por esperiencia que se a gastado mucho más pan de lo nezesario demás que se tomauan mucho trauajo el pan en la dicha rred y la gente pobre y travajadores toman el pan tarde y pierden mucho de su trauajo y para rremedio de ello combiene se pongan tres casillas donde se dé el pan del pósito y por ello se haga lista de todos los vecinos desta villa a calle hita haciendo cada parroquia de por sí para que en cada una de ellas se ponga una casilla de pan donde se dé y se haga para cada una de ellas una tabla donde se escriban los nombres de las personas que an de acudir a la dicha rred y casilla
Entretanto, hasta que se recoja la nueva cosecha, el sustento de los vecinos se intenta atajar con la última compra de trigo, decidida por los regidores el 18 de mayo: mil fanegas al precio cada una de treinta reales y medio. La libra de pan, que hasta ahora se ha vendido a los vecinos a seis maravedíes, se venderá ahora a ocho. Se pretende que el pósito tenga que soportar graves pérdidas, pero asimismo disponer de liquidez para las mil fanegas de trigo adicionales que se estiman necesarias para llegar a la próxima cosecha.
Archivo Municipal de Villarrobledo (AMVi), Actas municipales del 1 de enero hasta el 30 de junio de 1605
Villarrobledo en 1604 y 1605: los años del hambre
El mes de septiembre de 1604, la villa de Villarrobledo había visto pasar con bastante ligereza las compañías de soldados del capitán Francisco de Luján y del capitán Castro; socorridas con pan, queso y vino, no habían llegado a alojarse en la villa, pues tenían orden real de llegar pronto, hemos de suponer a Cartagena, para embarcarse. A pesar de que también se proveyeron carros y bagajes para el transporte de la tropa, la villa debió respirar aliviada; el paso de soldados, aunque había costado 666 reales a la villa, 462 reales de los carros y bagajes y 204 reales de los alimentos, era una carga menor si pensamos en el coste evitado de la pernoctación de los soldados. Villarrobledo no estaba para muchos excesos, su concejo reconocía que la cosecha de ese año había sido flaca.
1604 había sido uno de esos años que se podía invocar con razón la llamada esterilidad de los tiempos, pero esta vez, los infortunios se habían sucedido de forma calamitosa: hielos, tempestades y granizo habían dejado las cosechas arruinadas. Habitualmente se pagaban las tercias en especie, pero este año la villa decidió pagarlas a sus arrendadores en dinero al precio fijado por la tasa, mandando almacenar las mil fanegas de trigo, que disponían a la sazón, en el pósito municipal para auxilio de la siembra de los agricultores locales. Por eso a comienzos de octubre se pidió al Consejo Real concediera licencia para que se pudiera destinar un tercio del trigo a la siembra de los barbechos de los labradores. El dinero de las tercias también sirvió para resarcir los gastos de los vecinos que habían aportado los carros y bagajes para las compañías de soldados. Desde finales de octubre ya se anunciaba las necesidades crecientes de pan para los vecinos, aunque el mandato del regidor que se manda a Valladolid nos diga que una vez destinado un tercio de trigo para sembrar, el pósito cuenta con suficientes reservas para sustento de vecinos y viajeros. Pero la realidad era otra, los almacenes del pósito se habían resentido, pues la mala cosecha había impedido a los agricultores saldar sus deudas con el pósito. Para proveer el trigo necesario se tuvo que recurrir a pedir licencia al cardenal de Toledo para hacer uso del trigo procedente de las rentas pontificales del diezmo. A costa de hipotecar sus rentas y propios, la villa pidió el acceso a 800 fanegas de trigo y 1000 fanegas de cebada, a sacar de los despoblados de Millares, Fuente el Espino y Sotuélamos; su destino era proveer de simiente a los agricultores necesitados.
Pero la hipoteca de los propios y rentas del concejo de Villarrobledo no eran garantía suficiente para la Iglesia de Toledo, que pedía a los regidores que respondieran con sus bienes particulares. La desesperación de los regidores del ayuntamiento iba creciendo y las medidas improvisadas también. Se propuso crear un molino en la ribera del Záncara, fijar un precio más alto en la venta de pan para los forasteros, hasta los ocho maravedíes la libra. La situación financiera de la villa se intentó aliviar con una renegociación de los censos, contraídos a razón de quince y dieciséis al millar (entre el seis y el siete por ciento de interés), negociándolos a un interés menor de veinte al millar (el cinco por ciento). Se protestó, ante la ciudad de Toledo, el pago del servicio de millones exigido por la ciudad de Alcaraz y nuevos conflictos se unían a los viejos con el tesorero de las alcabalas del partido de Alcaraz, Pedro de Belbas, por la cobranza de estas rentas. Sin embargo, para el 19 de noviembre de 1504, los labradores seguían sin tener simiente para la siembra. Llegado el 22 de noviembre, los regidores villarrobletanos agotan su paciencia y deciden embargar el pan procedente del diezmo de los despoblados de Villavachos,Villarejo y Fuentelespino. Lo embargado corresponde con la parte correspondiente a las tercias reales que caen en la recaudación que pertenece a la ciudad de Alcaraz. Al tomar la medida, los regidores villarrobletanos son conscientes de los futuros pleitos con la ciudad de Alcaraz. El trigo y cebada recogido se guarda bajo llave en el pósito. Para evitar el conflicto con Alcaraz, los canónigos de la iglesia de Toledo, de los que se toma el pan como si las rentas embargadas fueran pontificales y no de las tercias, serán indemnizados con el valor del grano que fija a precio tasado la pragmática. El dinero quedará en depósito hasta en tanto lo cobren los canónigos, pero ni éstos están dispuestos a aceptarlo, ni el concejo dispone de la cantidad. El 26 de noviembre nuevos edictos, entre ellos, fijar un precio máximo de la venta del pan a 10 maravedíes la libra; para ello, los regidores se retrotraen a una real provisión del año 1599, que también fue muy estéril. Junto a limitación de precios, se decide el racionamiento del pan controlado por dos comisarios sin que ningún vecino pueda comprar más de lo correspondiente al consumo de un día. El 17 de diciembre se pide licencia al Consejo para la libertad absoluta y sin limitaciones de venta de pan cocido en un intento de evitar la especulación y escalada de los precios
Las cobranzas de rentas como los millones y alcabalas se veían como inoportunas en un mal año, pero las intromisiones del licenciado Tomás Cid, alcalde mayor del corregimiento de San Clemente, advocando pleitos se veía como un agravio al privilegio de primera instancia que la villa gozaba. Más cuando uno de los pleitos advocados atañía a los asuntos domésticos y desavenencias de todo un regidor de la villa con uno de sus pastores. Las intromisiones del alcalde mayor iban más lejos, obligando al concejo de Villarrobledo a admitir las posturas de uno de sus vecinos para panadear el trigo del pósito, previamente excluido por el concejo local. La necesidad de Villarrobledo le exigía el control de su propio trigo para panadear, dada las necesidad de sus vecinos. Las decisiones del concejo sobre libertad de venta de pan iban en sentido opuesto a las pretensiones del alcalde mayor. No eran los únicos conflictos; desde mediados de diciembre el alcalde entregador de La Mesta, licenciado Trillo, se ha instalado en Las Pedroñeras, acusa a Villarrobledo de romper heredades en la cañada real.
El 19 de diciembre se presenta en la villa, Juan de Coca, ejecutor enviado desde Toledo para el cobro de la parte correspondiente a la renta del subsidio y escusado del trigo embargado. Desesperadamente el concejo villarrobletano le ofrece pagarle la renta en moneda de vellón del caudal del pósito, el ejecutor no lo acepta y exige el pago en especie. Se llevará del pósito doscientas veinte fanegas de trigo. El concejo en un último intento pide un periodo dilatorio para trocar esa cantidad por el correspondiente dinero en plata. Pero qué puede ofrecer un concejo endeudado. La hacienda del concejo está arruinada, el 28 de diciembre el corregidor de San Clemente, Mudarra de Mendoza, presente en el pleno del ayuntamiento, tiene que escuchar de los regidores villarrobletanos cómo la villa no tiene dinero de los propios para pagar a los solicitadores y procuradores que la villa tiene entendiendo en diversos pleitos en la Corte y audiencias. El último día del año se celebra una nueva reunión del ayuntamiento; una más de unos regidores impotentes ante el agravamiento de la escasez que padece la villa. Ahora se reconoce que las deudas que se mantienen con la Iglesia de Toledo por el pan fiado de las rentas eclesiásticas proceden del mes de mayo. La cosecha de 1603 no debió ser tampoco muy larga. Además, en la reunión del día 31 de diciembre los regidores tienen ante sí las innumerables peticiones de salarios de oficiales, procuradores y solicitadores. Para pagar los salarios se acordará pagar los salarios del trigo de las tercias embargadas. Son decisiones que de momento ocultan los problemas de escasez que sufre la villa y sus vecinos, el año 1605, también acompañado de malas cosechas, desvelará la intensidad de la crisis. Villarrobledo, el granero de la Corte, será incapaz de superar este revés e iniciará un proceso de decadencia que ni la pequeña recuperación de la segunda década del siglo conseguirá parar.
