El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

lunes, 1 de agosto de 2016

Sobre los amores de Pedro de Espinosa, familiar del Santo Oficio, y Catalina Martínez del Pozo a comienzos del siglo XVII en Iniesta

Escudo de la familia Espinosa
Don Pedro Espinosa, vecino y familiar del Santo Oficio de Iniesta, se encontraba en las cárceles inquisitoriales de Cuenca un 16 de junio de 1615, multado con 50 ducados y acusado de amancebamiento con una vecina del lugar. Era un hijodalgo de la villa de Iniesta, principal de ella, ya su padre había tenido treinta años antes problemas con el Santo Oficio. No parece que el haberse hecho con una familiatura le librara de ellos. Aunque tampoco parecía resignado a aceptar su adversa fortuna, por lo que apelaría ante la Suprema la condena de los Inquisidores Apostólicos de Cuenca. La sentencia pronunciada el 1 de junio por la Suprema era un ejemplo de la moralidad exigida en la época, que casaba mal con el proceder del familiar y daba por finalizado un proceso que se había iniciado dos años antes

Debemos de amonestar y amonestamos al dicho don Pedro de Espinosa que de aquí adelante biba honestamente y para remediar el escándalo que a causado con su mal bibir en la dicha billa de Yniesta y su tierra y procure con la enmienda de su bida dar buen exenplo como lo a dado malo con la mala bida que asta aquí a tenido y por la culpa que contra él resulta, le debemos de condenar y condenamos a que no entre en el lugar donde estubiere la dicha N con quien a sido acusado ni cinco leguas en contorno por tienpo y espacio de quatro años primeros siguientes con apercibimiento que si los quebrantare aya de estar los quatro años fuera del distrito deste sancto oficio a lo qual desde luego le condenamos y mandamos que agora ni en ningun tienpo hable ni trate ni en público ni en secreto con la dicha N, ni entre en su casa ni en la que ella estubiere ni consienta que entre en la suya, y más le condenamos en cinquenta ducados de pena en la qual le declaramos aber yncurrido por aber ydo a la billa de belmonte contra lo que estaba mandado y él tenía consentido

Desde finales de julio de 1613, Pedro de Espinosa estaba preso en Cuenca, en la cárcel de familiares del Santo Oficio; allí se le tomó declaración un 1 de agosto. Se pretendía obtener confesión acusatoria del reo sobre su amancebamiento con Catalina Martínez del Pozo. Catalina había sido sirvienta de los padres de don Pedro y parece que la relación entre ambos se remontaba a catorce años atrás. Las murmuraciones en el pueblo habían llegado a oídos del visitador de la diócesis Pedro Martínez Quintanar, que ya había amonestado a la pareja hacía seis años, como también lo había hecho el vicario de la villa licenciado Tapia tres años después; desde entonces Pedro Espinosa procuraba ser más recatado en los encuentros y decía llevar una vida virtuosa, alejada de toda tentación.

Los Inquisidores de Cuenca dieron poca fe a su nueva y honesta vida, por lo que decidieron imponerle un arresto domiciliario en Cuenca en casa del clérigo Reolí. Mientras, en Iniesta, la familia de Pedro, una de las más poderosas de la villa, comenzaba a tomar cartas en el asunto, empezando a conminar a los testigos que contra él habían declarado a rectificar bajo amenaza de muerte. De los muchos enemigos que tenía Pedro de Espinosa da muestra la acusación del fiscal de la Inquisición Diego del Castillo Osorio, pues en su escrito venía a recopilar las numerosas delaciones anónimas de sus vecinos.

Don Pedro Espinosa estaba casada con Luisa de Espinosa y su amante Catalina lo estaba a su vez con un sargento mayor de la plaza de la Coruña, Gabriel López de Iranzo, que había escogido la carrera militar tras tener que renunciar a la plaza de escribano del ayuntamiento de Iniesta. Las ausencias de éste último (según el fiscal hacía diez años que no pisaba el pueblo), la proximidad de los amantes que vivían en casas colindantes y la familiaridad entre ambos (Catalina había servido en casa don Pedro) abonaban el terreno de la relación. El caso es que esta relación conocida y pública se había consentido en Iniesta durante más de diez años. A decir de los vecinos, el primero que había tenido relaciones con la mujer y obtenido su virginidad había sido el padre de Pedro, el licenciado Pedro de Espinosa; luego un hermano llamado Gregorio, fruto de esta relación había nacido una niña muerta, que proveyó a la mujer de doscientos ducados para buscarle casamiento con el sargento mayor, y, por último, también tuvo trato carnal con la mujer el hijo de don Pedro, don Martín. A Pedro de Espinosa se le llamaba Simón el Mago, sin duda un apodo paternidad de algún clérigo, que le intentaba acusar del pecado de simonía, pues como hombre poderoso que era trataba de sacar réditos de su misión y oficio religiosos, de eso se le acusaba cuando había sido alcalde de la hermandad por los hijosdalgo. Aunque más bien el apodo podía tratarse de una confusión, pues seguramente la acusación era de nicolaísmo, es decir, su incontinencia sexual y amancebamiento como hombre de la Iglesia.

