El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

Saturday, December 20, 2025

Dehesas e intereses oligárquicos

El pueblo de Tébar disponía de una dehesa, la de Riscas, para pastos de ganados, pero el dinero que aportaba su arrendamiento no iba a las arcas municipales, sino a pagar los réditos de dos censos o préstamos y en manos de un vecino de la Parrilla, Julián Simón, y de la Iglesia Catedral de Cuenca.

Juan Palomares Villanueva se había comprometido a pagar cien ducados anuales por el arrendamiento de la dehesa durante nueve años, de 1675 a 1684, pero llegado el año 1581, se acogió a una pragmática de 13 de junio de 1580 por la que se rebajaban los precios del arrendamiento de las dehesas y precio de las hierbas al precio que tuvieran en 1633. El precio de ese año había sido la mitad, lo que muestra que los precios de arrendamiento de las dehesas se habían duplicado en cincuenta años. La dehesa de Riscas siempre había tenido postores, pero parece que su arrendamiento databa de la década de 1650, en un momento en el que la Corona da licencia a los concejos para arrendar sus montes para conseguir subsidios para la guerra. Entre 1659 y 1665 estuvo rematada en don Juan de Pinagua, ganadero de la Osa de la Vega por 9000 reales; entre 1649 y 1652, en un vecino de Tébar por 4000 reales, No obstante, se reconocía que la licencia para arrendar la dehesa se había obtenido el año 1651, siendo hasta entonces coto de viñas viejas. Unas viñas que aparecen en explotación en 1533, pero que mediado el siglo se abandonan. Una situación que debió ser generalizada en la zona. La dehesa se arrenda primero como dehesa de arbitrios, es decir, para conseguir pagar a las peticiones de la corona, pero luego la villa de Tébar obtendría facultad para redimir son su arrendamiento los dos censos adeudados, es decir, como dehesa perpetua. Ese hecho se produce el año 1651. Una dehesa con capacidad para albergar cuatro hatos de ovejas para parir de quinientas ovejas en el invierno y primavera y dos hatos grandes de primales y borregos en verano y otoño en los blandos y cañadas y hasta ochocientas cabras.

Juan Villanueva, y la familia  Villanueva, era persona muy hacendada, como se pudo comprobar en los registros para el embargo de prendas por el impago de cincuenta ducados. De dicho registro, es destacable no tanto lo que se llevaron sino lo  que se describe que había: 250 arrobas de vino en una bodega, 18 arrobas de lana negra del lanero, 300 arrobas de vino y 34.5 arrobas de aceite en otra bodega de su casa. El precio de la lana era 25 reales al arroba, el aceite a 18 reales la arroba y el del vino cuatro reales la arroba. En cualquier caso, se embargaron bienes por valor de 3000 reales cuando el supuesto impago era de 50 reales.

Tébar se hallaba endeudada. El 27 de enero de 1639 había tomado un censo a favor de Julián Simón vecino de La Parrilla. El otro censo era a favor de la capilla de Nuestra Señora del Sagrario de la Iglesia Catedral de Cuenca. EL principal de ambos censos era de 2000 ducados. En esta época, década de los ochenta, la villa de Tébar aparece dominada por los Villanueva (Mateo, el hermano de Juan, era alcalde y otro de los hermanos, Pedro, era canónigo de San Justo y Pastor de la Universidad de Alcalá) y los enlaces familiares con las familias Montoya y Jávega de Vara de Rey. El control de los arrendamientos de las dehesa no suponía su explotación directa, sino que las dehesas se dividían en partes y se subarrendaban  a otros. Así Juan Villanueva había subarrendado la dehesa de las Riscas a dos vecinos de El Picazo: Lorente López y Diego Peralta, y a Juan Lozano, vecino de Tébar. En aquella época existía en la organización municipal de Tébar la figura del síndico de pobres, aunque dudamos que fuera defensor de los intereses de esta clase. En una probanza, el primer testigo presentado es Pedro de Luján y Frías. En la explotación de la dehesa había un monopolio de los ricos del pueblo. 

