El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

jueves, 28 de abril de 2016

Cómo los Garnica entroncaron con la Grandeza de España (1593): la excomunión del doctor Tébar

Doña Juana Valderrama, a quien su marido Hernando de Avilés, había dejado como curadora y tutora de sus hijos Gaspar y María, no estaba dispuesta a que las diligencias del corregidor para anular el matrimonio de su hija con don Jorge de Mendoza dieran su fruto ni mucho menos a que su hijo Gaspar siguiera en la cárcel pública. Por eso, con fecha  25 de octubre encargó su defensa ante el Consejo Real a dos letrados de prestigio de la villa, el doctor Pedro Alonso de Arce y el licenciado Alonso González de Santacruz. El primero, que era un médico de prestigio en la Corte, pronto delegaría su poder en el procurador Baltasar Romero. Al mismo tiempo se recurrió a la jurisdicción eclesiástica del provisor del obispado, doctor Rueda, que mandó le remitieran las actas del matrimonio que obraban en poder del notario de San Clemente, el presbítero Cristóbal de Iranzo. Mientras el corregidor Juan de Benavides y Mendoza seguía inflexible; un mes después de los hechos, tal como atestiguaba el escribano Gaspar Llanos, mantenía encerrado en la cárcel al joven licenciado Gaspar de Garnica.

Don Jorge de Mendoza, era hijo de Iñigo López de Mendoza y natural de la villa de Uclés.
Había conocido a María de Avilés a través de su hermano Gaspar de Garnica, que estudiaba en Alcalá de Henares junto a Jorge de Mendoza. Se había presentado en la villa de San Clemente el 29 de septiembre, pero aún esperaría hasta el cinco de octubre para casarse con doña María de Garnica y Avilés. Los días que transcurrieron entre las dos fechas los aprovechó para obtener mandamiento del juez ordinario del obispado de Cuenca, doctor Rueda, que le autorizara al casamiento. Alegaba don Jorge que no podía esperar a las tres amonestaciones preceptivas, porque sus deudos se opondrían maliciosamente al matrimonio si se alargaban los trámites. Conseguiría la licencia del matrimonio, condicionada a que no cohabitase con la novia hasta no cumplir con las necesarias amonestaciones, relegadas al momento posterior al acto sacramental. El mandamiento del provisor ordenaba al doctor Tébar celebrar el matrimonio, que se aseguró bien de guardar las formas, examinando a los testigos, Antonio de Oma Zapata y Gaspar de Garnica, advirtiendo a los novios de la disparidad de condición social,

que mirase que era noble y generoso, que podía ser uno de los grandes de España y que todas estas calidades le faltaban a la dicha doña María de Avilés

de su libertad para contraer matrimonio y de evitar la cohabitación de momento y asegurándose que la ceremonia matrimonial fuese pública, abriéndose las puertas de la casa de doña Juana Valderrama.

que los matrimonios no se hacen a puerta cerrada sino muy abiertas y que lo sepa Dios y todo el mundo y no solamente los de los aposentos, sino los de la calle y llamen testigos e ansí luego mandó abrir las puertas

Es de destacar la premura con la que el corregidor iniciará las averiguaciones, desde el mismo momento del casamiento; pero también la celeridad, 20 de octubre, con que el Consejo Real pide le sean remitidos los autos del corregidor e inicie informaciones de testigos para saber lo acaecido. Pronto las tomas de declaraciones dejan bien definidos dos bandos en el pueblo. En el primero, se sitúan los Garnica, los Oma y el doctor Tébar, junto a otras figuras menores del momento. En frente, los vecinos principales del pueblo se ven obligados a tomar partido a favor o en contra del cura. El número de enemigos era mayor que el de amigos.

La declaración tomada al doctor Tébar por el corregidor Juan de Benavides fue agria. Intentaba demostrar el corregidor el poco celo religioso del doctor Tébar, que había celebrado el santo sacramento con testigos que eran parientes de la novia y del propio cura, de modo secreto (¿Cuántos testigos pasaron al abrir las puertas?, preguntó con malicia el corregidor) y estando excomulgado. El doctor Tébar se negó a contestar y también a firmar su declaración. No se detendría el corregidor que inició una serie de declaraciones para demostrar que el cura no era quién para celebrar un matrimonio estando excomulgado.

El corregidor tomaría declaración al sacristán de la Iglesia de Santiago, Millán Martínez, que con apenas un mes en el oficio, reconocería saber de la excomunión del cura Tébar. A continuación se consultó en la iglesia la tabla de memorias donde se asentaban los nombres de los excomulgados; allí aparecía el nombre del cura junto a otros vecinos, socios suyos, con la fecha del 25 de septiembre como día de la excomunión. Desde esa fecha tenía prohibido decir misa y administrar los sacramentos. La excomunión por el ordinario de Cuenca tenía su origen en la irregular administración del cura Tébar de la administración de las rentas eclesiásticas, que había dejado de ingresar en el obispado de Cuenca, y la pena se había aplicado también a sus fiadores. Curiosamente, algunos de estos fiadores aparecen también como aliados del cura en el expediente promovido contra su sobrino el licenciado Herriega quince años después. Entre ellos, Francisco Carrera, padre del dicho licenciado, o Miguel Cantero. El escribano del ayuntamiento Martín de la Cámara daría fe

que un hombre de Cuenca abía venido e traya un braço seglar contra el dicho doctor Tébar.

Los testigos, sacristán y socios, reconocerían lo que había negado el cura: el doctor Tébar no sólo no decía misa sino que tenía prohibido acudir a ella.

El corregidor, demostrada la incapacidad del cura para administrar el sacramento del matrimonio, iniciaría su particular cruzada. Esta vez se trataba de acumular testimonios de las personas principales contra el clérigo. No todos declararon contra él.


                                                                                                      (continuará)




AGS. CRC, 434, 7.  El corregidor de San Clemente, Juan de Benavides y Mendoza, contra Jorge de Mendoza, hijo de Iñigo López de Mendoza, y María Garnica Avilés, porque se casaron sin amonestaciones. 1593

1 comentario:

  1. Esto se está poniendo muy, pero que muy interesante.
    Estoy impaciente por conocer que sucedió.
    Saludos

    Valentín Casco y Fernández

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