El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

jueves, 9 de enero de 2025

Los sucesos de Tarazona de 1627

 Los conflictos por las elecciones de oficiales del concejo llegaban hasta pueblos tan apartados como Tarazona de la Mancha. Eran tales las disputas, que el procurador síndico de la villa había acudido hasta la Chancillería de Granada a exigir la venida de un receptor que garantizara la limpieza de las elecciones para San Miguel de 1627. No sería bien recibido el receptor, pues el día anterior a las elecciones, día 28 de septiembre, sería sacado de la cama para conminarle en nombre de la justicia que no se presentara a la elección del oficios del día siguiente de San Miguel, pues tenían otra provisión del corregidor de San Clemente para hacer la elección de oficios concejiles en su presencia. Detrás de esta colisión de jurisdicciones se escondía la lucha por el poder local entre facciones. El resultado fue que las elecciones se hicieron ante el corregidor de San Clemente, Diego del Castrillo y Guzmán, en una alborotada sesión del ayuntamiento entre insultos, empujones, apresamiento de antiguos oficiales y retención del receptor granadino en su posada por cuatro guardas.

¿Era el sindico personero Cristóbal Lozano un defensor de los intereses populares en esta algarabía? ¿Por qué el corregidor de San Clemente había acudido con escribano y varios alguaciles a imponer la elección del día 29 de septiembre?

La "rebelión" contra el receptor enviado desde Granada fue encabezada por Martín de Segovia y Alonso Garrido y ejecutada por sus hijos Juan Navarro y Francisco Mondéjar, que fueron los que amedrentaron al granadino en su posada, sita en la plaza del pueblo y propiedad de la viuda María Briz. No se dejaría intimidar el receptor granadino que fue a ver al corregidor de San Clemente (llegado a Tarazona, acompañado de cinco alguaciles y un escribano) y que se alojaba en la casa de Martín de Segovia. Lo que se pretendía un arreglo entre caballeros, y entre jurisdicciones, no acabó bien, pues el corregidor rompió con sus manos la provisión de la Chancillería que le mostró el granadino y ordenó su apresamiento en la posada. El receptor, que tenía por nombre Jerónimo Ruiz Muñoz, sin embargo, estaba dispuesto a llevar su misión hasta el final y por esa razón, rompiendo su arresto domiciliario, se presentó en la sala del ayuntamiento donde se iban a celebrar las elecciones. Lo que allí encontró fue a los dos alcaldes salientes, Sebastián de Frías Luján y Damián Risueño, y a un corregidor encolerizado que ordenó su prisión, esta vez en al cárcel, si bien, arrepentido o temiendo las consecuencias de su acción el corregidor ordenaría el arresto domiciliario en la posada. Muestra de que el corregidor intentaba guardar las apariencias legales es que, considerando que la ley estaba de su parte, mandaba que el escribano testimoniase cada uno de sus actos. El mencionado escribano era Cristóbal Ángel, de una de las principales familias de San Clemente y que sin duda un poco crecido, pues sus parientes copaban los puestos del tribunal del Santo Oficio, acalló con prepotencia al receptor granadino con estas palabras: "voto a Dios que han de ser más (los guardas), si de cuatro se espanta". Las bravuconadas de los sanclementinos iban más allá, difícilmente entendibles si no consideramos los apoyos que debían tener entre un sector amplio de los tarazoneros, y poco después del incidente mencionado, un mozalbete imberbe que acompañaba al corregidor daría una paliza al síndico personero de Tarazona por intentar hacer valer en el ayuntamiento la misión del alto tribunal granadino. El receptor sería soltado de la prisión de su posada al día siguiente de la elección por invitación del corregidor que lo acompañó a misa dominical y cortésmente le indicó el camino de vuelta a Granada. Aún así, el receptor, un funcionario ejemplar, estaba dispuesto a cumplir su misión, dando fe de ella, haciéndose acompañar del licenciado Pedroñeras, escribano de Tarazona, para dar fe de lo ocurrido, pero antes del llegar al río Júcar fue sorprendido por el alguacil del corregimiento Alejo Martínez y el escribano tarazonero Ginés de Argeta, que se llevaron al licenciado Pedroñeras preso. La elección de los nuevos oficios se había realizado ante uno solo de los antiguos oficiales, el regidor Benito López.

Quien no estaba dispuesta a tolerar las afrentas del corregidor, y menos ver menospreciadas sus competencias jurisdiccionales era la Chancillería de Granada, que el uno de noviembre mandará de nuevo a otro receptor, Diego de Araque. El siete de noviembre y tras recorrer las cincuenta y cuatro leguas de distancia llegará a Tarazona de la Mancha. 

