La langosta estaba aovada en los campos Villarrobledo, pero asimismo en veinte leguas a la redonda de esta villa. Fray Pedro de Góngora, provincial de la provincia agustina de Andalucía, llega a la villa con la intención de fundar un convento en hospedería donde se puedan acomodar los dos o tres primeros frailes. La villa, aprovechando la cosecha anterior del año anterior y la previsible excelente cosecha venidera, veía como el precio del trigo por fin caía a quince reales la fanega. Buenas cosechas, pero una y otra vez se mencionaba la falta de agua y otros infortunios para justificar que llegado el mes de mayo había escasez de pan y se hacía necesario proveer a los vecinos con trigo para panadear del pósito... ¿movimientos especulativos?
Será en 1632, cuando se ejecuten los arbitrios aprobados en 1629 y en 1630, en contrapartida de los 22300 ducados en moneda de vellón aportados a la Corona para sostener el esfuerzo militar, aunque quien los recibía directamente era el factor de los Fúcares, en Villanueva de los Infantes: se consentía que el ganado pasara a las viñas para comer la pámpana, una vez alzada la uva, y a los agostaderos e invernaderos; el arrendamiento de dehesas. Era este último aspecto el que se estaba generalizando en todos los pueblos. Los arrendadores podían rozar las dehesas acotadas o permitir la entrada de ganados en esta tierra, pagando los ganaderos una oveja o doce reales, a su elección, por cada 22 almudes que sirvieran de pasto. Se concedía el monopolio a la villa para poner tiendas y estancar los productos por veinte años. Entre los que se gravaban, el azafrán (dos reales por libra) y el vino (un maravedí en cada azumbre de vino). Se gravaban también las ventas en el exterior de los granos (un real por fanega de trigo y medio real por fanega de cebada o centeno). Se añadían otras sisas sobre la carne y la lana. Los arbitrios se establecían por veinte años. Los nuevos arbitrios se unían a otros tomados desde 1616 para pagar la exención jurisdiccional de la villa o las nuevas necesidades de la Corona (el pescado o el aceite eran otros productos gravados o la octava del vino y el reciente estanco de la sal, que se denunciaba el excesivo acopiamiento hecho a la villa) y para la compra de la almotacenía y escribanía. Otros arbitrios concedidos por la corona eran la posibilidad de hipotecar sus propios y rentas, establecer nuevas tasas sobre las ventas de la tercera parte del trigo de su pósito, y la posibilidad de establecer repartimientos de dinero entre los vecinos
1000 fanegas de trigo para armar y el sueldo de 21 soldados de los presidios: Se reclutaban soldados y se hospedaban 65 galeotes de paso por la villa.
El año 1632 ha tenido también una pobre cosecha: que de causa de la esterilidad del tiempo y mucha langosta que a avido este presente año en la juridición desta villa los vecinos della son probísimos e impusibilitados de poder sembrar sus barbechos y pagar las deudas que se deben así al pósito como a personas particulares (19 de octubre). Sin embargo, dudamos de estas afirmaciones como rotundas, pues la fanega de trigo se vende por diecisiete reales en Navidad.
ACTAS MUNICIPALES DE VILLARROBLEDO, 1632