Pedro Espinosa defenderá el honor de su familia. Torpemente en el caso de su hermano Gregorio; firmemente a su padre, quien con setenta años difícilmente podía desflorar doncellas y a su hijo, que con siete u ocho años no tenía edad para ser amante de Catalina. Las pendencias que como alcalde de la hermandad tuvo en su tiempo respondían al ejercicio de su oficio. Pero era innegable la familiaridad de los Espinosa y Catalina. También las complicidades, incluso el marido Gabriel López de Iranzo no parecía sentirse especialmente unido a su mujer Catalina, olvidando sus obligaciones matrimoniales e inmerso en lo único que parecía importarle:su carrera militar. Don Pedro Espinosa le había conferido la educación militar de su hijo, que de la compañía del sargento mayor por las villas de San Clemente y Madrid, acabaría como militar y casado en la plaza militar de Cartagena.

Don Pedro Espinosa conseguirá ablandar a los inquisidores que decidirán dejarlo libre el 19 de octubre de 1613, aunque en su libertad ha pesado más la acción del vicario Tapia, que ha decidido alejar de Iniesta, desde el mismo inicio del proceso inquisitorial, a Catalina hasta la villa de Belmonte, distante dieciséis leguas, con la excusa que iniciaba un periplo en busca de su marido.

Nos ha quedado una carta manuscrita y firmada de Catalina Martínez del Pozo. Una mujer que sabía escribir, era una mujer culta como para ser considerada una simple barragana. Casada con un militar ausente del domicilio conyugal, era una mujer engañada por su marido que gozaba de la compañía de otra. El único pecado que se le podía acusar era el de no aceptar pasivamente su situación. Cuando a finales de mayo acepta encaminarse a Belmonte en busca de su marido es consciente que no ha de verle nunca, pues hace tiempo que el matrimonio está roto, y Gabriel López de Iranzo, hombre bien relacionado en el Consejo de Guerra, piensa más en su carrera militar que en enterrar sus aspiraciones personales en un pueblo de la Mancha. En su carta, Catalina es consciente de la situación y  con su alejamiento solo pretende ayudar a su amante Pedro de Espinosa (como hará cuatro meses después con una información de testigos dando fe que no se ha movido de Belmonte). Irónicamente pide al Inquisidor licenciado Quiroga que haga lo posible por recomponer su matrimonio que sabe imposible

Porque vuestra md. vea que no le engaño ni hacer otra cosa sino lo que me mando con gran gusto y boluntad, aunque tullida en esta cama envío al portador que es deudo de grauiel lópez mi marido que uiene de granada y es mayordomo del señor oydor uelarde el qual a bisto al dicho mi marido en toledo que dende donde tiene su comisión uino allí y le pidió me sacase de aquí y como él tiene en su casa su muger  que ansi la llama dice no se rresoluió a más de darme  buenas esperanzas y enuiarme unos pocos dineros, suplico a vm. pues esto es así y tanto bien me hará vm. por un solo dios le suplico a vm. que antes que se uaya de allí que es en yeuenes o orgaz vm. por los medios que pueda le mande venga a hacer vida conmigo o me llebe consigo porque no deseo otra cosa sino estar con él y quitarme de que me leuanten testimonio= quien hace md. a mi marido es don diego brochero del consexo de guerra en madrid dios guarde a vm., de yniesta mayo 20 de 1613 años
Catalina Martínez del Pozo

La marcha de Catalina hacia Belmonte no tiene lugar hasta finales de agosto de 1613. Acude allí, llevada por el propio Pedro de Espinosa, que ha conseguido abandonar su arresto domiciliario en Cuenca por unos días. Allí permanecerá hasta enero del año siguiente. Pero una relación que nacía de la libre voluntad de las partes no podía ser anulada a golpe de decreto por los Inquisidores. Libre definitivamente  a mediados de octubre don Pedro acudiría inmediatamente hasta Belmonte a ver a Catalina; la sinceridad del amor de la pareja podía más que las penas y murmuraciones de una sociedad cerrada y hostil.


(continuará)


2ª parte

3ª parte




Archivo Histórico Nacional, INQUISICIÓN, 1922, Exp. 12. Proceso criminal contra Pedro de Espinosa, familiar del Santo Oficio de Iniesta, por amancebamiento con Catalina Martínez del Pozo. 1613-1615