El corregimiento de las diecisiete villas (fotografía: Jesús Pinedo)


Imagen del poder municipal

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EL CORREGIMIENTO DE LAS DIECISIETE VILLAS EN LA EDAD MODERNA (foto: Jesús Pinedo)

Thursday, December 11, 2025

Un pedroñero en la expedición dominica a Filipinas.

 Benito de Tébar era un joven pedroñero, estudiante que pretendía ordenarse de corona y grados. Hijo de Juan de Tébar y Catalina López. Su ascendencia familiar de cristianos viejos quedó probada el 26 de octubre de 1602 y avalada por el teniente de cura de Las Pedroñeras que consideró al joven como " hombre recogido y de buenas costumbres y a tratado muchos años y trata de ordenar para ser al estado sacerdotal y trae hábito de estudiante y a oydo decir que en la ciudad de Granada a estudiado y en otras partes y en ellas aber dado buen exemplo y así digo que merece las órdenes que pretende".

Benito de Tébar había sido bautizado el 19 de febrero de 1579 en la iglesia de Las Pedroñeras, tenía, pues, veintitrés años cuando pasó a Las Filipinas y había sido confirmado en diciembre de 1586 por don Gómez Zapata, obispo de Cuenca. Pasaría como uno de los seis criados que acompañaran al padre en su viaje a Filipinas, al quedar vacante dos de las plazas por enfermedad de dos aspirantes. Benito era moreno de rostro, con una señal de herida en la frente, donde nacía el cabello, y otras dos pequeñas a los lados y otras dos heridas en la mano derecha.

Benito de Tébar iba en una expedición de dominicos comandada por su vicario fray Gabriel de San Antonio. En total pasaron treinta religiosos y seis criados. La salida para Filipinas se retrasaría hasta finales de 1607. Se decía que, entonces, Benito de Tébar, tenía 24 años, pero sabemos que su edad real era ya de 28.

AGI, CONTRATACIÓN, 5300, N. 18


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La Casa de Contratación de Sevilla para dejar pasar a Indias, a la provincia de Popayán,  a la persona que designe Catalina López, a aceptar la hacienda dejada por su marido por Marcos Martínez, ya difunto. Las condiciones es que deposite 300000 mrs. de fianza y no esté allá más de tres años. 9 de febrero de 1574

    AGI, CONTADURÍA, 240, N. 1, R. 307

Pasajeros a Indias de El Provencio

 La fortuna heredada por Pedro García de la Alberca, vecino de El Provencio, de su padre Juan Martínez de la Alberca fue de 82781 mrs., pagados el 26 de enero de 1600. Juan Martínez había fallecido en Mérida, Tierra Firme. Juan Martínez de la Alberca había marchado a Indias tras la muerte de su esposa Quiteria Honrubia, sería el año 1585.

AGI, CONTRATACIÓN, 256A, N. 1, R. 12.

El 17 de marzo de 1589, el hermano Fernando Carrasco se embarca junto a otros ocho hermanos con destino a la ciudad de México para servir en el Hospital de San Hipólito, a las órdenes del hermano Esteban de Herrera. Su labor sería cuidar enfermos, por la falta de hermanos para esta ocupación

Se definía a sí mismo como cristiano viejo con ascendencia conocida. Hijo de Hernán Sánchez Carrasco y Mari López Pellejera, nieto, por línea paterna, de Martín Carrasco y Francisca Bonilla, y, por línea materna, de Francisco Pellejero y Catalina de Haro. Era un mozo de veintitrés años, huérfano de padres, al que comenzaba a crecerle la barba.

AGI, CONTRATACIÓN, 5232, N. 38.

Wednesday, December 10, 2025

Testamento de Alonso de Calatayud, señor de El Provencio

 Otorgado en Toledo, el 4 de julio de 1525, ante el escribano Fernando Rodríguez.

Manda ser enterrado en la capilla de enterramiento familiar, donde están sus padres enterrados, en la iglesia de su pueblo El Provencio (antigua iglesia de la Magdalena). Hasta en sus últimos momentos se mostró como una persona recelosa, sabedor que podía morir en Toledo, dispusó su enterramiento temporal en iglesia o convento de la capital hasta que sus restos fueran llevados a la capilla familiar de El Provencio, según dispusieran sus albaceas.