La presencia del receptor de Granada había sido muy mal vista en Tarazona por un sector de la población, que había pedido al intervención del corregidor de San Clemente como juez de comisión del Consejo Real para entender en la elección de oficios y que incluso había conseguido la prisión de un opositor, Alonso Garrido. El corregidor Diego del Castrillo se había presentado apresuradamente en la villa de Tarazona la medianoche, víspera de de San Miguel de 1627, y su llegada había sido recibida con alborozo por algunos vecinos. Su primera medida fue encarcelar a los alcaldes ordinarios salientes en la sala del ayuntamiento. Los más jóvenes de los vecinos, sin duda empujados por el grupo de Martín Segovia, se habían personado en la posada del pueblo, sito en la plaza, donde se hospedaba el receptor. Fue una irrupción llena de alborotos y voces: "cabrones, cornudos, pícaros, bergantes, infames ya a benido el correxidor de San Clemente por juez del Consejo para la elezión no a de ser como pensábades y a vuestro receptor lo abemos de fornicar" o "os avemos de fornicar a vosotros y a todos los que os ayudan y nos limpiamos con vuestras provisiones las partes suzias". Los jóvenes hacían ademanes de torear a la puerta de la posada, berreando como toros (en insulto de "cabrón" al receptor granadino). Con su actitud prepararon la llegada del escribano y regidores sanclementinos para comunicar al receptor granadino que cesara en su comisión. A lo cual no parece que hiciera mucho caso a pesar de las amenazas, manteniéndose firme en su intención de entrevistarse con el corregidor, cosa que haría la mañana siguiente. El encuentro estuvo rodeado de insultos, empujones y encarnizamiento con la provisión que llevaba el receptor de su comisión que fue agujereada para mostrar su nulidad. El más beligerante fue el escribano de San Clemente Cristóbal Ángel que vino a decir que la "provisioncilla" valía seis mierdas y que en la Chancillería de Granada se daban provisiones a maravedí. 

La tangana continuaría después. El corregidor, rodeado de sus alguaciles y algunos fieles entre los vecinos de Tarazona, se presentó en la plaza del pueblo, donde se habían reunido algunos vecinos del pueblo para estar presentes en la elección de oficios del día 29 de septiembre y repartiendo palos a diestro y siniestro (el corregidor con su vara de justicia o la prestada por un alguacil e incluso en la iglesia delante del Santísimo Sacramento) habían disuelto la reunión y reducido a prisión domiciliara al receptor granadino y a la cárcel pública a varios oficiales del concejo salientes. El pleno se celebraría mientras el receptor permanecía preso en su posada, guardado por alguaciles tras serle comunicado su arresto por el escribano Hergueta y mientras que el síndico personero Lozano era zarandeado para impedir se entrevistara con el receptor. No parece que se amilanasen los de Tarazona, pues mientras el corregidor iba al ayuntamiento a hacer la elección, los vecinos se volvían a reunir en la plaza, después de haberse refugiado en al iglesia, esta vez para ver cómo los oficiales díscolos, y que se habían librado de la cárcel, que pretendían intervenir en la elección eran expulsados de la sala de reuniones. Tal era el caso de Julián Picazo por deber 23 reales al pósito o el de Damián Risueño. Únicamente el regidor Benito López aceptó la elección.

Elegidos por alcaldes Martín Segovia y Juan Sánchez González, en los días siguientes, se inició una caza de brujas de sus enemigos políticos, encarcelando a algunos de ellos y poniendo guardas en la entrada del pueblo para evitar que recibieran ayuda de fuera de la villa y que salieran correos a otros lugares para comunicar los incidentes. De esta guisa fue apresado Miguel Clemente cuando se dirigía a la Chancillería de Granada a comunicar lo sucedido. Mientras el receptor huía a La Roda, junto al abogado licenciado Pedroñeras para dar fe de lo ocurrido en esta villa. Para llegar a La Roda en aquel entonces había que pasar el río por donde estaba situados los molinos de esta villa y se hacía con una barca. A caballo y detrás de ellos fueron el alguacil Alejo Martínez y el escribano Hergueta, que acabaron apresando al licenciado Pedroñeras en los alcores del Júcar y llevándolo a la cárcel de Tarazona, donde estuvo cinco días (los que estuvo el corregidor en Iniesta). Como se ve, fuera cuál fuera la actuación, un escribano siempre estaba presente para dar fe de los hechos. Legalidad ante todo.