EL expediente muestra la oposición de una villa recién emanciapada de Alarcón al control y monopolio que sobre su gobierno concejil ejerce la familia de los Villanueva. Asimismo, por los bienes embargados, se deduce un decaímiento de las actividades ligadas al viñedo y la importancia acrecentada de los ganados; dos sectores ecónomicos en los que los Villanueva tenían puesta su hacienda. Decimos decaímiento del viñedo, pues el espacio adehesado es un espacio ocupado antaño por viñas y porque algunas de las tinajas embargadas o están vacías o están dañadas por falta de uso. En cuanto el proceso de adehesamiento, aunque sabemos que es antiguo y tenemos relacionado su proceso de usurpación de bienes comunales y su cerramiento para beneficio de particulaes, decir que los pueblos verán en estos cierres de su término una forma de pagar las cantidades dinerarias para sufragar sus aventuras miliares y las élites locales un modo de acceder sus ganados y privatizar estos espacios comunes antaños. Las dehesas, concedidas en un principio como arbitrios fiscales devendrán en perpetuas ligadas a las necesidades financieras de los ayuntamientos y las deudas contraídas con los prestamistas. Es esta nueva realidad la que lleva al enfrentamiento entre arrendadores de dehesas y los concejos. Si bien en la parte de los concejos hay dos partes interesadas: el común de los vecinos y los nuevos pretendientes ricos a las yerbas para pasto de los ganados. Los pretendientes iban más allá del ámbito local, configurándose una oligarquía regional, nacida de los enlaces familiares.

La intervención del Consejo de Castilla era muy mal vista por estos ricos de los pueblos, pues no siempre conseguían su favor y actuaba en su contra. En este caso, lo que más dolió a los Villanueva fue el embargo de bestias de labor, mulas y bueyes, y un carro, que impedía a sus criados seguir trabajando y paralizaba su hacienda.


AHN, CONSEJOS, 26207, EXP. 8. La villa de Tébar (Cuenca) contra Mateo y Juan de Villanueva sobre la reintegración de una dehesa y otras cosas. 2 piezas. Tebar y San Clemente (Cuenca).


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Tuesday, December 16, 2025

Martín de Oñate

 Martín de Oñati era hijo de Juan de Uribarri y Maria de Munozategui y nieto de Rodrigo de Balsategui y Domeza, los apellidos delataban el origen de la saga familiar: la casa solar en Balsategui, en el barrio de Uribarri en la villa de Oñate. Hacia 1536 o 1537 llega Martín al pequeño lugar de Canalejas en la Alcarria conquense. La ejecutoria de hidalguía la consigue el 25 de agosto de 1567.

NO podemos enlazar estos Oñate con los de Quintanar y Tarazona donde el apellido es muy común. Tampoco los podemos incluir en la tradición de canteros vascos, por falta de fuentes. Sabemos de este apellido entre plateros y entalladores de renombre


ACHGR, SIG. ANT. 301-43-29

Saturday, December 13, 2025

La Hacienda municipal de Quintanar del Rey en el Antiguo Régimen

 En 1748, Quintanar pide  adehesar o cerrar su corto término, expuestos como estaban sus sembrados, viñas y olivos a la entrada de los vecinos de Villanueva de la Jara y Villalgordo del Júcar. Quintanar ese año era una villa arruinada, endeudada con los censos contraídos y sin apenas bienes propios, sus salas capitulares estaban arruinadas, su cárcel "inhabitable"; había ensanchado su dehesa carnicera para el ganado de abastos con un juez de baldíos en 1741, pero de modo insuficiente para sus necesidades. A diferencia de Villanueva de la Jara que mantenía cerrado su término, Quintanar con el villazgo no había conseguido cerrar los suyos, siendo invadidos por los ganados de los pueblos limítrofes con el consiguiente daño. Ahora se pedía cerrar los términos e incrementar los terrenos de su dehesa carnicera, según lo había señalado su juez de baldíos. La reparación de las casas capitulares y, sobre todo, de la cárcel se evaluaba en 3126 reales. 

La villa todavía seguía arrastrando deudas del último tercio del siglo XVI. Así, el marqués de Cilleruelo era a la altura de 1748 de un censo de dos mil ducados, el llamado el censo del villazgo para eximir a Quintanar de Villanueva de la Jara en 1564. En 1748 se estaban debiendo siete mil reales de réditos impagados.