El día de su entierro y de su depósito en la capilla familiar se harían honras y exequias tal como ordenare su mujer Leonor de Toledo y Guzmán.

Manda las cinco mandas acostumbradas: para la obra de la Santa Iglesia de Toledo, para la Santa Trinidad y para Santa Olalla de Barcelona, para Santa María de Guadalupe, para Santa María de la Merced y para ayuda a sacar cristianos cautivos de tierra de moros. A cada una de las mandas medio real.

Manda que arda una lámpara de aceite delante del Santísimo Sacramento, durante el primer año de su enterramiento, en la iglesia o monasterio donde estuviera sepultado.

Se paguen deudas y descargos indicadas en el memorial que ha de acompañar el enterramiento. Asimismo se pague a aquellos que juren deudas por un valor de menos a quinientos euros, sin otro documento probatorio.

Confiesa tener en el término de El Provencio una casa, un molino, una huerta y ciertas tierras que son fuera del mayorazgo familiar y que ahora  con ellos se quiere dotar una capellanía con la obligación de una misa diaria. La ordenación de esta capellánía y nombramiento de capellanes queda en manos de su mujer Leonor de Guzmán.

Para evitar la enajenación de su villa de El Provencio, por las deudas que se mantienen con los acreedores, manda que se siga pagando de las rentas de la villa y no se haga uso de la dote de su mujer y se ordena que Leonor de Toledo y Guzmán sea pagada por lo adeudado de lo sacado de su dote.

Deja a sus hijos: a Marquesa de Guzmán, para sostenimiento del recogimiento que ha elegido, 300000mrs.; a Teresa de Guzmán, para ayuda de su casamiento, 500000 mrs.; a sus hijos Diego de Guzmán y Cristóbal Calatayud, 200000 mrs. a cada uno. Para estos pagos, se acudirá a los rentas y frutos de la villa de El Provencio, incluidas en el mayorazgo familiar; para hacer uso de estas rentas vinculadas al mayorazgo se hace necesario licencia del emperador.

El heredero del mayorazgo sería don Luis de Calatayud.

Se nombran albaceas: Leonor de Toledo y Guzmán, su mujer, Vasco de Guzmán, fiscal mayor de la justicia eclesiástica de la ciudad de Toledo; Pedro Sánchez Carnicero el mozo.

AHNOBLEZA, PASTRANA, C. 11, D. 1

Tuesday, December 9, 2025

El provenciano que se fue a Indias a comerciar con cacao

 Miguel Fernández, hija de Alonso Hernández Quintanilla y Teresa Olivares, era provenciano que había muerto en 1612 en Nueva España. No sabemos cuándo había salido de su pueblo para Indias, pero sí que su fortuna, acumulada en el entorno de la ciudad de Puebla (o Puebla de los Ángeles) se había forjado en torno al cacao. Once cargas de cacao había dejado en el momento de su muerte en la villa de Carrión en el valle de Atrisco, pero no consigo sino en el puerto de Acapulco. Miguel había muerto tras sentirse enfermo viniendo de Sonsonate (actual El Salvador), Es probable que Miguel Fernández no pudiera acudir a recoger estas cargas, pues hospedado en una posada estaba recibiendo atención médica. Su muerte llegó a su viuda Lucía López en 1619, en El Provencio. Por entonces, únicamente vivía su hija Catalina de Olivares, pues otro hijo llamado Miguel había muerto. En las informaciones de testigos de 1619 se dice que Miguel Fernandez había abandonado su pueblo hacía 17 o 18 años (hacia 1601-1602), aunque su pase a Indias se produjo un año después de abandonar el pueblo en busca de fortuna.

Miguel Fernández había conseguido una posición económica favorable en las Indias, contaba con una sirvienta en su casa y cuando muere encomienda a seis clérigos su entierro, con una misa cantada y 264 misas rezadas por él, sus padres y otras personas en Carrión, ciudad de México y conventos de carmelitas y franciscanos. Dedicado al comercio, cuando muere, se ha adelantado a un arriero a su servicio que trae once cargas de cacao para entregarle en Puebla de los Ángeles. El cacao se había recogido en Sonsonate, trasladado en barco a Acapulco y sería transportado por el recuero Bartolomé Martín hasta Puebla.