Villarrobledo se encontraba por entonces renovando sus edificios civiles. Estaban en construcción las carnicerías públicas y en proyecto una nueva casa del ayuntamiento que de presente se quiere edificar, pero faltaba el dinero. El año de 1604 se había echado mano de las tercias para las obras; ahora, a comienzos de 1605 se acuerda contar para dicho fin con el producto de la renta de la almotacenía, calculado en doscientos ducados anuales.
En estos comienzos de 1605, asiste a las reuniones del ayuntamiento el corregidor del partido de San Clemente, Diego Mudarra de Mendoza. De la lectura de las actas, parecen haber desaparecido del orden del día la realidad de una villa dominada por la escasez. La imagen que se intenta ofrecer al corregidor es la de una villa opulenta, que continúa con sus programas de embellecimiento público. El ayuntamiento del seis de enero acordará seguir adelante con su proyecto de ensanchamiento de las casas del ayuntamiento, construcción de la cárcel y apertura de una gran plaza pública para lo que se embargarán y derribarán varias casas particulares. Asimismo se proyecta la construcción de una lonja delante las puertas de la carmizerías (cuya construcción se encomendara al maestro de cantería Domingo de Aguirre, al que se le adelantarán 400 ducados). Pero una vez que se ha ido el corregidor, el tono de las actas cambia. En la reunión del dieciséis de enero la solidaridad de los regidores en defensa de sus intereses les lleva a mancomunarse para defender sus intereses frente a la Mesta y el alcalde entregador Trillo. Ese día acuden todos, pero cuando al día siguiente se vuelve a tratar el estado de necesidad de la villa faltan muchos. Se reconoce que las existencias del pósito se están agotando. Cuatro días antes, un canónigo de Toledo se ha presentado para cobrar el montante de noventa y seis fanegas del trigo embargado unos meses antes. Se da por imposible encontrar trigo en toda la comarca, pues la esterilidad de las cosechas ha alcanzado a todos los pueblos. Por último, se invita a los labradores que dispongan de grano excedentario a que lo vendan al pósito para sobrevenir las necesidades de los vecinos.
A pesar de ello, el desorden en el abasto de pan se ha instalado en el pueblo. La mayoría del pan cocido queda fuera de la red municipal y su fabricación y venta se hace al margen del control municipal. ¿Son los regidores villarrobletanos ajenos a estos procesos especulativos? Se ha señalado a estos regidores como los principales causantes de la crisis y decadencia de la villa al subordinar el bien público a su propio interés privado. Muestra de ello es que un análisis de las actas municipales nos demuestra la gran cantidad de pleitos que tiene que afrontar la villa; las reuniones municipales es una constante pérdida de tiempo en apoderamiento a procuradores ante las audiencias. La advocación de la primera instancia frente al corregidor de San Clemente acabaría, a partir de 1610, en un largo pleito de ocho años, que costaría entre apelaciones, vistas y revistas 20.000 ducados. Y es que la defensa de la primera instancia era la mejor salvaguarda que tenían los regidores y principales villarrobletanos para defender sus intereses, a cuyo servicio ponían una acción de gobierno donde la malversación de los propios y rentas públicas era la norma. Muestra de ello era la residencia del licenciado Santoren en el año 1600, la nueva residencia del corregidor Mudarra y el alcalde mayor Cid tres años después y la última auditoría de cuentas este mismo año de 1605 a cargo del juez real, el doctor Zarandona. En todas estas residencias quedó demostrada la nefasta e interesada administración de lo público por los regidores, obligados a restituir los alcances resultantes de las cuentas.
La declaración de los regidores de treinta y uno de enero es la prueba de cuánto había de infortunio y cuánto de malversación en el estado de necesidad de la villa. El pósito, que a pesar de la mala cosecha, contaba con 10.000 fanegas en septiembre de 1604, no tenía provisiones para aguantar hasta la cosecha de agosto. Sabemos que la presencia del corregidor en Villarrobledo, entre finales de diciembre y comienzos de enero, había tenido como finalidad descubrir el acaparamiento de trigo por los vecinos ricos, pero se había ido con las manos vacías. Los sembrados ya anunciaban una cosecha nefasta y el caudal y trigo del pósito se dilapidaba demasiado rápido:
dixeron que por el mes de septiembre próximo pasado de seyscientos quatro ubo en el pósito desta villa diez myll fanegas pocas mas o menos con las quales se entendió abía sufyciente abasto por la esperiencia que se tenía de otros años en el gasto del dicho pan y andando el tiempo se a visto que dicha cantidad no es sufyciente para fasta agosto que viene porque en los vecinos se ve en cada día mayores necesidades y están tan apretados con la mucha esterilidad que a sobrevenido, que no solo la nezesidad es presente pero yrá creciendo por la poca agua (tachado= con la mucha agua) que a sobrevenido y por estar los sembrados mal nacidos por cuya causa aún los más rricos compran el pan de que se sigue mayor carga en el dicho pósito y que con las dichas diez myll fanegas no ay sufyciente cantidad para el abasto y esto es más sin duda supuesto que aunque el señor don Diego de Mendoça corregidor deste partido a hecho grandes diligencias y cala y cata para entender quien tenya trigo no a hallado quien pueda rremediar aun asimismo y aunque los dichos señores alcaldes an fecho por su parte las dichas diligencias an hallado la misma dificultad y carestía y que si se aguardase a comprar trigo no se hallaría por ningún precio ni sería posible rremediar la necesidad que ya se be e a de apretar a esta villa y aviendo echo esperiencia del trigo que cada un día se gasta más y el día que menos se gastan sesenta fanegas y para oviar mal tan grande y nezesidad tan forzosa que se espera= dixeron que mandauan y madaron que del caudal del pósito se compren tres myll fanegas lo qual fuere más nezesario y porque en la compra a de aver dificultades y no se a de hallar a la tasa de su magestad...
Se conminaba a tres vecinos a comprar las 3.000 fanegas de trigo allí donde se pudiere, tanto entre los vecinos de Villarrobledo como forasteros. Se ponía como condición que los precios de compra fueran a precios moderados, cosa difícil de cumplir dada la especulación a que había dado lugar la escasez de grano. Pero las cuentas tomadas por el corregidor denunciaban una deuda con el pósito de 4.900 fanegas de trigo y 6.700 reales. Los deudores tenían nombre y apellidos y lejos de la imagen que se pretendía dar de pobres labradores se correspondían con vecinos principales: así, García Ortiz de Vargas, regidor, debía 300 fanegas.
El caso es que para finales de febrero ningún deudor había satisfecho sus deudas al pósito. Para entonces, el problema había trascendido el ámbito local. El Consejo Real había comisionado al corregidor Mudarra para que examinara el trigo existente en los pueblos de su partido y el estado de la futura cosecha, pues hasta la Corte había llegado la noticia que en muchos pueblos por la falta de simiente los campos estaban sin sembrar:
en el consejo se tiene noticia que a causa de la poca cosecha de pan que ubo el año pasado en esas villas y su tierra y en otras muchas provincias destos rreynos los labradores y personas que an de labrar y sembra no tienen el trigo y simiente que an menester para hazer sementera este año...
La provisión, aunque de 24 de enero, se hacía notoria al ayuntamiento de Villarrobledo el 6 de marzo, del mismo modo que también se había comunicado al resto de las dieciséis villas. El corregidor trataba de saber el trigo real existente en los pósitos, las tierras que se habían dejado de sembrar y, sobre todo, las consecuencias de cara al futuro de una anunciada escasez, a añadir a la ya sabida de la cosecha de 1604. Pero el corregidor Mudarra mostraba una total falta de voluntad y una manifiesta incapacidad para imponerse a los regidores villarrobletanos, que soslayaban hablar de la escasez de trigo en el ayuntamiento, evadiéndose con temas considerados más importantes como la conveniencia de crear un convento de carmelitas descalzas con el legado dejado por Ana Ruiz, viuda de Juan Cano Moragón.
Por más que obviaran la realidad los regidores, ésta se imponía con crudeza, en las actas de cuatro de abril, por primera vez, aunque como una posibilidad, aparece la palabra hambre. Acordándose confeccionar un padrón con las personas necesitadas en el pueblo a las que se ha de repartir pan. Entre los necesitados, el convento de San Francisco, que pide prestadas veinte fanegas de trigo a devolver para Santa María de Agosto, aunque finalmente recibirá doce. Otras dieciséis fanegas de trigo irían para limosnas con motivo de la procesión del Villarejo del primer jueves de mayo. Esta procesión era una romería que se dirigía hasta la ermita de San Nicolás y que se venía haciendo desde que la villa tenía doscientos vecinos; se trataba de una rogativa para pedir al santo por un buen tiempo que facilitara los frutos del verano y se acudía a la necesidad de los pobres con seis mil maravedíes. Ahora, cuando villa contaba con tres mil vecinos se reconocía la impotencia para acudir a las necesidades de tantos pobres como había, las necesidades se traducían en dinero por cuantía de 40.000 maravedíes. Racionamiento y limosna se presentaban como medidas complementarias y solidarias en una sociedad golpeada por intermitentes crisis de subsistencias.