El convento de religiosas dominicas de Santa Catalina de Sena de la villa de Madrid había prestado en siete de junio de1578 dos mil ducados  a la villa de Quintanar a catorce el millar, es decir, un interés próximo al siete por ciento y obligándose a pagar en dos plazos anuales unos réditos de 53571 maravedíes. Con el préstamo se pretendía comprar pan para constituir un pósito para garantizar siembras y alimentar a la villa. La villa había hipotecado sus bienes propios: las casas capitulares y ayuntamiento, las casas de carnicerías, una casa de horno de pan cocer, camino de Villanueva de la Jara, otra casa de horno en la calle de los Donates, linde de Mari Tébar, otra casa de horno de pan cocer llamada del Chico, linde de casas de Isabel Cuartera y Juan Serrano, la casa de horno llamada de la Rambla, linde de casas de Juan Serrano y la calle Real, una dehesa de boyal para el abasto de carnicería en el camino del Batanejo y el monte que está allí, un pinar y una dehesa nueva que está en el camino que va a Villanueva de la Jara, la renta de la almotacenía y la renta de la correduría arrendada. Además, numerosos vecinos habían hipotecado bienes particulares para conseguir los préstamos. A la altura de 1712, aún no se habían redimido mil ducados del citado censo de 1578 y que en 1748 las monjas exigían el pago de los intereses adeudados (1986 reales).

En cuatro de julio de 1584, año calamitoso y de carestías, la villa se vio obligada a tomar otro censo de dos mil ducados para alimentar a su población y proveer de trigo a sus labradores para sembrar. Las condiciones eran no hacer esas comprar el trigo en las doce leguas alrededor de Madrid. Entonces el concejo y varios vecinos respondieron con sus bienes, valorados en alrededor de 40000 ducados, como garantía del préstamo solicitado. Era una pequeña minoría de ricos del pueblo. El dinero se pidió prestado a Isén de Torres

En 1629, y ante una Corona arruinada por las guerras de Italia, Quintanar del Rey ofreció a la Corona 1300 ducados; la villa obtendría licencia real para conseguir los 1300 ducados a censo de ese donativo. El dinero para la ocasión lo prestó el regidor Martín Parreño Roldán el 16 de diciembre y el ayuntamiento de Quintanar del Rey se comprometió a pagar quinientos cincuenta reales anuales de réditos, estos réditos irán directamente a pagar una memoria pía fundada en la iglesia por doña Lucía de Tébar. Ese año los bienes propios eran similares a los de 1578, aunque se habían incrementado un poco. Los reproducimos de nuevo, pues nos acercan a la realidad del pueblo en 1629: las casas del ayuntamiento y cárcel linde de ellas, en la plaza del pueblo, que lindaban con casas de Juan de Oñate Talaya y Pedro el Royo, las casas de carnicerías del pueblo, lindantes con el mesón de Ambrosio Bastante y casas de Diego Bastante (¿Bustamante?), el horno de la Rambla, lindante con casas de Felipe Oñate Simarro, el horno Nuevo, lindante con casas de Martín de Alarcón y dos calles públicas, el horno del camino de Villanueva, linde con casas del cura licenciado Juan de Alarcón, la dehesa como se sale de esta villa al lugar de Casimarro, molino de los Nuevos, la Losa y el Batanejo, la dehesa del Pinar que está inmediata a esta villa y cerca del camino que va a la Jara, la renta de la correduría y mojonería, la rena de la almotacenía, la renta del estanco de aceite y saladura, dos oficios de procuradores de causas y la renta de ellos. Se debían de réditos en 1748, 2178 reales

Un censo con capital de 21000 reales a favor de la capellanía fundada por Juan Baquero Peralta, tomado el ocho de octubre de 1729. Además la villa tenía otros tres censos contraídos sin licencia real, El primero de 700 ducados a favor de Alonso Jiménez de los Herreros; el segundo de mil ducados a favor de doña Josefa Espinosa y Mota, vecina de la villa de Alcázar, y el tercero de 16000 reales a favor de la capellanía que posee don Julián Picazo, vecino de Tarazona. Estos tres últimos censos, se habían dejado de pagar los réditos y habían sido tomados en épocas de carestía para alimentar a la población.

