El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

Imagen del poder municipal
EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

jueves, 21 de julio de 2022

PADRÓN DE CASTILLO DE GARCIMUÑOZ (I): Plaza, EL Azoguejo y calle de la Rúa

 El Consejo Real se hacía eco el 23 de octubre de 1584 que no se había cogido pan alguno en la cosecha del verano en las tierras de Alarcón y Castillo de Garcimuñoz. La esterilidad de los campos ese año, la grande seca se decía, se unía a los malos años anteriores; los campos en barbecho porque no había trigo para sembrar y el que había estaba en manos de especuladores que lo almacenaban en cámaras a la espera de su venta a excesivos precios. Era hacia estos especuladores contra los que se esperaba actuar para garantizar la sementera de ese otoño. Era tal la necesidad que se mandó hacer un registro de las tierras en barbecho y del trigo almacenado; se ordenó que la mitad del trigo depositado en los depósitos se destinase a la siembra. Para cumplir tal cometido se mandó un superintendente, un comisario real con plenos poderes. Una figura de gran interés para nosotros, pues hasta ahora solo la habíamos encontrado en el campo de la guerra en la década de 1630 y en el fiscal en 1640.

Registro de vecinos de Castillo de Garcimuñoz con trigo en sus casas (no se relaciona la harina bien de trigo bien de cebada que tienen en sus casas, Francisco Caballón, comisario al efecto.


PLAZA Y AZOGUEJO Y CALLE DE LA RÚA HASTA SAN AGUSTÍN

  • El bachiller Meléndez de Valdés, abogado de la villa, 40 fanegas de trigo y doce de cebada, aunque declara tenerlas comprometidas para sembrar. Tiene cinco hijos y dos criadas y espera otra criada
  • Violante de Tébar, viuda del licenciado Caballón, 28 fanegas de trigo y dos de cebada. Tiene dos hijas doncellas y dos criadas. Seis fanegas de trigo están reservadas para su hijo el bachiller Caballón
  • Luis Díaz zapatero, seis fanegas de trigo, 5 personas de costa en su casa
  • Francisco Pérez zapatero, 26 fanegas de trigo, 5 personas de pan comer en su casa, sin los obreros que tiene entre año
  • Melchor de Chinchilla, 12 fanegas de trigo y cebada; cinco personas a su costa y cinco almudes para sembrar en barbecho
  • Alonso Rodríguez de Vera, escribano, 10 fanegas de trigo; 8 personas de costa en su casa
  • Alonso de Avilés, regidor, 40 fanegas de trigo y doce de cebadas; son trece personas para comer en su casa
  • Gabriel de Alarcón en nombre de su hijo Juan de Alarcón, 7 fanegas de trigo y 5 almudes de avena y escaña. Son cuatro personas de pan comer en su casa
  • Lorencio de Roales, 9 fanegas de trigo y 24 almudes en barbecho para sembrar. Son tres personas de pan comer
  • Antonio Cejalvo de Alarcón, 7 fanegas de trigo; cuatro personas para sustentar
  • Pedro Saiz de Belmonte, clérigo. 22 fanegas de trigo y de un hermano que está en Madrid para sustentar
  • Juan Yáñez de Liébana, 34 fanegas en total; ocho personas que sustentar y una borrica; ha de sembrar 16 almudes que tiene en barbecho
  • Juan López de San Bartolomé zapatero, 14 fanegas y cuatro personas a su costa y una borrica
  • Melchor López, 6 fanegas; sustenta 3 personas y a veces cuatro.
  • García de Santoyo, 37 fanegas; siembra 5 o 6 almudes. Son 8 personas y una huérfana. Tiene además 21 fanegas de trigo y 18 fanegas de cebada, que le dio Pedro Pardo, secretario del Santo Oficio de Cuenca
  • Fernando Alonso zapatero, 6 fanegas y 5 personas que mantener
  • Juan Rodríguez, sastre, 4 fanegas; 9 personas y dos pollinos
  • Juan de Alarcón, 28 fanegas, 9 personas a su costa
  • Ángela de Tébar, 5 fanegas y cuatro personas de costa
  • Juan de Lea..., 6 fanegas y cuatro personas a su costa
  • Agustín de Cejalbo y su madre Catalina de Lea..., 11 fanegas y 17 fanegas que guarda de otro vecino apellidado Guadalajara; ocho personas de costa y un borrico
  • Isabel Hernández su tía, 17 fanegas de trigo y 3 personas de costa
  • Francisco Meléndez, escribano, 13 fanegas; son tres personas y un borrico
  • Juan de Murcia, fraile profeso y procurador del convento de San Agustín, 150 fanegas de trigo y 85 fanegas de cebada, 16 frailes conventuales y dos criados. El trigo se emplea para limosna y alimento de los huéspedes
  • Pedro Melero, clérigo y comisario del Santo Oficio, 28 fanegas. Tres personas y un criado
  • Licenciado Andrés Muñoz, clérigo, 7 fanegas, 6 personas de costa
  • Alonso Martínez, procurador de Bárbara Rodríguez, 4 fanegas y 4 personas a sustentar
  • Doña Elvira de Alarcón viuda, 22 fanegas y 4 personas a sustentar
  • Alonso Valero, mercader, 44 fanegas y 9 personas a su costa. El grano lo tiene para recueros y arrieros que acuden a la villa
  • Domingo Torrecillas, zapatero, 4 fanegas y 8 personas de pan comer y un pollino
  • Fernando de Tébar, calcetero, 21 fanegas, 7 personas, una mula y un borrico
  • Francisco Ortega, 2 fanegas y 4 personas, una haza de 4 almudes para sembrar
  • Juan Moreno, tabernero,1 fanega, 3 personas y 6 borricos, 25 almudes de barbecho
  • Cristóbal de Guardia, zapatero, 1 fanega y 4 personas de costa
  • Alonso de Arellano, barbero, fanega y media, once personas
  • Diego de Soria, 10 fanegas y 10 personas
  • Francisco de Lea..., 4 fanegas y 6 personas
  • Juan de Soria, en nombre de su suegra María de Quirós, 2 fanegas y 3 personas
  • Juan Calero en nombre de Ana y María de Quirós, sus hermanas, 4 fanegas y 3 personas
  • Juan de Pedrola y Acuña, 6 fanegas y 6 personas
  • Cristóbal de Buendía, 7 fanegas y 3 personas
  • Pedro Martínez, 1 almud y dos personas
  • Pedro Muñoz, zapatero, 6 fanegas para sembrar y 5 personas
  • Catalina García, mujer de Pedro Peñuelo, sastre, 4 almudes de trigo y 7 fanegas de cebada, 4 personas
  • Luis Meléndez, en nombre de Toribio Meléndez, 40 almudes de barbecho en Pinarejo y no tener con qué sembrarlos
  • Juan Ramón en nombre de Bárbara Gómez, 10 fanegas de cebada para provisión del mesón y una fanega de trigo, 3 almudes para sembrar y 6 personas de costa
  • Alonso de Villamayor, 12 fanegas de trigo, 52 fanegas de cebada, 16 personas a su costa, cinco bestias, y 40 almudes para sembrar
  • Juan Yáñez Sobrino, 5 fanegas de trigo, cinco personas de costa y  30 almudes para sembrar
  • Miguel López de Buenache, vecino de Ucero, aldea de esta villa, 10 fanegas de trigo y cinco personas de costa; 30 almudes de trigo para sembrar
  • Lorenzo Jiménez, vecino de Ucero y Casas de don Benito, 5 fanegas de trigo y son cinco personas de costa; 55 almudes de barbecho
  • Francisco del Castillo, viuda de Francisco Alonso, 25 almudes de barbecho para sembrar 
  • Doña Isabel de Morales, mujer de Francisco de Herrera, 24 fanegas de trigo, 7 personas de costa
  • Pedro Gallego zapatero, 5 almudes de trigo para sembrar, 7 personas de costa
  • Gabriel de Santacruz, 5 fanegas de trigo y 3 personas de costa

domingo, 17 de julio de 2022

PADRONES DE LAS PARROQUIAS DE ALARCÓN

 DIVISIÓN DE ALARCÓN EN PARROQUIAS


Las iglesias de Alarcón constituían distritos o parroquias, en este caso para la averiguación del trigo retenido en los domicilios. Esta era la diferenciación que se hacía en 1584, que va más allá de las cuatro calles y la plaza que nos hablan otros documentos, y que tendremos ocasión de detallar en su momento con cada uno de los vecinos que habitaban en sus casas

