El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

Saturday, December 20, 2025

Dehesas e intereses oligárquicos

El pueblo de Tébar disponía de una dehesa, la de Riscas, para pastos de ganados, pero el dinero que aportaba su arrendamiento no iba a las arcas municipales, sino a pagar los réditos de dos censos o préstamos y en manos de un vecino de la Parrilla, Julián Simón, y de la Iglesia Catedral de Cuenca.

Juan Palomares Villanueva se había comprometido a pagar cien ducados anuales por el arrendamiento de la dehesa durante nueve años, de 1675 a 1684, pero llegado el año 1581, se acogió a una pragmática de 13 de junio de 1580 por la que se rebajaban los precios del arrendamiento de las dehesas y precio de las hierbas al precio que tuvieran en 1633. El precio de ese año había sido la mitad, lo que muestra que los precios de arrendamiento de las dehesas se habían duplicado en cincuenta años. La dehesa de Riscas siempre había tenido postores, pero parece que su arrendamiento databa de la década de 1650, en un momento en el que la Corona da licencia a los concejos para arrendar sus montes para conseguir subsidios para la guerra. Entre 1659 y 1665 estuvo rematada en don Juan de Pinagua, ganadero de la Osa de la Vega por 9000 reales; entre 1649 y 1652, en un vecino de Tébar por 4000 reales, No obstante, se reconocía que la licencia para arrendar la dehesa se había obtenido el año 1651, siendo hasta entonces coto de viñas viejas. Unas viñas que aparecen en explotación en 1533, pero que mediado el siglo se abandonan. Una situación que debió ser generalizada en la zona. La dehesa se arrenda primero como dehesa de arbitrios, es decir, para conseguir pagar a las peticiones de la corona, pero luego la villa de Tébar obtendría facultad para redimir son su arrendamiento los dos censos adeudados, es decir, como dehesa perpetua. Ese hecho se produce el año 1651. Una dehesa con capacidad para albergar cuatro hatos de ovejas para parir de quinientas ovejas en el invierno y primavera y dos hatos grandes de primales y borregos en verano y otoño en los blandos y cañadas y hasta ochocientas cabras.

Juan Villanueva, y la familia  Villanueva, era persona muy hacendada, como se pudo comprobar en los registros para el embargo de prendas por el impago de cincuenta ducados. De dicho registro, es destacable no tanto lo que se llevaron sino lo  que se describe que había: 250 arrobas de vino en una bodega, 18 arrobas de lana negra del lanero, 300 arrobas de vino y 34.5 arrobas de aceite en otra bodega de su casa. El precio de la lana era 25 reales al arroba, el aceite a 18 reales la arroba y el del vino cuatro reales la arroba. En cualquier caso, se embargaron bienes por valor de 3000 reales cuando el supuesto impago era de 50 reales.

Tébar se hallaba endeudada. El 27 de enero de 1639 había tomado un censo a favor de Julián Simón vecino de La Parrilla. El otro censo era a favor de la capilla de Nuestra Señora del Sagrario de la Iglesia Catedral de Cuenca. EL principal de ambos censos era de 2000 ducados. En esta época, década de los ochenta, la villa de Tébar aparece dominada por los Villanueva (Mateo, el hermano de Juan, era alcalde y otro de los hermanos, Pedro, era canónigo de San Justo y Pastor de la Universidad de Alcalá) y los enlaces familiares con las familias Montoya y Jávega de Vara de Rey. El control de los arrendamientos de las dehesa no suponía su explotación directa, sino que las dehesas se dividían en partes y se subarrendaban  a otros. Así Juan Villanueva había subarrendado la dehesa de las Riscas a dos vecinos de El Picazo: Lorente López y Diego Peralta, y a Juan Lozano, vecino de Tébar. En aquella época existía en la organización municipal de Tébar la figura del síndico de pobres, aunque dudamos que fuera defensor de los intereses de esta clase. En una probanza, el primer testigo presentado es Pedro de Luján y Frías. En la explotación de la dehesa había un monopolio de los ricos del pueblo. 

EL expediente muestra la oposición de una villa recién emanciapada de Alarcón al control y monopolio que sobre su gobierno concejil ejerce la familia de los Villanueva. Asimismo, por los bienes embargados, se deduce un decaímiento de las actividades ligadas al viñedo y la importancia acrecentada de los ganados; dos sectores ecónomicos en los que los Villanueva tenían puesta su hacienda. Decimos decaímiento del viñedo, pues el espacio adehesado es un espacio ocupado antaño por viñas y porque algunas de las tinajas embargadas o están vacías o están dañadas por falta de uso. En cuanto el proceso de adehesamiento, aunque sabemos que es antiguo y tenemos relacionado su proceso de usurpación de bienes comunales y su cerramiento para beneficio de particulaes, decir que los pueblos verán en estos cierres de su término una forma de pagar las cantidades dinerarias para sufragar sus aventuras miliares y las élites locales un modo de acceder sus ganados y privatizar estos espacios comunes antaños. Las dehesas, concedidas en un principio como arbitrios fiscales devendrán en perpetuas ligadas a las necesidades financieras de los ayuntamientos y las deudas contraídas con los prestamistas. Es esta nueva realidad la que lleva al enfrentamiento entre arrendadores de dehesas y los concejos. Si bien en la parte de los concejos hay dos partes interesadas: el común de los vecinos y los nuevos pretendientes ricos a las yerbas para pasto de los ganados. Los pretendientes iban más allá del ámbito local, configurándose una oligarquía regional, nacida de los enlaces familiares.

La intervención del Consejo de Castilla era muy mal vista por estos ricos de los pueblos, pues no siempre conseguían su favor y actuaba en su contra. En este caso, lo que más dolió a los Villanueva fue el embargo de bestias de labor, mulas y bueyes, y un carro, que impedía a sus criados seguir trabajando y paralizaba su hacienda.


AHN, CONSEJOS, 26207, EXP. 8. La villa de Tébar (Cuenca) contra Mateo y Juan de Villanueva sobre la reintegración de una dehesa y otras cosas. 2 piezas. Tebar y San Clemente (Cuenca).


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