Por el Consejo de Castilla se emitiría  provisión real sobre la conveniencia de cerrar los términos de Quintanar y ampliar su dehesa el 16 de diciembre de 1748. Las villas de Tarazona y Villagarcía del Llano parecían tener pretensiones iguales a Quintanar. No obstante, y no le faltaba razón, Villalgordo denunciaba que Quintanar se había adentrado en tierras y término de Alarcón, derribando mojones, e incorporando a su propio término lo que antaño era suelo comunero para todos los pueblos. El caso de Villalgordo era un problema de escasez de término, pero en el caso de Villanueva de la Jara, que también se oponía, era un veto de sus ganados a pastar en tierras antaño comunales y condenarlos a la trashumancia en tierras de Murcia o Andalucía; era, asimismo, el reconocimiento de que Villanueva de la Jara quedaba reducida a los términos definidos en 1481, mientras que Tarazona, Alarcón y Villagarcía del Llano se repartían los términos de Alarcón y sobre los que ya no tenía jurisdicción de hecho en estos parajes. En favor de Quintanar hay que decir que Villanueva de la Jara había cerrado anteriormente sus términos para obtener ingresos para pagar el sueldo del oficio de corregidor propio obtenido, quizás ese había sido el motivo pretextado por Tarazona para cerrar sus términos también.

PROPIOS DE QUINTANAR EN 1745 (los propios importan de 3570 reales a poco más de 4000 según los años)

  • La dehesa que llaman Abanilla-Torquilla
  • Ensancha de la casa de Félix, compartida con Tarazona de la Mancha
  • Dehesa Pinar
  • El cuarto fiel de medidor, Almotacenía y Correduría
  • Tres hornos de pan cocer concejiles, en los caminos de Villanueva, Iniesta y Madrigueras
  • 48 reales que anualmente paga Quiteria Aparicio por una casa que se le dio a censo
GASTOS DEL AYUNTAMIENTO EN 1746
  • 600 reales al ministro ordinario
  • 440 reales al corregidor y al alcalde mayor de San Clemente
  • 150 reales al predicador de cuaresma
  • 60 reales al maestro de niños
  • 80 reales al  médico por alquiler de casa
  • 33 reales al mayordomo de propios
  • Una arroba de aceite a la persona que cuida el reloj
  • 60 reales al correo que lleva el correo de San Cemente a Quintanar
  • 32 reales a los tenientes de curas por las rogativas, los días tres y ocho de mayo
  • 30 reales de limosna a la casa santa de Jerusalén
  • Papel sellado, pago de veredas
  • Mojoneras y reconocimientos del término, 
  • Reparos de edificios municipales: ayuntamiento, cárcel, carnicerías, tienda
  • Derechos de escrituras de rentas
  • Alimentación de presidiarios y su conducción
  • Niños expósitos
El saldo negativo de las cuentas municipales es de 796 reales y 24 mrs.

TIERRAS QUE SE PRETENDÍAN ADEHESAR EN 1748 y CERRAR EL TÉRMINO
  • Dos cuartos de dehesa que se llaman Redonda y Lantiscar, confinando con Villagarcía, 600 reales anuales
  • Tierra que confina con Villanueva de la Jara, 200 reales
  • La Hoya del Pino, que confina con Casasimarro y Villalgordo, antigua dehesa de Quintanar, 250 reales
  • Casa Gabaldón y monte de don Juan, que lindan con Villalgordo, 300 reales
  • Casa de Teresa y Matosa, que lindan con Tarazona, 600 reales
    AHN, CONSEJOS, 35372, EXP. 1