  • La parroquia de Santa María que es las dos calles mayores hasta la plaza y hasta casa del cura de Santa María
  • La parroquia de Santo Domingo, que es desde la iglesia de Santa María hasta casa de don Diego de Guzmán y hasta la carnicería de esta parroquia
  • La parroquia de San Juan que es desde la iglesia de San Juan y carnicería por la calle de Juan Martínez de la Casa a mano derecha
  • La parroquia de Santiago que es desde la casa de Andrés de la Orden y por la calle de Pedro Ruiz de Espinosa a mano izquierda
  • Parroquia de la Santísima Trinidad, desde la casa de Cristóbal de Lorca el viejo por la calle de la cruz de San Andrés hasta la fortaleza y las casas de allí abajo
Alarcón era un pueblo con muy pocos vecinos, aunque los apellidos de antaño se mantenían: Granero, Castañeda, Lorca, Velázquez, Valderrama, Villanueva, Espinosa o Vizcarra por citar algunos

A.- PARROQUIA DE SAN JUAN, que se entiende desde la carnicería de esta villa hacia abajo por la calle de Juan Martínez de la Casa a la mano derecha de la plaza abajo. Comisario Fernán Vázquez de Garnica
  • Alonso Martínez sastre, 8 fanegas de trigo y tres personas de costa
  • Miguel de Lorca, tiene compradas de Diego de la Morena, cura de Tébar, 30 fanegas de trigo, cinco personas de costa y 40 almudes de barbecho
  • Pascual García, tiene en el lugar de Tébar, 82 fanegas de trigo y 52 fanegas de cebada y 7 fanegas de avena; 20 almudes de barbecho y 16 personas de costa; tres mulas, un caballo y cinco pollinos
  • Hernán López, 72 fanegas de trigo y mas de cien fanegas de otros vecinos; 30 almudes de barbecho y 3o de cebada; tiene seis personas de costa
  • García de Villanueva, 8 fanegas de trigo en el lugar de Tébar, y otras fanegas en diversas casas;10 personas de costa y dos caballos.
  • Matías de Tébar en nombre de Juan Martínez de la Casa su padre; 100 fanegas de trigo, 50 fanegas de cebada y 18 fanegas de centeno y 10 fanegas de avena; 18 personas, tres pares de mulas y tres pollinos
  • Benito García Cerrillo, 19 fanegas de trigo; 3 almudes de barbecho por sembrar y 4 personas de costa, un rocín y una mula
  • Pedro de Monteagudo, tiene una fanega de trigo en su casa y otras tren en casa de Hernán López; 7 personas de costa

B.-  PARROQUIA DE SANTA MARÍA, que se entiende desde la plaza, las dos calles mayores hasta la casa del cura Paños, cura de Santiago