La colisión de jurisdicciones entre el corregidor y el receptor granadino hay que verla en su contexto. En un principio, el receptor granadino se presenta como defensor de las viejas constituciones de la villa. De hecho, su primera medida es acudir al archivo de la villa, de donde saca copia de las ejecutorias que la villa tiene para la elección de sus oficios concejiles. El intrusismo del corregidor hay que verlo en el contexto de la política centralizadora de la Corona, pues su intervención a falta de competencias, ya que las villas conservaban la primera instancia judicial, ha de ser por comisión del Consejo de Castilla. Ahora bien, la acción del corregidor, por este y otros casos, se está apoyando en las nuevas oligarquías locales. En el caso de Tarazona, la familia de futuro serán los Garrido, que ya han enlazado familiarmente con la vieja familia de los Mondéjar. Las formas definen a unos y otros, mientras que el receptor granadino es muy escrupuloso en la defensa de la legalidad, el corregidor actúa con violencia: manda a alguaciles a intimidar al receptor, encarcela a opositores, golpea a los vecinos con su vara de justicia, aporrea al síndico personero y ordena apresar al licenciado Pedroñeras para impedir que el receptor levante testimonio del calvario sufrido. Son las viejas formas, legalismo y respeto a viejas constituciones o búsqueda del amparo y protección de la iglesia por los vecinos golpeados frente a una actuación llevada por el único interés de imponer la autoridad del Estado (de hecho y contra justicia hizo la elección, dirá alguno de los testigos). El corregidor, en el momento que se leen las dos reales provisiones, la del Consejo y la de la Chancillería de Granada (su comisión hera de superior tribunal), le recordará al receptor la superioridad jerárquica del Consejo Real sobre la Chancillería de Granada. En esta nueva política, el corregidor se apoya en familias ascendentes como los Garrido, pero también en letrados como Cristóbal Ángel de San Clemente o el abogado Muñoz de Quintanar.

La presencia de un síndico personero en fecha tan tardía y la presencia del grupo de labradores y estratos medios, tanto entre los testigos como entre los pocos oficiales salientes conocidos nos da idea de la parte contraria como defensora de una vieja república de labradores. A destacar la poca edad de estos testigos, todos ellos gente joven y muchos menores de edad. Entre los que apoyaron al receptor estaban Pedro de Toledo, regidor, Miguel Picazo y don Sebastián Abril y los oficiales del viejo concejo: Sebastián de Frías Luján, Damián Risueño, alcaldes, o Juan Picazo y Pedro Toledo, regidores y el escribano del ayuntamiento Juan Lozano. Ahora bien entre los nombres aparecen algunos con resonancias hidalgas, entre ellos, Sebastián Frías que será uno de los que mueva todo el proceso y contra el que se ensañarán, preso en la cárcel con grillos y cadena; es más, el corregidor llegaría a exclamar en algún momento: yo vengo a dar los oficios a xente pañería de la tierra y no a pelados hidalgos. Nos podemos hacer una idea del partido opositor, con las personas que acompañaron al receptor para entrevistarse con el corregidor el día de San Miguel por la mañana: el licenciado Pedroñeras, don Sebastián Abril, Pedro de Toledo, Juan de Urrea Ruipérez


CÓMO APALEÓ EL CORRGIDOR A LOS TARAZONEROS

... como vino el corregidor a la elezión y a el entrar en la plaza dio a correr tras de la xente con una vara gorda que quitó a un alguazil y los arrinconó a todos a la puerta de la yglesia dándoles de palos a hombres muy viexos honrados sin reparar en nada y entró tras de la xente a la yglesia y dentro de ella les apaleó haziéndoles huyr por otra puerta y a un hombre muy viexo que se llama Alonso García Guilleme le asió de la pretina y tiró dél abiendo quebrado la vara a palos y dio dél un tirón que se quedó con la pretina en la mano y el pobre viexo cayo de espaldas

Otra versión de los hechos: como el correxidor entraba en la plaza y venía a hazer la elezión con la espada quitada de los tiros en la mano yzquierda y en la mano derecha una vara gorda y comenzó de correr tras la xente que abía en la plaza y se retiraron a la yglesia todos quietos y sosegados y les dio muchos palos a todos diziéndoles pícaros, bordoneros y no respetando canas de hombres viexos prinzipales que aún dentro de la yglesia los apaleó y un pobre viexo honrado que se llamaba Alonso García Guilleme estaba rezando, puesto de rodillas delante del Santísimo Sacramento, y como la xente le huyó por la otra puerta y no halló otro con quien chocar le dio de puntillazos y le asió de la pretina y se la quebró y le hizo dar de espaldas en el suelo

Una vez acabó de dar palos, el corregidor tiró la vara en la plaza. La vara sería recogida por Bartolomé Saiz Simarro, un joven de 15 años, que se la daría a Juan Picazo que la usó como baqueta para su tambor. 

El corregidor luego se vanagloriaría de su acción ante la mujer de Martín Segovia, el recién elegido alcalde ordinario: señora Isabel de Sancho ya se ha hecho lo que vmd. me mandaron muy bien, que les pareze como se los tengo a todos y que lindos palos di en la yglesia y en la plaza a la xente y la dicha Isabel de Sancho, muxer del dicho Martín Segovia le dixo v. md. lo a hecho como quien es y a cumplido su palabra.