Las once cargas de cacao, y algunas ropas viejas, eran las única propiedades de Miguel en el momento de su muerte. Miguel no tenía deudas, creemos qu  era una persona avispada en busca de negocios y lo había visto en el comercio de cacao. El caso es que en el momento de casarse, Miguel Fernández no era pobre, había aportado al matrimonio 500 ducados y su mujer 30000 maravedíes en concepto de dote. ¿Entonces? Probablemente, Miguel y su hacienda se habían arruinado y se había visto forzado a buscar fortuna fuera de su pueblo


Hasta 1624, la viuda y su hija no recibirán la herencia del difunto, un total de14569 mrs. Es lo que quedaba después de pagar al recuero del cacao, al mesonero que atendió al moribundo, que no se olvidó de echar al alza los servicios como la esclava que atendió al moribundo o las sábanas y colchón orinadas en su agonía de cinco días, luego venían sueldos de escribanos, pagar el macho prestado con el que había llegado al mesón, los clérigos de su entierro, las misas y los impuestos exigidos por la Casa de Contratación (costas, flete y avería).


AGI, CONTRATACIÓN, 357, N. 7.


La peste del año 1600, que llegó a la Mancha conquense en dos oleadas, las crisis inmediatamente previas y la carestía en torno al año 1604 obligaron a los hombres a dejar sus pueblos y buscar nuevas oportunidades. Tal fue el caso del provenciano Miguel Fernández, que, abandonando El Provencio y su familia, anduvo errante por Andalucía antes de obtener el permiso para pasar a Indias.
El abandono de los maridos del hogar familiar, empujados por las ruinas de sus haciendas y a la búsqueda de fortuna, fue algo que se repitió en el tiempo. Las familias eran más extensas y los parientes, ya fueran tíos o yernos suplían en la medida que podían la falta del cabeza familiar. Miguel anduvo en busca de su oportunidad por Nueva España; debía ser una persona arriesgada, que buscó la oportunidad en los nuevos negocios. El lo intentó en el comercio del cacao, cultivado en Guatemala, este producto llegaba al puerto de Acapulco desde donde se distribuía no solo a Europa. Recuas de mulas ayudaban en la distribución. Miguel Fernández hizo lo propio contratando un recuero que llevara sus once costales de cacao hasta la ciudad mejicana de la Puebla de los Ángeles. El cacao llegó, pero él, no. Montado en un macho y enfermo llegó hasta un mesón en la villa de Carrión, para desplomarse de su cabalgadura y ser recogido por el mesonero, que lo atendió sus últimos cinco días. Poco antes, a ocho leguas de Acapulco había ordenado su conciencia y su hacienda, sabedor de su destino. Su fortuna se esfumó entre misas por su memoria, pago del recuero y del mesonero, que no le perdonó haber estropeado con su orina sus sábanas y colchón y las gestiones post mortem de sus albaceas. Su hija, en El Provencio recibió de su herencia tan solo 14500 maravedíes, cuando la hacienda del finado había gozado de tiempos mejores en el cultivo de la tierra de su pueblo natal: 500 ducados de patrimonio y 30000 maravedíes de dote matrimonial.

Una herencia de Indias

 Aunque ya hemos hecho múltiples referencias, las repatriaciones de capitales desde Indias, los llamados bienes de difuntos, vinieron a dinamizar la economía de los pueblos de La Mancha conquense en forma de fortunas sobrevenidas para sus destinatarios. Un caso es la herencia del provenciano Juan García, fallecido en Nueva España y cuya muerte debió acaecer hacia 1608 y que dejó una herencia de 134356 maravedíes. 

Juan García de Perona el viejo había marchado a Indias y se había instalado en la ciudad de Veracruz, dejando atrás a su mujer Mari Sánchez , un hijo, Juan y una hija, María, en El Provencio. Juan había rehecho su vida en México donde se había amancebado con una mujer llamada Catalina Martínez, que recibiría la cuarta parte de su herencia. Juan García había muerto en 1602, pero como suele pasar en estos casos una persona de confianza se había hecho con su herencia a falta de descendientes en México y solamente cedió la herencia cuando fue conminado por la justicia cinco años después. La afloración de estas herencias era posible por el envío desde la Península de jueces visitadores para reclamar las herencias no declaradas. Tal fue el caso del juez Juan Frías de Salazar que fue enviado a Veracruz en 1607; allí, en el puerto de San Juan de Ulúa, y con las voces de un mulato, acompañado de los redobles de una caja, se advirtió a los vecinos que dieran a conocer las herencias de que fueran depositarios.