La averiguación de trigo encubierto correspondió al comisario al efecto Hernando de Espinosa Vizcarra. La declaración comenzó por el alcalde Juan González Moragón o Morejón
  • Juan González Morejón: 40 fanegas de trigo (treinta suyas y diez de García Vizcarra) y 20 de cebada para un caballo que tiene; ha de sembrar 10 almudes de barbecho en la Olmedilla y diez de cebada, tiene ocho mil vides que cultiva con peones. Vive con su mujer y una criada. Paga una renta de pan a la iglesia de Santiago para el día de San Martín
  • Antón Granero: tiene su labor en El Picazo, en sus cámaras de Alarcón 120 fanegas de trigo, 80 fanegas de cebada y 20 fanegas de centeno. Tiene 100 almudes de barbecho por sembrar, En su casa viven él y su mujer y 10 criados y criadas. Posee 14000 vides y cinco mil árboles.
  • Gaspar Ramírez, escribano. 10 fanegas de trigo y 3 personas a su costa.
  • Gregorio de Valdolivas. 2 fanegas y 6 personas a su costa
  • Juan Granero de Heredia que lleva la hacienda de su padre, Melchor Granero. 40 fanegas de trigo, 40 de cebada y 10 de centeno. 20 almudes de barbecho para sembrar, Tiene a su costa 10 personas y otras que cogen para las viñas, la siega y la paridera. Dos mulas y un caballo
  • Licenciado Granero, cura de la parroquia de San Juan. En casa tiene 7 fanegas y a su cargo una tercia de cahíces llevaderos con 46 fanegas de trigo y 32 de cebada y tres fanegas de centeno. Es mayordomo de la iglesia de San Juan que tiene de renta pan, cuya cuantía desconoce.
  • Licenciado de la Orden, abogado de la villa. 5 fanegas en su casa y casas de Blas de Briz y Francisco Jiménez 10 fanegas que le tienen guardadas. 4 personas, un criado y una criada a su costa. Tiene peones para las viñas, que no declara
  • Ana de Valderrama, viuda de Domingo Zalvide. 19 fanegas de trigo y de estas 4 son para el añal de su marido que ha de pagar a los clérigos. Tiene dos hijas y una criada
  • Bartolomé de Villanueva. 12 fanegas de trigo. 5 personas a su costa: él, su mujer, un hijo, un hermano y una criada
  • Doña Teresa de Castañeda, viuda de Cristóbal de Buedo. No tiene trigo en casa, pero recibe de renta del molino de Valdespinar, 60 fanegas que recibe por tercios. 7 personas a su cargo.
  • Gabriel de Castañeda, alcalde de Alarcón.  26 fanegas de trigo. Vive con su mujer y tres hijos, dos mozas y otros dos mozos de labor. Tiene a su cargo la tercia de Alarcón y la mitad de la de Tébar, con 400 fanegas de trigo y 200 de cebada y 30 de centeno
  • Diego de Olmeda, le debe Diego de Illescas, 4 fanegas de trigo y Vinuesa 1 fanega de cebada. Son 4 personas de costa
  • Julián de la Jara, clérigo, 6 fanegas de trigo y dos fanegas de cebada. Tiene de costa dos mozos y un ama
  • El bachiller Vera, alcalde de la villa, 30 fanegas de trigo, dos de cebada y tres de centeno. 12 personas a su costa
  • Pedro de Vinuesa, sacristán. 96 fanegas de trigo y cebada. 6 personas a su costa
  • Alonso de Llama. 14 fanegas de trigo y 6 de cebada. 5 personas de costa
  • Hernando de Espinosa Vizcarra, vive con su hermana Luisa de Vizcarra, en total 8 personas en su casa. Apenas si tiene trigo en su casa y la Hinojosa. Disfruta a medias con Pedro de Villanueva de una renta mensual del molino de las Tejeras, que recibe en dinero y es equivalente a 3 o 4 fanegas de trigo al mes.
  • Luis de Villanueva, tiene casa y labor en Valhermoso, 6 fanegas de trigo y 6 de cebada. Tiene una parte en los molinos de Valdespinar, que le da 22 fanegas de trigo y tiene una heredad en Alpera. De costa él, su mujer, un mozo y una criada.
C.- PARROQUIA DEL SEÑOR SANTIAGO, que se entiende desde la casa de Andrés de la Orden y desde la plaza abajo por la calle de Pedro Ruiz de Espinosa abajo y hasta casa de Cristóbal de Lorca el viejo, y barrio de la Orden. Comisario para la averiguación, García de Vizcarra
  • Agustín de Bustamante, 46 fanegas de trigo; debe por el arrendamiento de las primicias a los curas 14 fanegas de trigo y tres cahíces de cebada, un cahiz de avena y cinco fanegas de centeno. Treinta almudes comprados en Cañada Juncosa y otros indeterminados por comprar en Tébar. 7 personas a las que dar de comer
  • Elvira Juárez, viuda. 9 fanegas de trigo, dos pastores vaqueros con dos atajos de ganado, mantiene seis personas y dos criadas
  • Alonso el Rubio, 20 fanegas de trigo, 25 fanegas de centeno, cebada y avena todo revuelto para sus mulas, 14 fanegas de trigo puro. A su cargo el alhorí de pobres de Tébar, sesenta fanegas de trigo. 20 almudes por sembrar en Tébar. De costa él, su mujer y seis hijos
  • Gabriel de la Parrilla, treinta fanegas de trigo, 12 fanegas de Andrés de Espinosa en su poder, 12 fanegas de cebada. 8 personas de costa, él, su mujer, cuatro hijos, un mozo y una moza 
  • Andrés López Salonarde, tiene cinco fanegas y media de trigo en casa de Miguel Luis, vecino de esta villa, tiene del padre Coronel, 6 fanegas de trigo y le deben: Pedro Vinuesa, dos fanegas de trigo, Pedro Ruiz carpintero, dos fanegas, licenciado de la Orden, dos fanegas, y Lorencio Granero otra. Tiene también el trigo del alhorí de la villa, del que es mayordomo. 6 almudes de barbecho por sembrar. 4 personas de costa: él, su mujer, una hija y una moza
  • Pedro de Ruipérez el viejo, 6 fanegas de trigo, 8 fanegas de cebada para un par de mulas, veinte almudes de trigo y veinte almudes de cebada por sembrar. 8 personas de costa: él, su mujer, 4 hijos, un sobrino y una moza.
  • Pedro Ruiz de Espinosa el viejo, 8 fanegas de trigo, 9 de centeno embargadas por deudas al pósito y 9 fanegas más de centeno, 16 fanegas revueltas para las mulas, 16 aludes para sembrar en Valincoso y 14 de cebada en la dehesa cerrada de la villa y 14 almudes de trigo. Tiene 7 personas a su costa: 2 mozos y 1 moza, 2 hijos, él y su mujer
  • Miguel Rodríguez el viejo, 9 fanegas de trigo para sembrar, 2 fanegas de centeno, cinco almudes de avena. Veinte almudes de trigo por sembrar. 10 personas de costa, entre familia y criados
  • Miguel Martínez, 4 fanegas. 7 personas, él, su mujer y cinco hijos
  • Tomás Serrano, 26 fanegas. 7 personas, él, su mujer, cuatro hijos y una criada. Tiene nueve mil vides que labra con peones
  • Diego de Lorca Padilla, 30 fanegas de trigo y seis de cebada, 4 pastores a su costa, y él y su mujer y una criada, además de un caballo. 14 almudes de barbecho por sembrar 
  • Juan Ortiz, 3 fanegas de trigo y diez almudes de barbecho por sembrar en la redonda. 3 personas por sustentar, él, su mujer y una hija
D.- PARROQUIA DE SANTO DOMINGO, que se entiende desde la casa del cura del señor Santiago hasta la carrera y desde la casa de don Diego Guzmán hasta las carnicerías. Como comisario García de Villanueva.
  • Gaspar Pérez, clérigo, tercero de Santo Domingo, 29 fanegas de trigo y otras tantas de cebada, y 17 fanegas de trigo suyas propias. 6 personas a su costa
  • Alonso de Moya, seis fanegas de trigo y 4 personas de costa
  • Lorencio Granero. le debe trigo Pedro de Castañeda. Tiene 20 fanegas de cebada, ocho almudes para sembrar y otros nueve almudes de trigo en diferentes hazas. 8 personas de costa, 2 potros y dos lechones que mantener
  • Don Diego de Guzmán, 5 fanegas de trigo y 30 de cebada; 30 almudes de trigo por sembrar y 14 de cebada. 17 personas a su costa y cinco cabalgaduras
  • García de Vizcarra el mayor, 1.5 fanegas de trigo en su casa y 10 fanegas de trigo en casa de Juan González Morejón, 4 personas de costa. 1 fanega de cebada la tiene para sustento de su ganado
  • Bachiller Gregorio de Alcaraz, cura de Santa María, tiene de su renta y beneficio 86 fanegas de trigo y 70 de cebada, tiene vendidas de ellas 56 fanegas a Lorencio de Guzmán, y 25 al corregidor Pereda de Velasco. 4 personas de costa y dos cabalgaduras.
  • Fernando de los Paños, cura de Santiago. Tiene de renta 36 fanegas de trigo y setenta de cebada. Recibe rentas de La Alberca, Tres Juncos y Cañada Juncosa. De costa nueve personas y 4 cabalgaduras
  • Diego de la Parrilla, clérigo, 12 fanegas de trigo y 4 personas de costa
  • Juan Velázquez Granero, 20 fanegas de trigo y otras tantas de cebada. Tiene por sembrar 30 almudes de trigo y cebada por mitad. 4 personas de costa y cinco cabalgaduras.
  • Alonso de Tórtola, 40 fanegas de trigo, 20 de cebada y cinco de centeno y 10 fanegas de escaña y avena. 7 personas de costa, un par de mulas de labor, una muleta y una pollina. 36 almudes de barbecho para trigo y 30 para cebada
E.- PARROQUIA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, que se entiende desde la casa de Cristóbal de Lorca el viejo hasta la cruz de Santo Andrés la calle adelante hasta la fortaleza y casas que de allí abajo caen. Comisario Licenciado Padilla de Rueda
  • Baltasar Granero de Heredia, 24 fanegas de trigo, 10 fanegas de cebada; 10 almudes de barbecho en la cañada de Valhermoso; 5 personas que sustentar
  • Jorge Gil, 10 fanegas de trigo, 8 almudes para sembrar en Cañada Juncosa, cinco personas por sustentar 
  • Julián Carrasco, 11.5 fanegas de trigo y ocho almudes para labrar en Cañada Juncosa. 8 personas por sustentar, mujer e hijos.
  • Diego el Rubio de Aguilar, 22 fanegas de trigo y doce fanegas de cebada; 6 almudes en barbecho en las labranzas de Tébar. 8 personas que sustentar.
  • Juan de Villanueva, 150 fanegas de trigo, 100 fanegas de cebada y 10 fanegas en Tébar para el alhorí de los pobres y 8 fanegas en sus casas de la Moraleja y otras prestadas. Tiene 20 personas a su costa
  • Francisco Jiménez, 260 fanegas de trigo, 144 fanegas de cebada, y 10 fanegas de centeno; tiene 75 almudes de barbecho para sembrar trigo y diez almudes de cebada; tiene 27 personas de costa para sustentar, dos pares de mulas, dos rocines y dos personas que guardan sus ganados.
  • Blas de Briz, ochenta y cinco fanegas de trigo y otras 80 de trigo y cebada. Tiene mujer, siete hijos, una criada, dos mozos de mulas y tres mozos de ganado
  • Alonso de Tébar, 10 fanegas de trigo; entre él y su suegra, 8 personas de costa; 6 almudes de barbecho para trigo
  • Martín Rodríguez, 180 fanegas de cebada y de trigo 100 fanegas, 35 fanegas de centeno; 30 almudes de barbecho para trigo y para cebada 75; 12 personas de costa.
  • Ambrosio Rodríguez, 50 fanegas de trigo y 50 fanegas de cebada, 2 de centeno y 8 personas de costa, un par de mulas, un caballo y dos pollinos
  • Fernando de Villena, 8 fanegas de trigo y ocho de cebada. Solo él de costa y un caballo. 5 almudes de barbecho de trigo
  • Martín Zapata el viejo, 30 fanegas de trigo y 35 fanegas de trigo y 4 fanegas de centeno, 12 `personas para sustentar y 30 almudes de barbecho para cebada y 30 almudes para sembrar trigo
  • Miguel Luis, tiene en casa de Juan Molina, vecino de Hinojosa, 10 u 11 fanegas de trigo, y otras tantas en casa y otros vecinos. Tiene 4 almudes para sembrar y seis de rastrojos
  • Juan de Ávila, cura y mayordomo de la Santísima Trinidad, 40 fanegas de trigo y 50 de cebada. 4 personas que sustentar y sus sobrinos
  • Francisco de Vizcarra, tiene en casa y en su molino 5 fanegas de trigo. Son siete personas para sustentar
  • Hernán López en Tébar, 4 fanegas de trigo y 10 personas de costa y varios almudes para sembrar en El Peral.
  • Martín Alonso, 10 fanegas de trigo, debe 4 a los pobres de Tébar y tiene 20 almudes en barbecho para sembrar.