... y se fue a la casa del cura donde este testigo le vido entrar y luego salió de allí a poco y se dixo abía ido a que lo absolviese

CÓMO ARREBATÓ EL CORREGIDOR LA PROVISIÓN QUE PORTABA EL RECEPTOR DE GRANADA

y arremetió al dicho receptor y le asió de la dicha real provisión de los dichos señores de la real auduencia diziendo suéltela suéltela y el dicho Jerónimo Muñoz comenzó a defender la dicha real provisión quexándose y el dicho correxidor comenzó a dar bozes diziendo quiténsela fabor al rey a lo que luego el dicho Cristóbal Anxel escribano asió al dicho receptor con una mano de los cabezones y con la otra asió la dicha real provisión por enmedio de la mano del corregidor y del receptor que la tenía asida y tiró hazia la parte del dicho corregidor y el dicho Alexo Martínez alguazil y Pedro Antique Navarrete ansimismo asieron al dicho receptor y lo levantaron del suelo con mucha violenzia y le quitaron la dicha real provisión la qual salió muy arrugada y maltratada

EL CORREGIDOR Y SUS HOMBRES

Diego del Castrillo Guzmán, corregidor y juez comisionado por el Consejo real

Alejo Martínez, alguacil mayor del corregimiento

Alonso de Cañizares y Pedro Antique Navarrete, vecinos de Villanueva de la Jara y Tarazona, alguaciles del corregimiento

Nicolás, un joven de 19 años imberbe al servicio del corregidor como criado y alguacil

Cristóbal Ángel, escribano de San Clemente y de la comisión del corregidor

Bachiller Muñoz, abogado de la villa de Quintanar


TESTIGOS NOVIEMBRE 1627

Alonso de Torralba, sastre, 49 años

Juan Serrano, trabajador, 28 años

Bartolomé Martínez, hijo de Hernán Moraga, labrador, 20 años

Diego González Moraga, sastre, 26 años

Antón García, labrador, 35 años. 9 días presos por actuar como testigo con el receptor y llevarle comida

Juan López de Araque, hijo de Lope de Araque, cerrajero, 22 años

Luis Caballero, mozo labrador, 30 años

Francisco Jiménez, hijo de Bernabé González, labrador. 22 años

Sebastián González, soltero, labrador, hijo de Gil González, 26 años

Alonso Parreño, vive de su hacienda, 28 años

Juan de Aroca, hijo de Juan de Aroca, labrador, 22 años

Julián López, mozo, hijo de Julián López, 23 años

Juan Parreño, hijo de Alonso Parreño, 30 años

Alonso de Espinosa, labrador, 38 años

Miguel Simarro, hijo de Bartolomé Saiz Simarro, aperador, 15 años

Don Sebastián Abril Collado, labrador, 33 años

Sebastián Picazo, hijo de Diego Gómez Guijarro, alpargatero, 21 años

Francisco del Olmo, cardador, 36 años    

Gregorio Martínez, labrador, 

Mateo Sánchez, sastre, 30 años

Licenciado Tomas de Pedroñeras, abogado y regidor de La Roda, 38 años




ACHGR, PLEITOS, C 9689-1

lunes, 6 de enero de 2025

Fajardo Alarcón (Granero)

Está entrada se la debo a Francisco Martínez Montoya. Se trata de dos escudos insertos en el convento de carmelitas descalzas de San Clemente. Creemos que se trata de piedras reutilizadas para la construcción de los muros.
Son los escudos de los Fajardo y los Alarcón, apellidos que adoptarían por enlaces familiares el linaje de los Granero en San Clemente. La explicación ha sido posible por las aportaciones en su día de Santi Granero y David Gómez de Mora.
Todas las reacciones:
Alfonso Notario García Notario García

domingo, 29 de diciembre de 2024

Martín Montellano, cantero

 Martín de Montellano debió llegar como mancebo en la primera década de 1510 ("se fue del concejo de Çalla a vivir a Castilla"). Siete años después se había casado con Teresa Coello en Villaescusa de Haro. Era hijo de Diego Montellano y Sancha Montellano, del lugar del mismo nombre, en Zalla, en las Encartaciones de Vizcaya. Si bien se tenía por casa familiar el solar de Montehermoso, donde vivían unos parientes: los Marroquín.



Ejecutoria de 20 de agosto de 1526


ACHGR, HIDALGUÍAS, 301-6-4


Los canteros del valle de Trucios

 El 2 de julio de 1543 Bernardino Pérez de Trucios acude a la Chancillería de Granada para ver reconocida su condición hidalga. Bernardino había casado en Mota del Cuervo con una hija de Diego Ortiz. Bernardino era hijo de Pedro Pérez de Trucios que desde la casa solar de Laguanaz en las Encartaciones había llegado a Mota del Cuervo como cantero. Junto a la casa de Laguanaz, en el mismo valle, estaba la casa de la Calera, apellido que vemos luego en Villarrobledo. Estas salidas de canteros vascos hacia Castilla en busca de trabajo fue común en los inicios del siglo XVI, si bien en el expediente nunca se habla del oficio o actividad de estos hombres. Uno de los llegados al obispado de Cuenca, en esta caso a Villaescusa de Haro, había sido Martín de Montellana, natural del Montellano, en el valle de Salcedo y de 50 años de edad hacia 1540. Este último dejará en la zona su apellido, bajo la forma Montejano. Otro de los canteros era Juan de Carranza, que hacia 1540 y con setenta años vivía en el pueblo de Almendros. De una generación anterior debía ser Pedro de Cueto, instalado en Belmonte.