Los montes de Barchín y su aldea de Alcohol

 En 1794, varias tierras incultas de Barchín, Piqueras y Gabaldón se hallaban sujetas y vinculadas a una capellanía de la que disfrutaba el cura de Navalón y, que hasta entonces se venían utilizando como carboneras aprovechando la leña del monte. A estas tierras se unían las correspondientes a la capellanía la había fundado don Álvaro González y que disfrutaba un clérigo de tonsura de Almodóvar del Pinar y otras tierras de varios propietarios en régimen de propiedad libre. Ahora se pretendía que estas tierras pudieran ser roturadas y laboradas para cultivar trigo, pidiendo licencia al Consejo de Castilla. Se motivaba la petición en la escasez de tierras para la labor en Barchín. Las nuevas tierras que se pretendían cultivar estaban en la aldea de Alcol y eran tierras de pinares rodenos y alguna carrasca, poco aprovechables para la madera y destinadas a carboneras; eran tierras de hábitat para lobos y otros "animales nocivos", donde apenas si había espacio para algunos claros sembrados de trigo de poca calidad, pues "no se aireaba".

A la hora de pronunciarse el Consejo de Castilla buscó la referencia de un auto anterior sobre el monte de Belmontejo, que las monjas de la Concepción francisca de Cuenca, junto a otros propietarios, quería roturar para cultivo. Entonces, el 11 de noviembre de 1786, se decidió que, a pesar del estado de abandono del monte, siguiera con su uso tradicional de carbon para proveer a la corte. Es más, se hizo extensiva esta sentencia a cuantos montes hubiera en similar situación en la provincia de Cuenca: entre ellos, el de Barchín, NO obstante, en la provincia de Cuenca había una sentencia en sentido contrario ganada por el concejo de Fresneda en 1765, en la que se apoyarán los peticionarios para que el Consejo de Castilla les diese licencia el 10 de mayo de 1797 para roturar estas tierras, licencia condicionada a no cortar aquellos pinos más medrados.


AHN. CONSEJOS, 3171, EXP. 9

Friday, December 12, 2025

El pequeño comercio en Barchín del Hoyo

 El comercio procedente del exterior en Barchín del Hoyo era comercio de trajineros, ocasional e improvisado, sin atender a la regularidad de un día fijo en la semana. Un comercio dependiente de la casualidad y voluntad de los vendedores. Un comercio de cosas comestibles, que en 1777 saltó a la palestra por realizarse la venta de productos un festivo y la oposición del cura de la villa a que se comerciara en el pueblo sin su licencia. El cura impuso multas por el no respeto de las fiesta de guardas, aunque como él mismo decía: si a mi reconvención se allana y paga la perra, no hay contravención.

Al parecer en Barchín, era costumbre que los mercaderes foráneos para vender su mercancía obtuvieran una licencia del concejo, pero al ser el domingo o festas señaladas días de máxima concurrencia se había impuesto la costumbre de que los mercaderes dieran a la iglesia una limosna de ocho maravedíes para la fábrica de la iglesia. Estas limosnas, consideradas multas por Nicolas Casimiro Padilla*, no se ajustaban a la Real Cédula de 19 de noviembre de 1771.

El consejo de Castilla le quitará la razón al cura Bartolomé Belinchón, autorizando las ventas de mercancías los domingos, siempre que se haga con recato (media puerta abierta, evitar escándalos y decencia); también recordará a Nicolás Padilla el respeto que se debe a los curas. Es decir, se podían vender los días festivos mantenimientos y comestibles de surtimiento común, aunque la práctica era que los distintos oficios artesanales seguían con su actividad si lo hacían con sigilo y recato. 


*Pereas y Padillas dominan el pueblo en estos momentos vs. la extrema pobreza de sus vecinos. Por la fundación de un patronato de San José y consejos de los visitadores se daba a los pobres tres fanegas de pan cocido para la festividad del Santo y el día de Navidad. Los vecinos solían dar un celemín para mantenimiento del pósito

18 de junio de 1773, un pedrisco arruina el pueblo.

El pueblo se presenta como muy devoto de la virgen del Rosario.

AHN. CONSEJOS, 31434. Exp. 6

Proceso criminal contra Andrés Ramírez de Arellano (1635)

 Don Diego Pimentel, era marqués de Gelves, de los Consejos de Estado y Guerra, capitán de las Guardas Españolas y señor de la encomienda de la orden de Santiago de Villanueva de la Fuente. Entre todos los títulos destacamos el último, aunque sea el más insignificante, pues por la administración de la encomienda de Villanueva de los Infantes era motivo de litigio con Andrés Ramírez de Arellano, que a la altura de 1634 era familiar del Santo Oficio. Esta condición de familiar suponía que en cualquier acción contra él habría de entender el Santo Oficio. 