MOLINOS DE ALARCÓN
  • Molinos de Valdespinar, cuatro ruedas, arrendado a Pedro de Montoya. 14 fanegas de trigo. Al otro lado del río, siete ruedas, 60 fanegas de trigo
  • Molinos de Tejeras, no halló trigo.
  • Molino de Peñaquebrada, propiedad de Jaime Pallas, vecino de Valencia, 3 almudes
  • Molinos de Olivares, sin trigo
  • Molinos del Marqués que son de don Luis Girón, señor de Albaladejo, no hay trigo. Luis Girón tiene 60 fanegas de trigo y 100 de cebada y tiene para sembrar 80 almudes de barbecho. Son 18 personas de costa, y otros ocho labradores, seis pares de mulas y un caballo y tres pollinos

AGS, CRC. 258-12

IMÁGENES: REPARTO DE TRIGO PARA SEMBRAR (AGS, CRC. 258-12








martes, 12 de julio de 2022

Juan López Rosillo

 JUAN LÓPEZ ROSILLO, PADRE DE LA PATRIA SANCLEMENTINA


No sabemos nada de él o, al menos, todo lo que nos gustaría. Se llamaba Juan López Rosillo o Juan Rosillo el viejo, era un santamarieño llegado a San Clemente en año desconocido, según Enrique Fontes. Tal vez uno de tantos que llegaron a San Clemente en la década de 1450 al calor del villazgo concedido por Juan Pacheco. Era un hombre que se ganó el favor de los sanclementinos y alzó su voz cuando los demás callaban; hasta Castillo de Garcimuñoz fue en 1473 para decirle al marqués que eran los alcaldes de San Clemente los que debían juzgar los pleitos de sus vecinos. No le debieron hacer mucho caso, pero Juan López Rosillo era perseverante. 

San Clemente cayó en manos de los isabelinos en 1476, quizás porque entre Alcaraz y Alarcón solo había campo abierto y don Rodrigo Manrique y su hijo Pedro tenían su campamento cerca de Villarrobledo. Pero Juan Rosillo no se contentó fue hasta Segovia el dos de septiembre de 1476 y consiguió que la villa fuera de realengo y con mercado franco, haciendo de la casualidad de su conquista una realidad de futuro. No se contentó Juan López Rosillo, que seguía su cruzada particular, preparó, o le prepararon las mujeres sanclementinas, un complot. El objetivo, matar a todos los partidarios del marqués de Villena en San Clemente, al fin y al cabo, eran un conjunto de renegados que profesaban en secreto la fe judaica. El grito de guerra fue aquel de "ni mamantes ni piantes". El complot fracasó, un tal Peñasco fue colgado de una rama a la puerta de la iglesia de Santiago Apóstol. Rosillo escapó y corrió a cobijarse en las faldas de Isabel la Católica; imploraba su perdón, pero la convenció de que San Clemente no era un lugar de eras o lugar de pocas casas y muchas rosas, que decía don Diego López Pacheco. Y no solo eso, sino que vuelto a su tierra, con Juan de la Osa, convocaron a todos los pueblos del sur de Cuenca a una asamblea para preparar la sublevación contra los Pacheco. Juan de la Osa, pagó con su vida, Rosillo, preso en Castillo de Garcimuñoz, no sabemos como consiguió salvar la suya. Libre, siguió luchando, acompañó a don Jorge Manrique en sus desafortunadas andanzas guerreras y le sobrevivió. Sin él, ni Las Pedroñeras ni El Pedernoso ni Las Mesas serían lo que hoy son; fue el quien consiguió su libertad del marqués. Cuando los demás flaquearon, Juan López Rosillo siguió luchando y recriminando a los Reyes Católicos su escaso compromiso para acabar con los Pacheco. Toda su vida fue un inconformista, un picapleitos contra todos; dicen que pasado el año 1510 era un anciano que paseaba refunfuñando por los calles de San Clemente, viejo y apoyado en su bastón. Todos sabían que Juan López Rosillo, el viejo, era el liberador de San Clemente, el reductor del marquesado de Villena, el hombre que había devuelto la libertad a los labradores de los pueblos del sur de Cuenca.

Hoy, nadie sabe quién es Juan López Rosillo, ni una placa que lo recuerde ni una calle por donde rememorar sus hazañas y qué pocos serían capaces de ubicar su capilla en la iglesia de Santiago. San Clemente es una villa desmemoriada, San Clemente no puede mirar al futuro si no se reconoce en el pasado. Su capilla pervive en la iglesia Santa Ana al lado del Evangelio, con sus armas en la clave de la bóveda; su antigua casa, con su escudo de armas (una panela y seis rosas), en la plaza del Carmen, y al igual que el convento de carmelitas descalzos, que se ubicaba enfrente, hoy está destruida.

Dicen que el lema de los Ortega sanclementinos es "malo mori quam foedari", antes morir que ser humillado, quizás esa fuera la divisa de Rosillo

sábado, 9 de julio de 2022

LOS FÚCARES, LA VILLA DE ALARCÓN Y LA IGLESIA DE SAN ANDRÉS

 La historia de la desaparecida iglesia de San Andrés de Alarcón comienza con los Fúcares, banqueros alemanes. En 1534 habían prestado a Carlos V, 62100000 maravedíes para mantener sus aventuras guerreras; el interés aunque no despreciable no era tan alto como años después, dieciséis al millar, que se decía en la época, el 6.25 por ciento, es decir, los Fúcares recibían una renta anual de 3881250 maravedíes. La carta de juro se selló en la ciudad de Toledo el dos de mayo, ese día Pedro de Suazola, tesorero del Consejo de Guerra, recibió de Vido Herll, corresponsal de los Fúcares, los sesenta y dos cuentos. Los pagos se habían formalizado en las ferias  durante los meses de mayo, agosto y octubre del año anterior y ahora, en mayo de 1634, coincidiendo con la carta de pago se hacía efectivo la última parte del préstamo. 