El padre Pedro de Trucios se había venido para Castilla, cuando ya pasaba de la treintena y estaba casado en las Vascongadas con una hija de Diego Merlin de Pando. Del matrimonio habían nacido dos hijos: Bernaldino y Juan. Pedro había participado con la condición de capitán en la guerra de Navarra con Fernando el Católico al frente de los hombres de los valles de Arcentales, Trucio y Carranza. Bernaldino había llegado a Castilla siendo mancebo junto a su padre, primero a Belmonte, luego a Villanueva de los Infantes hasta casarse y tomar asiento en Mota.


ACHGR. HIDALGUÍAS. 304-553-95

sábado, 28 de diciembre de 2024

La casa de los Picos de San Clemente

 Por una escritura de 1842 sabemos que la actual "Casa de los Picos o de Víllora" se corresponde con la casa familiar de los Valenzuela. La casa aparece vinculada al mayorazgo familiar, que pervive hasta fecha tan tardía










Genealogía de los Valenzuela

Diego de Valenzuela y capitán Pedro de Valenzuela, hijos de Alonso de Valenzuela y María de Perona

Alonso de Valenzuela (casado con su prima hermana Mariana de Valenzuela -hija de Gómez de Valenzuela y Mariana Zalvide Arteaga-), hijo de Gregorio de Valenzuela y Bernardina Guedeja de la Cerda y nieto de Alonso de Valenzuela y María de Perona

Gregorio de Valenzuela casado con Bernardina Guedeja de la Cerda, hijo de Alonso de Valenzuela

Gregorio de Valenzuela, Gómez de Valenzuela (casado con Mariana de Zalvide y Arteaga), Diego de Valenzuela y capitán Pedro de Valenzuela, hijos de Alonso de Valenzuela y María de Perona

Alonso de Valenzuela casado con María de Perona, hijo de Alonso de Valenzuela

Alonso de Valenzuela casado con Juana de Montoya, hijo de Gómez de Valenzuela y padre de Alonso de Valenzuela 

Gómez de Valenzuela,(ejecutoria de hidalguía de 7 de julio de 1524), casado con María Fernández de Valenzuela,  hijo de Alonso de Valenzuela y Juana Gómez

Alonso de Valenzuela, casado con Juana Gómez, hijo de Gabriel López de Valenzuela y María López


Testigos: 

Diego de Alarcón de la Torre, guarda mayor de La Roda y propietario de la dehesa de Villapardillo, hidalgo de ejecutoria, 44 años

Juan del Castillo Villaseñor, 56 años, hidalgo, vecino de San Clemente, de la collación de San Gil (?), hijo de Juan Sánchez del Castillo Villaseñor

Juan González de Garnica, hijodalgo, escribano, 72 años

Pascual Ballestero, 64 años, hombre pechero

Martín Alonso de Palacios, hijodalgo, 70 años, su suegro es Diego de Cuéllar (hijo de Elena de Cuéllar)


Hechos probatorios

0.- Carta ejecutoria de Gómez de Valenzuela a 7 de julio de 1524

1.- Testamento de Gómez Valenzuela y María Fernández su mujer de 29 de mayo de 1525, fundan capellanías dejando a su hijo Alonso como patrón

2.- Alonso de Valenzuela y Juana de Montoya fundan mayorazgo

3.- Ejecutoria de 23 de septiembre de 1633


DECLARACIÓN DE TESTIGOS DE LA CARTA EJECUTORIA DE 1524

Alonso Zapata, hidalgo que dijo ser de 60 años (nacido hacia 1460), había vivido doce años en Cuenca.

Antón García, hidalgo que dijo ser de 52 años


ACHGRA, 301-112-17 y 19


viernes, 27 de diciembre de 2024

Gaspar Méndez de Liébana contra el concejo jareño

 El regidor Andrés Alarcón y Rosales, ese año 1645, había pasado una grave enfermedad, una angina especie de garrotillo, decía el médico de Villanueva de la Jara. Seis veces había sido sangrado. Era buena justificación para escapar de las pesquisas del receptor enviado por la Chancillería de Granada, distante cincuenta y nueve leguas, a instancia de Gaspar Méndez de Liébana. Quien no pudo recibir al receptor granadino fue el alcalde Pedro Clemente, que ese día tenía un asunto arduo. Se trataba del ajusticiamiento de dos reos condenados a pena de muerte, sin que sepamos su delito. El pueblo vivía cierta indefinición en su gobierno, con permanencia de viejas familias: Francisco de Espinosa era el otro alcalde y Martín Cañavate ocupaba la escribanía del ayuntamiento, mientras que la tenencia del oficio de alférez mayor la detentaba Agustín de Valera por esta familia. Pedro González de Tébar, Antonio López Cardos continuaba las sagas como regidores perpetuos pero nuevos nombres aparecían en el ayuntamiento, tales Martín Cañada de Toledo y otros, nuevos ricos, se consolidaban en el gobierno de la villa, era el caso de Sebastián Donate o Diego García Donate. Viejos nombres de vecinos se repetían como Giraldo de Borgoño o Juan Sáez de Pozoseco, mientras que otros llegados de fuera, como Juan de Lerma, ejercía de sombrerero ajeno a los nubarrones que se anunciaban para los negocios.