Andrés Ramírez de Arellano tenía arrendada la encomienda de Villanueva de la Fuente por 35000 reales al marqués de Gelves. Andrés Ramírez de Arellano había administrado la encomienda durante nueve meses y disfrutado de sus frutos y rentas, llevándose de Santa María del Campo a Villanueva de la Fuente toda su casa y familia. El caso es que de la administración de la encomienda, bien por los impagos del arrendamiento bien por operaciones de pago encomendadas por el marqués y no realizadas o enajenación de tierras y bienes, Andrés tenía una deuda con el marqués de setenta mil reales, que según la habladuría popular tenía enterrados y ocultos en Santa María del Campo y, según otros más sapientes, tenía como testaferros Alonso Rosillo, hijo de su mujer y a Pedro de Mendiola. Para garantizar su persona y evitar ser apresado, Andrés Ramírez de Arellano se había retraído al interior de la iglesia de Santa María del Campo. El familiar del Santo Oficio era acusado de alzamiento de bienes: gran cantidad de bienes, muchos dineros en doblones, plata labrada y otros muchos bienes de grande valor y estimación que fue llevando y transportando con la dicha fraude y ocultación desde la encomienda a la dicha villa de Santa María del Campo, donde según se dice tiene escondido y enterrado mucha parte dello en casas particulares, donde el encubren y receptan el dicho alzamiento.

La carta de arrendamiento de la encomienda, frutos y rentas entre el marqués de Gelves y Ramírez de Arellano era por cuatro años (1631-1634) por treinta y cinco mil reales de vellón. Además el arrendatario había de pagar el subsidio y escusado, la ayuda de costa de cura, limosnas y lanzas y demás que se da cada un año al prior del convento de Uclés. EL arrendatario también estaba obligado a los reparos en las casas, torre, molinos y tierras y a poner guardas en las dehesas.

El expediente aparece inconcluso.

AHN, INQUISICIÓN, 64, Exp. 3

Thursday, December 11, 2025

FRANCISCO SÁNCHEZ, EL BÍGAMO DE EL PEDERNOSO

 Francisco Sánchez Cortecero, natural de El Pedernoso y de profesión plomero, sería castigado en 1569 por el Santo Oficio por haber casado dos veces. La primera de las veces en Carmona, Sevilla, con Catalina Rodríguez, a la que abandona en Sevilla junto a un hijo recién nacido, para irse a trabajar a Almodóvar del Campo, donde casa con Mari Gutíérrez de nuevo. Antes de casar con Catalina Rodríguez, Francisco Sánchez había casado en una aldea de Toledo, Manzanaque, con Catalina Fernández, que había fallecido. A su primer mujer la había dejado viviendo como ama con un mercader sevillano, que tenía a su servicio, además, dos esclavas. El mercader era Rodrigo Núñez, de la compañía del nombre de Jesús.

Francisco Sánchez Cortecero había nacido en El Pedernoso, en la década de 1520, el segundo apellido delataba su profesión de curtidor de cortezas de árboles. Era un hombre desarraigado, sabía de su padre Juan Sanchez Cortecero, que debía acompañar del oficio de su segundo apellido con el de labrador y de su madre Juana de Oma, pero se perdía con los abuelos paternos, aunque no con los maternos. Si bien sabía que era nieto de Martín de Oma, un cantero vasco de renombre, asentado en Belmonte, pero no sabía el nombre de la abuela materna, quizás porque su madre era hija ilegítima del cantero vasco. De hecho, las vinculaciones familiares de Francisco Sánchez en Cuenca venían por sus tíos, Tenía tres hermanos, dos labradores y uno jornalero, y cuatro hermanas casadas tres de ellas con tejedores en Las Pedroñeras, La Alberca y El Pedernoso. 

