A finales de julio de 1553, los Origüela, encabezados por Hernando de Origüela y Gonzalo de Tébar y acompañados de treinta hombres, subieron desde el arrabal, dispuestos a linchar a los Jiménez y Rosillo que se habían refugiado en la torre de la Iglesia después de haber dejado malherido al alcalde de la villa Hernando de Montoya. Sin embargo se detuvieron antes en la casa del regidor Francisco García con intención de matarle pero no le encontraron.
Don Francisco García era hidalgo. Ya su padre, Antón García, junto a catorce hidalgos, había litigado en 1512 con el concejo de la villa de San Clemente el derecho de los hidalgos a copar la mitad de los oficios de la villa. Aunque dicho derecho no sería reconocido hasta 1537. Seis años después la venta de los ocho primeros oficios de regidores por cuatrocientos ducados, dejaba la sentencia de 1537 vacía de contenido.
Las sesiones del ayuntamiento a partir de esa fecha se habían convertido en un círculo reducido de cuatro o cinco regidores, que poseían el título a perpetuidad por compra, y solían excluir a otros oficiales que eran fruto de la elección y para el caso de los oficios temporales de alcaldes, elegidos por San Miguel, eran puestos cada vez más carentes de valor, en beneficio de los regidores que poseían en título a perpetuidad. Solían estar presentes en los plenos esos dos alcaldes ordinarios, o al menos alguno de ellos, cargos añales de escasa independencia, que eran motivo de disputas y luchas banderizas en su elección. Un ayuntamiento típico de la época es el celebrado el seis de junio de 1552:
En la villa de San Clemente, en seis días del mes de junio de mill e quinientos e çinquenta e dos años estando en ayuntamiento en la sala del consistorio de la dicha villa los muy magníficos señores miguel sainz de los herreros e juan del castillo de abengoça, alcalades hordinarios, e alonso de ávalos, gregorio del castillo* e pedro de tébar rregidores de la dicha villa, el señor francisco garçía, rregidor de la dicha villa, estando yo el escriuano a la ventana del dicho ayuntamiento, dixo que hazía e hizo a los dichos señores justiçia y rregimiento el rrequerimiento syguiente...
El requerimiento de Francisco García iba dirigido contra los regidores presentes por no haberle citado. Gracias a este requerimiento sabemos que el cabildo de la villa de San Clemente estaba formado por trece oficiales (que incluían al alférez mayor de la villa, ocupado por Alonso Pacheco, un depositario general y dos fieles ejecutores), seis de esos oficios estaban ocupados por hidalgos. El carácter cerrado que presentaban las sesiones del ayuntamiento, queda manifiesto en que don Francisco García era incapaz de señalar con precisión los mismos oficios de ese años, dando por hecho que en lugar de Miguel Sainz de los Herreros, el alcalde era Juan de Robles y agregaba entre los regidores presentes a Alonso de Valenzuela, en lugar de Alonso de Ávalos. Quizás en su propio odio señalaba con su dedo acusador a regidores muy próximos a la familia Origüela. Su denuncia era el no respetar la formalidad de la convocatoria del cabildo, pero cuando se refería a que se an juntado en cabildo para hazer lo que les pareciere no syendo día de ayuntamiento, su requerimiento iba contra el control cerrado que estos pocos regidores ejercían sobre la política municipal. Su denuncia también tenía una defensa de su condición nobiliaria: la de la exclusión de los hidalgos de los plenos municipales tal como se había hecho durante cien años.
Las citaciones a las convocatorias del ayuntamiento se hacían por el portero, y el día habitual de reunión solía ser los sábados. Ahora se reconocía, o justificaba, que el ayuntamiento se celebraba un martes por no haberse podido celebrar el sábado anterior. Para cumplir con el rigor protocolario se decidió citar de nuevo a Francisco García, pero este se hallaba refugiado en la Iglesia. La razón era que la noche anterior había intentado llevarlo preso a la cárcel el alcalde Juan del Castillo Abengoça. Desde la Iglesia, Francisco García se quejará con un nuevo requerimiento de que la causa de su intento de prisión es apartarlo de la reunión del ayuntamiento,
a fin de que no se hallase en el ayuntamiento porque los que presente están son padre y hijos y de una opinión para hazer lo que les paresçiere contra justiçia pues en esta villa como dicho tiene ay treze ofiçiales.