El receptor dado lo espinoso del asunto a tratar no fue bien recibido en Villanueva de la Jara, alojado en la posada de la plaza del pueblo, no había camas disponibles para él, por lo que se le derivó a la casa del procurador síndico. Ese año de 1645, pululaban por el pueblo varios recaudadores de rentas enviados desde San Clemente para soportar el esfuerzo militar de la monarquía. El receptor granadino llamado Francisco Ramírez estaría poco en el pueblo, se daría por pagado con noventa reales y se iría. No todos pagaron, Pedro Clemente alegó no poseer bienes y que todos eran de su madre Ana de Tébar. El pueblo había cerrado filas contra el licenciado Gaspar Méndez de Liébana, administrador de propios y para los vecinos un extranjero y un castillero, que por meterse donde no le llamaban había recibido lo suyo de un matón paniaguado de las élites jareñas: el mulato Francisco Leal.

Gaspar Méndez de Liébana había presentado una querella criminal contra el mulato Francisco Leal, esclavo, y sus dueños el regidor don Andrés de Alarcón Rosales y su mujer Catalina Prieto. La querella se había hecho extensiva al regidor Juan Prieto Cuadrado, don Pedro Clemente y Gregorio García, alcaldes ordinarios, Pedro Remírez, escribano del ayuntamiento, y Juan Marcilla. A todos ellos acusaba de servirse de los bienes propios del concejo en su beneficio propio y el haber chocado con ellos por intentar una administración limpia de estos bienes. Aunque la querella venía motivada por un hecho puntual: el nueve de septiembre de 1640, el hijo de Gaspar, Sebastián Ignacio había ido a comprar a la carnicería pública, allí fue injuriado por el esclavo Francisco Leal que le arrojó dos cuernos en presencia de muchos vecinos para mayor escándalo. Es más, por la noche, el esclavo se había presentado en casa de Sebastián Ignacio, armado con una carabina y con intención de matarlo. La afrenta la había ejecutado el esclavo, pero Gaspar veía detrás a los oficiales del concejo. 

Los ánimos se enconaron en el proceso sumario que se abrió después para averiguar los hechos. Uno de los testigos favorables a Gaspar, Francisco Pastor Garnica había sido insultado por Catalina Prieto y había sido golpeado por un criado de esta llamado Francisco Fino, que, con un puñal, lo había intentado matar. El asunto se había enredado, cuando fue preso Pedro Ramírez, escribano y tío de Catalina Prieto, por malversación en el arrendamiento de la escribanía del concejo. El escribano sería soltado de la cárcel por el alcalde Pedro Clemente, mientas Gaspar Méndez se veía obligado a abandonar el pueblo ante las amenazas, pues sus enemigos rezaban responsos delante de sus casas. Detrás de este vodevil se escondía un problema más grave: las necesidades financieras de la Corona para sostener la guerra exigía más recursos y había una élite, que trampeando con los bienes propios no estaba a ceder el aprovechamiento particular que los mismos hacía. Gaspar Méndez de Liébana acusaba a los oficiales querellados de haberse quedado con seis mil reales.

ACHGR, C 9875  8

jueves, 26 de diciembre de 2024

El Cañavate en 1602

 La elección de Francisco Lomas como alcalde ordinario de El Cañavate por el estado de los hijosdalgo provocó el rechazo en el pueblo, en especial, el de Francisco López del Cañavate y otros labradores. Los hidalgos cañavateros habían ganado ejecutoria para reservarse la mitad de los oficios concejiles, que se elegían el día de Año Nuevo, pero, ahora, las aspiraciones de Francisco Lomas y Vera, de una vieja familia de criados de los Pacheco, iban más allá, pretendiendo el primer asiento en las reuniones del concejo, la misa mayor de la iglesia y presidir las procesiones en el pueblo.