Francisco Sánchez ocultó su bigamia ante la Inquisición, cuando fue conminado a declarar sus pecados, para inculparse por blasfemias proferidas en cierta ocasión en Almodóvar del Campo, siendo porquero. La indefensión de un reo en la cárcel de la Inquisición era total. Este hombre, con su silencio por no reconocer su bigamia, tuvo que esperar dos meses a que el fiscal del Santo Oficio le acusara del delito. Francisco Sánchez era un desgraciado en busca de oficio de aquí para allá, obligado a salir de su pueblo por la necesidad de una familia numerosa y desestructurada, en gran parte por culpa de su abuelo, un cantero rico, Martín de Oma, que daba rienda suelta a sus desenfrenos sexuales con mujeres desamparadas. Había ejercido de cortecero, plomero, porquero o segador. Un pobre hombre, al que posiblemente un primo suyo, un clérigo llamada Alonso Martínez Cortecero le había preparado un buen matrimonio con la vecina de Almodóvar, María Gutiérrez, cuya madre se hacía llamar "la duquesa", Allí donde no llegaba Francisco, sí que lo hacía su primo el clérigo Alonso Martínez Cortecero, que sabedor del pecado de la bigamia había convencido a su primo para que obtuviera la probanza falsificada de tres testigos de cómo su primera mujer era muerta (en realidad la segunda, pues la primera lo era realmente y Francisco ya sabía lo que era el valor de la probanza de los tres testigos). Muerta o no, probablemente, Francisco Sánchez es cómo deseaba ver a su esposa de Carmona,  pues seguramente tenía dudas sobre si el primer hijo de su esposa era suyo o del mercader sevillano y tenía la certeza que un segundo hijo lo era del mercader.

¿Cómo fue sentenciado Francisco Sánchez? debía salir al auto de fe con una vela de cera en la mano y con una coroza en la cabeza con insignias de dos veces casado y con una soga a la garanta, abjurar de Levi, sea traído a la vergüenza por las calles de Sevilla y llevado a las galeras a servir cuatro años como galeote.

AHN. INQUISICIÓN, 29, EXP. 21

Un pedroñero en la expedición dominica a Filipinas.

 Benito de Tébar era un joven pedroñero, estudiante que pretendía ordenarse de corona y grados. Hijo de Juan de Tébar y Catalina López. Su ascendencia familiar de cristianos viejos quedó probada el 26 de octubre de 1602 y avalada por el teniente de cura de Las Pedroñeras que consideró al joven como " hombre recogido y de buenas costumbres y a tratado muchos años y trata de ordenar para ser al estado sacerdotal y trae hábito de estudiante y a oydo decir que en la ciudad de Granada a estudiado y en otras partes y en ellas aber dado buen exemplo y así digo que merece las órdenes que pretende".

Benito de Tébar había sido bautizado el 19 de febrero de 1579 en la iglesia de Las Pedroñeras, tenía, pues, veintitrés años cuando pasó a Las Filipinas y había sido confirmado en diciembre de 1586 por don Gómez Zapata, obispo de Cuenca. Pasaría como uno de los seis criados que acompañaran al padre en su viaje a Filipinas, al quedar vacante dos de las plazas por enfermedad de dos aspirantes. Benito era moreno de rostro, con una señal de herida en la frente, donde nacía el cabello, y otras dos pequeñas a los lados y otras dos heridas en la mano derecha.

Benito de Tébar iba en una expedición de dominicos comandada por su vicario fray Gabriel de San Antonio. En total pasaron treinta religiosos y seis criados. La salida para Filipinas se retrasaría hasta finales de 1607. Se decía que, entonces, Benito de Tébar, tenía 24 años, pero sabemos que su edad real era ya de 28.

AGI, CONTRATACIÓN, 5300, N. 18


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La Casa de Contratación de Sevilla para dejar pasar a Indias, a la provincia de Popayán,  a la persona que designe Catalina López, a aceptar la hacienda dejada por su marido por Marcos Martínez, ya difunto. Las condiciones es que deposite 300000 mrs. de fianza y no esté allá más de tres años. 9 de febrero de 1574

    AGI, CONTADURÍA, 240, N. 1, R. 307

Pasajeros a Indias de El Provencio

 La fortuna heredada por Pedro García de la Alberca, vecino de El Provencio, de su padre Juan Martínez de la Alberca fue de 82781 mrs., pagados el 26 de enero de 1600. Juan Martínez había fallecido en Mérida, Tierra Firme. Juan Martínez de la Alberca había marchado a Indias tras la muerte de su esposa Quiteria Honrubia, sería el año 1585.