Estas fortunas quedaban en depósito en la Casa de Contratación en Sevilla, desde donde se manaban requisitorias a los pueblos originarios de los difuntos para que sus herederos reclamaran la herencia. En los pregones de los pueblos se anunciaba la noticia y los vecinos eran reclamados para la misa mayor del domingo en la iglesia del pueblo para que, leída la requisitoria de Sevilla, los herederos pudieran tener conocimiento de la herencia legada y ejercer sus derechos.

El Provencio había estrenado iglesia y una plaza nueva delante de ella, en lo que había sido una constante en los pueblos de la Mancha conquense de crear espacios nuevos y públicos desde el siglo anterior. Era en esta nueva plaza, forjada en torno a la iglesia de la Asunción, que los alcaldes ordinarios de la villa hacían justicia y se pregonaban las órdenes ante numerosos vecinos. Ante el alcalde ordinario, el doctor Peláez Grimaldo y su acompañado, sentados en los poyos de la plaza, se presentaría Juan García Perona el mozo para exigir la herencia de su padre muerto en Indias, junto a varios testigos que ante el alcalde y escribano dieran fe de su descendencia directa de Juan García Perona el viejo y María Díaz o Sánchez. Examinados los testigos al pretendiente a la herencia se le exigía una escritura de obligación o fianza qnte el escribano Juan Merchante en el que varios vecinos respondieran con su patrimonio de la veracidad del parentesco para el entrego de los 134356 maravedíes en Sevilla. 

Gracias a una nueva información de testigos podemos saber de estos labradores ricos de El Provencio que aseguraron reunir entre cuatro de ellos mil quinientos ducados: eran  Diego García Ortega, Juan Zarco, Pedro Zarco y Francisco Zarco.

El 3 de junio de 1609 se iniciaría el proceso de pago por la Casa de Contratación, aunque Juan García Perona no recibiría hastael día cinco en Sevilla su herencia


Testigos; 16 de mayo de 1609

Fernando de Jerez, 70 años

Juan García, 44 años

Bartolomé Pulido, 49 años

Francisco Bonillo, 48 años

Eugenio García, 48 años

Marcos Provencio, 40 años


AGI, CONTRATACIÓN, 288B, N. 1 R. 3




Un barbero de Las Mesas en Filipinas

 NO debía ser muy seguro el pase a las islas Filipinas por los peninsulares, pues algunos o se volvían o no llegaban. Debemos tener en cuenta que la colonización de los españoles en Filipinas era muy reciente, se había iniciado desde Nueva España con la expedición de Miguel López de Legazpi en 1565. Así, cuando en 1581, en barbero de Las Mesas Esteban López pide pasar a Indias, lo hará con unas condiciones muy tasadas: 

  1. Exigencia de una fianza de 200000 maravedíes
  2. No detenerse en Nueva España
  3. Residir un mínimo de ocho años
  4. Presentarse ante el gobernador de Filipinas a los tres años de haber llegado y envía testimonio al Consejo de Indias.
AGI. CONTADURÍA, 242, N. 232

Monday, December 8, 2025

Los Enríquez y la prestamera de San Clemente

 Don Fernando de Alarcón Fajardo, clérigo y vecino de la villa de San Clemente, había ganados letras y bulas de impetración del Vaticano para gozar de un préstamo que en la iglesia de Santiago de San Clemente tenía don Francisco de Reolid y Peralta, clérigo de menores órdenes de la ciudad de Toledo. Las bulas despachadas por Inocencio X  se guardaban en el despacho de uno de los cuatro notarios apostólicos del obispado de Cuenca, Juan Carrasco, en una gaveta de su escritorio. Eran bulas escritas en pergamino, con unos cordeles y plomo colgando; estas bulas concedían mercedes a ruego de algunas personas que las impetraban o solicitaban, pero condicionadas a que los peticionarios demostraran en proceso posterior su derecho a tales mercedes. Tal era la pretensión sobre el préstamo (o prestamera) de la iglesia de San Clemente. 