El Cañavate nunca había aceptado la intromisión de los hidalgos en los oficios públicos y mucho menos que el alcalde ordinario por los labradores, este año de 1602 Jorge Pérez, ocupara un segundo lugar frente a Francisco de Lomas. Hemos de decir, que durante este tiempo ocupaba el oficio de regidor de las diecisiete villas Antonio López de Calatayud, bajo cuyo mandato se asiste un proceso de ennoblecimiento y reconocimiento social de los hidalgos en estas sociedades rurales. Lo hemos visto con los Ortega en San Clemente y ahora lo vemos con los Lomas en El Cañavate. La familia Lomas contaba con el apoyo de la familia Ortega en El Cañavate y, en concreto, de Gabriel de Ortega y Montoya. El hecho de que el corregidor se entrometiera en estos asuntos, dando preferencia al alcalde de los hijosdalgo para sentarse el primero a la derecha en los actos públicos, en la iglesia, procesiones o que su firma fuera la primera en los documentos fue muy mal visto en una villa con tradición pechera, donde tal como se decía "sin ninguna distinción de mano derecha  ni izquierda". Si bien, la vieja república de labradores gozaba de pocas simpatías últimamente por la presión fiscal y por la decisión de su ayuntamiento de repartir doscientos ducados entre sus vecinos para pagar los pleitos en los que estaba envuelta la villa.

Tampoco es que el estado de los labradores fuera favorable a una república igualitaria, pues se decía que el temor a ruidos, altercados y otras cuestiones que se pudieran derivar vendrían de la marginación de hombres que, aun perteneciendo al estado llano, eran los más ricos del pueblo. Nada que envidiar a los hidalgos, algunos de los cuales se veían obligados a trabajar y, es más, "a cavar por su jornal". El grupo formado por Jorge Pérez, Diego Martínez Cañavate y Sebastián del Río eran los labradores ricos del pueblo que, de hecho, dominaban la vida municipal. Controlando al alguacil y escribano del ayuntamiento habían dejado sin valor los autos que pudiera dictar el alcalde de los hijodalgo, procurando su marginalidad.

Recurrido a la Chancillería de Granada, la preeminencias de Francisco de Lomas sería restauradas

Concejo de 4 de marzo de 1602: pecheros

Jorge Pérez, alcalde ordinario

Diego García de Plaza, Sebastián del Río, Diego Martínez Cañavate, regidores


ACHGR, pleitos, C 5058-6

Más sobre los Ortega


El salto definitivo de los Ortega a la vida política de San Clemente se produce en la década de 1590, después de un impasse de medio siglo de apartamiento de facto de la vida de la villa. El regreso de los Ortega llega con el tandem de Francisco de Ortega y su hijo Rodrigo. Este último, tras casarse con Ana Rosillo Gabaldón y vivir año y medio en Vara de Rey, decide asentarse en San Clemente y participar de su vida política, apoyándose en su padre Francisco y en la hacienda familiar de Villar de Cantos.

Los Ortega es una familia que siempre había mirado más al norte, hacia El Cañavate y Villar de Cantos, que hacia San Clemente. La riqueza familiar se había consolidado con Rodrigo Ortega el viejo en el primer tercio del siglo XVI y en ello había tenido bastante que ver las yeguadas que poseía la familia. Rodrigo ya había intentado girar los intereses de la familia hacia San Clemente. Tras un primer matrimonio con una cañavatera, casará de nuevo Isabel Perona (hija de Miguel López de Perona). El matrimonio es un enlace con una de las familias pecheras más importantes de San Clemente, pero el devenir de la familia no consolidará su posición en San Clemente. La temprana muerte de su hijo Rodrigo el mozo no ayudará. Rodrigo el mozo había seguido los pasos del padre; con su matrimonio con Catalina López de Olivares (hija de otro rico pechero: Catalina López de Olivares) había acrecentado la riqueza familiar de nuevo con el productivo negocio de las yeguas echadas al garañón para la procreación de mulas. Pero la proyección de la familia parecía haber quedado fosilizada en sendos sepulcros de la iglesia franciscana de Nuestra Señora de Gracia.

Es sorprendente la irrelevancia del tercer de los Ortega en la vida política sanclementina, al que solo se conoce el oficio de fiel ejecutor y algún año de alguacil mayor, alcalde ordinario o alcalde de la hermandad. Es probable que la familia intentara comprar el oficio de fiel ejecutor, pero la realidad fue que dicho oficio sería vendido por la Corona a la villa, que lo convirtió en un bien propio más. Francisco, nacido en la década de 1520, no destacaría por tener un papel de primer orden en la política municipal y hasta cierto punto su figura viene ensombrecida por su hermano Miguel, que fue familiar del Santo Oficio. Los aciertos de Francisco fueron más matrimoniales. Su matrimonio con Jimena de Llanos Tébar fue el mayor de sus aciertos, pues en ella recaería la fortuna de las dos principales figuras de la república pechera del segundo cuarto del siglo XVI: Bartolomé Sánchez de los Llanos y el regidor Cristóbal de Tébar.