AGI, CONTRATACIÓN, 256A, N. 1, R. 12.

El 17 de marzo de 1589, el hermano Fernando Carrasco se embarca junto a otros ocho hermanos con destino a la ciudad de México para servir en el Hospital de San Hipólito, a las órdenes del hermano Esteban de Herrera. Su labor sería cuidar enfermos, por la falta de hermanos para esta ocupación

Se definía a sí mismo como cristiano viejo con ascendencia conocida. Hijo de Hernán Sánchez Carrasco y Mari López Pellejera, nieto, por línea paterna, de Martín Carrasco y Francisca Bonilla, y, por línea materna, de Francisco Pellejero y Catalina de Haro. Era un mozo de veintitrés años, huérfano de padres, al que comenzaba a crecerle la barba.

AGI, CONTRATACIÓN, 5232, N. 38.

Wednesday, December 10, 2025

Testamento de Alonso de Calatayud, señor de El Provencio

 Otorgado en Toledo, el 4 de julio de 1525, ante el escribano Fernando Rodríguez.

Manda ser enterrado en la capilla de enterramiento familiar, donde están sus padres enterrados, en la iglesia de su pueblo El Provencio (antigua iglesia de la Magdalena). Hasta en sus últimos momentos se mostró como una persona recelosa, sabedor que podía morir en Toledo, dispusó su enterramiento temporal en iglesia o convento de la capital hasta que sus restos fueran llevados a la capilla familiar de El Provencio, según dispusieran sus albaceas.

El día de su entierro y de su depósito en la capilla familiar se harían honras y exequias tal como ordenare su mujer Leonor de Toledo y Guzmán.

Manda las cinco mandas acostumbradas: para la obra de la Santa Iglesia de Toledo, para la Santa Trinidad y para Santa Olalla de Barcelona, para Santa María de Guadalupe, para Santa María de la Merced y para ayuda a sacar cristianos cautivos de tierra de moros. A cada una de las mandas medio real.

Manda que arda una lámpara de aceite delante del Santísimo Sacramento, durante el primer año de su enterramiento, en la iglesia o monasterio donde estuviera sepultado.

Se paguen deudas y descargos indicadas en el memorial que ha de acompañar el enterramiento. Asimismo se pague a aquellos que juren deudas por un valor de menos a quinientos euros, sin otro documento probatorio.

Confiesa tener en el término de El Provencio una casa, un molino, una huerta y ciertas tierras que son fuera del mayorazgo familiar y que ahora  con ellos se quiere dotar una capellanía con la obligación de una misa diaria. La ordenación de esta capellánía y nombramiento de capellanes queda en manos de su mujer Leonor de Guzmán.

Para evitar la enajenación de su villa de El Provencio, por las deudas que se mantienen con los acreedores, manda que se siga pagando de las rentas de la villa y no se haga uso de la dote de su mujer y se ordena que Leonor de Toledo y Guzmán sea pagada por lo adeudado de lo sacado de su dote.

Deja a sus hijos: a Marquesa de Guzmán, para sostenimiento del recogimiento que ha elegido, 300000mrs.; a Teresa de Guzmán, para ayuda de su casamiento, 500000 mrs.; a sus hijos Diego de Guzmán y Cristóbal Calatayud, 200000 mrs. a cada uno. Para estos pagos, se acudirá a los rentas y frutos de la villa de El Provencio, incluidas en el mayorazgo familiar; para hacer uso de estas rentas vinculadas al mayorazgo se hace necesario licencia del emperador.

El heredero del mayorazgo sería don Luis de Calatayud.

Se nombran albaceas: Leonor de Toledo y Guzmán, su mujer, Vasco de Guzmán, fiscal mayor de la justicia eclesiástica de la ciudad de Toledo; Pedro Sánchez Carnicero el mozo.

AHNOBLEZA, PASTRANA, C. 11, D. 1