La operación financiera respondía al llamado juro al quitar, pago de intereses anuales hasta la amortización del principal del préstamo, pero los Fúcares, como luego harán otros banqueros, solían recibir el pago del primer años y luego solían desprenderse de esta deuda pública, vendiéndola y troceándola entre particulares. De hecho, el 23 de mayo ya estaban vendiendo su juro a particulares. Uno de los afortunados fue Andrés del Castillo y Quijano, contador del marqués de Villena y residente en Alarcón, que recibiría 50000 maravedíes anuales, tras comprar su parte de juro a los Fúcares. El cobro de los cincuenta mil maravedíes se aseguraba con un "situado" en las alcabalas de varias poblaciones de la Orden de Santiago de la provincia de Castilla: Tarancón, Dos Barrios y Villatobas, pero ahora el juro al quitar se había transformado en sus porciones en diversos juros de heredad, es decir, sin fecha de fin en los pagos, tanto para el titular como sus herederos.

Andrés del Castillo Quijano quiso en la hora de su muerte, dejar huella de la memoria de sus padres para el futuro y garantizar la salvación de su alma, pues, tal como nos decía, los hijos están en deuda con los padres y él como tal hijo era obligado " en remuneración de los grandes y continuos trabajos que los padres en estos siglos suelen tener alimentando y criando a sus hijos". Andrés del Castillo era obligado a salvar las almas de sus padres comprometiendo parte de su fortuna en misas y oficios divinos para sacar dichas almas del purgatorio. Para tal fundó un patronazgo, o patronato, de legos, el 25 de septiembre de 1534 junto a su mujer Beatriz de Ayllón, comprometiendo para sostener dicho patronato las rentas de un censo perpetuo de doce mil maravedíes sobre un heredamiento, torre y cortijo de Montalbanejo, cedido en favor de su hijo Tomé Quijano Castillo como primer patrón: 7500 mrs. para misas, 1500 para el sacristán, 1500 para salario del patrón, 500 para reparos de la iglesia, 500 para cera, 500 para dar de comer a los clérigos y 500 de salario del mayordomo. Dicho patronato se fundaría en la iglesia de San Andrés, una nueva iglesia que el matrimonio ya había construido y que se sumaría a las otras cuatro ya conocidas de Alarcón:

Por quanto nos emos fundado y echo a nuestras propias espensas toda la Yglesia y la capilla hermita de la advocación del bienaventurado apóstol señor San Andrés en esta villa de Alarcón con voluntad e yntención que siempre emos tenido e tenemos que la casa de aposento que es o fuere hecha y encorporada en la dicha yglesia a de ser y sea para siempre jamás casa de aposento de ospital de peregrinos o probes o monesterio de rreligiosos e rreligiosas 

La creación del hospital iba acompañada del mencionado patronato para la salvación de las almas de los fundadores y las de sus padres, y de unos bienes añadidos al censo de doce mil maravedíes para hacerlo posible, que suponían un mayorazgo de tercio y remanente de quinto de la herencia del matrimonio, incluidos los 50000 maravedíes de renta anual del juro mencionado. Andrés del Castillo seguía los pasos de su señor don Diego López Pacheco, duque de Escalona y marqués de Villena y Escalona, que había fundado hospitales bajo la advocación de San Andrés.

El testamento de Tomás Quijano, dado en Montalbanejo el 26 de agosto de 1546, nos aporta nuevos datos, aparte de cambiar el lenguaje del mismo, más religioso, encomendándose a la virgen y trayendo a colación la frase repetida de enfermo de carnes y sano de entendimiento, como nuestro señor Jesucristo añadirá. Se desvela los problemas que hubo por la herencia de sus padres con su hermana y cuñado. Estos pleitos y diversos pagos no desvelados al marqués de Villena le habían supuesto gastos por valor de cuatro mil ducados, aunque reconocía haber recompuesto su hacienda con el patrimonio y trabajo de sus heredamientos y las ayudas de su hermano Velasco Carrillo. Heredamientos que había mantenido y ahora legaba a su hijo Luis Quijano Coello. Tomé Quijano debió morir joven, dejando un hijo menor de edad, Luis, que estaría bajo la tutela de su tío Velasco Carrillo, maestrescuela de la colegiata de Belmonte y con el que entraría en pleitos, una vez alcanzada la mayoría de edad a los veinticinco años, por los bienes tutelados de su herencia. La poca edad del niño da fe que el pleito en la Chancillería de Granada es de 1560. Es probable que esta circunstancia y la residencia de la familia en Montalbanejo llevaran a la dejadez respecto a la ermita de San Andrés. Los bienes en disputa entre sobrino y tío eran el juro de 50000 mrs., un juro perpetuo de 120 fanegas y tres celemines y el heredamiento de Fuentes, el de la Motilla y las casas y huertos que eran de su abuelo en Alarcón, el heredamiento de Montalbanejo, el de Olmedilla y el título de la dehesa sita en tierras de Alcaraz, aparte de censos.

Luis Quijano legaría su herencia a su hija María Quijano, casada con Gaspar Carrillo de Mendoza, señor de la villa de Mochales, donde iría a parar el referido juro de 50000 maravedíes, heredado por Iñigo López de Mendoza que moraba en Villel y que por esas fechas, 1611, andaba en pleitos por el citado juro con Francisco del Castillo y Alarcón y su mujer María de Castilla, vecinos de Molina de Aragón.


Tomé Quijano Castillo, casado con María Coello de Monroy. Otra hija de Andrés de Quijano era María Quijano, mujer de Juan Manuel de Sotomayor


Mayorazgo del tercio y remanente de quinto a favor de Tomé Quijano (escritura otorgada en Alarcón, en las casas de morada de Andrés del Castillo y Beatriz Ayllón, el 25 de septiembre de 1534)

  • Heredamiento de tierras de pan llevar, casas, torre y cortijo en Montalbanejo y los Olmuelos (Olmillos). Andrés del Castillo lo había comprado de Francisco Carrillo de Guzmán, vecino de Granada... se incluyen censos y juros.
El mayorazgo sería aceptado por el hijo Tomé Quijano, vecino de Montalbanejo, el cuatro de diciembre de 1534, ahora ampliado a los siguientes bienes
  • Heredamientos de Montalbanejo y los Omillos, y la Motilla y Olmedilla
  • 50000 mrs de juro al quitar sobre las alcabalas de Tarancón, Dos Barrios y Villatobas
  • Dehesa de Cabeza los Silos
  • Casas y tierras en la villa de Alarcón


AGS, CMC, 2. 

martes, 5 de julio de 2022

UN CONCEJO ABIERTO EN 1563

 El concejo abierto de 1563 de la villa de San Clemente se celebró de dos a tres horas de la tarde, su finalidad era aprobar unas ordenanzas de sastre que debían ser aprobadas luego por el Consejo Real, cosa que no haría. El concejo abierto había sido convocado por los el alcalde mayor, licenciado Noguerol Sandoval. Era un concejo nuevo respecto a aquel de veinte años antes. Las familias principales se habían echado a un lado, ahora los cargos añales estaban en familias de antaño: Juan Rosillo era alcalde ordinario, y Gómez Valenzuela, Julián Sedeño, Antón García Monteagudo, el licenciado Muñoz y Antón de Avalos regidores. El concejo abierto se celebró en la plaza, pudiendo asistir cualquier vecino. Es de pensar que los oficiales se situaron bajo los arcos del ayuntamiento, mientras el pueblo en la plaza leía unas ordenanzas de sastres que nadie entendía, pero que aprobaron. Daban fe de ello, Juan González de Origüela, Baltasar de Perona y Francisco Martínez, y lo plasmaba por escrito el escribano Cristóbal del Castillo.