Genealogía de los Ortega

Ruy Sánchez de Ortega casa con Elvira Sánchez

Rodrigo de Ortega el viejo casa con Isabel de Perona (hija de Miguel López de Perona)

Rodrigo de Ortega casa con Catalina López Ortega, hija de Juan Olivares y María Collado

Francisco de Ortega casa con Jimena de Llanos y Tébar (Hija de Cristóbal de Tébar y Ginesa de Llanos)

Rodrigo de Ortega casa con Ana Rosillo Gabaldón


Probanza de 1598 

Lope González Díaz, pechero de 75 años

Alonso Rosillo, hidalgo, 85 años. Hermano de Fernando Rosillo, padre de Ana Rosillo Gabaldón

Bautista de Alarcón, hidalgo, 59 años

Miguel López de Lope, pechero 66 años, nieto de Juan de Lope

Francisco Rodríguez Frutuoso, 80 años

Juan Mancheño el viejo, 86 años

Francisco de la Fuente Zomeño, hidalgo, 73 años. Dice que se ausentó hace cuarenta y seis años de la villa, luego vuelve y se vuelve a ausentar, en algún caso cuatro años. Recordar que fue soldado en Flandes. Es hijo de Cristóbal de la Fuente, del que dice: "que fue vecino de la dicha villa de San Clemente que podía auer que murió más de treynta años y al tiempo que murió sería de hedad de ochenta años poco más o menos y Antonio de la Fuente su tío deste testigo que era vecino de la dicha villa de San Clemente que podía auer que murió quarenta y cinco años poco más o menos y al tiempo que murió sería de setenta años poco más o menos".

El licenciado Diego Montoya, hijodalgo de sesenta años, abogado de la villa

Fernando de Peralta el viejo, hidalgo, 99 años. Hijo de Fernando de Peralta, muerto hacia 1535-1540 con 60 años.

Capitán Martín de Buedo, hidalgo de 79 años. Nos dice que Rodrigo de Ortega el viejo y Rodrigo de Ortega el mozo murieron con un año de diferencia.

Diego de Montoya Abengozar, hidalgo de Vara de Rey, 72 años, hijo de García de Montoya y Abengozar y nieto de Diego de Abengozar

Gil Saez, pechero de Vara de Rey, 99 años. Define a Villar de Cantos como un cortijo. Es un pastor al servicio del suegro de Rodrigo de Ortega el mozo (el padre de Catalina López de Olivares). Nos dice que Sancho López de los Herreros y Antonio de los Herreros habían sido moradores en Villar de Cantos. Ratifica que los dos Rodrigo, el viejo y el mozo, murieron con alrededor de un año de diferencia.


Sentencia de 17 de febrero de 1603 reconociendo hidalguía

Ejecutoria de 9 de junio de 1609


ACHGR, 301-100-31

domingo, 22 de diciembre de 2024

León de Arroyal Alcázar, hidalgo

 La figura de León de Arroyal es sobradamente conocida como para escribir aquí una biografía. Hijo de una vecina de Vara de Rey, intentaría, sin éxito, crear una Sociedad Económica de Amigos del País. León de Arroyal sufriría las envidias de sus paisanos, que intentaron frustrar sus deseos de ser considerado como hidalgo en Vara de Rey y ocupar por este estado los oficios concejiles.


Entre sus enemigos estaba el presbítero Juan Aquilino Fernández, que el 7 de enero de 1787, denunció a León de Arroyal Alcázar de usurpar los oficios concejiles que por derecho le correspondían a él. No resultaban fáciles estas acusaciones, pues el presbítero tuvo que aportar, para mantener su denuncia, quinientos ducados en concepto de calumnia, caso de falsedad de sus afirmaciones.

ACHGR, HIDALGUÍAS, 301-168-165

Los Villalba de Barchín

 Lo que no consiguieron Benito y su hermano Bernardino en 1583, sí lo hicieron años después, cuando en 1592, veían reconocido su condición de hidalgos. Un Juan Villalba había visto denegada su hidalguía en 1580, pero la familia había luchado por esta condición desde 1548. La familia era conocida de antaño en Barchín del Hoyo, ya desde el bisabuelo Juan, el abuelo Bernardino, casado con Catalina Martínez de Cuenca, y el padre Benito y su hermano Hernando.

Los testimonios favorables venían de pocos vecinos del pueblo, algunos como un tal Aragonés sin tradición familiar en el pueblo, pero otros como Juan Piqueras el viejo eran labradores de antaño en la villa. No faltaban el apoyo en ya fallecidos como el hidalgo Sáez Parrilla, que ahora se rescataban. La realidad era que, aparte de su hacienda, a los Villalba no se les conocían hechos notorios.

Una primera sentencia de la Chancillería de Granada declararía pecheros a Benito y Bernardino de Villalba el uno de junio de 1583. Los dos hermanos apelarían la sentencia, obteniendo declaración favorable para ser reconocidos como hidalgos el 22 de julio de 1586. La ejecutoria de hidalguía es de cinco de noviembre de 1592.


ACHGR, HIDALGUÍAS, 301-83-29, EJECUTORIA DE HIDALGUÍA DE BENITO VILLALBA. 5 SEP 1592