Por supuesto los regidores villarrobletanos veían el panorama de escasez que se presentaba ante sus ojos, pero eran parte interesada y aprovechada. Cínicamente defendían las libertades e independencia de la villa frente a las intromisiones del corregidor. Tal era el caso del regidor Francisco de Lamo, a quien el corregidor Mudarra había encausado por especular con el trigo y venderlo a un precio superior a la tasa. Todos los regidores cerrarían filas en defensa de la primera instancia, en una causa que, sin duda, les afectaba a todos: los autos se debían sustanciar en Villarrobledo y no en San Clemente. A defender esta postura se mandó al licenciado Mérida de Minaya a la villa de San Clemente. Pendían otras causas ante el corregidor y el alcalde mayor iniciadas en Villarrobledo y llevadas a finalizar a San Clemente y algún vecino villarrobletano, Cristóbal Montoya, estaba preso en la cárcel de esta villa, pero el conflicto giraba en torno al trigo y su especulación por los regidores de Villarrobledo, que elevaron sus protestas a las ejecuciones de los alguaciles mayores del partido en la villa con la excusa de que llevaban un salario superior a los seis reales fijados. Se sumaban asimismo las protestas por apropiarse el corregidor de las penas impuestas por denuncias contra las ordenanzas y que según la costumbre debían ir al concejo. Además, el corregidor de San Clemente tenía presos en la cárcel de la villa al mayordomo del concejo de Villarrobledo, Alonso Valero, y al arrendador de la correduría, Martín Sánchez de Posadas, por deudas de los salarios de Antonio de Quevedo, alguacil del partido, por valor de 500 reales correspondientes sus desplazamientos a Granada en las diligencias sobre un pleito que sobre ordenanzas de las rastrojeras se había llevado en la Chancillería. Cuando el mencionado alguacil pide sus salarios, recibe 24 reales.
Mientras las existencias del pósito estaban agotadas. El dieciocho de mayo los regidores deciden reponer existencias, echando mano del caudal monetario del mismo, a sabiendas del excesivo precio del trigo en estos momentos y su coste para la villa (o quizás del beneficio que pueden alcanzar como vendedores). El treinta de mayo se reconoce que la cosecha de cebada y centeno del presente año va a ser muy escasa. No solo las personas comen, también las bestias de labor. Para pasto de mulas, jumentos y yeguas se cede el pinar de Bernagosa. Para el ocho de junio se dan por agotadas cualesquier existencias de granos o dineros en el pósito, solo queda moneda de vellón se que nadie quiere trocar en moneda de plata, única que parece aceptarse para las compras e trigo. Se vuelve a recalcar la pobreza de la cosecha que se espera y se aboga, en una decisión que marcará el futuro de la villa, por pedir a censo 20.000 ducados. Hasta Toledo se manda al regidor Diego de Bustos para implorar al cardenal que la villa pueda disponer del trigo de las rentas pontificales, el cual se promete pagar al contado. Lleva el mandato también de que los clérigos no puedan sacar trigo de la villa para venderlo fuera. Dos regidores recorrerán los campos para ver in situ la futura cosecha que se espera coger y si es tan pobre como se anuncia.
La villa está exhausta, debiendo hacer frente a los réditos de censos y a los salarios sus oficiales y, en mayor cuantía, de sus procuradores y solicitadores de pleitos. Cuando el 14 de junio, con dos meses de retraso, llega la noticia del nacimiento del futuro rey Felipe IV, Villarrobledo responde que fiestas y alegrías por tal acontecimiento se carguen sobre las rentas reales de las alcabalas y no sobre sus propios. El veinte de junio, en lo que se considera un agravio insoportable, el contador de las rentas decimales del obispado de Toledo, Gaspar Yáñez, se presenta ante el concejo exigiendo que los labradores, antes de entrar el trigo de la próxima cosecha en sus graneros, estarán expuestos a la visita de los recaudadores. Aún así, Villarrobledo protesta el mandamiento diplomáticamente: no es posible realizar tales visitas de inspección en una villa que cuenta con quinientos o seiscientos labradores, esparcidos por un término de varias leguas.
El 27 de junio, en previsión de la mala cosecha que se espera, se acuerda idear un sistema de racionamiento para todos los vecinos:
a de ser necesario dar el pan del pósito por red y de causa de no auer auido este año más de una rred se a visto por esperiencia que se a gastado mucho más pan de lo nezesario demás que se tomauan mucho trauajo el pan en la dicha rred y la gente pobre y travajadores toman el pan tarde y pierden mucho de su trauajo y para rremedio de ello combiene se pongan tres casillas donde se dé el pan del pósito y por ello se haga lista de todos los vecinos desta villa a calle hita haciendo cada parroquia de por sí para que en cada una de ellas se ponga una casilla de pan donde se dé y se haga para cada una de ellas una tabla donde se escriban los nombres de las personas que an de acudir a la dicha rred y casilla
Entretanto, hasta que se recoja la nueva cosecha, el sustento de los vecinos se intenta atajar con la última compra de trigo, decidida por los regidores el 18 de mayo: mil fanegas al precio cada una de treinta reales y medio. La libra de pan, que hasta ahora se ha vendido a los vecinos a seis maravedíes, se venderá ahora a ocho. Se pretende que el pósito tenga que soportar graves pérdidas, pero asimismo disponer de liquidez para las mil fanegas de trigo adicionales que se estiman necesarias para llegar a la próxima cosecha.
y por ser como es la nezesidad y poca cosecha de pan tan general si no se acude a el rremedio con tiempo tercia mucha dificultad y esta villa estaría en peligro de perderse y despoblarse
De esta guisa rezaba la queja de los regidores villarrobletanos en el ayuntamiento celebrado el 11 de julio de 1605. La escasez se había apoderado del Reino. Hasta Villarrobledo había llegado petición de los Inquisidores del Tribunal de Murcia, pidiendo 1.500 fanegas de la próxima cosecha, pero la cosecha se esperaba nefasta, Los labradores todavía disponían de algún trigo pero se negaban a venderlo. El corregidor de San Clemente había suspendido la almoneda para panadear el trigo del pósito en el año venidero y había impuesto el control directo por el concejo del trigo panadeado. Los regidores daban cartas de poder para acudir ante el Consejo Real en Valladolid para obtener licencia para tomar a censo de 20.000 a 24.000 ducados. Por fin, el 21 de julio, quizás para emular la decisión del canónigo Yáñez, con más probabilidad para adelantarse a sus intenciones, se acuerda requisar el grano a los labradores que ya empiezan a cosechar:
mandaron que dos oficiales de este ayuntamiento juntamente con el rregidor Antonio Téllez alcalde ordinario al campo por las heredades de esta villa por su jurisdición a ver el pan que cada un labrador coje y los pegulajeros y a cada uno tomen para el dicho pósito la quantidad de trigo y centeno que les paresciere pueden dar y hagan cala y cata en las dichas heredades sin exceptar persona alguna
Se les pagará a catorce reales la fanega, cuatro reales por debajo del precio fijado por la tasa; sólo se les compensará esa diferencia de cuatros reales medio año después. El embargo se hizo extensivo a las rentas del diezmo e incluso al trigo acumulado por uno de los regidores, Francisco Martínez Bonillo. Se enviaron comisarios a Aragón y Valencia para la compra de trigo, pero previamente se intentó en Toledo cambiar por plata la moneda de vellón existente en el caudal del pósito; la plata había desaparecido de la circulación en Villarrobledo. Para obtener el pan se mezcló el escaso trigo con el candeal, pero el precio se mantuvo en diez maravedíes la libra, pues la fanega de trigo ya superaba la tasa del año 1600, fijada en 18 reales, yendo más allá de los treinta reales. Se hicieron ensayos para ver la cantidad resultante de la mezcla del trigo con el candeal, por una fanega del primero se obtenían alrededor de 110 libras de pan, por una fanega del segundo, no llegaba a noventa. Se habilitaron 53 panaderos con licencia para la venta, distribuidos en tres puntos de ventas: uno en la plaza del Pozo y dos en la plaza Mayor. En uno de estos últimos puntos se situaba la venta a forasteros, a los que se vendía la libra a doce maravedíes.
El trigo necesario para el pósito se encontró por fin a comienzos de agosto en manos de un vecino de Villar del Águila, tierra de Huete, y sobre todo, en la comarca de Molina de Aragón, donde se envío a dos frailes para tratar la compra de cerca de 10.000 fanegas. Simultáneamente cuatro regidores, cumpliendo órdenes del corregidor, acompañados de alguacil y regidor, registraban el trigo de los labradores.