Era San Clemente un pueblo de 1500 vecinos en 1563, de gente de mucho lustre se decía, con gran gasto de paños finos y sedas, aunque el oficio de sastrería estaba desregulado y la  fabricación de ropa muy desmerecida

domingo, 3 de julio de 2022

ENRIQUE FONTES Y FUSTER, EL OLVIDADO HISTORIADOR DE SAN CLEMENTE

 Enrique Fontes y Fuster iba en busca de sus orígenes familiares, cuando se topó allá por el año 1930 con un cura de pueblo. Se sabe muy poco de ese cura, que se llamaba Juan José Bautista y que le gustaba la historia de su pueblo, San Clemente. Que sabía historia lo recordaba don Diego Torrente y que andaba molesto con el desconocimiento de esa historia lo mencionará Enrique Fontes. Allí donde no llegaba el cura, parco en la redacción de palabras, parece que le sustituyó don Enrique Fontes, pues con las noticias aportadas por el cura escribió en menos de diez páginas una Breve Historia de San Clemente. ¿Qué atesoraba nuestro cura? Al parecer, las notas manuscritas del archivo de la villa, más inventario que transcripción de documentos. Un inventario que había realizado en 1852 don Lucio López por mandado del alcalde Francisco de Paula Sandoval. El archivo estaba "desnotado y en bastante confusión", pero el fiel secretario escribió sus apuntes y ochenta años después fueron a parar a mano de don Enrique Fontes, que con ayuda del cura escribió su historieta. En fin, es propio de San Clemente que los papeles y confidencias vayan de mano en mano según la alcurnia del depositario.


Don Enrique Fontes y Fuster escribió la historia de la villa (y otra de los Valdeguerreros y otra de los Sandovales) y nos contó muchas cosas, algunas superadas; pero, solo por tres cosas valió la pena su misión histórica:

  • Supo ver en Juan López Rosillo el padre del San Clemente moderno, qué pena, ni una sola placa le recuerda en el pueblo. Claro que el héroe de la independencia sanclementina en 1476 nació en Santa María del Campo Rus
  • Rescató la historia de la virgen de Rus, una virgen del pueblo, que tuvo que renunciar a la suya, la virgen de los Remedios, entrando en un intercambio de vírgenes secuestradas, un poco irreverente la cosa, en verdad
  • Nos dijo que en 1931, y en la iglesia parroquial de Santiago, se conservaba parte del archivo de la iglesia de Nuestra Señora de Gracia y su convento

jueves, 30 de junio de 2022

Diego López Pacheco y Hernando del Castillo

 Cuando Juan Álvarez de Toledo, regidor de Cuenca y capitán real de las tropas concejiles de la ciudad de Cuenca visitó a don Dego López Pacheco en la fortaleza de Alarcón, el marqués de Villena era un hombre acabado. De hecho, reconocía ante el regidor conquense su enfermedad, que no era otra que el hambre. Esta segunda guerra del Marquesado, que se había iniciado cuando el gobernador Frías atacó la fortaleza de Chinchilla, no la quería nadie. El rey Fernando comprendía que la guerra no podía deslizarse por los vericuetos de la subversión social y en ese sentido parecían ir las juntas de Corral Rubio, pero la reina Isabel era de otro parecer y no cejaba en el tono inflamatorio de las cartas de la primera guerra y que ahora trasladaba a las cartas de comisión de sus capitanes Pedro Ruiz de Alarcón y Jorge Manrique. Pero esta vez, la guerra no era contienda de caballeros, ahora era enfrentamiento civil en los campos y en las pequeñas villas manchegas. La segunda fase de la guerra del Marquesado fue ante todo una guerra conquense y la batalla se dio en los campos; fue guerra civil de hombres que se conocían de toda la vida y ahora dirimían quién había de dirigir las sociedades futuras.

La figura de Hernando del Castillo se enaltece y eleva sobre un Diego López Pacheco que expresa su temor a la muerte y que, acobardado, ve como única salida la huida a Francia. Es Hernando del Castillo el que quiere la guerra. Se nos dice que es una lucha entre sebosos y almagrados; conversos y cristianos viejos. No, pues la afiliación a los bandos cambia en unas sociedades que apenas llegan a doscientos vecinos y están obligados a convivir y entenderse. Estamos ante el parto de nuevas sociedades rotas desde mediados de siglo. Aquellos pueblos rurales de 1445, dominio de pequeños labradores, viven a mediados de siglo un proceso de usurpación de los bienes comunales y las dehesas a favor de los hombres del marqués. Nuevas realidades nacen y los hombres alinean su vida en torno a ellas. Don Diego López Pacheco negocia en la Corte el mantenimiento de sus rentas, pero sus criados, sobre terreno, mantienen y no renuncian al disfrute de ellas, como tampoco los viejos enemigos renuncian a ampliar sus haciendas sobre el enemigo vencido. Se nos cuenta la guerra de las fortalezas en los dos años primeros de la contienda, pero no se llega a entender la nueva guerra en los campos que no lucha por los castillos sino por la posesión de la tierra. Pueblos saqueados, ganados robados, destrucción de cosechas, venganzas personales, ... pero hay una certeza, quienes posean la tierra de las dehesas vírgenes de Alarcón poseerán el poder en el futuro. Mantener las dehesas de Alarcón es más importante que mantener la fortaleza misma; está en juego la existencia del amplio alfoz de Alarcón, como lo está el control por su dominio y explotación. Hernando del Castillo lo sabe y sabrá jugar con las fidelidades mutables que la lucha por la tierra genera. Quizás lo sepa también la reina Isabel, pues de las rentas de la tierra dependerá la proyección de su reinado. Quienes no saben o no quieren ver son los viejos caballeros del pasado; un marqués de Villena o un Jorge Manrique se mueven en el respeto a la lealtad o los pactos caballerescos. El alcaide de Alarcón, Hernando el Sabio, sabe que es una guerra a cuchillo; lucha por la tierra que continuará después de firmadas las concordias. Las nuevas villas ya han conseguido desde 1476 jurisdicción ahora quieren tierra de su propiedad sobre la que ejercerla

domingo, 26 de junio de 2022

Ocaso de Alarcón

La idea de un Alarcón vencido por la guerra del Marquesado y condenado a una postración irremediable casa mal con los hechos históricos. La imagen decadente de Alarcón quizás sea más válida para Castillo de Garcimuñoz, que a comienzos del siglo XV vio como las familias nobiliarias abandonaban la villa, su régimen municipal de los veinticuatros, fundado en el fuero de Sevilla, era abandonado por falta de principales para cubrir ese cupo. La peste de comienzos de 1508 hacía el resto, provocando la ruina y abandono de alguna de sus aldeas como Torrubia. Para 1520, el Castillo de Garcimuñoz era una sociedad destrozada; los años inmediatamente anteriores había llevado a las cárceles inquisitoriales y a la hoguera a algunos de sus vecinos y sus sambenitos, símbolos de su condena y testimonio oprobioso para sus descendientes, colgaban de la puerta de la iglesia de San Juan: Catalina Alonso, mujer de Alonso de Peñafiel, quemada en 1519; Constanza de Peñafiel, mujer del escribano Hernán Sänchez de Origüela, quemada; Catalina de Origüela, mujer de Alvaro de Huerta, reconciliada el año 1518, y su hermana Maria de Origüela, mujer de Alonso del Castillo, reconciliada el año de 1521; los sambenitos de las dos hermanas colgaban junto a los de sus dos maridos. La persecución inquisitorial de Castillo de Garcimuñoz es más sangrante si vemos sus ramificaciones familiares en Cuenca o San Clemente.

