El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

miércoles, 18 de agosto de 2021

Iniesta y Enguídanos (1566)

 

Los montes de Iniesta estaban agotados en 1566; el crecimiento de sus aldeas norteñas, tal como La Puebla de San Salvador, precisaba de madera para la construcción de casas y arados o para alimentar los fuegos de los hogares en invierno. Iniesta jugaba con su confusa integración en la gobernación de marquesado de Villena sin olvidar su antigua pertenencia a la tierra de Cuenca. Era en esta tierra, y en la dehesa de Olmedilla, perteneciente a la aldea de Enguídanos, donde se buscaba la madera faltante.

Ese año eran alcaldes de Enguídanos Simón Palomares y Quílez Luján, que consideraban que los viejos usos comunales de la tierra de Cuenca no eran de aplicación para la villa de Iniesta, una vez pasado el mojón Blanco que separaba ambos pueblos. Los alcaldes aplicaron el fuero de Cuenca: la acusación era la corta de leña sin licencia, el acusado era Pedro Rodríguez, morador en La Puebla, y la pena, según dicho fuero, el perdimiento del par de mulas y el carro con el que transportaba la madera sacada de los términos de Enguídanos. Y es que la presión de los iniestenses sobre sus vecinos iba en aumento. Un vecino de Iniesta, Juan de Almazán, había arrendado la dehesa de Olmedilla, favoreciendo, de paso, la intromisión de sus paisanos en el pueblo vecino. Un mes antes los de Enguídanos ya habían embargado mulas y carros a otro vecino de la Puebla, Gil Campillo, por cortar leña en el paraje de Casa Vieja

El hecho de que los alcaldes de Enguídanos recurrieran al fuero de Cuenca dejó desarmados jurídicamente a los iniestenses, que, olvidando su vieja pertenencia a la tierra de Cuenca, alegaron que sus relaciones con Cuenca respondían a nuevas relaciones contratadas de unas ordenanzas, que a semejanza de las del suelo de Alarcón, imponían penas de seiscientos maravedíes por sacar madera de un término a otro. Es más, Iniesta, en lo que le concernía, daba por derogado el fuero de Cuenca, pues “por esta dispusiçión particular está quanto a los vezinos de la villa de Iniesta derogada la generalidad del que dizen fuero de Cuenca”.

Los alcaldes de Iniesta eran poco dados a recibir lecciones jurídicas de sus vecinos, así que fallaron que el dicho Pedro Rodríguez pagaba cuatro mil maravedíes o perdía sus mulas y carros, todo ello en una tasación que valoraba bienes y penas, fundándose en el fuero, las ordenanzas y las costumbres. La sentencia de los alcaldes ordinarios se pronunció con toda solemnidad en los estrados de la audiencia, ante el procurador Hernán Martínez Blasco y dando fe el escribano del pueblo en ausencia de la parte contraria, la villa de Iniesta. Enguídanos era fiel defensor de sus costumbres. De hecho, cuando los pueblos de Cuenca ya contaban con casas de concejo, Enguídanos, a campana tañida, reunía su concejo donde siempre, a las espaldas de su Iglesia, que se abría a la plaza del pueblo. El concejo de Enguídanos, conservaba todavía la tradición de los viejos concejos abiertos, sus decisiones se tomaban en nombre del concejo y la república de Enguídanos por unanimidad o dejando constancia de los votos discrepantes y su composición era de dos alcaldes, dos regidores, dos alguaciles, y siete diputados acompañados, tal vez los oficios salientes del año anterior, y algunos vecinos, sin voto, presentes, pero, en cualquier caso, con un dominio de la familia de los Luján. El concejo de Enguídanos disponía además de un caballero de sierra para la defensa de sus montes, al que solía acompañar algún regidor, cuando se trataba de apresar a los intrusos iniestenses. No hemos de pensar, sin embargo, en Enguídanos como una sociedad anclada en el pasado, pues el hecho de estar en el camino real hacia Valencia le daba una posición privilegiada en las comunicaciones y, de paso, unos pingües beneficios al mesonero Juan de Arratia.

Lo que para Enguídanos era Fuero de Cuenca era en realidad unas ordenanzas más recientes por las que se guiaba toda la tierra de Cuenca, y de las que el concejo de Enguídanos guardaba celosamente una copia. Los dos capítulos referentes a la saca de madera de sus términos decían así:

“Yten que qualquier vezino de Cuenca e su tierra que tea o leña madera e carvón sacare de Cuenca e su tierra pierda la tal tea e madera o leña y carvón e pague de sesenta mrs. sacando qualquier cosa de las susodichas sin tener liçençia para ello e aya informaçión e lo notifiquen a la çibdad para que sobre ello provea como se hexecute la pena e que al tal cavallero por aver denunçiado lleve la mitad de la pena e que los susodichos o qualquieir de ellos ovieren yncurrido e la otra mitad la justiçia e rregidores que lo sentençiaren

Otrosy sy vezino no fuere el que la tal tea o pez o madera o carvón o corambre sacare pierda las bestias e todo lo que ende toviere e que esta tal pena sea moderada sy oviere traydo provisyón a la çibdad e cayere en la dicha pena que la dicha pena sea moderada por la çibdad o por no yr firmada la liçençia de la justiçia e regidores que rigieren así alguno de ellos de no yr en ella se crea que es por inadvertençia e no se lleve a los que las tales liçençias ansy llevaren cosa alguna e que los no ovieren traído provisión a esta çibdad del camino que llevaren la dicha madera pez  tea e corambre que la çibdad en el ayuntamiento puedan moderar y moderen para que si se oviese de llevar por entero sería estruir la hazienda de tal hombre”