Los dos frailes se encontraban en la tierra de Molina a fines de agosto, comprando el trigo para el pósito. Los precios, con la cosecha recién recogida, ascendía ya a 30 y 36 reales la fanega de trigo; el doble del fijado por la tasa. Para evitar pérdidas, el concejo villarrobletano decidió subir el precio del pan a doce maravedíes la libra; el mismo que pagaban los forasteros, que pronto, el 2 de septiembre se subiría en dos maravedíes más. Pero los informes que desde Molina mandaba el padre Serrano, uno de los frailes, avisaban de la escasez de trigo en la zona de Molina obligaría a completar las compras en Aragón y que los costes de acarreo elevarían el precio de la libra de pan cocido a 17 maravedíes. Las noticias del fraile y otras negativas, como las del alférez Sebastián de Losa que se había desplazado a Medinaceli, llevaron a desechar la opción aragonesa e intentar comprar el trigo de Cartagena, ofrecido por el Marqués de la Vélez, gracias a la mediación del corregidor. Pero de nuevo se chocaba con la falta de numerario en plata. De hecho, el único dinero aceptado. la generalidad de las transacciones y pagos se hacía con moneda de vellón. Así se volvió de nuevo a la requisa y embargo del trigo del diezmo, que obraba en poder de los fieles, procedente de la reciente cosecha. Claro que el trigo que se procuraba embargar era el correspondiente a las tercias reales, pues el concejo bien se cuidaba de incluir en este embargo la cuarta parte de las rentas decimales, que se pensaba dedicar a la sementera. Para disponer de esta parte se procuraba utilizar el camino de la mediación con la Iglesia de Toledo. En cualquier caso, la parte de trigo embargado correspondiente a las tercias para comienzos de octubre ya estaba en el pósito. Dicho trigo daría lugar a un pleito con la villa de Almagro, a quien se habían arrendado los frutos decimales. En cuanto al trigo para la sementera sería cedido a finales de octubre por la iglesia de Toledo, pero de fiado y a pagar en la cosecha de agosto de 1606, en unas condiciones tan leoninas en los intereses que se decidió pagar al contado. Aunque el problema era el dinero.
Como un agravio en la villa, se debió ver el requerimiento del corregidor de San Clemente, que, con cargo de la parte del diezmo correspondiente a las tercias, decidió asignarse la dotación que, de los cereales villarrobletanos, hacía uso anualmente para su casa y para la casa del alcalde mayor (doscientas fanegas de trigo y ciento cincuenta fanegas de cebada para el corregidor y cien fanegas de trigo y cincuenta de cebada para el alcalde mayor).
El problema de la escasez afecta a todo el corregimiento. El corregidor decide convocar, en la vieja tradición de las juntas del Marquesado, una junta de las diecisiete villas del corregimiento. Se celebrará el domingo 16 de octubre de 1605 en Iniesta y acudirá un regidor o alcalde por villa. Deben acudir con las necesidades de trigo de cada uno de los pósitos locales. Por primera vez, se intenta dar una solución general a las malas cosechas. Se ha concedido licencia real para sacar 300.000 fanegas de trigo del Reino de Aragón para provisión del Reino de Toledo y otras tierras, entre ellas el corregimiento. La junta acordó que el corregidor escribiese al Consejo Real sobre la necesidad de trigo en el corregimiento. La petición sería defendida por Pedro Durango, estante en la Corte, que recibiría un salario de 50 ducados a repartir entre las villas. Las desavenencias vinieron cuando San Clemente y otras villas pidieron socorro económico al resto de villas por la plaga de langosta que estaba azotando sus frutos; Villarrobledo se negó a dárselo con la justificación de que ellos no padecían de esta plaga.
Villarrobledo disponía de otro pósito, el llamado pósito de los pobres, fundado por el doctor Uceda y Torres, cura de la villa. El caudal del dicho pósito, diecisiete mil reales, que obraban en poder del regidor Pedro de Montoya Vizcarra, sería requisado y agregado al caudal del pósito municipal, a cargo de su mayordomo Juan Rosillo. A marchas forzadas, se intentaba acumular suficiente dinero para la compra de trigo para la siembra a la Iglesia de Toledo. Así se conseguía recuperar más de 2.000 reales de algún deudor atrasado del pósito y la villa debió respirar aliviada cuando se conoció la rebaja en un millón de maravedíes del encabezamiento de las rentas reales del suelo de Alcaraz, tierra a la que fiscalmente pertenecía Villarrobledo. Pero a fecha de 13 de noviembre todavía había labradores sin simiente. De nuevo, se intentó obtener la cuarta parte de las rentas decimales de sus tenedores a precio de la tasa.
Durante el invierno, la escasez que vive la villa apenas si se trata las reuniones del cabildo, hasta que el 13 de febrero de 1606 se recibe mandamiento del corregidor de San Clemente tasando el precio de la venta del pan, a petición del procurador sindico que se queja de que la libra de pan se está vendiendo a un precio superior a doce maravedíes la libra. Pero la situación que se vivía debía ser desoladora. En la vecina San Clemente, sin duda con menos provisiones de trigo que Villarrobledo, el panorama que se nos presenta el 21 de febrero, cuando se decide el reparto de dos mil ducados entre los pobres, es de hambruna:
y este presente año avía sido el más estéril en essa dicha villa y su tierra, que xamás se avía visto, y la gente pobre passava grandísima necesidad y se cayan muertos de anvre: y aunque algunos andavan clamando por las calles, no avía quien tuviesse posibilidad para socorrerlos, ni los que tenían heredades las cultivaban; y se temía que avría de suceder, por la dicha ocasión de aver tanta anvre, alguna enfermedad de peste como la que avía sucedido en essa dicha villa el año de 600 (1)
Las quejas de la villa de Villarrobledo se reavivan el 23 de febrero, cuando llega la noticia de que Villarrobledo debe aportar 30 carros y 90 mulas para la mudanza de la Corte de Valladolid a Madrid.
en esta villa no ay ni se podrán hallar mulas para que puedan servir en la dicha jornada por estar todas hellas muy flacas y decaydas de causa de la gran falta de zebada
Lógicamente el Rey no podía recibir una simple negativa. Así que a la ritual exposición de motivos, bastante cierta, sobre la esterilidad de los tiempos y la pobreza de los vecinos, se añadía la petición de concesión de arbitrios para sufragar los costes de los carros y mulas, en una decisión que para nada beneficiaba a aquéllos en cuyo nombre se solicitaban los mencionados arbitrios. La dehesa carnicera se roturaba para tierras de labor por tiempo de ocho años y se arrendaba por el mismo tiempo para pasto la dehesa de Calaverón. A corto plazo, la decisión tomada fue más tajante, para el uno de abril se decidió el embargo de 25 carros a varios vecinos con una compensación de 400 reales a pagar en agosto o septiembre del dinero obtenido con la próxima cosecha. En las actas del doce de abril aparecen los 25 carros finalmente embargados y el nombre de los vecinos afectados con todo detalle. Finalmente en mayo la aportación quedaría en quince carros.
Mientras los problemas de aprovisionamiento de pan se agudizan, viéndose obligada la villa a establecer el 13 de marzo un estricto racionamiento del trigo. Se fija un único punto de entrega del pan a los vecinos, las casas dejadas por el doctor Uceda, antiguo cura de la villa, con asistencia continua de dos regidores para evitar el descontrol en la distribución. A los problemas de distribución se unían los de malversación de fondos. Tal como se reconocía en la sesión de 13 de abril de 1606, varios vecinos encargados de la compra de trigo para el pósito se habían quedado con parte del dinero, tan necesario ahora para la realización de nuevas compras.
Para el 26 de abril la gravedad de la crisis ya nos aparece en toda su crudeza, reconociéndose la labor desinteresada de los médicos por atender el número creciente de los pobres de la villa:
dixeron que de causa de la nezesidad que padezen los vecinos pobres desta villa a avido y ay muchos enfermos y los médicos desta villa an tenido cuydado y lo tienen de presente de visitarlos sin ynterés alguno
Las condiciones de distribución de pan para los forasteros se endurecen, aumentándose el precio a 16 maravedíes la libra. Se intenta restituir la falta de trigo en el pósito con nuevas compras; esta vez en Alcázar de San Juan, que por entonces se llamaba Alcázar de Consuegra. Como el año anterior, aprovechando la procesión de San Nicolás de los Villarejos para el once de mayo, se repartirá pan cocido a los vecino pobres, panadeado del trigo veinte fanegas existentes en el pósito, correspondientes al beneficio curado de la villa, y que cedidas en un contexto de necesidad ahora el párroco pretende cobrar a precio tasado de 18 reales, aunque eso sí, en plata.
Pero ya se sabe que la cosecha del mes de agosto va a ser muy buena. La escasez presente con la abundancia futura desata los procesos especulativos. Desde villas como San Clemente o Belmonte se disparan las ofertas de compra por el grano de la venidera cosecha villlarrobletana. Son los propios vecinos ricos de Villarrobledo, que dando la espalda a la necesidad de sus convecinos, los que se desplazan a las villas comarcanas ofreciendo su futura cosecha al mejor postor. En saco roto caen las peticiones que las ventas se hagan primero entre compradores de la villa. El concejo solo puede ofrecer 22.000 reales para las compras de agosto para proveer el pósito con sus caudales. Se aportarán tres mil ducados más (¿del dinero obtenido a censo?), que se prestarán a vecinos de la villa para que compren trigo a partir del quince de agosto y se comprará más trigo para el pósito para abastecimiento de la villa para el periodo de junio a agosto. Mientras la necesidad y el hambre continúa, el cinco de junio de 1606, Villarrobledo, el granero de España, acuerda que para remediar el hambre se provea a sus vecinos de pan de cebada, se compren cuatro mil fanegas para el pósito, pero esta vez de centeno, y, en una medida sin precedentes en la villa se manda la expulsión de todos los forasteros en un plazo de tres días. La expulsión sería más gesto propagandístico que otra cosa, pues difícilmente podía prescindir Villarrobledo de los peones para la siega. No es de extrañar que pocos días después en otro ayuntamiento se volviera a decisiones anteriores de mantener el precio de pan a los forasteros a 16 maravedíes pero bajando la libra de 16 a 14 onzas.