Juan Rosillo, allá por 1642, recordaba el parentesco de estos Origüela con los de San Clemente y la suerte de uno de sus miembros, Luis Sánchez de Origüela, un librepensador adelantado a su tiempo que se mofaba de las imágenes religiosas, y cuyo sambenito con las palabras quemado aparecía junto a los de otros once en la iglesia de Santiago de la villa de San Clemente. Tirando del hilo, y dado el parentesco de estos Origüela sanclementinos con los Molina de Cuenca (Pedro Sánchez de Origüela había casado con Aldonza Sánchez de Molina a mediados del siglo XV y un nieto suyo, Hernando, con Ana de Molina), Juan de Rosillo había llegado a un éxtasis acusatorio donde la retahíla de molinas procesados por la Inquisición era interminable y  apuntaba a la progenie de Sancho de García Molina, llamado el pastor, y cuyos herederos, allá por 1640, se tenían por respetables hombres del gobierno de la ciudad de Cuenca  y cristianos viejos. Claro que la relación acusatoria de Juan de Rosillo era demoledora: 

Ana de Molina es hija de Alonso Núñez de Molina y Juana Núñez, reconciliados, vecinos de Cuenca, cuyo San Benito está en dicha ciudad y donde el apellido ay los sanbenitos siguientes: Alonso López de Molina, judayçante quemado, Alvaro de Molina, judayçante quemado, Aldonça la de Fernando de Molina, judayçante reconciliada, Catalina de Molina hija de Hernán López de  Molina, judayçante quemada, Constança, mujer de Francisco de Molina, jurayçante reconciliada, Diego de Molina, padre de Álvaro de Molina, judayçante quemado, Juana de Molina, judayçante quemada, María Alonso, mujer de Alonso de Molina, judayçante reconciliada, Ysabel de Molina, mujer de Juan de Molina, judayçante reconciliada, Ysabel, mujer de Hernán López de Molina, judayçante reconciliada, Ysabel, mujer de Juan de Molina Calacarrecio, judayçante reconciliada, Juana Núñez, mujer de Alonso Núñez de Molina, escribano, judayçante reconciliado
Este Juan de Rosillo era descendiente directo de Juan López de Rosillo, conocido como el reductor del Marquesado de Villena, que había acompañado al mismísimo don Jorge Manrique, dando la libertad a las villas del sur de Cuenca en la guerra del Marquesado. Ahora, aunque alcalde de la villa de San Clemente en su tiempo, veía cómo hombres de dudoso origen, tal era Francisco de Astudillo Villamediana, tesorero de rentas reales, se alzaban con el poder real en la villa, pues ponían su dinero al servicio de una Corona, agobiada financieramente en 1640, por la rebelión catalana. La enemistad que procuraba al advenedizo iba seguida de una andanada de acusaciones, que denunciaban el ascenso social de nuestro personaje Astudillo por el entroncamiento de sus ascendientes con los conversos más conocidos de la comarca. Ni en una resma de papeles era posible incluir los ascendientes judíos de Astudillo: a los origüelas y molinas, se sumaba su abuela Juana Fernández de Astudillo, natural de Iniesta y quemada en los años anteriores a las Comunidades.


Aunque si Castillo de Garcimuñoz debe recordar a alguno de sus antepasados es a Hernando del Castillo; como debe hacerlo Alarcón, de cuya fortaleza fue alcaide. Hernando del Castillo era llamado por sus contemporáneos como "el puto judío", por más que sus hechuras le dieran el sobrenombre de "el sabio". No se sabe nada de él y sus orígenes. Tan solo una certeza, era hijo de Violante González, "la blanquilla", cuyos huesos fueron desenterrados del convento de San Agustín en Castillo de Garcimuñoz para ser quemados en auto de fe en la Plaza Mayor de Cuenca en 1494. Este hombre, cuya fortuna en origen está ligada a sus servicios al maestre don Juan Pacheco, siempre ocultó sus orígenes. A partir del misterio, la fabulación: hijo de un aceitero, descendiente de los Castillo de la Trasmiera, o tal vez de los Origüela mencionados (de cuya sangre participaban los señores de Santa María del Campo y Santiago de la Torre).

La verdad es que muerto, todos se alejaron de su figura, incluidos los hijos. Una anécdota nos cuenta cómo el alcaide de Alarcón le tuvo que recordar sus orígenes a su hijo Diego, cuando pasaban por una de las calles de Castillo de Garcimuñoz, con las siguientes palabras
no te ensoberbezcas que ahí vendía aceite tu abuela
A este olvido contribuyó su condena inquisitorial en 1499, condena leve, pero que le obligó a abjurar de Levy  y a hacer penitencia en Belmonte. A la memoria de nuestro alcaide Hernando del Castillo no ayudaba su matrimonio con Juana de Toledo, hija de un famoso judío en su tiempo,el doctor Franco, y de cuya memoria renegaba su propio hijo Diego del Castillo que pretendía por madre una hija de don Alvaro de Luna.

Pero Hernando del Castillo siempre calló sus orígenes, por recelo hacia sus enemigos, sin duda; aunque también por considerarse a sí mismo un hijo de sus obras, que había ganado su posición social por sus obras. Y es que la figura de este hombre, nacido hacia 1420 y muerto en 1501, se asemeja poco al caballero bajomedieval y tiene más de condotiero del Renacimiento. Como caballero medieval pretendía haber ganado tal título en Pinos Puente, en una de las guerras de Granada; como condotiero, fue un intrigante, que, cómo el mismo decía, no había familia en la comarca que no lo odiara por haber colgado o acuchillado a alguno de sus familiares. Pero un condotiero con ambiciones de separase de la fidelidad debida a sus señores, los marqueses de Villena. A las donaciones de los marqueses, tierras y molinos, sumó los propios botines de sus escaramuzas guerreras para ampliar su hacienda a costa de las tierras de familias como los Valverde o los García. Se decía que al final de su vida poseía hasta trescientos pares de mulas.

Alcaide de Alarcón durante más de un cuarto de siglo; hoy no queda memoria del nombre del alcaide de Alarcón en esta villa. Ni una plaza ni una calle. Si buscamos la mejor habitación de su parador nos darán una que por nombre llaman del "marqués de Villena". !Qué injustos somos con el pasado! Don Diego López Pacheco raramente se pasaba por Alarcón y la pequeña corte de su padre, que era la de su madre María de Portocarrero, prefería deambular de Belmonte a San Clemente y el Castillo. La torre del homenaje de la fortaleza de Alarcón era la residencia de Hernando del Castillo; el espacio que hoy pretenciosamente ocupan los hospedados en la suite "marqués de Villena" no es sino la residencia habitual de Hernando del Castillo, que tal como reconocía ante los inquisidores en 1498, era una morada llena de angosturas, muestra de la austeridad de su vida. Nuestro enfermo alcaide, allá por los años sesenta, incluso encontraba por más cómoda la cabañuela que el físico judío Symuel había levantado a los pies de la torre para cumplir con los obligados preceptos de buen judío. Se dijo que doña Juana de Toledo y una de sus hijas perfumaban de orines la cabaña del judío desde lo alto de la torre, pero esa evacuación de excrementos debía ser práctica habitual.