Acusaba también don Francisco García que el cabildo se celebraba aprovechando la ausencia en la villa de gran parte de los regidores y del gobernador y alcalde mayor del Marquesado. Es de notar la referencia a esta ausencia de las autoridades del Marquesado, pues una parte de los regidores, veían en ellos el contrapunto al ejercicio de la justicia por unos alcaldes al servicio del grupo de regidores que detentaba el poder. No es casualidad que en estos años se recrudezca el debate en torno a la primera instancia de la villa frente a la justicia de las autoridades del Marquesado.
Aunque desconozcamos el contenido de lo tratado en el ayuntamiento es evidente las diferencias existentes entre los diferentes grupos de opinión existentes en la villa. Entre los marginados, estaban los Pacheco, que detentaban el cargo de alférez mayor y que de la mano de dos miembros de la familia, Hernando y Diego, habían comprado regidurías perpetuas.También estarían marginados los Rosillo, sin representación municipal, ligados familiarmente a los Jiménez-Ávalos, que sí contaban con presencia en el ayuntamiento.
El conocimiento de todos estos entresijos del poder sanclementino, unidos a otros momentos ya estudiados como la elección de oficios de septiembre de 1552**, nos ha de llevar a explicar la virulencia de los sucesos desatados a partir del 22 de julio de 1553. La principal acusación en esa fecha de Origüelas, Valenzuelas y Montoyas será la actuación parcial y complaciente de la justicia del Marquesado, representada por el alcalde mayor, el licenciado Cordobés, en favor del bando de los Jiménez-Rosillo. Detrás de este bando creemos que están los Pacheco y los Castillo excluidos del poder en este momento. Aparte de las familias mencionadas, sus principales enemigos son los Herreros.
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* Creemos que este Gregorio del Castillo, que aparece como regidor por estos años, no tiene nada que ver con los hermanos Castillo Inestrosa, y que se trata de un mercader afortunado del que tenemos noticias ya en 1527 de su presencia en la villa.
**Disputas en la elección de oficios de septiembre de 1552
Don Francisco García era hidalgo. Ya su padre, Antón García, junto a catorce hidalgos, había litigado en 1512 con el concejo de la villa de San Clemente el derecho de los hidalgos a copar la mitad de los oficios de la villa. Aunque dicho derecho no sería reconocido hasta 1537. Seis años después la venta de los ocho primeros oficios de regidores por cuatrocientos ducados, dejaba la sentencia de 1537 vacía de contenido.
Las sesiones del ayuntamiento a partir de esa fecha se habían convertido en un círculo reducido de cuatro o cinco regidores, que poseían el título a perpetuidad por compra, y solían excluir a otros oficiales que eran fruto de la elección y para el caso de los oficios temporales de alcaldes, elegidos por San Miguel, eran puestos cada vez más carentes de valor, en beneficio de los regidores que poseían en título a perpetuidad. Solían estar presentes en los plenos esos dos alcaldes ordinarios, o al menos alguno de ellos, cargos añales de escasa independencia, que eran motivo de disputas y luchas banderizas en su elección. Un ayuntamiento típico de la época es el celebrado el seis de junio de 1552:
En la villa de San Clemente, en seis días del mes de junio de mill e quinientos e çinquenta e dos años estando en ayuntamiento en la sala del consistorio de la dicha villa los muy magníficos señores miguel sainz de los herreros e juan del castillo de abengoça, alcalades hordinarios, e alonso de ávalos, gregorio del castillo* e pedro de tébar rregidores de la dicha villa, el señor francisco garçía, rregidor de la dicha villa, estando yo el escriuano a la ventana del dicho ayuntamiento, dixo que hazía e hizo a los dichos señores justiçia y rregimiento el rrequerimiento syguiente...