El desabastecimiento iba acompañado de la especulación, el hambre presente de los vecinos era parejo a unos campos que ese verano mostraban una cosecha abundante como no se recordaba desde hacía tiempo.
Archivo Municipal de Villarrobledo (AMVi), Actas municipales del 22 de septiembre de 160 hasta el 29 de junio de 1606
(1) TORRENTE PÉREZ, Diego: Documentos para la Historia de San Clemente. Tomo II. Madrid, 1975. pp. 164
1604 había sido uno de esos años que se podía invocar con razón la llamada esterilidad de los tiempos, pero esta vez, los infortunios se habían sucedido de forma calamitosa: hielos, tempestades y granizo habían dejado las cosechas arruinadas. Habitualmente se pagaban las tercias en especie, pero este año la villa decidió pagarlas a sus arrendadores en dinero al precio fijado por la tasa, mandando almacenar las mil fanegas de trigo, que disponían a la sazón, en el pósito municipal para auxilio de la siembra de los agricultores locales. Por eso a comienzos de octubre se pidió al Consejo Real concediera licencia para que se pudiera destinar un tercio del trigo a la siembra de los barbechos de los labradores. El dinero de las tercias también sirvió para resarcir los gastos de los vecinos que habían aportado los carros y bagajes para las compañías de soldados. Desde finales de octubre ya se anunciaba las necesidades crecientes de pan para los vecinos, aunque el mandato del regidor que se manda a Valladolid nos diga que una vez destinado un tercio de trigo para sembrar, el pósito cuenta con suficientes reservas para sustento de vecinos y viajeros. Pero la realidad era otra, los almacenes del pósito se habían resentido, pues la mala cosecha había impedido a los agricultores saldar sus deudas con el pósito. Para proveer el trigo necesario se tuvo que recurrir a pedir licencia al cardenal de Toledo para hacer uso del trigo procedente de las rentas pontificales del diezmo. A costa de hipotecar sus rentas y propios, la villa pidió el acceso a 800 fanegas de trigo y 1000 fanegas de cebada, a sacar de los despoblados de Millares, Fuente el Espino y Sotuélamos; su destino era proveer de simiente a los agricultores necesitados.
Pero la hipoteca de los propios y rentas del concejo de Villarrobledo no eran garantía suficiente para la Iglesia de Toledo, que pedía a los regidores que respondieran con sus bienes particulares. La desesperación de los regidores del ayuntamiento iba creciendo y las medidas improvisadas también. Se propuso crear un molino en la ribera del Záncara, fijar un precio más alto en la venta de pan para los forasteros, hasta los ocho maravedíes la libra. La situación financiera de la villa se intentó aliviar con una renegociación de los censos, contraídos a razón de quince y dieciséis al millar (entre el seis y el siete por ciento de interés), negociándolos a un interés menor de veinte al millar (el cinco por ciento). Se protestó, ante la ciudad de Toledo, el pago del servicio de millones exigido por la ciudad de Alcaraz y nuevos conflictos se unían a los viejos con el tesorero de las alcabalas del partido de Alcaraz, Pedro de Belbas, por la cobranza de estas rentas. Sin embargo, para el 19 de noviembre de 1504, los labradores seguían sin tener simiente para la siembra. Llegado el 22 de noviembre, los regidores villarrobletanos agotan su paciencia y deciden embargar el pan procedente del diezmo de los despoblados de Villavachos,Villarejo y Fuentelespino. Lo embargado corresponde con la parte correspondiente a las tercias reales que caen en la recaudación que pertenece a la ciudad de Alcaraz. Al tomar la medida, los regidores villarrobletanos son conscientes de los futuros pleitos con la ciudad de Alcaraz. El trigo y cebada recogido se guarda bajo llave en el pósito. Para evitar el conflicto con Alcaraz, los canónigos de la iglesia de Toledo, de los que se toma el pan como si las rentas embargadas fueran pontificales y no de las tercias, serán indemnizados con el valor del grano que fija a precio tasado la pragmática. El dinero quedará en depósito hasta en tanto lo cobren los canónigos, pero ni éstos están dispuestos a aceptarlo, ni el concejo dispone de la cantidad. El 26 de noviembre nuevos edictos, entre ellos, fijar un precio máximo de la venta del pan a 10 maravedíes la libra; para ello, los regidores se retrotraen a una real provisión del año 1599, que también fue muy estéril. Junto a limitación de precios, se decide el racionamiento del pan controlado por dos comisarios sin que ningún vecino pueda comprar más de lo correspondiente al consumo de un día. El 17 de diciembre se pide licencia al Consejo para la libertad absoluta y sin limitaciones de venta de pan cocido en un intento de evitar la especulación y escalada de los precios
Las cobranzas de rentas como los millones y alcabalas se veían como inoportunas en un mal año, pero las intromisiones del licenciado Tomás Cid, alcalde mayor del corregimiento de San Clemente, advocando pleitos se veía como un agravio al privilegio de primera instancia que la villa gozaba. Más cuando uno de los pleitos advocados atañía a los asuntos domésticos y desavenencias de todo un regidor de la villa con uno de sus pastores. Las intromisiones del alcalde mayor iban más lejos, obligando al concejo de Villarrobledo a admitir las posturas de uno de sus vecinos para panadear el trigo del pósito, previamente excluido por el concejo local. La necesidad de Villarrobledo le exigía el control de su propio trigo para panadear, dada las necesidad de sus vecinos. Las decisiones del concejo sobre libertad de venta de pan iban en sentido opuesto a las pretensiones del alcalde mayor. No eran los únicos conflictos; desde mediados de diciembre el alcalde entregador de La Mesta, licenciado Trillo, se ha instalado en Las Pedroñeras, acusa a Villarrobledo de romper heredades en la cañada real.
El 19 de diciembre se presenta en la villa, Juan de Coca, ejecutor enviado desde Toledo para el cobro de la parte correspondiente a la renta del subsidio y escusado del trigo embargado. Desesperadamente el concejo villarrobletano le ofrece pagarle la renta en moneda de vellón del caudal del pósito, el ejecutor no lo acepta y exige el pago en especie. Se llevará del pósito doscientas veinte fanegas de trigo. El concejo en un último intento pide un periodo dilatorio para trocar esa cantidad por el correspondiente dinero en plata. Pero qué puede ofrecer un concejo endeudado. La hacienda del concejo está arruinada, el 28 de diciembre el corregidor de San Clemente, Mudarra de Mendoza, presente en el pleno del ayuntamiento, tiene que escuchar de los regidores villarrobletanos cómo la villa no tiene dinero de los propios para pagar a los solicitadores y procuradores que la villa tiene entendiendo en diversos pleitos en la Corte y audiencias. El último día del año se celebra una nueva reunión del ayuntamiento; una más de unos regidores impotentes ante el agravamiento de la escasez que padece la villa. Ahora se reconoce que las deudas que se mantienen con la Iglesia de Toledo por el pan fiado de las rentas eclesiásticas proceden del mes de mayo. La cosecha de 1603 no debió ser tampoco muy larga. Además, en la reunión del día 31 de diciembre los regidores tienen ante sí las innumerables peticiones de salarios de oficiales, procuradores y solicitadores. Para pagar los salarios se acordará pagar los salarios del trigo de las tercias embargadas. Son decisiones que de momento ocultan los problemas de escasez que sufre la villa y sus vecinos, el año 1605, también acompañado de malas cosechas, desvelará la intensidad de la crisis. Villarrobledo, el granero de la Corte, será incapaz de superar este revés e iniciará un proceso de decadencia que ni la pequeña recuperación de la segunda década del siglo conseguirá parar.
Villarrobledo se encontraba por entonces renovando sus edificios civiles. Estaban en construcción las carnicerías públicas y en proyecto una nueva casa del ayuntamiento que de presente se quiere edificar, pero faltaba el dinero. El año de 1604 se había echado mano de las tercias para las obras; ahora, a comienzos de 1605 se acuerda contar para dicho fin con el producto de la renta de la almotacenía, calculado en doscientos ducados anuales.
