Elección de oficios del año 1519-1520
de la villa de San Clemente: 29 de septiembre de 1519
Oficiales
salientes:
Alcaldes
ordinarios: Juan López Cantero y Bernardino de los Herreros
Regidores:
Antonio de los Herreros, Alonso González de Origüela, Juan Manzano, Pascual
Simón, regidores
Alguacil:
Juan Ruiz del Castillo
En
presencia del concejo saliente se procede a elegir los nuevos oficiales para el
año siguiente. Se seguía un sistema rotatorio entre los posteros (pecheros que
pagaban por encima de una cantidad de impuestos), que no habían ocupado oficios
concejiles en los tres últimos años, según el privilegio concedido por el
maestre Juan Pacheco el 10 de diciembre de 1445;
Tomaron
ante sí el libro de los posteros desta villa e sacaron dél los que les paresçió
que convenía entrar en los ofiçios que son los syguientes guardando los que an
pechado tres años e los que an tenido ofiçios e descansado los tres años
- Alonso Gonçalez de la Huerta
- Benito Garçía
- Françisco de Monteagudo
- Garçi Martínez
- Miguel López de Perona el viejo
- Françisco de Perona
- Antón Gómez
- Diego Symón
- Fernando de Orihuela
- Juan de Olivares el viejo
- Miguel Martínez el viejo
- Antón de Monteagudo
- Diego de Sandoval
- Françisco de Orihuela
- Juan Gómez
- Cristóbal Merchante
- Alonso Destudillo
- Francisco de Olivares
- Gonçalo Martínez Ángel
- Juan López de Garçilopez
- Ginés López
Por
la relación debemos pensar que los postulantes a ser elegidos como oficiales
concejiles en San Clemente quedaba
reducido a poco más de una sesentena de familias, de las ochocientas familias
que componían la población de la villa, correspondiente seguramente al estado
superior de los pecheros (recordemos que la población pechera se dividía en entre
estados según renta; superior, mediano e inferior) y de la que estaban
excluidos la mayoría de los pecheros y también de una veintena de familias
hidalgas.
“E
señalados (los posteros mencionados) hizieronlos escrevir en un papel e
hizieron dellos de cada nonbre escrito en una çédula un rredolín de çera echaronlas
en un baçín de agua y en presençia del pueblo llamaron llamaron a un niño que
se dize Monteagudo, hijo de Antonio de los Herreros”
El niño sacó las bolas de cera de los nuevos oficiales una a
una: la primera, la de Gonzalo Martínez Ángel para alguacil; luego, las de
Antón de Monteagudo y Garci Martínez Ángel para alcaldes, y para regidores,
Miguel Martínez el viejo, Cristóbal Merchante, Fernando de Origüela y Juan
López de Garcilópez. Por el mismo sistema se elegía entre tres candidatos
(aunque esta vez no se exigía estar en la lista de posteros anterior), es de
suponer propuestos por el concejo anterior, de los que el niño sacó la bola de
Francisco Sánchez de Gonzalo Sánchez.
Junto a los oficiales concejiles se nombraban los llamados
diputados del común. Creemos que el “puestos a los oficiales del concejo
saliente a cierta elección más abierta entre los vecinos. Este año de 1519, se
nombraron siete diputados del común directamente por los siete oficiales
concejiles salientes: el bachiller Rodríguez, Alonso López de Perona, Sancho
López de los Herreros, Francisco de los Herreros, Juan Sánchez el mozo, Alfaro
y Juan González de Huerta.
Después de tomarles juramento a los nuevos elegidos, ante la
cruz y los Evangelios en presencia del escribano Pedro de la Fuente, se daban
las varas de justicia. En estas elecciones había multitud de vecinos, y, años
después, la costumbre era que los alcaldes saludaran desde la ventana del
ayuntamiento. Quizás ahora no se hizo, porque se estuvieran construyendo nuevas
casas en sustitución de las edificadas a finales del siglo XV.
Los alcaldes se comprometían al buen gobierno, pero también
al respeto de la moral y de las buenas costumbres:
“E luego los dichos alcaldes mandaron pregonar e se
pregonaron los pecados públicos; que ninguno juegue juegos vedados ni blasfeme
ni sea rrufián ni puta lo tenga ni sea amançebado ni trayga armas ni ande
vagabundo so las penas de las leyes del Rreyno”
Los hidalgos tenía derecho a nombrar dos diputados propios,
en este caso, Antón García y Antonio Rosillo, que el ayuntamiento aceptaba en
esa sesión como tales, aunque su presencia en futuros concejos quedaba
supeditada a que fueran llamados por un concejo pechero que les solicitaba su
parecer: “e juraron de dar sus votos e paresçeres lo más útiles que pudieron
en lo que los tomaren como es costunbre”
ACHGR, PLEITOS, 721-6
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