Ni una placa que rememore a Hernando del Castillo en la villa de Alarcón, insistimos, cuando estamos ante la figura de uno de los conquenses más ilustres de la prosaica historia de esta provincia. Ni una calle que recuerde su nombre en la villa de Alarcón, cuando la propia villa de Alarcón le debe su existencia tras la guerra del Marquesado. Allá, en la concordia que firmó don Diego López Pacheco con los Reyes Católicos el uno de marzo de 1480, estaba presente el alcaide de Alarcón. No pudo salvar al entero su hacienda y perdió parte de ella, aunque Perona la intentó mantener por una fuerza contestada por los sanclementinos; pero salvo los términos de la villa de Alarcón, que por privilegio real de 25 de marzo de 1480 salvo la propiedad de las dehesas que se extendían por el sur, al lado de la ribera del Júcar y hasta los límites actuales de Albacete y un poco más allá, Tarazona y Villalgordo incluidos. Alarcón no perdió sus términos ni por guerras ni por sentencias, sino por el sencillo empuje de unos aldeanos jareños que roturaban sus dehesas y las convertían en tierras de pan llevar. Lo hacían con el dinero que les prestaban los Castillo a censo para comprar las semillas y los útiles de labranza necesarios; dinero que recuperaban como renta y como maquila en sus molinos del Júcar. Esos labradores también veían usurpados parte de sus beneficios como diezmos pagados a las cinco iglesias de Alarcón. O es que alguien piensa que la exuberancia de Santa María de Alarcón es deudora de los recursos de una villa de poco más de doscientos vecinos.

Alarcón debe su esplendor a unos labradores del sur, como les debe su ruina. Esos labradores de Quintanar, la Jara o Tarazona mudaron su condición de renteros en propietarios paulatinamente. El dinero del sur dejo de fluir para llenar las arcas de la villa de Alarcón. El legado del viejo alcaide de Alarcón era demasiado grande para ser sustentado durante mucho tiempo por sus incapaces hijos y nietos, que no veían intereses más allá de la tierra o villa donde se avecindaban. Su legado cayó en el olvido, como ha caído en el silencio  de los tiempos su figura. Tal vez algún día, al visitar Alarcón, el primer nombre que salga de los labios de los guías turísticos sea el de Hernando del Castillo y no ese otro de los marqueses de Villena, si no es para recordar a un suplicante Diego López Pacheco, que, suplicante, acudía ante nuestro alcaide para salvar sus estados.

sábado, 25 de junio de 2022

Juan Antonio Gracia, el sanclementino convertido a la fe mahometana (1732)

 Hoy vemos el pasado de las villas del sur de Cuenca como un conjunto de pueblos atrasados y sin historia, ajenas a lo que pasaba en el resto del mundo, pero a los hombres de los siglos XVI, XVII o XVIII se les hacían pequeños estos pueblos e iban en busca de fortuna por esos mundos. Así, es natural encontrar expedientes de sus vecinos repartidos por los archivos de otros países,

Tal ocurre en el Archivo Nacional de Portugal o de la Torre de Tombo, donde es posible encontrar las andanzas de varios vecinos del obispado de Cuenca. Uno de ellos es el sanclementino Juan Antonio Gracia, detenido por la Inquisición lisboeta, bajo la acusación de haberse convertido a la fe mahometana y vestir y practicar las costumbres de los moros. Juan Antonio Gracia era natural de San Clemente, hijo de Juan Gracia y Lorenza Sepulveda. Su padre era un asalariado, y en el primer tercio del siglo XVIII no debía ser ajeno a los constantes tratos comerciales de la villa conquense con la capital lisboeta; el hijo, trató de evitar el trabajo a jornal del padre y buscar la fortuna en la aventura militar como soldado, pero un hecho le cambiaría la vida: su apresamiento por los moros en la ciudad de Ceuta. Iniciaría nuestro hombre un periplo por ciudades Marruecos como cautivo de la morisma: primero en Tetuán, luego en Mequinez, para ser reducido a esclavo del Jerife y condenado a trabajos forzados. Nuestro paisano tuvo que adaptarse a las circunstancias para mejorar su situación, así que en los tres años de su estancia en Marruecos aceptó la fe musulmana y empezó a vestir y adoptar las costumbres de los moros.

Nuestro hombre, Juan Antonio Gracia, era un hombre nacido hacia 1700, y criado en el barrio del Arrabal de San Clemente. Sus padres lo habían bautizado en la iglesia de San Juan, una pequeña ermita en el mencionado barrio, situado en la calle del mismo nombre que hoy persiste, aunque este pequeño templo fue saqueado y destruido por las tropas napoleónicas. La advocación de San Juan es santo preferido del mundo converso, minoría muy presente, de la mano de la familia Origüela, en este barrio. Pero las indagaciones del Santo Oficio lisboeta iban en otra dirección: el barrio del Arrabal era un foco de marginalidad; sabedores de ello, los inquisidores lisboetas llevaron sus pesquisas a descubrir la genealogía de Juan Antonio Gracia. Pero nuestro protagonista tenía memoria olvidadiza; a igual que apenas si se acordaba de detalles de su cautiverio moro, más allá de andar vagando tres años por toda la Berbería en busca de una oportunidad para pasar a reinos cristianos, tampoco recordaba quiénes eran sus abuelos paternos o maternos. Se presentaba como un joven analfabeto, reconocía por su patria la villa de San Clemente, pero olvidaba toda su infancia y mocedad, para rememorar su presencia en tierra de moros, Mequinez y otras tierras de la Berbería. Decía no haber renegado de su fe católica, para declarar, a continuación, su fingimiento, "fingirse mouro". Afirmación vista por la Inquisición como apostasía, por más que Juan Antonio confesaba mantenerse apartado de las fiestas y solemnidades de moros y comer carne de cerdo a la menor ocasión. Pero los inquisidores lisboetas desconfiaban una y otra vez de este sanclementino, al que veían como un converso hábil, que había mutado su cautividad por sus servicios leales al jerife de Mequinez y gozado de una libertad de acción por todas las tierras de Berbería. No en vano, nuestro hombre empezó a ser conocido en tierras moras como Alí.
Juan Antonio Gracia se rindió a los inquisidores y comenzó a relatar su conversión al islam: tras una estancia de veinticuatro días en Tetuán había llegado cautivo a Mequinez; allí se le dio la bienvenida con una soga la pescuezo y atemorizado de morir colgado se aprestó a abrazar la fe de Mahoma, "temendo morte dijo e que nao matasen porque queria ser mouro". Convertido, consiguió la libertad, se casó con una mora, tuvo libertad de movimientos y pudo huir a tierras cristianas. Poco importaba a los inquisidores, a los que mantener la fe cristiana en su interior era una afrenta para quien había tenido la oportunidad de elegir el martirio en ese momento que la soga apretaba su pescuezo.

La realidad era que Juan Antonio García había conseguido escapar de tierras moras y llegado a Lisboa se había presentado voluntariamente ante el Tribunal del Santo Oficio, para "legalizar" su situación.

PROCESSO DE JOÃO ANTÓNIO GARCIA, Archivo nacional de Tombo, portugal, PT/TT/TSO-IL/028/00014

domingo, 19 de junio de 2022

RÍO JÚCAR








http://bibliotecavirtualdefensa.es/BVMDefensa/es/consulta/registro.do?id=99092

Mapa del Curso del rio Jucar desde su nacimiento hasta su desembocadura [Mapa]
Archivo Cartográfico de Estudios Geográficos del Centro Geográfico del Ejército — Colección: PCGE — Ubicación: AR — Signatura: Ar.E-T.9-C.4-285 bis — Código de barras: 2206651