En estos comienzos de 1605, asiste a las reuniones del ayuntamiento el corregidor del partido de San Clemente, Diego Mudarra de Mendoza. De la lectura de las actas, parecen haber desaparecido del orden del día la realidad de una villa dominada por la escasez. La imagen que se intenta ofrecer al corregidor es la de una villa opulenta, que continúa con sus programas de embellecimiento público. El ayuntamiento del seis de enero acordará seguir adelante con su proyecto de ensanchamiento de las casas del ayuntamiento, construcción de la cárcel y apertura de una gran plaza pública para lo que se embargarán y derribarán varias casas particulares. Asimismo se proyecta la construcción de una lonja delante las puertas de la carmizerías (cuya construcción se encomendara al maestro de cantería Domingo de Aguirre, al que se le adelantarán 400 ducados). Pero una vez que se ha ido el corregidor, el tono de las actas cambia. En la reunión del dieciséis de enero la solidaridad de los regidores en defensa de sus intereses les lleva a mancomunarse para defender sus intereses frente a la Mesta y el alcalde entregador Trillo. Ese día acuden todos, pero cuando al día siguiente se vuelve a tratar el estado de necesidad de la villa faltan muchos. Se reconoce que las existencias del pósito se están agotando. Cuatro días antes, un canónigo de Toledo se ha presentado para cobrar el montante de noventa y seis fanegas del trigo embargado unos meses antes. Se da por imposible encontrar trigo en toda la comarca, pues la esterilidad de las cosechas ha alcanzado a todos los pueblos. Por último, se invita a los labradores que dispongan de grano excedentario a que lo vendan al pósito para sobrevenir las necesidades de los vecinos.
A pesar de ello, el desorden en el abasto de pan se ha instalado en el pueblo. La mayoría del pan cocido queda fuera de la red municipal y su fabricación y venta se hace al margen del control municipal. ¿Son los regidores villarrobletanos ajenos a estos procesos especulativos? Se ha señalado a estos regidores como los principales causantes de la crisis y decadencia de la villa al subordinar el bien público a su propio interés privado. Muestra de ello es que un análisis de las actas municipales nos demuestra la gran cantidad de pleitos que tiene que afrontar la villa; las reuniones municipales es una constante pérdida de tiempo en apoderamiento a procuradores ante las audiencias. La advocación de la primera instancia frente al corregidor de San Clemente acabaría, a partir de 1610, en un largo pleito de ocho años, que costaría entre apelaciones, vistas y revistas 20.000 ducados. Y es que la defensa de la primera instancia era la mejor salvaguarda que tenían los regidores y principales villarrobletanos para defender sus intereses, a cuyo servicio ponían una acción de gobierno donde la malversación de los propios y rentas públicas era la norma. Muestra de ello era la residencia del licenciado Santoren en el año 1600, la nueva residencia del corregidor Mudarra y el alcalde mayor Cid tres años después y la última auditoría de cuentas este mismo año de 1605 a cargo del juez real, el doctor Zarandona. En todas estas residencias quedó demostrada la nefasta e interesada administración de lo público por los regidores, obligados a restituir los alcances resultantes de las cuentas.
La declaración de los regidores de treinta y uno de enero es la prueba de cuánto había de infortunio y cuánto de malversación en el estado de necesidad de la villa. El pósito, que a pesar de la mala cosecha, contaba con 10.000 fanegas en septiembre de 1604, no tenía provisiones para aguantar hasta la cosecha de agosto. Sabemos que la presencia del corregidor en Villarrobledo, entre finales de diciembre y comienzos de enero, había tenido como finalidad descubrir el acaparamiento de trigo por los vecinos ricos, pero se había ido con las manos vacías. Los sembrados ya anunciaban una cosecha nefasta y el caudal y trigo del pósito se dilapidaba demasiado rápido:
dixeron que por el mes de septiembre próximo pasado de seyscientos quatro ubo en el pósito desta villa diez myll fanegas pocas mas o menos con las quales se entendió abía sufyciente abasto por la esperiencia que se tenía de otros años en el gasto del dicho pan y andando el tiempo se a visto que dicha cantidad no es sufyciente para fasta agosto que viene porque en los vecinos se ve en cada día mayores necesidades y están tan apretados con la mucha esterilidad que a sobrevenido, que no solo la nezesidad es presente pero yrá creciendo por la poca agua (tachado= con la mucha agua) que a sobrevenido y por estar los sembrados mal nacidos por cuya causa aún los más rricos compran el pan de que se sigue mayor carga en el dicho pósito y que con las dichas diez myll fanegas no ay sufyciente cantidad para el abasto y esto es más sin duda supuesto que aunque el señor don Diego de Mendoça corregidor deste partido a hecho grandes diligencias y cala y cata para entender quien tenya trigo no a hallado quien pueda rremediar aun asimismo y aunque los dichos señores alcaldes an fecho por su parte las dichas diligencias an hallado la misma dificultad y carestía y que si se aguardase a comprar trigo no se hallaría por ningún precio ni sería posible rremediar la necesidad que ya se be e a de apretar a esta villa y aviendo echo esperiencia del trigo que cada un día se gasta más y el día que menos se gastan sesenta fanegas y para oviar mal tan grande y nezesidad tan forzosa que se espera= dixeron que mandauan y madaron que del caudal del pósito se compren tres myll fanegas lo qual fuere más nezesario y porque en la compra a de aver dificultades y no se a de hallar a la tasa de su magestad...
Se conminaba a tres vecinos a comprar las 3.000 fanegas de trigo allí donde se pudiere, tanto entre los vecinos de Villarrobledo como forasteros. Se ponía como condición que los precios de compra fueran a precios moderados, cosa difícil de cumplir dada la especulación a que había dado lugar la escasez de grano. Pero las cuentas tomadas por el corregidor denunciaban una deuda con el pósito de 4.900 fanegas de trigo y 6.700 reales. Los deudores tenían nombre y apellidos y lejos de la imagen que se pretendía dar de pobres labradores se correspondían con vecinos principales: así, García Ortiz de Vargas, regidor, debía 300 fanegas.
El caso es que para finales de febrero ningún deudor había satisfecho sus deudas al pósito. Para entonces, el problema había trascendido el ámbito local. El Consejo Real había comisionado al corregidor Mudarra para que examinara el trigo existente en los pueblos de su partido y el estado de la futura cosecha, pues hasta la Corte había llegado la noticia que en muchos pueblos por la falta de simiente los campos estaban sin sembrar:
en el consejo se tiene noticia que a causa de la poca cosecha de pan que ubo el año pasado en esas villas y su tierra y en otras muchas provincias destos rreynos los labradores y personas que an de labrar y sembra no tienen el trigo y simiente que an menester para hazer sementera este año...
La provisión, aunque de 24 de enero, se hacía notoria al ayuntamiento de Villarrobledo el 6 de marzo, del mismo modo que también se había comunicado al resto de las dieciséis villas. El corregidor trataba de saber el trigo real existente en los pósitos, las tierras que se habían dejado de sembrar y, sobre todo, las consecuencias de cara al futuro de una anunciada escasez, a añadir a la ya sabida de la cosecha de 1604. Pero el corregidor Mudarra mostraba una total falta de voluntad y una manifiesta incapacidad para imponerse a los regidores villarrobletanos, que soslayaban hablar de la escasez de trigo en el ayuntamiento, evadiéndose con temas considerados más importantes como la conveniencia de crear un convento de carmelitas descalzas con el legado dejado por Ana Ruiz, viuda de Juan Cano Moragón.
Por más que obviaran la realidad los regidores, ésta se imponía con crudeza, en las actas de cuatro de abril, por primera vez, aunque como una posibilidad, aparece la palabra hambre. Acordándose confeccionar un padrón con las personas necesitadas en el pueblo a las que se ha de repartir pan. Entre los necesitados, el convento de San Francisco, que pide prestadas veinte fanegas de trigo a devolver para Santa María de Agosto, aunque finalmente recibirá doce. Otras dieciséis fanegas de trigo irían para limosnas con motivo de la procesión del Villarejo del primer jueves de mayo. Esta procesión era una romería que se dirigía hasta la ermita de San Nicolás y que se venía haciendo desde que la villa tenía doscientos vecinos; se trataba de una rogativa para pedir al santo por un buen tiempo que facilitara los frutos del verano y se acudía a la necesidad de los pobres con seis mil maravedíes. Ahora, cuando villa contaba con tres mil vecinos se reconocía la impotencia para acudir a las necesidades de tantos pobres como había, las necesidades se traducían en dinero por cuantía de 40.000 maravedíes. Racionamiento y limosna se presentaban como medidas complementarias y solidarias en una sociedad golpeada por intermitentes crisis de subsistencias.
Por supuesto los regidores villarrobletanos veían el panorama de escasez que se presentaba ante sus ojos, pero eran parte interesada y aprovechada. Cínicamente defendían las libertades e independencia de la villa frente a las intromisiones del corregidor. Tal era el caso del regidor Francisco de Lamo, a quien el corregidor Mudarra había encausado por especular con el trigo y venderlo a un precio superior a la tasa. Todos los regidores cerrarían filas en defensa de la primera instancia, en una causa que, sin duda, les afectaba a todos: los autos se debían sustanciar en Villarrobledo y no en San Clemente. A defender esta postura se mandó al licenciado Mérida de Minaya a la villa de San Clemente. Pendían otras causas ante el corregidor y el alcalde mayor iniciadas en Villarrobledo y llevadas a finalizar a San Clemente y algún vecino villarrobletano, Cristóbal Montoya, estaba preso en la cárcel de esta villa, pero el conflicto giraba en torno al trigo y su especulación por los regidores de Villarrobledo, que elevaron sus protestas a las ejecuciones de los alguaciles mayores del partido en la villa con la excusa de que llevaban un salario superior a los seis reales fijados. Se sumaban asimismo las protestas por apropiarse el corregidor de las penas impuestas por denuncias contra las ordenanzas y que según la costumbre debían ir al concejo. Además, el corregidor de San Clemente tenía presos en la cárcel de la villa al mayordomo del concejo de Villarrobledo, Alonso Valero, y al arrendador de la correduría, Martín Sánchez de Posadas, por deudas de los salarios de Antonio de Quevedo, alguacil del partido, por valor de 500 reales correspondientes sus desplazamientos a Granada en las diligencias sobre un pleito que sobre ordenanzas de las rastrojeras se había llevado en la Chancillería. Cuando el mencionado alguacil pide sus salarios, recibe 24 reales.