La prestamera de San Clemente la venían disfrutando en los años 1647, 1649 los Enríquez de Cuenca y ahora a la muerte de Pedro Enríquez la prestamera se la disputarán los clérigos Francisco Reolid, que la venía disputando los tres últimos años, y Fernando Alarcón Fajardo, que ya disfrutaba de una prestamera en Chillarón y Arcas. Entre los frutos sacados de la tercia se detallaban:

  • Para el año 1646, 63 borregos, 68 arrobas de lana y cuatro libras, 2 arrobas de queso, 194 almudes y 2 celemines de trigo, 171 almudes de cebada, 39 almudes de centeno, 8 almudes de avena, 310 cargas de vino (que dieron 1000 arrobas de vino, quitada la costa de pisar), 134 arrobas de vino en las aldeas
  • Para el año 1647: 63 arrobas de lana, 53 corderos, 282 almudes y 4.5 celemines de trigo, 215 almudes y 3 celemines de cebada, 75 almudes de centeno, 77 cargas de uva de dezmeros de la villa, 56 arrobas de vino en dezmeros de caserías
  • Para el año 1648, 60 corderos, 60 arrobas de lana, 203 almudes de trigo, 170 almudes de cebada, 50 almudes y 2.5 celemines de centeno, 135 cargas de uva de la villa, 38 cargas de uva de las aldeas, 2 arrobas de queso, 8 almudes de queso
  • Para el año 1649: 53 arrobas de lana, 41 cabezas de ganado, 299 almudes de trigo, 148 almudes de cebada, 88 almudes de centeno, 190 cargas de uva en dezmeros de la villa y 104 arrobas de vino en dezmeros de las caserías.
  • Para el año 1650, 76 borregos, 66 arrobas y siete libras de lana, 3 arrobas de queso, 229 almudes de trigo y cuatro celemines, 142 almudes cebada, 97 almudes y 4 celemines centeno, 12 almudes y 4 celemines de avena, 103.5 cargas de uva de la villa y 43.5 cargas de uva de las aldeas
El montante de los frutos del total de cinco años correspondientes  a la prestamera de Pedro Enríquez era el siguiente:
  • 606 fanegas y seis celemines de trigo, a 14 reales la fanega: 8491 reales
  • 420 fanegas y tres celemines de cebada, a 7 reales la fanega: 2490 reales
  • 174 fanegas y ocho celemines de centeno a 8 reales: 1396 reales
  • 3055 arrobas de vino a dos reales: 6110 reales
  • 293 corderos a catorce reales el par: 2058 reales
  • 310 arrobas de lana a 16 reales por no ser fina: 4960 reales
  • El queso se daba a terceros
De subsidio y escusado se pagaban 1200 reales al año, 6000 en total; por la administración se pagan 1100 reales al año, 5500 reales en total; paga de pensión 550 reales al año, 2750 reales en total. A descontar del 25955 reales que sumaba el total de frutos de la prestamera, quedaban 11705 reales (2341 reales por año) para la prestamera de don Pedro Enríquez de Toledo. Esa cantidad de 2341 reales era cantidad buscada, pues la prestamera concedida lo había sido por un valor de cien ducados de oro, equivalentes a 1800 reales de plata doble, que traducidos a vellón eran 2700 reales.
A esta prestamera también le correspondía la tercera parte del queso diezmado, pero era de muy poca consideración, apenas una arroba y media en 1647 y 1649. Era administrador de los diezmos de la villa Francisco Torrijos, que actuaba por delegación de Francisco Martínez Perona, abad de Santiago y beneficiado de las parroquias de la villa de San Clemente. En 1651 el administrador de los diezmos es el presbítero, Cristóbal Caballón, por delegación de Juan Gregorio de Santos, inquisidor apostólico y cura de las parroquias de la villa. Andaba en litigio el diezmo de Villar de Cantos.

El pleito por la prestamera lo ganaría don Fernando Alarcón Fajardo en 1654

AHN, CONSEJOS, 25689, Exp. 16. El fiscal y Francisco de Reolid y Peralta contra Fernando de Alarcón sobre retención de bulas. San Clemente, Cuenca. 1655

Wednesday, December 3, 2025

GENEALOGÍA DE LOS CALATAYUD DE EL PROVENCIO

 


RAH. Signatura: 33, fº 25 v. — Signatura anterior: D-33, fº 25 v

ACUÑA DE CASTILLO DE GARCIMUÑOZ

 PRETENDIENTE AL HÁBITO DE LA ORDEN DE SANTIAGO (11 DE NOVIEMBRE1653)

PADRES

Don Vasco de Acuña, natural del Castillo de Garcimuñoz, y doña Elvira de Alarcón, natural de Arenas y vecina de Castillo de Garcimuñoz

ABUELOS PATERNOS  

Juan de Pedrola y Acuña, natural de Castillo de Garcimuñoz, y doña Ana Pacheco, natural de Belmonte.