Estas ordenanzas, fundadas en el Fuero de Cuenca, se aplicaban a los extranjeros de Cuenca. Enguídanos había preservado estas ordenanzas siendo aldea y una vez convertida en villa hacía doce años, según se decía por testimonios de 1565 (es decir, el villazgo debió acontecer hacia 1553). La antigüedad de las ordenanzas se remontaba a fines del siglo XV y, curiosamente, Iniesta, perteneciente a la tierra de Cuenca no las tenía por propias y era incluida por los de Enguídanos como extranjeros de la tierra de Cuenca. Las llamadas ordenanzas viejas databan de 1491. Las ordenanzas estaban pensadas para favorecer los intereses ganaderos en el aprovechamiento de pastos de las tierras comunes del suelo de Cuenca. Hubo una primera confirmación en el Real de la Vega de Granada el 17 de diciembre de 1491, aunque su confirmación definitiva y es de pensar que aclarando interpretaciones por el Consejo Real data de 1523. Las ordenanzas viejas de 1491 para guarda de montes y pinares se había redactado ante el escribano Diego de Valera y en presencia de la justicia y sexmeros de la tierra de Cuenca.

Iniesta no se consideraba obligada por estas ordenanzas y sacaba a relucir cierto acuerdo con la ciudad de Cuenca del año 1460. Se decía que tanto Iniesta como Enguídanos eran aldeas de Cuenca, aunque, en nuestro caso tenemos noticias de que a Iniesta le fueron concedidos términos jurisdiccionalmente diferenciados por don Juan Manuel. El acuerdo incluyó el amojonamiento entre ambos pueblos y se puso orden y concordia en el pacer de los ganados entre uno y otro pueblo, como en sacar leña de un término a otro sin licencia; las penas serían de 300 mrs. por cada carga de leña y seiscientos por cada carretada. Lo que fue un acuerdo entre partes, se aprobó posteriormente en la ciudad de Cuenca ante el escribano Benito Martínez de la Parra.

El caso es que al morador de la Puebla Pedro Rodríguez se le aplicó el fuero de Cuenca, sus ordenanzas, que suponían el perdimiento de bienes, salvo que entregara una cantidad de 4000 maravedíes, en sentencia de los alcaldes ordinarios de Enguídanos de 21 de marzo de 1566. Pedro Rodríguez intentó salvar la situación entregando una taza de plata y dos rosarios de oro con cuentas de cristal. Iniesta daba por derogado el fuero de Cuenca en su villa y tierra. Una nueva generación de hombres estaba tomando el poder municipal iniestense, a la consolidación de los Espinosa y Zapata, se unía ahora el bachiller Juan López Cantero, una familia de gran proyección futura.

Es en estos tiempos de mediado el siglo, cuando las aldeas al norte de Iniesta alcanzan una gran proyección, ya sea La Puebla u otras como La Pesquera. Las necesidades de los moradores iban en aumento y el incidente de Pedro Rodríguez lo confirma. Cuando es sorprendido en la dehesa de Olmedilla a las tres de la madrugada, le acompañan dos criados y en el lugar están presentes también cuatro franceses. Mientras unas aldeas crecían, caso de la Puebla de San Salvador, otras más antiguas habían conseguido el villazgo en la década de los cincuenta. Esos años, la tierra de Cuenca había visto como se desgajaban varias aldeas consiguiendo la condición de villa y cerrando sus términos a las colindantes, negando los viejos usos comunales. En 1559, el regidor de la ciudad de Cuenca Juan de Ayora protesto ante el Consejo Real contra la actitud de las nuevas villas que impedían el aprovechamiento de los pastos y la comunidad en las rozas, cortas de madera o aprovechamientos comunes de bellotas. Enguídanos era una de estas nuevas villas, presentándose como adalid de la foralidad conquense, ahora era, sin embargo, reconvenida por la ciudad de Cuenca que veía como las nuevas villas adehesaban los antiguos espacios comunes y vedaban los aprovechamientos. La ciudad de Cuenca recibió el apoyo de la Corona el 8 de octubre de 1559, ordenando no se hiciera novedad alguna y se respetaran tanto los viejos derechos forales como las ordenanzas de finales del siglo XV. La provisión real pronto sería recogida por Iniesta en su conflicto con Enguídanos.

 

 

Concejo de Iniesta de 5 de marzo de 1566

 

Juan Mateo de Contreras, alcalde ordinario

Francisco de Lorca, Antón García, Francisco de las Casas, el bachiller Zapata, el bachiller Alonso Cabronero. Regidores

 

Concejo de Enguídanos de 8 de octubre de 1564

 

Alcaldes: Juan de Luján de Lope de Luján y Juan de la Plaza

Regidores: Andrés Álvarez y Pedro Cristóbal, regidores

Juan de Luján el viejo, Juan de Luján el mozo, Martín Luján, Juan Navarro, Pedro Rabadán, Martín Moracho, Pedro Murciano el mozo, diputados

 

Concejo de Iniesta de 4 de enero de 1566

 

Juan Mateo Contreras, alcalde ordinario

Bachiller Agustín Montes, Francisco de Lorca, Antón Granero, el licenciado Espinosa, el bachiller Zapata, regidores

Bachiller Juan López Cantero, alguacil mayor

 

Concejo de Enguídanos de 5 de marzo de 1566

Alcaldes: Quiles de Luján y Simón Palomares

Regidores: Diego de Barajas y Miguel Ramos

Juan de Iniesta el mozo, diputado y acompañado del concejo

Alguaciles: Martín de Berlanga y Juan Ballestero,

 

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