Mientras las existencias del pósito estaban agotadas. El dieciocho de mayo los regidores deciden reponer existencias, echando mano del caudal monetario del mismo, a sabiendas del excesivo precio del trigo en estos momentos y su coste para la villa (o quizás del beneficio que pueden alcanzar como vendedores). El treinta de mayo se reconoce que la cosecha de cebada y centeno del presente año va a ser muy escasa. No solo las personas comen, también las bestias de labor. Para pasto de mulas, jumentos y yeguas se cede el pinar de Bernagosa. Para el ocho de junio se dan por agotadas cualesquier existencias de granos o dineros en el pósito, solo queda moneda de vellón se que nadie quiere trocar en moneda de plata, única que parece aceptarse para las compras e trigo. Se vuelve a recalcar la pobreza de la cosecha que se espera y se aboga, en una decisión que marcará el futuro de la villa, por pedir a censo 20.000 ducados. Hasta Toledo se manda al regidor Diego de Bustos para implorar al cardenal que la villa pueda disponer del trigo de las rentas pontificales, el cual se promete pagar al contado. Lleva el mandato también de que los clérigos no puedan sacar trigo de la villa para venderlo fuera. Dos regidores recorrerán los campos para ver in situ la futura cosecha que se espera coger y si es tan pobre como se anuncia.
La villa está exhausta, debiendo hacer frente a los réditos de censos y a los salarios sus oficiales y, en mayor cuantía, de sus procuradores y solicitadores de pleitos. Cuando el 14 de junio, con dos meses de retraso, llega la noticia del nacimiento del futuro rey Felipe IV, Villarrobledo responde que fiestas y alegrías por tal acontecimiento se carguen sobre las rentas reales de las alcabalas y no sobre sus propios. El veinte de junio, en lo que se considera un agravio insoportable, el contador de las rentas decimales del obispado de Toledo, Gaspar Yáñez, se presenta ante el concejo exigiendo que los labradores, antes de entrar el trigo de la próxima cosecha en sus graneros, estarán expuestos a la visita de los recaudadores. Aún así, Villarrobledo protesta el mandamiento diplomáticamente: no es posible realizar tales visitas de inspección en una villa que cuenta con quinientos o seiscientos labradores, esparcidos por un término de varias leguas.
El 27 de junio, en previsión de la mala cosecha que se espera, se acuerda idear un sistema de racionamiento para todos los vecinos:
a de ser necesario dar el pan del pósito por red y de causa de no auer auido este año más de una rred se a visto por esperiencia que se a gastado mucho más pan de lo nezesario demás que se tomauan mucho trauajo el pan en la dicha rred y la gente pobre y travajadores toman el pan tarde y pierden mucho de su trauajo y para rremedio de ello combiene se pongan tres casillas donde se dé el pan del pósito y por ello se haga lista de todos los vecinos desta villa a calle hita haciendo cada parroquia de por sí para que en cada una de ellas se ponga una casilla de pan donde se dé y se haga para cada una de ellas una tabla donde se escriban los nombres de las personas que an de acudir a la dicha rred y casilla
Entretanto, hasta que se recoja la nueva cosecha, el sustento de los vecinos se intenta atajar con la última compra de trigo, decidida por los regidores el 18 de mayo: mil fanegas al precio cada una de treinta reales y medio. La libra de pan, que hasta ahora se ha vendido a los vecinos a seis maravedíes, se venderá ahora a ocho. Se pretende que el pósito tenga que soportar graves pérdidas, pero asimismo disponer de liquidez para las mil fanegas de trigo adicionales que se estiman necesarias para llegar a la próxima cosecha.
y por ser como es la nezesidad y poca cosecha de pan tan general si no se acude a el rremedio con tiempo tercia mucha dificultad y esta villa estaría en peligro de perderse y despoblarse
De esta guisa rezaba la queja de los regidores villarrobletanos en el ayuntamiento celebrado el 11 de julio de 1605. La escasez se había apoderado del Reino. Hasta Villarrobledo había llegado petición de los Inquisidores del Tribunal de Murcia, pidiendo 1.500 fanegas de la próxima cosecha, pero la cosecha se esperaba nefasta, Los labradores todavía disponían de algún trigo pero se negaban a venderlo. El corregidor de San Clemente había suspendido la almoneda para panadear el trigo del pósito en el año venidero y había impuesto el control directo por el concejo del trigo panadeado. Los regidores daban cartas de poder para acudir ante el Consejo Real en Valladolid para obtener licencia para tomar a censo de 20.000 a 24.000 ducados. Por fin, el 21 de julio, quizás para emular la decisión del canónigo Yáñez, con más probabilidad para adelantarse a sus intenciones, se acuerda requisar el grano a los labradores que ya empiezan a cosechar:
mandaron que dos oficiales de este ayuntamiento juntamente con el rregidor Antonio Téllez alcalde ordinario al campo por las heredades de esta villa por su jurisdición a ver el pan que cada un labrador coje y los pegulajeros y a cada uno tomen para el dicho pósito la quantidad de trigo y centeno que les paresciere pueden dar y hagan cala y cata en las dichas heredades sin exceptar persona alguna
Se les pagará a catorce reales la fanega, cuatro reales por debajo del precio fijado por la tasa; sólo se les compensará esa diferencia de cuatros reales medio año después. El embargo se hizo extensivo a las rentas del diezmo e incluso al trigo acumulado por uno de los regidores, Francisco Martínez Bonillo. Se enviaron comisarios a Aragón y Valencia para la compra de trigo, pero previamente se intentó en Toledo cambiar por plata la moneda de vellón existente en el caudal del pósito; la plata había desaparecido de la circulación en Villarrobledo. Para obtener el pan se mezcló el escaso trigo con el candeal, pero el precio se mantuvo en diez maravedíes la libra, pues la fanega de trigo ya superaba la tasa del año 1600, fijada en 18 reales, yendo más allá de los treinta reales. Se hicieron ensayos para ver la cantidad resultante de la mezcla del trigo con el candeal, por una fanega del primero se obtenían alrededor de 110 libras de pan, por una fanega del segundo, no llegaba a noventa. Se habilitaron 53 panaderos con licencia para la venta, distribuidos en tres puntos de ventas: uno en la plaza del Pozo y dos en la plaza Mayor. En uno de estos últimos puntos se situaba la venta a forasteros, a los que se vendía la libra a doce maravedíes.
El trigo necesario para el pósito se encontró por fin a comienzos de agosto en manos de un vecino de Villar del Águila, tierra de Huete, y sobre todo, en la comarca de Molina de Aragón, donde se envío a dos frailes para tratar la compra de cerca de 10.000 fanegas. Simultáneamente cuatro regidores, cumpliendo órdenes del corregidor, acompañados de alguacil y regidor, registraban el trigo de los labradores.
Los dos frailes se encontraban en la tierra de Molina a fines de agosto, comprando el trigo para el pósito. Los precios, con la cosecha recién recogida, ascendía ya a 30 y 36 reales la fanega de trigo; el doble del fijado por la tasa. Para evitar pérdidas, el concejo villarrobletano decidió subir el precio del pan a doce maravedíes la libra; el mismo que pagaban los forasteros, que pronto, el 2 de septiembre se subiría en dos maravedíes más. Pero los informes que desde Molina mandaba el padre Serrano, uno de los frailes, avisaban de la escasez de trigo en la zona de Molina obligaría a completar las compras en Aragón y que los costes de acarreo elevarían el precio de la libra de pan cocido a 17 maravedíes. Las noticias del fraile y otras negativas, como las del alférez Sebastián de Losa que se había desplazado a Medinaceli, llevaron a desechar la opción aragonesa e intentar comprar el trigo de Cartagena, ofrecido por el Marqués de la Vélez, gracias a la mediación del corregidor. Pero de nuevo se chocaba con la falta de numerario en plata. De hecho, el único dinero aceptado. la generalidad de las transacciones y pagos se hacía con moneda de vellón. Así se volvió de nuevo a la requisa y embargo del trigo del diezmo, que obraba en poder de los fieles, procedente de la reciente cosecha. Claro que el trigo que se procuraba embargar era el correspondiente a las tercias reales, pues el concejo bien se cuidaba de incluir en este embargo la cuarta parte de las rentas decimales, que se pensaba dedicar a la sementera. Para disponer de esta parte se procuraba utilizar el camino de la mediación con la Iglesia de Toledo. En cualquier caso, la parte de trigo embargado correspondiente a las tercias para comienzos de octubre ya estaba en el pósito. Dicho trigo daría lugar a un pleito con la villa de Almagro, a quien se habían arrendado los frutos decimales. En cuanto al trigo para la sementera sería cedido a finales de octubre por la iglesia de Toledo, pero de fiado y a pagar en la cosecha de agosto de 1606, en unas condiciones tan leoninas en los intereses que se decidió pagar al contado. Aunque el problema era el dinero.