ABUELOS MATERNOS

El licienciado Pedro de Alarcón, natural de Castillo de Garcimuñoz, y doña Catalina Medrano, natural de Arenas


RAH. Signatura: 9/328, fº 35. — Signatura anterior: D-54, fº 35.Certificación de la genealogía de Antonio de Acuña y Alarcón, natural de Castillo de Garci Muñoz, presentada para su ingreso en la Orden de Santiago en 1653. [Manuscrito]




Saturday, November 29, 2025

La limpieza de sangre de los Espinosa

 Acusar de judaísmo a familias de abolengo podría resultar chocante, ... o no tanto, pero intentar manchar la sangre cristiana vieja de familias de abolengo como los Espinosa y Zapata, que pasaban por las más preclaras de Iniesta resultaba insultante. Pero hubo quien se atrevió. A la altura del siglo XVIII, los Espinosa de Iniesta ya se habían mezclado con las mejores familias de la villa: López Cantero, Zapata o Argandoña. Este apellido, el de Argandoña, pasaba por linaje vizcaíno, oriundo de Álava y solar en Cerio, pero en sus enlaces familiares figuraba la mancha de otro apellido tenido por judío, los Portillo. Estos también decían descender de la Montaña y haber bajado a Valladolid como mercaderes, para acabar estableciéndose en Motilla del Palancar, pero en la memoria popular permanecía el recuerdo de Quiteria Portillo, procedente de Villamalea y quemada por judía. La acusación de judaísmo contra los Espinosa iba más allá. Esta vez la acusación de judaísmo venía contra los Zapata. Se recordaba una Mariana Zapata había casado con el primer Espinosa, originario de Peñas de San Pedro (aunque decían venir de Burgos y la Inquisición negará la procedencia de los Espinosa de Iniesta de esa línea de Peñas de San Pedro), biznieta de una Juana de Moya, reconciliada por la Inquisición de Cuenca en 1521 y cuyo sambenito colgaba de la iglesia de Iniesta. Dicen que la vieja iglesia de Iniesta había sido quemada por los López Cantero, con la intención de hacerse una capilla propia en la nueva iglesia, la de Santa Ana, que curiosamente compartían con los Espinosa, después que un matrimonio forzado por las circunstancias entre el doctor Pedro López Cantero y Catalina Espinosa fuera incapaz de unir las fortunas de ambas familias y tuvieran que repartirse a su muerte la hacienda en dos partes iguales, incluidas la capilla citada y esa otra del convento franciscano. Entre los delatores de los Espinosa estaban los López Cantero y otros hidalgos recién llegados de Córdoba, los Saavedra.

Las acusaciones de judaísmo contaban en su contra el paso del tiempo pues son de los años 1731 y 1732, coincidiendo con las pruebas de limpieza de sangre que ha de pasar Francisco Espinosa para acceder al tribunal de la Inquisición de Cuenca, pero tienen su base de certeza en la negativa que obtuvo el linaje vasco e los Argandoña a obtener su hidalguía del tribunal granadino en 1611. teniendo que esperar a una tercera generación en 1662 para ver reconocido sus condiciones hidalgas. El primero de los Argandoña llegados a Iniesta había sido Pedro, casado en Villamalea con una vizcaína, probablemente hija de otro cantero vasco llegado antes y llamada María de Urquizu. Hasta ahí, la limpieza de sangre era innegable, pero los problemas llegaron para la familia con el enlace familiar de uno de los hijos, Bartolomé, casado con vecina de Villamalea, llamada Quiteria Portillo y cuyos ascendientes judíos eran innegables para el común de los mortales. Tanto Quiteria como su hermana fueron acusadas de judaísmo por el Tribunal de la Inquisición de Murcia, llevándose la peor parte Quiteria, que fue quemada. Los hechos debieron ocurrir hacia 1610, un momento que las hogueras se encienden con motivo de la persecución de la comunidad marrana portuguesa, pues la negación de la ejecutoria de los Argandoña data, según los testigos, de 1611. Del apellido Portillo no teníamos noticias de su origen judío, y, de hecho, posteriormente, ya en el siglo XVIII, la rama conocida de Motilla conseguirá ejecutoria de hidalguía al desplazarse a Villanueva de la Jara y Requena.