El requerimiento de Francisco García iba dirigido contra los regidores presentes por no haberle citado. Gracias a este requerimiento sabemos que el cabildo de la villa de San Clemente estaba formado por trece oficiales (que incluían al alférez mayor de la villa, ocupado por Alonso Pacheco, un depositario general y dos fieles ejecutores), seis de esos oficios estaban ocupados por hidalgos. El carácter cerrado que presentaban las sesiones del ayuntamiento, queda manifiesto en que don Francisco García era incapaz de señalar con precisión los mismos oficios de ese años, dando por hecho que en lugar de Miguel Sainz de los Herreros, el alcalde era Juan de Robles y agregaba entre los regidores presentes a Alonso de Valenzuela, en lugar de Alonso de Ávalos. Quizás en su propio odio señalaba con su dedo acusador a regidores muy próximos a la familia Origüela. Su denuncia era el no respetar la formalidad de la convocatoria del cabildo, pero cuando se refería a que se an juntado en cabildo para hazer lo que les pareciere no syendo día de ayuntamiento, su requerimiento iba contra el control cerrado que estos pocos regidores ejercían sobre la política municipal. Su denuncia también tenía una defensa de su condición nobiliaria: la de la exclusión de los hidalgos de los plenos municipales tal como se había hecho durante cien años.
Las citaciones a las convocatorias del ayuntamiento se hacían por el portero, y el día habitual de reunión solía ser los sábados. Ahora se reconocía, o justificaba, que el ayuntamiento se celebraba un martes por no haberse podido celebrar el sábado anterior. Para cumplir con el rigor protocolario se decidió citar de nuevo a Francisco García, pero este se hallaba refugiado en la Iglesia. La razón era que la noche anterior había intentado llevarlo preso a la cárcel el alcalde Juan del Castillo Abengoça. Desde la Iglesia, Francisco García se quejará con un nuevo requerimiento de que la causa de su intento de prisión es apartarlo de la reunión del ayuntamiento,
a fin de que no se hallase en el ayuntamiento porque los que presente están son padre y hijos y de una opinión para hazer lo que les paresçiere contra justiçia pues en esta villa como dicho tiene ay treze ofiçiales.
Acusaba también don Francisco García que el cabildo se celebraba aprovechando la ausencia en la villa de gran parte de los regidores y del gobernador y alcalde mayor del Marquesado. Es de notar la referencia a esta ausencia de las autoridades del Marquesado, pues una parte de los regidores, veían en ellos el contrapunto al ejercicio de la justicia por unos alcaldes al servicio del grupo de regidores que detentaba el poder. No es casualidad que en estos años se recrudezca el debate en torno a la primera instancia de la villa frente a la justicia de las autoridades del Marquesado.
Aunque desconozcamos el contenido de lo tratado en el ayuntamiento es evidente las diferencias existentes entre los diferentes grupos de opinión existentes en la villa. Entre los marginados, estaban los Pacheco, que detentaban el cargo de alférez mayor y que de la mano de dos miembros de la familia, Hernando y Diego, habían comprado regidurías perpetuas.También estarían marginados los Rosillo, sin representación municipal, ligados familiarmente a los Jiménez-Ávalos, que sí contaban con presencia en el ayuntamiento.
El conocimiento de todos estos entresijos del poder sanclementino, unidos a otros momentos ya estudiados como la elección de oficios de septiembre de 1552**, nos ha de llevar a explicar la virulencia de los sucesos desatados a partir del 22 de julio de 1553. La principal acusación en esa fecha de Origüelas, Valenzuelas y Montoyas será la actuación parcial y complaciente de la justicia del Marquesado, representada por el alcalde mayor, el licenciado Cordobés, en favor del bando de los Jiménez-Rosillo. Detrás de este bando creemos que están los Pacheco y los Castillo excluidos del poder en este momento. Aparte de las familias mencionadas, sus principales enemigos son los Herreros.
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* Creemos que este Gregorio del Castillo, que aparece como regidor por estos años, no tiene nada que ver con los hermanos Castillo Inestrosa, y que se trata de un mercader afortunado del que tenemos noticias ya en 1527 de su presencia en la villa.
**Disputas en la elección de oficios de septiembre de 1552