Como un agravio en la villa, se debió ver el requerimiento del corregidor de San Clemente, que, con cargo de la parte del diezmo correspondiente a las tercias, decidió asignarse la dotación que, de los cereales villarrobletanos, hacía uso anualmente para su casa y para la casa del alcalde mayor (doscientas fanegas de trigo y ciento cincuenta fanegas de cebada para el corregidor y cien fanegas de trigo y cincuenta de cebada para el alcalde mayor).
El problema de la escasez afecta a todo el corregimiento. El corregidor decide convocar, en la vieja tradición de las juntas del Marquesado, una junta de las diecisiete villas del corregimiento. Se celebrará el domingo 16 de octubre de 1605 en Iniesta y acudirá un regidor o alcalde por villa. Deben acudir con las necesidades de trigo de cada uno de los pósitos locales. Por primera vez, se intenta dar una solución general a las malas cosechas. Se ha concedido licencia real para sacar 300.000 fanegas de trigo del Reino de Aragón para provisión del Reino de Toledo y otras tierras, entre ellas el corregimiento. La junta acordó que el corregidor escribiese al Consejo Real sobre la necesidad de trigo en el corregimiento. La petición sería defendida por Pedro Durango, estante en la Corte, que recibiría un salario de 50 ducados a repartir entre las villas. Las desavenencias vinieron cuando San Clemente y otras villas pidieron socorro económico al resto de villas por la plaga de langosta que estaba azotando sus frutos; Villarrobledo se negó a dárselo con la justificación de que ellos no padecían de esta plaga.
Villarrobledo disponía de otro pósito, el llamado pósito de los pobres, fundado por el doctor Uceda y Torres, cura de la villa. El caudal del dicho pósito, diecisiete mil reales, que obraban en poder del regidor Pedro de Montoya Vizcarra, sería requisado y agregado al caudal del pósito municipal, a cargo de su mayordomo Juan Rosillo. A marchas forzadas, se intentaba acumular suficiente dinero para la compra de trigo para la siembra a la Iglesia de Toledo. Así se conseguía recuperar más de 2.000 reales de algún deudor atrasado del pósito y la villa debió respirar aliviada cuando se conoció la rebaja en un millón de maravedíes del encabezamiento de las rentas reales del suelo de Alcaraz, tierra a la que fiscalmente pertenecía Villarrobledo. Pero a fecha de 13 de noviembre todavía había labradores sin simiente. De nuevo, se intentó obtener la cuarta parte de las rentas decimales de sus tenedores a precio de la tasa.
Durante el invierno, la escasez que vive la villa apenas si se trata las reuniones del cabildo, hasta que el 13 de febrero de 1606 se recibe mandamiento del corregidor de San Clemente tasando el precio de la venta del pan, a petición del procurador sindico que se queja de que la libra de pan se está vendiendo a un precio superior a doce maravedíes la libra. Pero la situación que se vivía debía ser desoladora. En la vecina San Clemente, sin duda con menos provisiones de trigo que Villarrobledo, el panorama que se nos presenta el 21 de febrero, cuando se decide el reparto de dos mil ducados entre los pobres, es de hambruna:
y este presente año avía sido el más estéril en essa dicha villa y su tierra, que xamás se avía visto, y la gente pobre passava grandísima necesidad y se cayan muertos de anvre: y aunque algunos andavan clamando por las calles, no avía quien tuviesse posibilidad para socorrerlos, ni los que tenían heredades las cultivaban; y se temía que avría de suceder, por la dicha ocasión de aver tanta anvre, alguna enfermedad de peste como la que avía sucedido en essa dicha villa el año de 600 (1)
Las quejas de la villa de Villarrobledo se reavivan el 23 de febrero, cuando llega la noticia de que Villarrobledo debe aportar 30 carros y 90 mulas para la mudanza de la Corte de Valladolid a Madrid.
en esta villa no ay ni se podrán hallar mulas para que puedan servir en la dicha jornada por estar todas hellas muy flacas y decaydas de causa de la gran falta de zebada
Lógicamente el Rey no podía recibir una simple negativa. Así que a la ritual exposición de motivos, bastante cierta, sobre la esterilidad de los tiempos y la pobreza de los vecinos, se añadía la petición de concesión de arbitrios para sufragar los costes de los carros y mulas, en una decisión que para nada beneficiaba a aquéllos en cuyo nombre se solicitaban los mencionados arbitrios. La dehesa carnicera se roturaba para tierras de labor por tiempo de ocho años y se arrendaba por el mismo tiempo para pasto la dehesa de Calaverón. A corto plazo, la decisión tomada fue más tajante, para el uno de abril se decidió el embargo de 25 carros a varios vecinos con una compensación de 400 reales a pagar en agosto o septiembre del dinero obtenido con la próxima cosecha. En las actas del doce de abril aparecen los 25 carros finalmente embargados y el nombre de los vecinos afectados con todo detalle. Finalmente en mayo la aportación quedaría en quince carros.
Mientras los problemas de aprovisionamiento de pan se agudizan, viéndose obligada la villa a establecer el 13 de marzo un estricto racionamiento del trigo. Se fija un único punto de entrega del pan a los vecinos, las casas dejadas por el doctor Uceda, antiguo cura de la villa, con asistencia continua de dos regidores para evitar el descontrol en la distribución. A los problemas de distribución se unían los de malversación de fondos. Tal como se reconocía en la sesión de 13 de abril de 1606, varios vecinos encargados de la compra de trigo para el pósito se habían quedado con parte del dinero, tan necesario ahora para la realización de nuevas compras.
Para el 26 de abril la gravedad de la crisis ya nos aparece en toda su crudeza, reconociéndose la labor desinteresada de los médicos por atender el número creciente de los pobres de la villa:
dixeron que de causa de la nezesidad que padezen los vecinos pobres desta villa a avido y ay muchos enfermos y los médicos desta villa an tenido cuydado y lo tienen de presente de visitarlos sin ynterés alguno
Las condiciones de distribución de pan para los forasteros se endurecen, aumentándose el precio a 16 maravedíes la libra. Se intenta restituir la falta de trigo en el pósito con nuevas compras; esta vez en Alcázar de San Juan, que por entonces se llamaba Alcázar de Consuegra. Como el año anterior, aprovechando la procesión de San Nicolás de los Villarejos para el once de mayo, se repartirá pan cocido a los vecino pobres, panadeado del trigo veinte fanegas existentes en el pósito, correspondientes al beneficio curado de la villa, y que cedidas en un contexto de necesidad ahora el párroco pretende cobrar a precio tasado de 18 reales, aunque eso sí, en plata.
Pero ya se sabe que la cosecha del mes de agosto va a ser muy buena. La escasez presente con la abundancia futura desata los procesos especulativos. Desde villas como San Clemente o Belmonte se disparan las ofertas de compra por el grano de la venidera cosecha villlarrobletana. Son los propios vecinos ricos de Villarrobledo, que dando la espalda a la necesidad de sus convecinos, los que se desplazan a las villas comarcanas ofreciendo su futura cosecha al mejor postor. En saco roto caen las peticiones que las ventas se hagan primero entre compradores de la villa. El concejo solo puede ofrecer 22.000 reales para las compras de agosto para proveer el pósito con sus caudales. Se aportarán tres mil ducados más (¿del dinero obtenido a censo?), que se prestarán a vecinos de la villa para que compren trigo a partir del quince de agosto y se comprará más trigo para el pósito para abastecimiento de la villa para el periodo de junio a agosto. Mientras la necesidad y el hambre continúa, el cinco de junio de 1606, Villarrobledo, el granero de España, acuerda que para remediar el hambre se provea a sus vecinos de pan de cebada, se compren cuatro mil fanegas para el pósito, pero esta vez de centeno, y, en una medida sin precedentes en la villa se manda la expulsión de todos los forasteros en un plazo de tres días. La expulsión sería más gesto propagandístico que otra cosa, pues difícilmente podía prescindir Villarrobledo de los peones para la siega. No es de extrañar que pocos días después en otro ayuntamiento se volviera a decisiones anteriores de mantener el precio de pan a los forasteros a 16 maravedíes pero bajando la libra de 16 a 14 onzas.
El desabastecimiento iba acompañado de la especulación, el hambre presente de los vecinos era parejo a unos campos que ese verano mostraban una cosecha abundante como no se recordaba desde hacía tiempo.
Archivo Municipal de Villarrobledo (AMVi), Actas municipales del 22 de septiembre de 160 hasta el 29 de junio de 1606
(1) TORRENTE PÉREZ, Diego: Documentos para la Historia de San Clemente. Tomo II. Madrid, 1975. pp. 164
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