La posición de la familia Espinosa se había visto reforzada por el matrimonio del bisabuelo de Francisco, también llamado Francisco Espinosa Mora con María Treviño Carrillo, de la poderosa familia Treviño de Ciudad Real y donde Francisco había pasado como corregidor. Su hijo Francisco Espinosa Treviño había vuelto a su tierra para casarse con una mujer de la aldea de Castillejo, llamada Isabel Gómez, probablemente hija de un labrador rico. Los testigos recordaban hasta la generación del tercer abuelo, Francisco Espinosa, que al igual que sus hermanos, Gaspar, Pedro y Gregorio se habían hecho con familiaturas del Santo Oficio en 1602 o que antes Martín Espinosa había sido alguacil mayor de la Inquisición. El primero que puso en duda la honra de los Espinosa fue Alonso de Saavedra, un joven cordobés de 28 años, en 1731, avecindado en Iniesta, que fue el que lanzó la primera andanada contra los Espinosa: decía que el primer Espinosa llegado a Iniesta había sido Fernando de Espinosa y que procedía de Peñas de San Pedro (según las noticias que tenemos, los Espinosa están entre El Peral y Villanueva de la Jara, a finales del siglo XV). Fernando de Espinosa habría casado con Mariana Zapata "y la madre de doña Mariana era hija de Pedro Atienza, y este Pedro era hijo de Alonso de Atienza y Catalina González y esta Catalina fue hija de Jaime Carrión y de Juana de Moya, reconciliada de judaísmo por la inquisición de Cuenca, cuio sambenito está en la yglesia de Yniesta. Las fuentes de Alonso de Saavedra eran Pedro López Cantero y el escribano del ayuntamiento Damián Tórtola. El teniente de cura de Iniesta Juan del Campo manifestaba "que la enemistad que ay entre los Canteros y los Espinosas y los Argandoñas que juntándose en ayuntamiento se contradicen, sin atender a más razón". La oposición de los Cantero a los Espinosa ya se había manifestado con ocasión de las pruebas de un pariente de los Espinosa, un tal Francisco Alcanizo, para obtener hábito de orden militar. Parece que el detonante de las enemistades, aunque venían de antes, había acaecido en un ayuntamiento de 1671, "en que don Palmero allándose alcalde hizo un desayre a don Alonso Suárez vicario y esto lo reprendió don Francisco Zapata y sacaron las espadas y los Espinosas, González Argandoñas y los Zapatas se arrimaron a don Francisco Zapata y los Cantero y otros de su familia a Palmero que era su parte, y an continuado estos vandos".

Quiteria Portillo, según los testigos, había sido delatada por su marido Bartolomé Argandoña (aunque también se considera a Sebastián, hijo de Barolomé, como marido, en el pleito), junto a su hermana Isabel, que, aunque escapó de la hoguera, fue condenada a llevar sambenito. LAs acusaciones venían de la familia Cantero, que desde hacía cien años andaba en disputas y matrimonios malogrados con los Espinosa, aunque quien ponía voz era Alonso Saavedra, casado con Catalina López Cantero. Los Argandoña habían intentado borrar los testimonios del desgraciado enlace entre Bartolomé y Quiteria, rasgando hojas de los registros sacramentales, pero la tradición oral mantenía las manchas de judaísmo y a la altura de 1725 se llamaba a los Argandoñas como cardadores judíos y puercos judíos. No faltaba quien defendía la limpieza de Quiteria Portillo, haciéndola descendiente de la familia Portillo, procedente de Motilla del Palancar. Apellidos notables de Iniesta se solidarizaron con los Espinosa, tales los Peña, Garrido o Merino. La presión de la familia Espinosa conseguiría la prisión de Alonso Saavedra que había puesto mancha en la honra de la familia. Su esposa Catalina Cantero también sería encarcelada, pero no dio su brazo a torcer y siguió defendiendo el judaísmo de la que ella llamaba la "Portilleja", pero el Santo Oficio decidió dar carpetazo al asunto de 23 de abril de 1732.


AHN. INQUISICIÓN, 3728, EXP. 119